Sarah Hale ✨
Tomé una gran bocanada de aire mientras limpiaba mis lágrimas. El dolor en mi pecho era sofocante. Recogí el desastre en la habitación que ahora ocupaba y tomé en mis manos las últimas pinturas que mi padre me regaló en Navidad. No pude contener más las lágrimas. Comenzaron a caer, incontenibles. —Debiste guardarlas mejor —me regañé a mí misma, ahogada en mi tristeza. No me di cuenta de que Alissa había entrado hasta que sentí su mano en mi hombro. —Déjame ayudarte —susurró con ternura. —Era el último regalo que recibí de mi padre… —sollozé, sin poder evitar romperme aún más. Alissa, sin dudarlo, me abrazó. Ese simple gesto fue suficiente para desmoronarme por completo. Me dejé llevar y lloré hasta vaciarme. No sé cuánto tiempo pasó, pero le conté todo lo que había sucedido con mis padres. —Los niños no lo hicieron con mala intención… solo son niños —dijo en voz baja mientras me acariciaba el cabello. —Lo sé… pero no puedo evitar sentirme así. —Voy a prepararte un té. Tómate un baño mientras. Los niños ya están dormidos, y el señor Moretti no debe tardar en llegar. Asentí y me levanté. Sin embargo, al hacerlo de golpe, todo a mi alrededor empezó a girar. Me tambaleé, y Alissa se acercó para sostenerme. —¿Estás bien? —Me siento mareada… todo da vueltas. —Acuéstate un momento. Iré por el té y volveré enseguida. —No, por favor… solo cuida a los niños un rato. Me daré un baño y estaré bien. —Está bien… pero si no bajas en media hora, vendré a buscarte. Asentí con una leve sonrisa y vi cómo salía de la habitación. Después del baño, me sentí más calmada. Revisé mi teléfono y vi que tenía mensajes de Marcus. Sarah Hale ✨ Tomé una gran bocanada de aire mientras limpiaba mis lágrimas. El dolor en mi pecho era sofocante. Recogí el desastre en la habitación que ahora ocupaba y tomé en mis manos las últimas pinturas que mi padre me regaló en Navidad. No pude contener más las lágrimas. Comenzaron a caer, incontenibles. —Debiste guardarlas mejor —me regañé a mí misma, ahogada en mi tristeza. No me di cuenta de que Alissa había entrado hasta que sentí su mano en mi hombro. —Déjame ayudarte —susurró con ternura. —Era el último regalo que recibí de mi padre… —sollozé, sin poder evitar romperme aún más. Alissa, sin dudarlo, me abrazó. Ese simple gesto fue suficiente para desmoronarme por completo. Me dejé llevar y lloré hasta vaciarme. No sé cuánto tiempo pasó, pero le conté todo lo que había sucedido con mis padres. —Los niños no lo hicieron con mala intención… solo son niños —dijo en voz baja mientras me acariciaba el cabello. —Lo sé… pero no puedo evitar sentirme así. —Voy a prepararte un té. Tómate un baño mientras. Los niños ya están dormidos, y el señor Moretti no debe tardar en llegar. Asentí y me levanté. Sin embargo, al hacerlo de golpe, todo a mi alrededor empezó a girar. Me tambaleé, y Alissa se acercó para sostenerme. —¿Estás bien? —Me siento mareada… todo da vueltas. —Acuéstate un momento. Iré por el té y volveré enseguida. —No, por favor… solo cuida a los niños un rato. Me daré un baño y estaré bien. —Está bien… pero si no bajas en media hora, vendré a buscarte. Asentí con una leve sonrisa y vi cómo salía de la habitación. Después del baño, me sentí más calmada. Revisé mi teléfono y vi que tenía mensajes de Marcus. Theodore Moretti 🍂 Después de un día interminable, llegar a casa debería ser lo mejor… pero desde que mi esposa se fue, esa sensación desapareció. Cerré la puerta y fui directo a mi oficina, sin buscar ni preguntar por los niños. Serví un vaso de whisky y dejé que el licor me quemara la garganta. “¿Qué me faltó?” “¿Por qué no fui suficiente?” El sonido de mi teléfono me sacó de mis pensamientos. Era un mensaje de Marcus. Marcus Weston: Amigo, tenemos que hablar. Fruncí el