Mi respiración era completamente agitada. El se daba cuenta, eso lo hacía sonreír. Era un maldito príncipe arrogante que creía que podía hacer lo que se le antojara.
Me señaló y fue cuando me di cuenta que estaba señalando específicamente mi vestido. Estaba sudada y eso hacía que mi vestido se transparentaba. No llevaba maquillaje y ahora, estaba prácticamente desnuda. Diosa luna, esto era una prueba a mi fuerza.
—Disfrute la velada, mi príncipe. —dije, con una reverencia cortes.
Mi madre me enseñó que tenía que tener modales, ante todo. Demostrar mi fuerza ahora, era mostrarles que no me sentía avergonzada por lo que sucedió. Yo era una guerrera poderosa y talentosa. Esto no era más que una tontería.
Avancé hacia donde se encontraban mis amigos.
Ellos hicieron silencio. No se lo esperaban. Los escuché murmurar y reír después. Seguramente eran los amigos del príncipe, el grupo que habría traído desde la manada real.
Mi loba estaba extraña, todavía ronroneaba, murmurando el nombre del príncipe. Como si estuviera tranquila, no a la defensiva como cuando queríamos pelear.
Bueno, al menos era algo. Me senté al lado de Wendy, aferrándome a ella, abrazándola. Sam estaba a su lado, otra de mis amigas.
—Chicas, la he liado a lo grande. —dije, antes de empezar a contarles lo que sucedió hacía tan solo unos segundos.
Estaba narrándoles lo que pasó cuando mi padre interrumpió el evento para dar la bienvenida a la manada real.
—Es un honor para mi manada recibir en nuestra humilde mansión a los miembros selectos de la manada real. Bienvenido, Athius, joven príncipe y guerrero prodigio. —dijo mi padre, alzando una copa.
Athius pasó al frente. Me di cuenta que Athius estaba disminuyendo su poder a propósito, su aroma no era tan fuerte, controlaba a voluntad sus poderes para no asustar a los demás. Si disminuía sus capacidades, eso quería decir que poseía más habilidades incluso que mi padre. Eso me hizo sentir enojada. Si el estaba aquí, me sentiría más juzgada en mi cacería.
Los dos se dieron la mano. Los presentes alzaron las copas para brindar por ellos y todos presentaron su respeto al príncipe. Mi padre esperó demasiado para presentarlos, si lo hubiera hecho antes yo no hubiera tenido esa confusión.
Wendy se aferró a mi brazo
—Oh, tranquila. Solamente te has sorprendido por la presencia del príncipe. Debe ser que le pasa siempre. Es demasiado guapo. —dijo ella, mirándome con una sonrisa amable.
Apoyé mi cabeza en su hombro. Tal vez tenía razón. No debía ser nada raro para él. Me olvidaría fácilmente.
—Estoy nerviosa. No quisiera fallar en la cacería. Mi padre… El anunciará que seré su heredera como alfa. —susurré, podía ser sincera con mis amigas.
Sam se acomodó el cabello. Su cabello era pelirrojo y brillante, lo tenía arriba de los hombros.
—No fallarás. —Sam me miró con los ojos llenos de orgullo. —Eres la más fuerte, Lumen. Siempre supimos que serías la nueva alfa. Eres una peleadora excelente.
—Hasta nos has dejado en ridículo. —dijo Tyler, uno de los lobos que entrenaba conmigo.
También era mi amigo. Entrenábamos juntos muy seguido. Era bueno peleando.
Sonreí al estar con ellos. Porque eran mis amigos y me sentí contenida. Me había criado junto a todos, entrenando a su lado. Me hice muy fuerte en todos los entrenamientos. Los maestros se sorprendían por mis habilidades en extremo prodigiosas.
Mi madre anunció que el postre estaba servido y se empezaron a repartir distintos tipos de platillos. Yo había vuelto a recuperar un poco el apetito y pude probar un poco de todas esas delicias que los cocineros prepararon.
