Alessandro se dirigió a los lavabos que tenían un diseño refinado, paso al lado del sujeto sin decir nada y comenzó a lavarse la manos, por supuesto, como excusa para poder quedarse en el sitio mientras su objetivo salía. Ya que no podía quedarse mucho tiempo sin levantarse sospechas, pensó en crear otra justificación para que el guardaespaldas no desconfiara de su presencia.
Levanto la vista y miro de reojo, al darse cuenta de que el sujeto lo mirada, bajo la vista y al tomar una toalla que descansaba sobre una canasta rectangular se secó las manos, pero lo hizo lento mientras pensaba en lo que tenía que hacer para poder quedarse un poco más.
Arrojó la toalla hacia un contenedor donde los organizadores de aquel evento habían dispuesto para las toallas de mano, porque, por ser un evento de tal distinción, no podían poner servilletas de papel.
Casualmente, la toalla quedo mal puesta por lo que camino hacia el contenedor para meterla en su sitio y fue justo en ese momento que el objetivo salió por la puerta mientras se escuchaba el sonido del agua irse por el sanitario. El hombre miró de reojo a Alessandro, pero al darse cuenta de que tenía puesto el uniforme del servicio, ignoro su presencia.
Por supuesto, su guardaespaldas, no hizo caso omiso de Alessandro, de hecho camino un par de pasos hacia la derecha para poder estar más cerca de él, ese movimiento inesperado provoco que Alessandro ideara en cuestión de segundos una forma para acabar con su objetivo. Camino rodeando a ambos hombres para dirigirse hacia la salida, pero al llegar a la puerta, la miro por un instante, esta no tenía una manija, precisamente para que las personas entraran y salieran sin ninguna dificultad, esta solo se abría empujando por ambos lados y si se quería cerrar, solo hacía falta subir el seguro que se situaba del lado superior derecho cerca de las bisagras de la puerta y así lo hizo.
Ambos hombres miraron en su dirección, enseguida se percibió una tensión, por supuesto creada por la aprehensión del guardaespaldas y el nerviosismo del objetivo.
—¿Qué diablos haces?—cuestiono el guardaespaldas, desenfundando su arma, pero Alessandro no respondió, se quedó en silencio y giro lentamente.
Fue tan solo un segundo, uno en el cual Alessandro saco su arma y sin pensarlo disparo al guardaespaldas, la bala entro y salió por su cabeza, por lo que sin que nadie más que los que se encontraban ahí, vieron como su cuerpo caía sin remedio hacia el suelo.
La sangre comenzó a inundar el piso de mármol y aquel sujeto que miraba aquella escena caótica, solo entrecerró los ojos y se mostró sereno ante la situación.
—No sé quién seas, pero te prometo que si me asesinas ahora, te vas a arrepentir—le expreso a Alessandro mientras él seguía apuntándole en su dirección— ahora, dime quien te envió.
Alessandro se mantuvo sereno ante la amenaza y como cualquier otro día de trabajo, no le tomo importancia. Muchas veces lo habían amenazado, era parte de su oficio, pero nadie, nunca, se había atrevido a tocarlo porque él era demasiado letal y cualquiera que se atreviera a intentar algo en su contra, terminaba, recibiendo su merecido castigo.
—Lo lamento—expreso Alessandro manteniendo esa inquietante serenidad tanto en su voz como en su persona— eso es información confidencial que no puedo revelar.
—Te pagaré más de lo que hayan ofrecido, multiplicalo por diez y dame el precio—manifestó el hombre acorralado intuyendo que el dinero le salvaría la vida, pero Alessandro solo alzo levemente la ceja.
—Disculpe, mi protocolo me impide aceptar un trabajo mientras estoy en proceso de culminar otro, ya sabe por conflicto de intereses—expreso Alessandro ajustando su dedo sobre el gatillo del arma.
—No, espera...
Se escuchó un disparo sonoro que hizo eco en el lugar gracias al revestimiento de mármol de las paredes, el hombre había caído, víctima de la bala de Alessandro y por un breve instante sintió una leve sensación de placer, pero no por asesinarlo, sino por haber culminado aquel trabajo tan pronto.
Miro el cuerpo caer cerca del otro cadáver y al ver esa escena se sintió un poco decepcionado de lo que había pasado, ya que, los narcos tenían cierta reputación en todo el mundo por ser personas un tanto impulsivas y letales, pero debido a lo que había visto, intuyo que lo que había escuchado no eran más que impresiones, pero la realidad era otra, sin embargo, justo en ese momento un sonido como una ráfaga lo hizo buscar refugio lejos de la puerta.
De repente hubo una especie de niebla creada por el polvo de la madera de la puerta, había sido acribillada por un tipo de arma que disparaba cientos de balas a la vez. No entendía que diablos estaba pasando, ya que, era claro que nadie lo había visto entrar ahí o al menos nadie había visto lo que había pasado, él se había encargado de ello, así que busco con la mirada. Una inusual idea lo invadió en un segundo. ¿Qué tal y el baño estaba siendo vigilado por un sistema de seguridad?
Por supuesto, el solo pensarlo le hizo creer que debia ser asqueroso el estar observando a los invitados usar los sanitarios, pero supuso que después de todo no estaba tratando con personas comunes. Repentinamente, Alessandro encontró una lámpara pegada a la esquina de la pared de apariencia un tanto extraña, así que se levantó del suelo y con la fuerza de sus manos, la arranco.
Lo que vio por supuesto le sorprendió un poco y se preguntó hasta donde podían llegar esas personas con tal de protegerse, pues la verdad era algo que veía por primera vez, aunque claro, no recordaba algún trabajo donde hubiese asesinado a su víctima en el baño, todos sus crímenes tenían ciertos parámetros de dignidad, aunque claro, sabia con que tipo de personas trataba, pero en ese caso, el cómo se movían los narcos mexicanos era nuevo para él.
El sistema que tenía aquella cámara escondida, parecía ser alta tecnología, eso por supuesto le parecio un tanto extraño. ¿Quién necesitaba un sistema de seguridad en un lugar como este, el cual perecía solo servir para eventos?
Para proteger su identidad, Alessandro le disparo a todas las lamparas, claro si es que en realidad eran lamparas, pero fue en cuestión de segundos que la luz se fue en toda la habitación. Sabia que todo eso era en vano, porque después de todo ya había asesinado a su líder, ahora entendía el porqué aquel sujeto había entrado al baño con tan poco seguridad, estaba confiado en que lo salvarían antes de que él se atreviera hacer algo en su contra, pero su seguridad había llegado demasiado tarde y su cuerpo yacía inerte en el suelo.
Alessandro, con todo el conocimiento y entrenamiento que tenía, sabia que como máximo tenía veinte segundos para contraatacar y por supuesto tratar de salir de ahí antes de que cambiaran el cartucho del arma que habían usado. Estaba acorralado y claro no sabia cuantas personas se encontraban rodeando la puerta, pero sabia que ese no era su final, porque no estaba asustado, él pensaba que si algún día llegaba a morir lo sabría al volver a sentir miedo, una emoción que había desaparecido de su cuerpo, por lo que se inclinó sobre el suelo y tomo un pedazo de espejo que había sido quebrado durante el ataque, muchas cosas que habían quebrado por lo que el polvo en el aire le ayudaba a esconder su figura en la oscuridad.
Se acercó a la puerta cuando los disparos se detuvieron y coloco el espejo cerca para tener una visión de lo que sucedía afuera, vio una ametralladora colocada a un par de metros de la puerta y por lo menos a diez hombres rodeando la puerta, esperando a que el polvo se dispersara un poco antes de entrar.
En su mente, Alessandro comenzó a contar para tener idea del tiempo que tenía antes de que volvieran a recargar esa arma, la cual era su única preocupación, en cuanto a los hombres, los cuales también disponían de armas, esos no eran rivales para él.
