Más tarde ese día, en la plaza central de la manada, Alexander reunió a todos los betas y lobos de confianza. Frente a ellos, Gamaliel y Thomas estaban arrodillados, con las manos atadas a la espalda.El aire estaba cargado de expectación; todos sabían que el momento de justicia había llegado.Alexander se colocó frente a ellos, con la mirada gélida.—Estos dos lobos —comenzó, su voz resonando entre los presentes—, han intentado destruir la manada desde dentro. Han conspirado, manipulado y engañado a sus propios hermanos por pura ambición.Gamaliel levantó la cabeza, su semblante endurecido.—Hice lo que creía correcto para la manada —gruñó—. Alexander, no puedes negar que tus decisiones han sido erráticas. Has mostrado debilidad. Alguien tenía que hacer algo.— ¿Debilidad? —respondió Alexander con frialdad—. Lo único que has mostrado es tu sed de poder. Has puesto en riesgo la vida de todos por tu propio beneficio.— ¡Nos estás llevando a la ruina! —espetó Thomas, intentando liberars
El corazón de Rachel dio un enorme vuelco, al darse cuenta de la peligrosa situación en la que estaba envuelta.Había entrado en esa habitación sin siquiera imaginar lo que le esperaba.La enorme mano de Alexander estaba puesta sobre su boca, luego de que la sorpresa inicial la hiciera soltar un grito que rompió la quietud de la fría noche.—Shhhh, tranquila —susurró el hombre en su oído, haciéndola sentir miles de escalofríos por todo su cuerpo.Nunca antes habían estado tan juntos, y las sensaciones que esta cercanía les provocaba, hacía que uno de ellos siguiera adelante firme en sus planes, aunque estos fueran una completa locura.Rachel sentía que su piel se quemaba con su contacto, el corazón le latía alocado y tenía la garganta seca.Se removió inquieta y él le hizo una seña de que la iba a soltar.—¿Qué quiere de mí? —dijo un poco más calmada, dando un paso atrás—. Eso que dijo antes…Alexander soltó un suspiro, sabiendo que sería difícil que ella entendiera.—Lo que escuchast
Una semana antes…El aire nocturno había estado lleno de tensión y peligro, cuando el Alfa Alexander detectó un olor inusual en el viento. Su aguda percepción le indicó que se trataba de un cazador, pero había algo más en el aroma, algo que despertó una emoción indescriptible en su ser. El perfume era delicioso, exquisito, pero a la vez lejano y apenas perceptible. ¿Podría ser su Mate?«Tiene que ser ella, su olor es único» afirmó su lobo, Lyall.«Estamos demasiado lejos, quizás estás confundido» dudó Alexander.«Hey, no digas eso, yo soy el del super olfato aquí» espetó Lyall ofendido, cerrando la conexión.Alexander suspiró.Por muchos años fue un ser atormentado por su soledad y el vacío que sentía en su corazón sin su pareja a su lado. Había liderado con sabiduría y justicia a su manada, pero a pesar de todo su poder y riqueza y ser un Duque respetado por los humanos, no podía ignorar la falta que le hacía su compañera destinada. —¡He detectado a cazadores! —advirtió a su mana
La quietud del castillo Blackmore se quebró cuando Alexander, impulsado por aquel olor irresistible y a su deseo de dar con su paradero, decidió salir después de dos largos años de reclusión. La noticia se extendió como la pólvora entre los criados, quienes quedaron atónitos ante la inesperada decisión. —¿Escucharon eso? El Duque va a salir hoy —dijo uno de ellos con asombro.—¿Salir? No lo hace desde hace años. ¿Qué ha cambiado? —respondió otro, con los ojos entrecerrados en incredulidad.—Según los rumores, algo sucedió aquella noche, en la lucha contra los cazadores —dijo uno con seguridad, asegurando que era de buena fuente.—¿Los cazadores? ¿Qué tienen que ver? —¿Su compañera es una cazadora? —Eso sería complicado.—Quizás buscan hacer una alianza.—Eso jamás sería posible —atajó otro de ellos.Tantas cosas se decían, que nadie sabía con certeza la verdadera razón de su cambio, pero estaban atentos a cada uno de sus movimientos.«¿Listo para averiguar a dónde lleva ese exquis
