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Capítulo 5: La oportunidad

Eran las diez en punto cuando Alessandro camino con naturalidad hacia uno de los guardias que custodiaban los alrededores del sitio. Vestía un elegante esmoquin para hacerse pasar por un invitado más, lo llevaba entre sus cosas porque siempre había una ocasión para usarlo, pero no creyó que debia usarlo en aquella ocasión.

El guardia lo miro de arriba abajo y efectivamente supuso que se trataba de un invitado, pero no entendía que hacía por ese lugar, estaba muy lejos de la puerta, por lo que encorvo el ceño.

—Disculpe—dijo Alessandro mostrándose algo nervioso ante el hombre, ya que llevaba un arma colgando de su hombro, por supuesto, estaba actuando, pero el guardia debia pensar que su nerviosismo era real—e-estoy un poco perdido. ¿Por dónde puedo entrar?

—Siga esta calle y doble a la derecha—le indico el hombre, pero aunque todo parecía indicar que Alessandro era un invitado más, algo a su alrededor le dijo que él estaba mintiendo, quizás porque había llegado a pie—¿Cuál es su nombre?

Alessandro noto que aquel tipo llevaba una radio pegada a su chaleco, supuso que la llevaba para reportar alguna anomalía o quizás para únicamente reportar su presencia, en caso de que algo le pasara y en efecto, el hombre coloco su mano cerca de la radio listo para advertir la presencia de un invitado perdido.

—Eduardo Estrada—mintió para ganar un poco de tiempo. Alessandro había dado vuelta al lugar tres veces, por supuesto, lo había hecho ocultando su presencia. Había contado en total unos cincuenta guardias que estaban situados cada diez metros el uno del otro y cada uno estaba puesto debajo de una lámpara que ayudaba a indicar su ubicación. Sabia que iba a ser difícil entrar, pero había encontrado a la víctima perfecta, ese hombre y todo gracias a la luz de la lámpara en la que estaba parado.

Aquella lámpara parecía tener un defecto, parpadeaba de vez en cuando y posiblemente estaba en su última etapa de servicio, por lo que no sería extraño que de repente dejara de funcionar.

Cuando noto que el nombre estaba a punto de llamar por la radio, lanzo una piedrecilla al aire para romper la lámpara, así que cuando la luz se apagó, tuvo el tiempo suficiente para dejar inconsciente a su contrincante, pero ya que no quería llamar la atención tan pronto, saco una licorera de bolsillo que había comprado en el pueblo antes de llegar.

Baño al sujeto en alcohol y guardo la licorera debajo de su chaleco, pero en un sitio visible para cuando llegaran a encontrarlo. Además, también coloco el cuerpo como si se hubiese quedado dormido mientras estaba sentado sobre la acera. Todo eso había sucedido en cuestión de segundos y no era para menos, Alessandro era un profesional en el arte de pasar desapercibido, así que, tan solo un minuto después de su llegada, logro escalar la pared para introducirse a la fiesta.

Adentro se podía divisar un hermoso jardín, el cual también estaba fuertemente resguardado. Alessandro ya lo intuía, pero pensó que tal vez estaba exagerando con esa suposición, porque después de todo. ¿Qué grupo armado necesitaba tanta seguridad si su simple presencia ya era demasiado amenazante para cualquier persona?

Por suerte para Alessandro, él no era cualquier persona, por lo que se escabullo por los arbusto hasta estar cerca de un sendero donde estaba estacionado un camión, su mente comenzó a maquinar una estrategia para poder acercarse sin ser notado, pero en ese instante apareció un joven más o menos de su estatura que aparentemente, debia descargar presión al orinar, aquello le parecio algo innecesario, debia haber baños en el interior, pero supuso que debia ser el maldito destino que estaba de su lado. Así que cuando el guardia más cercano a él, dio una vuelta que sabia que solo duraría unos diez segundos, se aproximó hacia el chico y lo golpeo tan fuerte que no supo más de sí mismo. Alessandro arrastro el cuerpo hacia la oscuridad donde las luces del jardín ya no alcanzaban a iluminar y le quito el saco de encima.

Era rojo y tenía su nombre pegado al pecho, así que era evidente que se trataba de un uniforme, quizás de un camarero. Alessandro se lo puso y oculto al chico entre los arbustos. Cuando el guardia volvió la vista hacia el jardín, vio a Alessandro con el uniforme, pero no le tomo importancia, ya había visto al chico salir, pero nunca vio su rostro.