ceño, intrigado. Theodore Moretti: Hola, hermano. Claro, ¿qué sucede? Marcus Weston: Es sobre Sarah… Creo que deberías buscar a alguien más. Como te dije, ella nunca ha trabajado y esto puede ser demasiado para ella. Además, me siento culpable… por algo que pasó. Leí varias veces el mensaje. Theodore Moretti: ¿Qué pasó? Marcus Weston: Como sabes, sus padres murieron hace poco. Quise que se involucrara en algo para distraerse y por eso te dije que buscaba trabajo. Theodore Moretti: Marcus… ve al punto. Marcus Weston: Hoy, en su primer día, Emma y Tristán arruinaron sus pinturas. Eran lo último que le regaló su padre… Ella no me lo dijo, pero la conozco. Sé que la está pasando mal. Un pensamiento cruzó mi mente y, sin poder evitarlo, le pregunté: Theodore Moretti: Marcus, ¿puedo preguntarte algo? Marcus Weston: Claro. Theodore Moretti: ¿Tú y ella… tienen o tuvieron algo? La manera en que hablas de ella… cómo la cuidas… Marcus Weston: Es mi mejor amiga, casi como mi hermana. Solo eso. No me interesa de otra forma. Theodore Moretti: Bien. Le hablaré y buscaré a alguien más. Marcus Weston: Gracias, Theo. Suspiré y apuré el último trago de whisky. Subí a mi habitación para hablar con Sarah. Si Marcus tenía razón, ella debía estar destrozada. Al llegar, tomé el teléfono y le escribí: Theodore Moretti: Hola, Sarah. Acabo de llegar a casa. ¿Podrías traer a Isaac? Sarah Hale: Por supuesto. ¿Dónde está usted? Theodore Moretti: En mi habitación. Llámame Theo. También necesito hablar contigo. Sarah Hale.✨ Estaba en la cocina con Alissa, terminándome el té a regañadientes. —Debería decirle al señor Moretti que no se siente bien —insistió Alissa. —No te preocupes. Ya me siento mejor. Voy a llevar a Isaac con su papá. —Bien, pero asegúrese de tomar todo su té —me advirtió. Tomé a Isaac en brazos. Alissa me había enseñado cómo sostenerlo correctamente. Subí las escaleras con cuidado mientras el pequeño me miraba con sus ojos enormes y curiosos. —¿Quién es el más guapo? —le dije con una sonrisa. Isaac me devolvió una risita que me hizo estremecer. ¿Cómo pudo Daphne abandonarlo? Toqué la puerta de la habitación, y una voz grave me dijo: —Adelante. Entré y vi a Theo con una expresión cansada, pero suave. Vestía un pantalón de chándal y una camiseta blanca. Se acercó y tomó a Isaac en sus brazos con ternura. —¿Cómo te portaste, campeón? —murmuró antes de besar la cabeza del bebé. —Emma y Tristán ya están dormidos. Tomaron su cena y se ducharon temprano, como usted indicó. —Gracias… oye, Marcus me dijo lo de las pinturas. Lo siento. Puedo comprarte unas nuevas. Un nudo se formó en mi garganta. —No pasa nada… señor. Theo frunció el ceño. —Llámame Theo. ¿No éramos amigos? Puso a Isaac en la cama y se acercó a mí. Una lágrima se deslizó por mi mejilla sin permiso. —Ven… Me envolvió en un abrazo cálido y firme. Lo necesitaba más de lo que quería admitir… y creo que él también. El tiempo pareció detenerse hasta que Alissa apareció. —Señor, Emma se despertó. Está llorando. Theo y yo nos separamos de golpe. —Yo voy. Quédate con Isaac —dijo Theo, antes de salir. —Ustedes hacen una linda pareja —dijo Alissa con picardía. —No pienses cosas que no son, Ali —respondí, sorbiendo por última vez mi té. —¿Le contaste lo de tus pinturas? —Sí… pero está bien. Tienes razón: solo son niños. —Bueno, ya terminé mi turno. Mañana es mi día libre. Cualquier cosa, llámame. Mi número está en el teléfono de la casa. Se despidió y se marchó.Sarah Hale ✨Dormir en una casa que no es la mía me resulta casi imposible. Suspiré mientras me acomodaba en la cama. Miré el reloj: 4:00 a.m. La puerta de mi habitación se abrió lentamente, y vi la pequeña silueta de Emma entrar y trepar a la cama conmigo.