La velada continuó de una forma más agradable para mí. Los chicos de la manada luna azul eran agradables, tal como lo dijo Wendy.
Me divertí mucho platicando con el grupo. Estábamos en un clima agradable. No busqué con la mirada a Athius a pesar de que estaba presente en mis pensamientos.
Mi alboroto debía ser causado por su poder. Sospechaba que era más fuerte de lo que podía imaginar y eso le gustaba a Silver.
Cuando esto terminara, trataría de decirle a mi madre que me ocurría para ella pudiera ayudarme.
La cena terminó tarde y entré a mi cuarto para ducharme y dormir. Quería recuperar energía para mañana temprano comenzar a entrenar de inmediato.
—¿Querías hablar conmigo, hija? —preguntó mi mamá, entrando al cuarto y sentándose en la cama.
Solté un suspiro. Comencé a relatarle todo lo que me ocurrió, desde lo acontecido en el bosque. Omití la parte importante, no le dije el nombre del lobo, no quería que hiciera un escándalo.
—Cariño, no hay medicina para nuestros ciclos naturales. Solo podemos encerrarnos si la sensación es desagradable. ¿Es una sensación desagradable? —me preguntó mi madre.
Asentí con la cabeza. Aunque no era precisamente desagradable. Pero igual, quería dejar de sentirme así de enloquecida cuando estaba cerca de Athius.
—Podemos atrasar el anuncio, Lumen. —dijo ella, con una voz amable y acariciando mi cabello de manera maternal. —Puedes quedarte en el cuarto hasta que el periodo de celo se vaya. Es lo que hacemos muchas lobas, es algo natural.
—¿Qué dices? —pregunté, enderezándome y abriendo los ojos con sorpresa. —¿Estás loca, mamá? He esperado por eso, he entrenado por esto…
No, no esperé que mi madre me ofreciera esa alternativa.
—Lumen. Cuando una loba está en este periodo, los lobos jóvenes como tú pueden olerte y perseguirte para tratar de ganarse tu cariño. Pueden molestarte y tu temperamento es un poco… Bueno, no quiero que te arriesgues. —Mi madre hizo un tono severo. —Debo protegerte, es lo más importante.
—No quiero que me protejas. —me crucé de brazos, mirando el techo, esto era peor de lo que imaginaba. —No soy irracional. Controlé mis modales hoy de una manera admirable. Lo haré durante todos los eventos. Seré una dama y cuidaré que mi loba no esté alborotada.
—¿No me has dicho recién que fue casi imposible? —preguntó mi madre, que no me estaba creyendo para nada.
—Ignoraré a los lobos machos. Controlaré a mi loba si vuelve a pasar. Mamá, debes dejarme estar en todo para que en la cacería me proclamen la nueva alfa… —rogué, suplicante.
Estaba a punto de llorar. Mi sueño, este era mi sueño. Solo quería demostrarles mi fuerza. Todos mis amigos me apoyaban.
Mi madre pareció apiadarse de mí.
—Está bien, Lumen. —me abrazó con fuerza. —Eres mi guerrera, lo harás bien.
