Capítulo 3

Sarah Hale ✨

Dormir en una casa que no es la mía me resulta casi imposible. Suspiré mientras me acomodaba en la cama. Miré el reloj: 4:00 a.m. La puerta de mi habitación se abrió lentamente, y vi la pequeña silueta de Emma entrar y trepar a la cama conmigo.

—Es muy temprano para que estés aquí, ¿sucede algo?

Emma no respondió, solo se metió entre las cobijas y se acurrucó contra mí. Le acaricié el cabello suavemente. Era increíble lo mucho que se parecía a su padre. Lo único que había heredado de su madre era el color de su cabello.

Sin darme cuenta, el cansancio me venció, y me quedé dormida junto a ella.

—Sarah, no encuentro a Emma… ¿podrías…?

La voz de Theo se detuvo de golpe cuando entró alterado a la habitación. Su grito nos despertó a Emma y a mí al mismo tiempo.

—¿Qué sucede? —pregunté mientras me tallaba los ojos. Emma, aún somnolienta, me imitó.

—Emma, ¿por qué no estás en tu habitación? Me asustaste mucho —la regañó Theo, pero su voz temblaba de alivio.

—Perdón, Theo… vino a mí en la madrugada y nos quedamos dormidas —expliqué mientras me levantaba de la cama—. ¿Podrías darte la vuelta? Quiero tomar mi bata.

Theo, confundido, hizo lo que le pedí. Me coloqué la bata y cargué a Emma en brazos.

—Vamos, prepararé el desayuno… bueno, mejor dicho, calentaré lo que Alissa dejó listo.

Theo asintió y me siguió hasta la cocina. Tristán e Isaac ya estaban allí, sentados en sus sillas.

—Haz que los niños desayunen. Alissa llega por la tarde.

Theo tomó sus cosas y salió de la casa sin siquiera probar bocado.

—Bien, niños, ¡hora del desayuno! —dije con entusiasmo.

Un nuevo día comenzaba, y estaba segura de que sería mejor que el anterior. Aunque no supiera cocinar, estaba dispuesta a aprender porque tres pequeños Moretti dependían de mí.

Estaba alimentando a Isaac cuando mi celular sonó. Revisé la pantalla y vi que era un mensaje de Marcus.

Marcus Weston:

Hola, Grillo.

¿Estás lista para hoy?

Rayos, había olvidado que iríamos a ver la escuela de arte.

Sarah Hale:

Hola, Marcus.

Lo olvidé… estoy trabajando.

Marcus Weston:

¡Wow! Espera…

¿Vas a seguir trabajando con Theo?

Me mordí el labio al darme cuenta de que tampoco le había contado eso.

Sarah Hale:

Sí, Marcus, tienes razón. Necesito ocupar mi mente en algo.

Marcus Weston:

Y qué mejor que Theo, ¿eh?

Sarah Hale:

Jajaja, Marcus, sabes que no puedo.

Marcus Weston:

¿Algún día podrás perdonarme?

Me quedé mirando la pantalla. Los recuerdos llegaron de golpe, tan vívidos como si acabaran de pasar.

Recuerdo:

—Marcus… —susurré entre jadeos.

Sus manos recorrían mi cuerpo con descaro mientras dejaba besos húmedos en mi cuello, mordisqueando suavemente mi piel. Su respiración era cálida y pesada. Sentí cómo sus labios descendían hasta mis pechos mientras mis manos se aferraban a sus hombros.

—Estoy embarazada, Marcus… ¿qué vamos a hacer? —confesé, preocupada.

—Todo estará bien… porque yo estaré contigo. Porque te amo, Grillo —me dijo antes de besarme.

—Tuviste un accidente… lo siento, Sarah, pero perdiste al bebé —las palabras de James retumbaron en mi cabeza, desgarrándome.

Fin del recuerdo

Sarah Hale:

Descuida, Marcus. Ya quedó en el pasado.

Finalmente, respondí su mensaje.

Marcus Weston:

¿Puedo ir a verte?

Sarah Hale:

Claro. Theo saldrá de viaje y regresa hasta muy tarde.

Sabía que estaba invitando a Marcus a una casa que no era mía, pero confiaba en que a Theo no le molestaría. Como si lo hubiera invocado con el pensamiento, recibí un mensaje suyo.

Theodore Moretti:

Sarah, regresaré tarde.

Alissa sabe todo lo que tiene que hacer con las comidas y los snacks de los niños.

Si tienes algún problema, llámame.

Sarah Hale:

Por supuesto, Theo.

Dijiste que Alissa llega por la noche, pero creo que puedo encargarme.

¿Puede venir Marcus?

Crucé los dedos esperando una respuesta afirmativa.

Theodore Moretti:

Claro que sí. De hecho, estaba por pedirle que pase por Tristán.

¿No se te complicó llevarlo a la práctica?

Sarah Hale:

No, el chofer nos llevó. Pero… ¿por qué lo mandas a fútbol? ¡Es solo un niño!