—Es muy temprano para que estés aquí, ¿sucede algo?Emma no respondió, solo se metió entre las cobijas y se acurrucó contra mí. Le acaricié el cabello suavemente. Era increíble lo mucho que se parecía a su padre. Lo único que había heredado de su madre era el color de su cabello.Sin darme cuenta, el cansancio me venció, y me quedé dormida junto a ella.—Sarah, no encuentro a Emma… ¿podrías…?La voz de Theo se detuvo de golpe cuando entró alterado a la habitación. Su grito nos despertó a Emma y a mí al mismo tiempo.—¿Qué sucede? —pregunté mientras me tallaba los ojos. Emma, aún somnolienta, me imitó.—Emma, ¿por qué no estás en tu habitación? Me asustaste mucho —la regañó Theo, pero su voz temblaba de alivio.—Perdón, Theo… vino a
Sarah Hale ✨Baje rápidamente a la cocina, había sido muy raro despertar al lado de los niños y Theo, solo llevo dos días aquí y ya las cosas están intensas. -Buenos días señorita Sarah.- saludo Alissa. -Hola Ali, solo llámame Sarah.- -No, desde ahorita debo ir practicando, en un futuro puede que tenga que llamarla señora Moretti.- dijo de forma burlesca. -Estas loca Alissa, vamos preparemos el desayuno.- dije mientras buscaba un mandil para ayudar a cocinar. -Ya está todo listo, y perdón pero el señor Moretti me dijo que no debía dejar que hicieras nada, que yo sola debo encargarme de todo.- Iba a protestar ante lo mencionado pero Emma entró a la cocina y me dio los brazos así que la cargué, la pequeña niña recostó su cabeza en mi pecho. -Emma es una niña muy linda, al igual que Tristán ellos son solo bebés.- mencionó la chica, sabía que lo decía por lo de mis pinturas y por supuesto que los entendía. -Lo sé Ali, iré por Isaac para desayunar.- -Es sábado, el
Theodore Moretti🍂Las estúpidas cenas del trabajo siempre se me hacen demasiado tontas, o tal vez las odiaba desde que mi esposa me abandono. - ¿Te veremos esta noche amigo? - pregunto Sebastián, el más joven de mis socios. -No lo sé, me gustaría quedarme en casa con los niños, sabes que no me gusta asistir a estas cosas. - -Deberías buscar una acompañante, eres soltero. Piénsalo amigo. - Luego de eso Sebastian se fue dejándome solo. sus palabras me dejaron pensando, buscar una acompañante a mi mente vino Sarah, ella es una buena chica, de una familia muy prestigiosa, o bueno eso es en el mundo mágico, pero sin duda ella podría ser mi acompañante, de camino a casa paso por una tienda sin duda alguna era de las favoritas de Daphne, en el mostrador hay un elegante vestido negro, sin duda a mi esposa le abría lucido sensacional, sin pensar más en ello entro a la tienda y lo compro. Una vez llego a la entrada de mi casa veo a mi amigo y a Sarah, ellos se veían muy juntos co
Theodore Moretti 🍂Me despierto y siento algo cálido entre mis brazos. Al abrir los ojos, sonrío al ver a Sarah dormida, con su cabello desordenado sobre la almohada. Parece tan tranquila que no quiero moverme, pero finalmente me deslizo con cuidado para no despertarla y me meto a la ducha.El agua fresca recorre mi cuerpo mientras repaso en mi mente todo lo que pasó anoche. Fue mágico, más de lo que imaginé. Salgo de la ducha con una toalla alrededor de mi cintura, y al entrar en la habitación, veo que ella comienza a despertar. —¿Cómo te sientes? —pregunto mientras me acerco a ella con una sonrisa. —Desorientada… Creo que bebí demasiado vino —murmura mientras se talla los ojos, aún con voz ronca por el sueño.Me agacho para quedar a su altura y le doy un beso suave en los labios. Ella se congela por un segundo antes de separarse. —No hagas eso… Dijimos que solo sería una noche —dice con una mueca, evitando mis ojos. Tomo sus manos entre las mías y, mirándola a esos ojos cel