La presencia de Alexander era imponente y los ojos de todos estaban volcados hacia él, aún sin saber de su increíble naturaleza más allá de un título de nobleza.Un joven aprendiz llegó en ese momento, cargando varias cajas y ajeno al intercambio de la pareja, quienes dejaron de hablar de manera abrupta.—Señorita Rachel, aquí está el encargo que me pidió… —alzó la cabeza luego de dejar la mercancía en el suelo, y sus ojos se abrieron en toda su extensión—. Ohhh, santos demonios del infierno.—Jack, cuida tu boca —intervino Rachel."Sin duda su presencia es un acontecimiento histórico, pero de ahí a que me sienta de esta manera…"—Es el Duque… el… —balbuceaba nervioso el muchacho, sin saber muy bien cómo proceder—. ¿Estoy en un sueño? Porque no recuerdo haberme quedado dormido…—Duque Alexander de Blackmore —se adelantó el hombre, divertido por la actitud del joven—. Muchacho, te me haces algo familiar…«Es aquel chicuelo que salvamos en el bosque, ¿no?» intervino Lyall.«Claro, cómo
El trabajo se hizo más complicado y la estadía de Rachel tuvo que extenderse tres días más, tiempo en que Alexander y Lyall la contemplaban trabajar en el jardín. «No es casualidad que sea florista, es perfecta en todos los sentidos. Hermosa e inteligente, única» hablaba Lyall con deleite, sintiendo la conexión aún más fuerte.Necesitaba dar el siguiente paso, pero Alexander sentía que eso sería un error.«Es excelente en su trabajo sin dudas, pero pronto terminará su trabajo y tendrá que irse» «Invítala a quedarse a vivir aquí» saltó Lyall con una sonrisa. «¡Es una idea tan genial...!»«Es una pésima idea» terció Alexander.«Tú tampoco vas a aguantar tenerla lejos luego de lo que ha pasado» reprochó su lobo de mal humor. Alexander suspiró, porque sabía que tenía razón. En ese tiempo que Rachel había estado ahí, se habían encontrado varias veces y en todas sintió una terrible necesidad de besarla, de abrazarla y marcarla como suya.Sentía que su instinto animal tomaba cada vez más
Como había previsto, Lucas no había dejado de buscarla como un loco por todos lados. Recorrió cada rincón, interrogando a todas las personas que creían haberla visto, pero nadie parecía saber nada de su paradero.“Es imposible que se la haya tragado la tierra, alguien debe tenerla”, pensó con preocupación.La noche en que desapareció, fue el inicio de una batalla que no se detendría hasta que estuvieran nuevamente juntos. Lo había jurado con ira, teniendo sospechas de dónde podría estar.Por otro lado, la determinación de Rachel se fortalecía con cada día que pasaba en ese castillo. Comenzó a observar todo el lugar y a sus habitantes, aprendiendo sus rutinas y debilidades. Planeaba cada movimiento con cautela, buscando el momento perfecto para escapar.Recordaba con estremecimiento lo que había sentido cuando él había entrado en la habitación, al enterarse de su negativa a recibir alimentos.—¿Por qué no has probado tu comida? —los ojos de Alexander brillaban con una preocupación qu
Rachel sentía que la boca de Alexander quemaba, pero que su respiración era aún peor; como si estuviera envuelta en llamas.Si antes su corazón estaba acelerado, ahora estaba a punto de abandonar su caja torácica.«¡He muerto y llegado al cielo con la diosa Selene!» exclamó Lyall con entusiasmo.Alexander ni siquiera le respondió, las sensaciones que estaba experimentando eran exquisitas y fuera de ese mundo, como si estuviera viajando muy lejos de su cuerpo.Anhelaba sentir más y más de lo que los labios y la piel de su pareja destinada podía ofrecerle.—¡Señor! ¿Está todo bien? —una voz a sus espaldas hizo gruñir a su lobo y también a Alexander, que se apartó de la boca de Rachel muy a su pesar.«Este… hijo de su madre no tiene vida? ¿No duerme? ¡Voy a matarlo!» rugió Lyall poseso de una ira burbujeante.«Por primera vez estoy de acuerdo contigo, maldición» rugió Alexander también.Su actitud hizo a Rachel despertar de su letargo, viendo con ojos muy abiertos el rostro del Duque, en