La llegada del rey alfa al territorio de la manada Sombra de lobo fue toda una conmoción. Toda la comitiva llegó antes del mediodía. El alfa Zathun dio la bienvenida al rey y a todos los que lo acompañaban.Les concedieron las habitaciones más lujosas de la mansión. Belcekar y su esposa estarían en la suite más elegante. Toda la manada iba a ser hospedada en la gran mansión.—No eran mentiras. Las mujeres aquí son muy bellas. —dijo uno de los lobos jóvenes, Zack.Seth sonrió. Estaban ocultando las intenciones verdaderas de saquear las tierras. El acuerdo se propondría antes de la velada a la luz de la luna. El rey alfa enfrentaría a Zathun en privado para ofrecerle el acuerdo. Si lo aceptaba, no sé derramaría sangre.—El rey ha dicho que debemos especificar qué es lo que queremos antes de pactar el acuerdo. He pedido a dos omegas para que limpien mi establo. —dijo Seth, entre susurros, mientras Zack lo seguía.Se apartaron lo suficiente del grupo para que nadie los escuchara. Observar
LumenServí una taza de café para beberla rápido antes de asistir a la velada. No quería estar mucho tiempo allí, era toda una cursilería. Muchos hallaban a su compañero predestinado en la velada. La diosa luna bendecía con una unión a algunos afortunados.Y digo afortunados, porque yo escuché historias de lobos que encontraban a sus compañeros en circunstancias menos favorables. A veces, la diosa luna era caprichosa. Una tía que hacía poco falleció, encontró a su compañero en un lobo que ya tenía esposa y este la rechazó, causando que se volviera loca y perdiera por completo su fuerza.En la velada, algunos tenían la suerte de recibir la bendición. Mi madre decía que cualquier momento era bueno para encontrar a tu compañero. Ella decía, que tu loba lo reconocía primero. Para mí, eran cuentos. No quería ser grosera, pero no era justo que si te rechazaban sufrieras tanto. En lo que a mi respectaba, podía no tener un compañero nunca.Mi naturaleza de guerrera no me permitía pensar en es
Entramos al gran jardín donde la velada se llevaría a cabo. Estaba todo decorado muy bonito, guirnaldas de flores, fuentes de agua, toda clase de adornos en cada mesa. Mi madre se esmeraba mucho en que las decoraciones fueran enteramente perfectas y armoniosas. Los colores eran armoniosos. Me sentí tranquila al ver que todo estaba impecable, las personas comentaban sobre lo bonito del lugar, felicitando a los decoradores y encargados.Me quedé apreciando la belleza del jardín mientras Wendy se adelantaba a la mesa que nos correspondía. Yo tendría que saludar a muchos invitados de honor, como la hija del alfa y la luna.La rosa que crecía era de un color blanco tan bello. Me acerqué para admirarla.Alguien estaba detrás de mí. Giré para enfrentar a la persona que se acercó tanto a mí, tanto que sentí su mano pasando por arriba de mi hombro para cortar la rosa.El chico tenía el cabello rizado, los ojos verdes aceitunados y una mirada extraña. Era atractivo, fuerte, peligroso, se sentía
—Veo que eres fuerte. Puedo sentirlo. Eres una guerrera. —dijo, sonriendo, los hoyuelos se marcaron en sus perfectas mejillas. —¿Has entrenado duro?—Sí, hasta el último minuto. —dije, sonriendo también, sin poder evitarlo. —Bueno, no hasta el último minuto. Ahora estoy perdiendo el tiempo aquí.—Estas ceremonias son un mero evento para los chismosos. No hay mucho para hacer aquí. —sonrió, mirando al cielo. —Pero es una bonita noche despejada. ¿No? Si no te aterra, podrías entrenar conmigo.Me quedé sin ninguna clase de palabras para decir, estaba muda. El príncipe me acababa de ofrecer entrenar conmigo ahora mismo. Mi loba casi aúlla por la emoción.—Eres la loba plateada que vi el otro día en el bosque. Me llamó la atención tu color de pelaje, es muy especial. —Athius me observó y luego, empezó a alejarse en dirección hacia el bosque.Se estaba yendo para entrenar. Eso quería decir que ahora yo tenía dos opciones, seguirlo o quedarme y hacer como si nada hubiera sucedido. Diosa luna