Sarah Hale✨Me encontraba arreglando la maleta de Isaac mientras que Alissa arreglaba la de los niños tal como Theo me lo había pedido. Marcus se había mudado a España unos meses atrás, y la verdad es que como se lo había dicho a Theo lo extrañaba demasiado. -Te lo dije. - dijo Alissa asustándome. - ¿Perdón? - -El señor Maoretti y usted. - Realmente me había quedado sin palabras, no sabía que responderle, pues de cierta forma había notado un acercamiento entre Theo y yo. -A-ah creo que solo somos amigos, ya sabes. -Alissa me observó burlona. -El otro día los vi, el te beso.- Oh santo cielo, me dice la desentendida. -Bien, las maletas de Tristán y Emma ya están listas, solo falta la de Isaac y el señor Moretti. - -Gracias Alissa, yo me encargo de la de Isaac y de Theo bueno él debe encargarse de eso. - La chica asintió y salió dejándome sola en mi habitación, apenas dos meses atrás Isaac había dejado de dormir en la habitación de Theo, sin embargo, aho
Sarah Hale✨ Nos encontrábamos en el restaurante que Marcus había elegido; realmente era lindo y tenía una vista espectacular. Alissa me había ayudado a elegir un vestido, y como Theo vendría de negro, opté por ir a juego con él. Elena, la novia de Marcus, era una chica muy guapa, de cabello rizado rubio y ojos miel. Curiosamente, ambos también venían a juego, ya que Marcus vestía de negro y ella igual.—Vaya, parece que todos nos pusimos de acuerdo para venir a juego —mencionó Elena con un deje de molestia en la voz.—Sí, bueno, Theo y yo nos pusimos de acuerdo… y, al parecer, ustedes también —respondí con amabilidad, tratando de restarle importancia.—Claro, Marcus y yo siempre usamos negro, es nuestro color.Sonreí un poco incómoda ante el comentario. Theo lo notó enseguida y, sin decir nada, me rodeó la cintura con su brazo y dejó un beso suave en mi mejilla.—Vamos, linda, quiero disfrutar esta velada contigo —murmuró en mi oído.Nos alejamos dejando a Marcus y a su novia detrás.
Sarah Hale✨ La luz comenzaba a filtrarse por la ventana. Me removí en la cama; Theo estaba dormido boca abajo, pero uno de sus brazos descansaba sobre mi cintura. —Theo… —susurré mientras lo movía suavemente. —Mmm… ¿qué sucede? —murmuró adormilado. —Creo que ya es tarde. Debemos ir a ver a los niños. Theo se giró para mirarme. Una sonrisa tierna se dibujó en su rostro, irradiando amor. —Alissa está con ellos. Tú y yo podemos quedarnos aquí todo el día —dijo mientras acariciaba mi mejilla con dulzura. —Theo… —murmuré mientras me inclinaba sobre él—. Los niños son más importantes. Dejé un beso suave en sus labios. —Tienes razón. Desayunemos todos juntos, como la familia que somos. Sonreí ante sus palabras. —Muy bien. ¡Arriba, entonces! —me puse de pie y busqué mi ropa—. Iré a buscar mi maleta, no tengo ropa aquí. —Puedes usar una camisa mía. Hice caso y tomé su playera, que había quedado tirada en el suelo. —Gracias. Theo también se puso de pie y, antes de
Todo aquello con lo que alguna vez soñé por fin se estaba cumpliendo. Era feliz. Estaba construyendo la familia que un día pensé imposible. Me enamoré de nuevo, algo que jamás creí posible… pero todo puede cambiar en un instante. La felicidad tiene la curiosa costumbre de parecer eterna, como si nada pudiera arrancártela. Pero lo cierto es que la vida no respeta tus planes ni tus sueños; a veces, solo necesitas un segundo para que todo se derrumbe. El sonido intermitente de los monitores del hospital me devolvió a la realidad. El olor penetrante a desinfectante, las luces blancas que me cegaban, el murmullo constante de voces… Todo se sentía lejano, como si estuviera atrapada en un sueño al que no pertenecía. Traté de moverme, pero mi cuerpo estaba pesado, inmóvil. Un eco distante me sacó de ese limbo. —¿Puedes escucharme? —La voz de un médico resonó en mi mente, como si viniera desde el fondo de un túnel—. Tuviste un accidente. Vamos a ayudarte. Quise responder, pero las palabr