Capítulo 1

Sarah Hale ✨

Los días desde que mis padres murieron son un vacío interminable, y la idea de seguir adelante se me escapa cada vez más. Si no fuera por Marcus, que viene a verme todos los días, probablemente ya habría perdido la cordura… o tomado la salida más fácil.

—Deberías buscar algo que hacer para entretener tu mente —dice Marcus, sacándome de mis pensamientos oscuros.

Estamos tirados en el enorme tapete verde de la biblioteca de mi casa, mi lugar favorito. Aquí solía pasar horas leyendo mientras mi padre se sentaba en su sillón favorito. Ahora, en el silencio, solo quedan recuerdos dolorosos.

—Tal vez retome la pintura —respondo, con voz apagada.

Marcus asiente con una sonrisa suave. —Es un buen comienzo. James dice que podrías venir a vivir con nosotros. No será tan cómodo como aquí, pero estaríamos juntos, los tres… como siempre.

Sus palabras me hacen reflexionar. Ellos han sido mi única familia desde que me quedé sola.

—¿Y si ustedes se vienen a vivir aquí? —suelto, casi sin pensar.

Marcus frunce el ceño, pensando en la idea. Al final, suspira. —No creo que a James le guste. Sabes cómo es… quiere salir adelante por sus propios méritos.

—Y lo está logrando —murmuro—. Pero esta casa es demasiado grande para mí sola. A veces… tengo ganas de morir.

Marcus me mira con horror, como si mis palabras lo hubieran golpeado. No me arrepiento; es la verdad.

—Solo piénsalo, Marcus. —Intento romper el silencio incómodo.

—Está bien. Se lo diré y trataré de convencerlo.

Se levanta, se despide y se marcha, dejándome sola una vez más con mis pensamientos.

Me recuesto en el sillón y cierro los ojos, reviviendo los recuerdos de mis padres. Si no hubiera insistido en que viajaran como “personas normales” sin magia, seguirían vivos. Pero mis pensamientos se ven interrumpidos por el sonido de un mensaje en mi celular.

Desconocido:

Hola, ¿me comunico con Sarah Hale?

Frunzo el ceño, sorprendida. Respondo.

Sarah:

Hola… sí, soy yo.

Desconocido:

Me presento: soy Theodore Moretti. Un viejo amigo me compartió tu contacto… Marcus Weston, ¿lo ubicas?

¿Que si lo ubico? ¡Por supuesto! Mañana mismo va a escucharme… ¿Quién se cree para dar mi número sin permiso?

Sarah:

Sí, Marcus… ¿en qué puedo ayudarle?

Theodore Moretti:

Me dijo que buscas trabajo. Necesito una niñera.

Me quedo helada. ¿Niñera? ¿Marcus qué has hecho?

Sarah:

Señor Moretti, lo lamento, pero no soy niñera. Soy más… una institutriz.

Mentira. Ni siquiera sé preparar mi desayuno.

Theodore Moretti:

Por favor… Me acabo de separar de mi esposa y tengo a los niños. Realmente necesito ayuda. Te pagaré muy bien.

Sarah:

El dinero no es un problema para mí.

Qué manera más humilde de responder, me reprocho a mí misma.

Theodore Moretti:

No es solo por el dinero… confío en ti. Marcus me dijo que eres alguien confiable.

Sus palabras me hacen bajar la guardia.

Sarah:

Está bien… ¿cuándo empiezo?

Theodore Moretti:

Mañana. A las siete en punto. Y… necesitaré que te quedes en la casa, con los niños. O sea, tendrás un cuarto allí, no conmigo en mi cama… Bueno, ya sabes a qué me refiero.

Sonrío por primera vez en días.

—Marcus Weston, te vas a arrepentir de esto —susurro.

Mañana, mi vida cambiará para siempre, y aún no lo sé.

Tal como Marcus había dicho, llegó a mi casa a las seis en punto de la mañana. Yo seguía profundamente dormida, así que, sin dudarlo, se acostó a mi lado, y ambos terminamos durmiéndonos nuevamente.

—Grillo, ya es tarde —susurró su voz cerca de mí.

Abrí los ojos sobresaltada y me levanté de un salto.

—¡¿Qué haces aquí?!

—Vine a llevarte a tu empleo, pero estabas dormida… así que —dijo, encogiéndose de hombros con una sonrisa traviesa.

—¡Marcus Weston, solo a ti se te ocurre algo así!

Nos apresuramos a salir para no llegar tarde. Mientras subía al auto, le lancé una mirada confundida.

—¿Por qué vamos en auto?

—Porque así es como las personas normales llegan a una casa —respondió con obviedad.

—Podríamos aparecer y ya —repliqué, como si fuera lo más lógico del mundo.

Marcus me lanzó una mirada significativa. —Theo vive en el mundo no mágico. Después de la guerra, decidió alejarse de todo eso y construir una vida como una persona común.

—¿Estás bromeando? —pregunté, incrédula—. ¡Nunca he visitado el mundo muggle! ¿Y si me atropellan o algo peor?

Marcus rió y puso una mano en mi hombro. —Estarás bien. Yo te iré a ver todos los días.

—Marcus… Theo quiere que me quede a vivir en su casa. Necesita una niñera de tiempo completo.