Theodore Moretti:

Sarah, no quiero ser grosero, pero yo decido cómo educo a mis hijos.

Sarah Hale:

Tienes razón, lo siento.

“Eso te pasa por metiche”, pensé.

Después de seguir las instrucciones de Alissa y calentar la comida, Marcus llegó con Tristán. El pequeño me observó con una expresión seria y desconfiada. Le sonreí con ternura; era solo un niño que necesitaba amor, me repetí.

Después de seguir las instrucciones de Alissa y calentar la comida, Marcus llegó con Tristán. El pequeño me observó con una expresión seria y desconfiada. Le sonreí con ternura; era solo un niño que necesitaba amor, me repetí.

—¡Hola, Grillo! —Marcus me saludó con un abrazo y un beso sonoro en la mejilla.

—¿Grillo? —preguntó Emma, curiosa.

—Es mi pequeño Grillo. Un animalito que necesita amor, y yo soy quien más la ama en este mundo —respondió Marcus mientras cargaba a la niña y le hacía cosquillas.

Theodore Moretti 🍂

Tiré los documentos sobre el escritorio, frustrado. El papeleo del divorcio firmado por Daphne me había descolocado por completo. Mi teléfono vibró: era un mensaje de Marcus.

Marcus Weston:

Si llegas y tu casa está en llamas…

Por un segundo, me alarmé hasta que vi la foto adjunta: Sarah y Emma estaban en la cocina, cubiertas de harina, haciendo galletas.

Me relajé al ver la imagen. Saber que Sarah cuidaba de mis hijos me brindó una paz inesperada. Era extraño confiar tanto en alguien que apenas conocía… pero confiaba en Marcus, y eso me bastaba.

Cuando llegué a casa, el aroma a galletas recién horneadas me recibió. La casa se sentía cálida, como un verdadero hogar.

Sarah Hale ✨

Cuando Theo entró, los niños ya estaban sentados en la mesa. Marcus y yo estábamos en la cocina.

—Señorita Sarah, el señor Moretti la llama —anunció Alissa al entrar.

—Sí, enseguida voy.

—Grillo… quiero que seas feliz. Y sé que podrías serlo con Theo —dijo Marcus antes de besar mi frente y salir.

Me quedé atónita.

—¿No es correspondido, verdad? —preguntó Alissa, bajando la voz.

—¿Perdón?

—El joven Weston y usted…

—No. Solo somos amigos. Él ha estado conmigo desde que perdí a mis padres.

—Lo siento mucho.

—No te preocupes. Vamos, es hora de cenar.

La cena fue tranquila, pero por primera vez en mucho tiempo me sentí en familia. Isaac estaba en mis brazos, Emma en las piernas de Marcus, y Tristán a un lado de Theo, como siempre, protegiendo a sus hermanos.

Marcus se despidió con una sonrisa antes de marcharse.

—Iré a dejar a Isaac a su habitación y regreso para recoger la mesa.

—No, deja que Alissa lo haga. Vamos a acostar a los niños juntos.

La sugerencia de Theo me tomó por sorpresa, pero acepté.

Emma murmuró medio dormida:

—Quiero dormir con Sarah…

Theo me miró, buscando mi aprobación.

—No tengo problema.

—Bien, dejemos a Tristán. —

Rumbo a la habitación de Tristán, este se despertó.

—No, quiero dormir con mi papá y mi mamá.

Pude ver la tristeza en sus ojos, y Theo se había quedado sin palabras.

—Yo puedo quedarme con Isaac y Emma, sin problema. Mi cama es grande, claro, solo si estás de acuerdo —pregunté, considerando lo mejor para ellos.

—Claro, vamos.

En silencio, Theo me acompañó a mi habitación, dejó sobre la cama a Emma y salió.

—Gracias por lo que haces por mis hijos.

—Gracias a ti, Theo.

Una vez lista, me metí a la cama junto a los niños. El día de hoy había sido muy agotador, así que pronto me quedé profundamente dormida.

A la mañana siguiente

Me desperté un poco desorientada, abrí de golpe mis ojos, y me asusté cayendo de la cama.

—¡Carajo, Sarah! ¿Estás bien? —preguntó Theo, saliendo de la cama y ayudándome a ponerme de pie.

—¿Por qué estoy en tu habitación?

Murmuré, adolorida por el golpe.

—Tristán quería ir a dormir contigo, pero no iban a caber todos en tu cama, así que los pasé a todos a la mía con la esperanza de que no notaran que no estabas con ellos. Pero no funcionó.

—¿Cómo?

—Los cargué, primero a los niños, creí que no se darían cuenta, pero comenzaron a llorar, así que luego fui por ti.

—Vaya, te tomaste muy en serio lo de que querías que durmiera contigo, ¿cierto? —bromeé.

Theo se sonrojó.

—Iré con Alissa para pedirle el desayuno —dije, riendo.

Salí, dejando a los niños dormidos aún. Eso, sin duda alguna, había sido raro. Inconscientemente, una sonrisa se dibujó en mi rostro.

Oh, no, esto no terminará nada bien.

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