Hizo un primer disparo después de hacer los cálculos pertinentes en su cabeza de la distancia en que se encontraba cada hombre, el disparo día en el blanco y mientras el primer hombre caía y los demás reaccionaban a su muerte, Alessandro salió del baño, saco un par de cuchillas pequeñas que tenía para ese tipo de situaciones, mientras su mano derecha disparaba, la otra arrojaba las cuchillas en dirección de otro oponentes.
Alessandro, había contado al principio diez hombres, pero en total acabo con quince de ellos, contando al hombre que había disparado aquella armar letal que Alessandro no podía llevar consigo, por supuesto, era un arma demasiado larga y pesada para andarla trayendo, aunque de estar acorralado con ella, habría hecho, maravillas.
Alessandro comenzó a correr por el lugar para escapar, no dudaba que en poco segundos otro equipo iría por él o incluso pensó que corría en la dirección por donde ellos podían venir, aunque había salido del baño sin recibir un solo rasguño, seguía estando en la misma situación, estaba rodeado solo que esta vez no sabia la ubicación por donde llegarían los balazos.
Siguió corriendo por los pasillos de aquella hacienda y en cada uno descubrió que había cámaras de seguridad, estaba bien vigilado así que mientras corría por su vida, gasto algunas balas para deshacerse de esas estúpidas cámaras, hasta que finalmente llego a una ventana. Decidió que debia salir al exterior y buscar un refugio lejos, en un punto ciego donde pudiese ocultarse porque huir justo en ese momento, cuando todo el mundo lo buscaba no era una buena idea, no tenía un transporte para volver y por supuesto, no conocía las calles de ese pueblo, había estudiado el mapa, pero era peligroso salir cuando no sabia mucho de sus enemigos, debia ser inteligente y salir, incluso por la puerta principal, justo en sus narices, no tenía por qué arriesgarse de esa forma cuando la solución era clara.
Salto por la ventana y para despistar a sus enemigos, arrojo un cartucho vacío lo más fuerte que pudo, justo en la direccion contraria por donde el buscaria refugio, por suerte, mientras corria no vio ni una sola camara, el lugar por donde habia caido, tenia pinta de estar en reparacion, por lo que la colocacion de camaras de seguridad seguro no habia sucedido, sin embargo, debia tener cuidado porque ese sitio era el lugar mas obvio para iniciar una busqueda, por lo que corrio entre los escombros de piedra hasta llegar a un muro, ahi habia poca iluminacion, pero se encontraba un diminuto cuarto con una puerta metalica que tenia pintada una etiqueta de seguridad electrica, era la funete de luz del sitio.
La abrio el lugar era pequeño, pero tenia el espacio suficiente para que un hombre de su complexion pudiera entrar y acomodarse en posicion fetal, asi que lo hizo.
Se metio y cerro la puerta con cuidado mientras se aseguraba de no tocar nada por su propia seguridad y al intuir que estaba bien acomodado dejo descansar su cabeza sobre el suelo. Aunque todo indicaba que nadie lo encontraria en ese lugar se mantuvo alerta apuntando su arma hacia la puerta.
Escucho pasos y voces pasar en intervalos de tiempo considerables, el lugar era enorme por lo que el registrar el sitio les costaria una eternidad, asi que Alessandro supuso que si despues de una hora no lo encontraban, simplemente comenzarian a sospechar que él habria escapado sin que nadie se diera cuenta, aunque eran muchos hombres descubrio que no muchos, por no decir que ninguno, tenia un entrenamiento adecuado, su unica fortaleza era portar un arma y aun asi habian terminado muertos.
Paso el tiempo y aun continuba escuchando pasos y murmullos que le informaron que, efectivamente habia asesinado a su objetivo, pero tambien escucho que su crimen no quedaria sin castigo.
Alessandro abrió los ojos, se había quedado dormido. Había permanecido despierto toda la noche mientras los hombres iban y venían buscando indicios de su paradero, por suerte a nadie se le ocurrió revisar el pequeño lugar donde estaba, precisamente porque era demasiado pequeño y estrecho para que un adulto de su tamaño entrara sin ningún problema, pero precisamente, eran esos lugares los que él escogía para ocultarse porque la ingenuidad llevaba a sus enemigos a ir por caminos diferentes a él, así lograba despistarlos. Había dejado de escuchar ruido y voces, un par de horas atrás, pero no se quiso fiar de sus sentidos, sino de su experiencia para poder sobrevivir. Desde una pequeña abertura creada por el pasar del tiempo sobre la puerta, se podía ver que el sol ya había salido, por lo que pensó que ya era tiempo de irse de ahí y volver al hotel, necesitaba un baño, estaba lleno de polvo de pies a cabeza. Abrió lentamente, teniendo cuidado de no hacer ruido, salió despacio, arrastránd
—Come posso essere cosí stupido?—bramo Alessandro azotando la puerta cuando bajo del auto. Por suerte había logrado escabullirse, por supuesto debia hacerlo porque de lo contrario ese sería el colmo. Él era un aficionado a la velocidad, tenía un hermoso auto deportivo esperándolo en Italia y solía correrlo a entre los 120 km/hr.Escapar no le había costado mucho, a pesar de que el auto parecía tener ciertas fallas, las cuales por suerte él no debia reparar, pero mientras manejaba sintió lástima del dueño del auto, se transportaba en una bazofia de basura, pero probablemente le había hecho un favor al llevarse su auto.Alessandro estaba enfadado porque se había mostrado, es decir, sus enemigos ahora sabían de su presencia y eso significaba que había cometido un error uno muy grande. Él que se jactaba de ser uno de los mejores asesinos de Italia había cometido un error y eso no se lo podía perdonar, porque equivocarse una sola vez bastaba para comenzar a cometer error tras error y mient
Entre Mariana y Lucí, vigilaron por más de media hora al paciente armado, por suerte su ritmo cardiaco, así como su respiración estaba mejorando, pero eso era lo de menos, habían dejado de preocuparse por su estado de salud y se habían enfocado más en el arma. Intentaron seguir consultando a los pocos pacientes que aún esperaban ser atendidos, dos por gripe común y uno por una infección en el estómago. Cuando terminaron de consultar y voltearon el anuncio de cerrado por la hora del almuerzo, ambas espiaron al paciente, seguía durmiendo, pero ni la ambulancia y mucho menos el Doctor Hurtado aparecían para ayudarles a solucionar ese pequeño problema.—¿Cerramos la puerta con seguro y vamos a almorzar?—sugirió Lucí desde la puerta, la verdad es que ya tenía hambre, pero la angustia de saber que un hombre potencialmente peligroso estaba ahí, al lado de ellas, seguramente no le permitiría comer y disfrutar de sus alimentos a gusto.—No—murmuro Mariana—no sabemos como vaya a reaccionar, lo
—Debemos irnos de aquí—le expresó a la chica, después de un par de segundos. Mariana alzo la mirada hacia él, había descubierto sin querer que el hombre si era extranjero y había confirmado que era europeo solo con el acento en su forma de hablar, quizás por lo grave de la situación su cerebro buscaba la forma de distraerse no llorar y pensar en sí misma antes que en otros, como Lucí y las demás personas que vivían en el pueblo que conocía gracias a ese consultorio en medio—seguro volverán.Mariana asintió y se reincorporó sin hacer el menor ruido posible, pero cuando Alessandro dejo de sentir el calor que emanaba su cuerpo, lo invadieron los escalofríos de antes, solo que esta vez eran un poco más moderados que antes, estaba mejorando aunque no había recibido todo el tratamiento, debido al ataque sorpresa que estaba sufriendo el pueblo justo en ese momento, tuvo que quitarse la intravenosa sin pensarlo dos veces para evitar que también se llevaran a la chica que le había salvado la v