Esta vez, él caminó con toda confianza hacia el interior del lugar y al pasar por la puerta descubrió que la fiesta no era como él supuso que seria, de hecho parecía una discoteca de mala muerte, con luces de colores iluminando el lugar y máquinas de humo, pero ese ambiente era más de lo que él podía pedir, incluso le ayudaba a mezclarse entre la multitud que bailaba música regional, una situación un tanto bizarra para él.

—¡Hey!—alzaron la voz en su dirección, se trataba de un grupo de camareros que empujaban un carrito con varias copas de cristal— ayúdanos a llevar esto.

Ya que llevaba puesto aquel saco rojo, no tuvo más remedio que hacer lo que le habían dicho y gracias a eso, pudo observar el lugar con mayor detenimiento cada sitio del salón, vio las mesas, las decoraciones, a los novios, pero en ningún lado vio a su objetivo, pero lo que más le llamo la atención. Por alguna razón la seguridad en el interior parecía ser nula.

Los meseros se detuvieron frente a una mesa cuadrada y al verla, lo primero que Alessandro pensó fue que, quizás planeaban hacer una fuente de champaña, pero en vez de ayudarlos a descargar las copas, él se fue alejando lentamente.

Aunque ya estaba en ese lugar dispuesto a realizar su encomienda, había un pequeño problema que dificultaba su trabajo. No sabia quien era su víctima, por lo que le había dicho Don Fernando, él no tenía idea de como era el rostro de aquel quien lideraba ese cartel por lo que estaba trabajando a ciegas.

Ciertamente, no era la primera vez que trabajaba bajo esa circunstancia, pero el trabajo no era sencillo, ya que la persona que debia asesinar podía estar ocultándose esperando que algo malo ocurriera, por lo que debia abrir los ojos ante algún comportamiento extraño.

Camino por el lugar y para no llamar la atención, tomo una bandeja de bebidas que alguien había dejado olvidada sobre una mesa. Camino prestando atención a su entorno hasta que finalmente vio un grupo de hombres conversar en un sitio cercano a la mesa de los novios. De todos ellos, él que no parecía estar disfrutando de la fiesta era un hombre de cabello oscuro, llevaba puesto un traje más o menos elegante de color azul, era delgado y alto, aunque no tanto como Alessandro, parecía estar más bien negociando.

Decido que debía acercarse y observarlo mejor, la noche era corta y afuera había dejado tendidos dos cuerpos inconscientes, así que debia hacer algo pronto. Camino decidido y al aproximarse comenzó a ofrecer bebidas, por supuesto lo hizo con la intención de que aquel hombre de aspecto severo tomara una copa, pues la suya ya estaba vacía.

—¿Le ofrezco una copa o una bebida de la barra?—cuestiono Alessandro mostrándose servicial como cualquier mesero, por supuesto el tipo que debía tomar la copa, no lo hizo, continuo en su conversación y al ser ignorado Alessandro tuvo que dar media vuelta y alejarse, ya que permanecer mucho tiempo ahí esperando que le respondieran levantaría sospechas, así que camino hacia la barra para cambiar las copas vacías por unas llenas, pero al momento de acercarse noto que había un chico que parecía estar nervioso, había perdido su bandeja y no sabia que hacer, pronto su coartada se vería afectada, así que debia darse prisa.

Dejo la bandeja sobre una mesa y dio media vuelta para fingir levantar los platos y demás utensilios sucios, pero al buscar con la mirada al sujeto, este ya no se encontraba en su sitio.

Se alejó unos cuantos pasos para poder observar a la distancia su paradero y fue entonces que lo vio aproximarse a la puerta de los sanitarios, pero muy cerca de él se hallaba un hombre que lo seguía como a su sombra, parecía peligroso y bastante audaz en lo que estaba intentando hacer, es decir, proteger a ese sujeto que parecía ser importante.

No quería sacar conclusiones apresuradas, pero sabia que debía actuar rápido o no tendría otra oportunidad como esa, por lo que avanzo hacia el baño y al abrir la puerta, vio al mismo sujeto. Vestía de negro como si eso ayudara a alejar a la gente, aunque en realidad era el aspecto de su rostro lo que podía espantar a la gente.

Aunque su ropa se notaba limpia y pulcra, intuyo que aquel hombre debía tener al menos unos treinta y cinco o incluso cuarenta años, tenía arrugar por todo el rostro y además no tenía cabello, su cuero cabelludo brillaba gracias a la luz del baño, pero al verlo Alessandro tuvo que decidir si debia actuar en ese momento o dejar pasar la oportunidad.

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