Capítulo 2

Sarah Hale ✨

Tomé una gran bocanada de aire mientras limpiaba mis lágrimas. El dolor en mi pecho era sofocante. Recogí el desastre en la habitación que ahora ocupaba y tomé en mis manos las últimas pinturas que mi padre me regaló en Navidad. No pude contener más las lágrimas. Comenzaron a caer, incontenibles.

—Debiste guardarlas mejor —me regañé a mí misma, ahogada en mi tristeza.

No me di cuenta de que Alissa había entrado hasta que sentí su mano en mi hombro.

—Déjame ayudarte —susurró con ternura.

—Era el último regalo que recibí de mi padre… —sollozé, sin poder evitar romperme aún más.

Alissa, sin dudarlo, me abrazó. Ese simple gesto fue suficiente para desmoronarme por completo. Me dejé llevar y lloré hasta vaciarme. No sé cuánto tiempo pasó, pero le conté todo lo que había sucedido con mis padres.

—Los niños no lo hicieron con mala intención… solo son niños —dijo en voz baja mientras me acariciaba el cabello.

—Lo sé… pero no puedo evitar sentirme así.

—Voy a prepararte un té. Tómate un baño mientras. Los niños ya están dormidos, y el señor Moretti no debe tardar en llegar.

Asentí y me levanté. Sin embargo, al hacerlo de golpe, todo a mi alrededor empezó a girar. Me tambaleé, y Alissa se acercó para sostenerme.

—¿Estás bien?

—Me siento mareada… todo da vueltas.

—Acuéstate un momento. Iré por el té y volveré enseguida.

—No, por favor… solo cuida a los niños un rato. Me daré un baño y estaré bien.

—Está bien… pero si no bajas en media hora, vendré a buscarte.

Asentí con una leve sonrisa y vi cómo salía de la habitación.

Después del baño, me sentí más calmada. Revisé mi teléfono y vi que tenía mensajes de Marcus.

Sarah Hale ✨

Tomé una gran bocanada de aire mientras limpiaba mis lágrimas. El dolor en mi pecho era sofocante. Recogí el desastre en la habitación que ahora ocupaba y tomé en mis manos las últimas pinturas que mi padre me regaló en Navidad. No pude contener más las lágrimas. Comenzaron a caer, incontenibles.

—Debiste guardarlas mejor —me regañé a mí misma, ahogada en mi tristeza.

No me di cuenta de que Alissa había entrado hasta que sentí su mano en mi hombro.

—Déjame ayudarte —susurró con ternura.

—Era el último regalo que recibí de mi padre… —sollozé, sin poder evitar romperme aún más.

Alissa, sin dudarlo, me abrazó. Ese simple gesto fue suficiente para desmoronarme por completo. Me dejé llevar y lloré hasta vaciarme. No sé cuánto tiempo pasó, pero le conté todo lo que había sucedido con mis padres.

—Los niños no lo hicieron con mala intención… solo son niños —dijo en voz baja mientras me acariciaba el cabello.

—Lo sé… pero no puedo evitar sentirme así.

—Voy a prepararte un té. Tómate un baño mientras. Los niños ya están dormidos, y el señor Moretti no debe tardar en llegar.

Asentí y me levanté. Sin embargo, al hacerlo de golpe, todo a mi alrededor empezó a girar. Me tambaleé, y Alissa se acercó para sostenerme.

—¿Estás bien?

—Me siento mareada… todo da vueltas.

—Acuéstate un momento. Iré por el té y volveré enseguida.

—No, por favor… solo cuida a los niños un rato. Me daré un baño y estaré bien.

—Está bien… pero si no bajas en media hora, vendré a buscarte.

Asentí con una leve sonrisa y vi cómo salía de la habitación.

Después del baño, me sentí más calmada. Revisé mi teléfono y vi que tenía mensajes de Marcus.

Theodore Moretti 🍂

Después de un día interminable, llegar a casa debería ser lo mejor… pero desde que mi esposa se fue, esa sensación desapareció. Cerré la puerta y fui directo a mi oficina, sin buscar ni preguntar por los niños. Serví un vaso de whisky y dejé que el licor me quemara la garganta.

“¿Qué me faltó?”

“¿Por qué no fui suficiente?”

El sonido de mi teléfono me sacó de mis pensamientos. Era un mensaje de Marcus.