—Lo sé… pero si no estás cómoda, encontraremos una solución.

—Está bien… Solo prométeme algo. Quiero que tú y James se vayan a vivir a la casa de mis padres.

Marcus bajó la mirada y suspiró. —Está bien. Se lo diré a James.

Sonreí y lo abracé con fuerza. Poco después, llegamos al edificio donde vivía Theo. Mientras estacionaba, le escribí un mensaje.

Sarah H:

Hola, señor Moretti. Ya estoy afuera.

Theodore Moretti:

Hola, Sarah. Enseguida pido que te abran la puerta.

Marcus y yo entramos al estacionamiento. Todo estaba oscuro y silencioso. Caminamos por un amplio salón hasta llegar a la entrada principal.

—¿Dónde está la casa? —pregunté, maravillada por lo enorme del lugar.

—Pasando este edificio. Dejaremos el auto aquí.

Asentí y seguimos caminando hasta que llegamos a otra puerta. Marcus sacó una llave y la abrió.

—¡Marcus! —lo regañé—. ¡Se supone que Theo tenía que recibirme!

—Hace frío. No quería esperar más —dijo con una sonrisa perezosa.

La casa era enorme, tal como imaginé. La familia Moretti siempre ha sido adinerada y elegante. Desde la planta alta, se escuchó el llanto de un bebé. Me giré horrorizada.

—¿Marcus, no me dijiste que había un bebé?

—No lo preguntaste —respondió encogiéndose de hombros—. Además, no sabía que Daphne los abandonó con un bebé.

—¡Marcus, no sé cuidar bebés!

—Perdón, Isaac ha estado muy sensible últimamente —interrumpió Theo mientras bajaba las escaleras con un bebé en brazos.

Cuando llegó a mi lado, me extendió al pequeño. Lo sostuve como si fuera una bomba a punto de estallar.

—¿Y qué hago con esto? —pregunté, asustada.

Theo sonrió. —Isaac no es un “esto”. Es el más pequeño de mis hijos. Emma tiene dos años y sigue dormida. Tristán, el mayor, tiene cuatro. Es muy protector con sus hermanos, así que ten cuidado con él. La cocinera te mostrará tu habitación. Hablamos esta noche.

Theo se despidió y se marchó rápidamente. Me quedé sola en la oficina con el bebé en brazos.

—Oh, Merlín… dame paciencia… o elimíname de una vez.

Busqué a Marcus, pero ya se había ido con Theo. De pronto, una joven morena salió de la cocina y me sonrió.

—No tienes cara de niñera —dijo con una sonrisa amigable—. Soy Alissa.

Intenté devolverle el saludo, pero no podía moverme con Isaac en brazos. Alissa se acercó y tomó al bebé con dulzura.

—Gracias… —suspiré aliviada—. Mucho gusto, Alissa.

—Es un placer, señorita Hale. Isaac es un amor, aunque estos días ha estado inquieto. ¿Es verdad que eres amiga del señor Weston?

—Sí… algo así.

—Lo vi en una reunión aquí hace tiempo. Vine con él… por eso me acuerdo.

—Oh… sí, claro. —Intenté sonar natural, pero no recordaba haber estado en ninguna reunión en casa de los Moretti.

—¿Qué pasó entre Theo y su esposa? —pregunté con curiosidad.

—La señora Daphne se fue sin aviso. Al parecer, escapó con un joven que conoció en uno de sus viajes.

—Vaya… eso no me lo esperaba. —Hasta en las familias más perfectas hay caos.

—Usted es muy bonita… no parece que esté aquí para trabajar.

Reí ante su comentario. Me había caído bien.

—Es verdad, nunca he trabajado antes… Marcus dijo que Theo necesitaba ayuda y, bueno, tenía tiempo libre.

Alissa sonrió y comenzó a explicarme todo lo que debía hacer. Subimos al piso superior mientras ella señalaba cada habitación. Me parecía increíble estar en una situación así. No lo había planeado…

Nada podría salir mal… ¿o sí?

Theodore Moretti 🍂

Trataba de mantener la calma, pero la noticia de que el negocio más importante no se había concretado terminó de romperme. Desde que Daphne se fue, todo ha sido cuesta arriba.

Suspiré y miré la pantalla de mi celular. La foto de mis hijos iluminó la pantalla. Ellos son mi única razón. Busqué el chat de Marcus y le escribí.

Theodore Moretti:

¿Entonces Sarah es la “Grillo”?

Marcus Weston:

¿Grillo?

Theodore Moretti:

Sí, la chica que siempre estaba en tu habitación.

Marcus Weston:

¡Ah, Grillo! Sí, es ella. ¿Por qué? ¿Te ha flechado?

Theodore Moretti:

No digas tonterías. Solo quería saber que mis hijos están en buenas manos.

Marcus Weston:

Mmm… bueno… Ella nunca ha trabajado en su vida.

—¡Carajo, Marcus!

Marcus Weston:

Tranquilo. Es alguien de confianza. Solo dale tiempo.

Dejé el teléfono sobre el escritorio y respiré hondo. Tal vez Marcus tenga razón. Quizá la llegada de Sarah sea el cambio que necesitamos para sanar.

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