Alessandro se sentía débil, pero no iba a permitir que las toxinas que aún corrían por su cuerpo lo detuvieran, él no era ese tipo de persona, él nunca se rendía. Cuando la tuvo de nuevo en sus brazos, sintió un calor inexplicable en las mejillas sobre todo cuando la chica giro en su dirección y sus miradas se cruzaron. Él actuó con agilidad para bajar a la chica porque le resultaba un tanto vergonzosos que sus mejillas enrojecieran por tan poca cosa, quería pensar que ese comportamiento era por causa de su estado de salud. —Vámonos de aquí—sugirió Alessandro caminando por el callejón adelantándose un par de pasos para evitar que la joven médico viera su rostro. Mientras caminaba, mentalmente se reprendió a sí mismo por dejarse llevar por la situación de esa manera, estaba distrayéndose demasiado y eso no debia ocurrir, era un error más que no podía permitirse. Mariana se apresuró para ir a su paso, era alto y prácticamente estaba caminando a zancadas, pensó que tal vez a él no le
—Estás loco—expresó Mariana molesta—eres mi paciente, no pienso dejarte, menos en esta situación.Alessandro creyó que aquella chica debia estar muy asustada como para no querer separarse de él, quizás había encontrado en él un tipo de salvador, pero la verdad era que ella tenía su propio código, uno que no estaba dispuesta a romper con tal de salvar su vida. Mariana era el tipo de doctora de los cuales se les considera escasos, ella si tenía vocación y por ello, temía por la vida de su compañera, Lucia y también por la vida de los habitantes del pueblo que ella conocía, quería hacer algo para salvarlos de esa situación, pero no sabia exactamente que y por supuesto, también estaba la vida de ese sujeto, aunque lo había visto saltar y correr, el aspecto de su rostro indicaba que aún no se encontraba en óptimas condiciones —No pienso discutir contigo, así que has lo que estoy diciendo—insistió Alessandro ignorando su convicción, pensando que la loca ahí, en realidad era ella.—No tengo
Mariana corrió, pero no lo hizo por los disparos o porque su instinto la llevara a huir de aquella caótica escena, sino porque Alessandro la había tomado de la mano y la había llevado consigo, aunque aquello le había costado una bala sobre su brazo izquierdo. Él aprovechó ese momento de confusión para llevarla algunas calles adelante, pero se detuvo sobre una esquina para revisar los daños, había sentido la bala introducirse en su carne, pero por la adrenalina del momento no sintió dolor. —Tu casa—expreso Alessandro al ver como su camisa comenzaba a mancharse del líquido rojo que debia estar corriendo por sus venas, pero Mariana no respondió enseguida, su mente trataba de entender que era lo que había ocurrido. Ver a su amiga morir de esa forma la dejo en tal estado que al levantar la mirada y ver la sangre, no se preocupó por la herida de Alessandro y tampoco por lo que él decía, ni siquiera lo escuchaba, solo vio la calle y las casas que la rodeaban, había visto muchas veces esa c
Mariana soltó un suspiro al ver el cuerpo inconsciente de Alec, no estaba segura si ese era realmente su nombre, pero la verdad no importaba, por suerte para él, el Doctor Hurtado guardaba otro suero en su pequeña bodega en la que almacenaba más cajas de paracetamol y desparasitantes que otra cosa. Lamentablemente, los medicamentos eran escasos y su sueldo no era mucho como para invertir en comprar más para abastecer la pequeña farmacia de su consultorio, por supuesto, en el pueblo había algunas, pero por ser las únicas que proveían muchos de los medicamentos su precio era excesivo.La lluvia no había cesado, de hecho había empeorado dejando caer restos de gotas congeladas a las que se les conocía como granizo. Mariana desvío la vista del cuerpo inerte del joven extranjero para echar un vistazo de lo que sucedía afuera, pensó que tal vez el mal clima podría detener a esos criminales al menos mientras durara la tempestad, pero no estaba cien por ciento segura.Se alejó de la ventana y