Marcus Weston:

Amigo, tenemos que hablar.

Fruncí el ceño, intrigado.

Theodore Moretti:

Hola, hermano. Claro, ¿qué sucede?

Marcus Weston:

Es sobre Sarah…

Creo que deberías buscar a alguien más. Como te dije, ella nunca ha trabajado y esto puede ser demasiado para ella.

Además, me siento culpable… por algo que pasó.

Leí varias veces el mensaje.

Theodore Moretti:

¿Qué pasó?

Marcus Weston:

Como sabes, sus padres murieron hace poco. Quise que se involucrara en algo para distraerse y por eso te dije que buscaba trabajo.

Theodore Moretti:

Marcus… ve al punto.

Marcus Weston:

Hoy, en su primer día, Emma y Tristán arruinaron sus pinturas. Eran lo último que le regaló su padre… Ella no me lo dijo, pero la conozco. Sé que la está pasando mal.

Un pensamiento cruzó mi mente y, sin poder evitarlo, le pregunté:

Theodore Moretti:

Marcus, ¿puedo preguntarte algo?

Marcus Weston:

Claro.

Theodore Moretti:

¿Tú y ella… tienen o tuvieron algo?

La manera en que hablas de ella… cómo la cuidas…

Marcus Weston:

Es mi mejor amiga, casi como mi hermana. Solo eso. No me interesa de otra forma.

Theodore Moretti:

Bien. Le hablaré y buscaré a alguien más.

Marcus Weston:

Gracias, Theo.

Suspiré y apuré el último trago de whisky. Subí a mi habitación para hablar con Sarah. Si Marcus tenía razón, ella debía estar destrozada. Al llegar, tomé el teléfono y le escribí:

Theodore Moretti:

Hola, Sarah. Acabo de llegar a casa.

¿Podrías traer a Isaac?

Sarah Hale:

Por supuesto.

¿Dónde está usted?

Theodore Moretti:

En mi habitación.

Llámame Theo. También necesito hablar contigo.

Sarah Hale.✨

Estaba en la cocina con Alissa, terminándome el té a regañadientes.

—Debería decirle al señor Moretti que no se siente bien —insistió Alissa.

—No te preocupes. Ya me siento mejor. Voy a llevar a Isaac con su papá.

—Bien, pero asegúrese de tomar todo su té —me advirtió.

Tomé a Isaac en brazos. Alissa me había enseñado cómo sostenerlo correctamente. Subí las escaleras con cuidado mientras el pequeño me miraba con sus ojos enormes y curiosos.

—¿Quién es el más guapo? —le dije con una sonrisa.

Isaac me devolvió una risita que me hizo estremecer. ¿Cómo pudo Daphne abandonarlo?

Toqué la puerta de la habitación, y una voz grave me dijo:

—Adelante.

Entré y vi a Theo con una expresión cansada, pero suave. Vestía un pantalón de chándal y una camiseta blanca. Se acercó y tomó a Isaac en sus brazos con ternura.

—¿Cómo te portaste, campeón? —murmuró antes de besar la cabeza del bebé.

—Emma y Tristán ya están dormidos. Tomaron su cena y se ducharon temprano, como usted indicó.

—Gracias… oye, Marcus me dijo lo de las pinturas. Lo siento. Puedo comprarte unas nuevas.

Un nudo se formó en mi garganta.

—No pasa nada… señor.

Theo frunció el ceño.

—Llámame Theo. ¿No éramos amigos?

Puso a Isaac en la cama y se acercó a mí. Una lágrima se deslizó por mi mejilla sin permiso.

—Ven…

Me envolvió en un abrazo cálido y firme. Lo necesitaba más de lo que quería admitir… y creo que él también.

El tiempo pareció detenerse hasta que Alissa apareció.

—Señor, Emma se despertó. Está llorando.

Theo y yo nos separamos de golpe.

—Yo voy. Quédate con Isaac —dijo Theo, antes de salir.

—Ustedes hacen una linda pareja —dijo Alissa con picardía.

—No pienses cosas que no son, Ali —respondí, sorbiendo por última vez mi té.

—¿Le contaste lo de tus pinturas?

—Sí… pero está bien. Tienes razón: solo son niños.

—Bueno, ya terminé mi turno. Mañana es mi día libre. Cualquier cosa, llámame. Mi número está en el teléfono de la casa.

Se despidió y se marchó.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP