Me dirigí hacia el corazón del bosque de nuestro territorio. No teníamos permitido ir mucho más allá. Como lobos jóvenes, no se nos permitía explorar sin la compañía de alguno de los más experimentados.
Yo salí del territorio muchas veces con mi padre, conocía a otras manadas y también estudiaba sus costumbres.
Descubrí que muchos tenían reglas que me parecían horribles. Incluso había manadas donde las lobas no podían ascender a rangos altos.
Sentí el viento entre mis patas, en mi pelaje. Me sentía tan viva cuando era una loba, correr, trepar, cazar. La velocidad que alcanzaba, todo eso me hacía sentir más viva que nunca.
Bauticé a mi loba como Silver, porque era tan preciosa que no se me ocurría otro nombre que le hiciera justicia.
—¿Preparada? Van a nombrarnos. —le dije a mi loba, conectándonos en nuestro enlace mental.
—Por supuesto. Somos fuertes. —rugió Silver, dando vueltas, eso me pareció extraño.
Estaba bastante alborotada.
—¿Qué sucede? —pregunté, algo incómoda por su comportamiento, estaba actuando de una manera extraña.
Olfateaba, daba vueltas y se frotaba contra los árboles sin dejarme controlarla mucho. Ahora teníamos que enfocarnos en entrenar duro para dar lo mejor en la cacería.
—Es que estamos recibiendo muchos invitados… —rugió mi loba, para luego prácticamente ronronear.
M*****a sea, no podía ser cierto. Mi loba estaba alborotada por la presencia de tantos lobos que llegaban a nuestro territorio. Estaba agitada porque no teníamos compañero todavía.
—No es el momento para esto. —regañé, tratando de controlarla.
Me gruñó.
—Si es el momento. Podemos encontrar un compañero, lo presiento. —se frotó nuevamente contra uno de los árboles.
—Basta. No nos interesa tener compañero. Seremos alfas, Silver. —controlé a mi loba haciendo que corriéramos por el sendero cuesta abajo.
Correr a gran velocidad hizo que a mi loba se le pasara un poco el alboroto. Debíamos estar por entrar en la etapa que una vez mi mamá me explicó.
Cuando las lobas entrar en un periodo de apareamiento. Nosotras, en la manada, tratábamos de evitar el contacto con cualquier lobo y aislarnos hasta que encontráramos el compañero ideal predestinado por la luna. Esto era para que nuestro instinto no se desatara e hiciéramos locuras. Porque una loba alborotada puede llegar a aparearse con quien no se debe.
Me volvería loca si me apareara con un lobo que solo me quisiera por un rato. Porque también corría el riesgo de preñarme. Yo era la próxima alfa, ya me preocuparía por todo eso más adelante, ahora tenía muchas cosas mejores en las cuales pensar.
Empecé mi rutina de entrenamiento con trepadas a las colinas y luego, nadé en el rio para fortalecer mi musculatura.
Pasó una hora y decidí que era tiempo de regresar a casa. Estaba empapada. Sacudí mi pelaje para que se secara más rápido. Mamá iba a enfadarse terriblemente conmigo si me veía completamente mojada con el agua del río.
Sentí una presencia cerca de mí. Un aroma nuevo, llamó mi atención. Se me erizó la piel y me puse en alerta. Olfateé al aire, reconociendo cada aroma.
Avellanas, chocolate con mezcla de café. Un aroma que se me filtró en la nariz de una manera sorprendente.
Escuché unos pasos que estaban cerca, en los árboles. Alguien me estaba vigilando.
Gruñí.
—¿Quién anda ahí? —pregunté, pensando en si era buena idea lanzarme para atacar al intruso.
Recordé que estábamos colmados de invitados en el territorio de la manada. Era una tontería atacar, podría ser solo uno de los invitados de las otras manadas.
Solté un gruñido a modo de amenaza. La fuerza del lobo que estaba detrás de los árboles debía ser grande, porque su poder resplandecía por entre la vegetación y sentía esa vibración que solo se siente con un lobo poderoso.
El lobo avanzó hacia mí. Su enorme tamaño dejaría abrumada a cualquiera, no podía verlo con claridad porque estaba detrás de los árboles. Sus ojos, si podía ver sus ojos. Eran tan rojos como la sangre.
—Es fuerte. —rugió Silver, dentro de mí. —Uf, es verdaderamente fuerte.
Estaba alborotándose y quería ir de inmediato con él. No, no, no. Me dije a mi misma. No era el momento para nada. Mi loba debía estar confundida porque estábamos en celo y quería aparearse. Suprimí mi voz de loba para que se callara.
Retrocedí y me arrojé cuesta abajo entre las rocas que estaban cerca del río. Me marché corriendo, obligando a mi loba a olvidarse por completo de ese desconocido.
Regresé a casa siempre mirando hacia atrás para cerciorarme de que el extraño no me estuviera siguiendo. No lo hizo. Sea quien fuera, no me siguió. Quizás nos topamos solo por accidente y mi loba quiso enloquecer porque estábamos entrando en ese periodo molesto.
—Llegas bastante tarde, Lumen. —observó Wendy, ella era la encargada de maquillar y peinar a las damas.
Wendy era mi amiga, era una delta que tenía bastantes habilidades en rastreo. Pero en pelea, era sumamente débil. Le gustaba dedicarse al maquillaje y a los peinados y era excelente con ello.
—Lo siento, me parece que estoy… Bueno, digamos que mi loba está alborotada y acalorada. —sonreí, mirándome al gran espejo, tenía el cabello enredado.
Wendy soltó un gritito de exclamación y emoción. Siempre conversábamos con las chicas sobre como queríamos que fuera nuestra primera vez. Algunas querían probar mucho antes de tener compañero predestinado. Otras no teníamos tanto interés. Wendy era una romántica, quería esperar al amor.
—¿Qué pasó? Debes contármelo todo. Diosa luna, están llegando chicos tan lindos. —Wendy se ruborizó de solo pensarlo.
—No pasó nada. —puse los ojos en blanco. —Porque tuve que controlar a mi loba para que no hiciera tonterías. Estaba ardiendo por un lobo que ni siquiera vi bien. Era grande, eso sí.
Sonreí de manera picaresca y ella también soltó una risita. Eran cosas sin importancia. Por suerte, pude controlar a mi loba y nada me desconcentraría de mi objetivo principal. Tenía que demostrar mis habilidades de alfa en la gran cacería. Incluso la manada real vendría, ellos eran los lobos con mayor jerarquía. Nunca los había visto antes, solían rechazar algunas invitaciones porque sus conquistas eran frecuentes. Conquistaban muchos territorios y saqueaban las riquezas. Ahora estarían aquí, más que nunca debía mostrar fortaleza para que esta manada siempre estuviera segura.
Los lobos olfateaban la debilidad.
NarradorEn la gran sala este de la mansión de la manada Lamento de Sangre, la reunión se llevaba a cabo.Allí, en el centro, Belcekar, el rey alfa, discutía sobre los asuntos que apremiaban. Su hijo se había marchado ya hacia la celebración de la primera cena que inauguraba la temporada de eventos de la gran cacería.La mansión de la manada real era de un tamaño magistral. Allí, vivían casi cien lobos con distintos rangos y utilidades. Los más poderosos tenían cuartos lujosos y una vida de millonarios. Los más débiles, eran esclavos que usaban para las tareas que nadie quería realizar. El lugar estaba repleto de tesoros de todas las conquistas que ganaron. No había una sola expedición que no hubieran ganado. La manada era sumamente poderosa.Contaban con una fuerza de al menos treinta lobos de gran poder para pelear. Todos bajo el mando del gran hijo del alfa, Athius, que comandaba a los lobos de una manera excepcional, colmando de victorias a la manada.Belcekar poseía cerca de tres
Lumen—Te ves increíblemente hermosa, amiga mía. Los deslumbrarás a todos. —dijo Wendy, cuando me indicó que podía verme en el espejo.Ya estaba lista. El vestido que me puse acrecentaba mis formas femeninas. El color violeta me sentaba bien. Mi cabello ondulado y castaño caía por debajo de mis hombros.Abracé a Wendy.—Tú también te ves maravillosa. —sonreí, era cierto, ella también se veía muy bonita.En esta manada, las mujeres poseíamos una belleza natural notable. Todos en otras manadas nos lo recordaban.Mi madre llegó para buscarme para que llegáramos juntas y así, diera comienzo la gran cena. Entramos a la enorme sala con la cabeza en lo alto. Sentí las miradas de todos al entrar.Dentro de esta sala había al menos más de cien invitados. Estaban aquí, ya habían llegado y por el apretón leve de mi madre, era un poco tarde. Mi padre ya estaba en el centro de la reunión con los otros alfas. El olor de un alfa era característico, su poder era tan grande que se sentía en los huesos
Mi respiración era completamente agitada. El se daba cuenta, eso lo hacía sonreír. Era un maldito príncipe arrogante que creía que podía hacer lo que se le antojara.Me señaló y fue cuando me di cuenta que estaba señalando específicamente mi vestido. Estaba sudada y eso hacía que mi vestido se transparentaba. No llevaba maquillaje y ahora, estaba prácticamente desnuda. Diosa luna, esto era una prueba a mi fuerza.—Disfrute la velada, mi príncipe. —dije, con una reverencia cortes.Mi madre me enseñó que tenía que tener modales, ante todo. Demostrar mi fuerza ahora, era mostrarles que no me sentía avergonzada por lo que sucedió. Yo era una guerrera poderosa y talentosa. Esto no era más que una tontería. Avancé hacia donde se encontraban mis amigos.Ellos hicieron silencio. No se lo esperaban. Los escuché murmurar y reír después. Seguramente eran los amigos del príncipe, el grupo que habría traído desde la manada real.Mi loba estaba extraña, todavía ronroneaba, murmurando el nombre del
La llegada del rey alfa al territorio de la manada Sombra de lobo fue toda una conmoción. Toda la comitiva llegó antes del mediodía. El alfa Zathun dio la bienvenida al rey y a todos los que lo acompañaban.Les concedieron las habitaciones más lujosas de la mansión. Belcekar y su esposa estarían en la suite más elegante. Toda la manada iba a ser hospedada en la gran mansión.—No eran mentiras. Las mujeres aquí son muy bellas. —dijo uno de los lobos jóvenes, Zack.Seth sonrió. Estaban ocultando las intenciones verdaderas de saquear las tierras. El acuerdo se propondría antes de la velada a la luz de la luna. El rey alfa enfrentaría a Zathun en privado para ofrecerle el acuerdo. Si lo aceptaba, no sé derramaría sangre.—El rey ha dicho que debemos especificar qué es lo que queremos antes de pactar el acuerdo. He pedido a dos omegas para que limpien mi establo. —dijo Seth, entre susurros, mientras Zack lo seguía.Se apartaron lo suficiente del grupo para que nadie los escuchara. Observar
LumenServí una taza de café para beberla rápido antes de asistir a la velada. No quería estar mucho tiempo allí, era toda una cursilería. Muchos hallaban a su compañero predestinado en la velada. La diosa luna bendecía con una unión a algunos afortunados.Y digo afortunados, porque yo escuché historias de lobos que encontraban a sus compañeros en circunstancias menos favorables. A veces, la diosa luna era caprichosa. Una tía que hacía poco falleció, encontró a su compañero en un lobo que ya tenía esposa y este la rechazó, causando que se volviera loca y perdiera por completo su fuerza.En la velada, algunos tenían la suerte de recibir la bendición. Mi madre decía que cualquier momento era bueno para encontrar a tu compañero. Ella decía, que tu loba lo reconocía primero. Para mí, eran cuentos. No quería ser grosera, pero no era justo que si te rechazaban sufrieras tanto. En lo que a mi respectaba, podía no tener un compañero nunca.Mi naturaleza de guerrera no me permitía pensar en es
Entramos al gran jardín donde la velada se llevaría a cabo. Estaba todo decorado muy bonito, guirnaldas de flores, fuentes de agua, toda clase de adornos en cada mesa. Mi madre se esmeraba mucho en que las decoraciones fueran enteramente perfectas y armoniosas. Los colores eran armoniosos. Me sentí tranquila al ver que todo estaba impecable, las personas comentaban sobre lo bonito del lugar, felicitando a los decoradores y encargados.Me quedé apreciando la belleza del jardín mientras Wendy se adelantaba a la mesa que nos correspondía. Yo tendría que saludar a muchos invitados de honor, como la hija del alfa y la luna.La rosa que crecía era de un color blanco tan bello. Me acerqué para admirarla.Alguien estaba detrás de mí. Giré para enfrentar a la persona que se acercó tanto a mí, tanto que sentí su mano pasando por arriba de mi hombro para cortar la rosa.El chico tenía el cabello rizado, los ojos verdes aceitunados y una mirada extraña. Era atractivo, fuerte, peligroso, se sentía
—Veo que eres fuerte. Puedo sentirlo. Eres una guerrera. —dijo, sonriendo, los hoyuelos se marcaron en sus perfectas mejillas. —¿Has entrenado duro?—Sí, hasta el último minuto. —dije, sonriendo también, sin poder evitarlo. —Bueno, no hasta el último minuto. Ahora estoy perdiendo el tiempo aquí.—Estas ceremonias son un mero evento para los chismosos. No hay mucho para hacer aquí. —sonrió, mirando al cielo. —Pero es una bonita noche despejada. ¿No? Si no te aterra, podrías entrenar conmigo.Me quedé sin ninguna clase de palabras para decir, estaba muda. El príncipe me acababa de ofrecer entrenar conmigo ahora mismo. Mi loba casi aúlla por la emoción.—Eres la loba plateada que vi el otro día en el bosque. Me llamó la atención tu color de pelaje, es muy especial. —Athius me observó y luego, empezó a alejarse en dirección hacia el bosque.Se estaba yendo para entrenar. Eso quería decir que ahora yo tenía dos opciones, seguirlo o quedarme y hacer como si nada hubiera sucedido. Diosa luna
El aullido era de amor, los dos lobos que se enamoraron eran bastante jóvenes. La diosa luna les otorgó su bendición. Todos estaban festejando, brindando, felicitándolos.Logré vestirme antes de que terminara el evento y llegar junto a mis padres. Ellos estaban conmocionados al verme.—Lumen, estás mojada. —dijo mi madre, apretándome del brazo. —Ve a secarte de inmediato.—¿Qué ocurre mamá? —pregunté, sin comprender el porqué de su hostilidad.Vi a mi padre hablando con el chico que no me agradó para nada. Observé como estaba de pálido mi padre. No era normal, esto no era algo bueno. Sentí que me ponía en alerta.—Ve a casa a cambiarte. —Mi madre me apretó de nuevo el brazo y noté, que estaba a punto de llorar. Luego, me abrazó con fuerza, aferrándose a mí.Lloraba, estaba muy apenada.—¿Qué le haces a mis padres? —pregunté, enfrentándome a Seth con la mirada llena de rabia.Él sonrió. Mi padre hizo un paso hacia atrás, retrocediendo. Estaba casi sometiéndose. No comprendía nada de lo