El aullido era de amor, los dos lobos que se enamoraron eran bastante jóvenes. La diosa luna les otorgó su bendición. Todos estaban festejando, brindando, felicitándolos.Logré vestirme antes de que terminara el evento y llegar junto a mis padres. Ellos estaban conmocionados al verme.—Lumen, estás mojada. —dijo mi madre, apretándome del brazo. —Ve a secarte de inmediato.—¿Qué ocurre mamá? —pregunté, sin comprender el porqué de su hostilidad.Vi a mi padre hablando con el chico que no me agradó para nada. Observé como estaba de pálido mi padre. No era normal, esto no era algo bueno. Sentí que me ponía en alerta.—Ve a casa a cambiarte. —Mi madre me apretó de nuevo el brazo y noté, que estaba a punto de llorar. Luego, me abrazó con fuerza, aferrándose a mí.Lloraba, estaba muy apenada.—¿Qué le haces a mis padres? —pregunté, enfrentándome a Seth con la mirada llena de rabia.Él sonrió. Mi padre hizo un paso hacia atrás, retrocediendo. Estaba casi sometiéndose. No comprendía nada de lo
Salí del agua para tratar de trepar por las colinas, si conseguía perderme entre ese bosque, podría escapar de las garras de Athius.Fui ilusa de pensar que podría escaparme de un lobo de la manada real. El lobo saltó sobre mí sin que pudiera verlo siquiera, tumbándome, rasguñándome y cortando mi piel.—Te odio… ¡Los odio a todos! —grité, gruñendo, tratando de incorporarme para pelear.Percibí el ardor cerca de mi cuello. Las garras de Athius estaban manchadas con una poción.—Me has envenenado… —solté, no podía entender que era lo que estaba sucediéndome. —Eres un cobarde.La sensación de mareo me invadía. El tiempo se hacía lento y pesado. Mi cuerpo no respondía.—Lo siento. Es la única manera de que no te asesinen. —dijo él lobo negro, era tan enorme que me sentía indefensa cada vez que lo miraba. —Si peleas, mi padre te matará.—Como si te importara. Me han engañado, todos aquí… —murmuré con la poca fuerza que me quedaba.La poción era muy fuerte, no me dejaba pelear. La impotenci
Lumen—Desearía que me hubieras mentido... Quisiera tanto odiarte como el primer día en el que te vi. ¡Podría estar mejor ahora si quisiera matarte! —grité, mi voz, se quebraba por el dolor.La transformación fue agresiva conmigo misma. Mi pelaje de loba de plata resplandecía, ante la luna que brillaba en el cielo. En mi forma de loba, mis colmillos eran tan afilados como espadas.Y a pesar de ser tan imponente y majestuosa, no lograba mantenerme demasiado en pie, la poción que tenía corriendo por mi sangre hacía mis sentidos mucho más débiles.Imaginé que era la más fuerte, que mi manada confiaba en mí para ser la nueva alfa.Y eran todas mentiras. El enorme lobo alfa me observaba con los colmillos blancos y resplandecientes asomándose.No decía nada, yo no era de su importancia. Era un estorbo del cual, se desharía muy pronto. Su pelaje era como el manto de la noche, de un color negro majestuoso.Del doble de mi tamaño y sus garras cortaban con una facilidad sorprendente. Gruñía, es
Me dirigí hacia el corazón del bosque de nuestro territorio. No teníamos permitido ir mucho más allá. Como lobos jóvenes, no se nos permitía explorar sin la compañía de alguno de los más experimentados.Yo salí del territorio muchas veces con mi padre, conocía a otras manadas y también estudiaba sus costumbres.Descubrí que muchos tenían reglas que me parecían horribles. Incluso había manadas donde las lobas no podían ascender a rangos altos.Sentí el viento entre mis patas, en mi pelaje. Me sentía tan viva cuando era una loba, correr, trepar, cazar. La velocidad que alcanzaba, todo eso me hacía sentir más viva que nunca.Bauticé a mi loba como Silver, porque era tan preciosa que no se me ocurría otro nombre que le hiciera justicia.—¿Preparada? Van a nombrarnos. —le dije a mi loba, conectándonos en nuestro enlace mental.—Por supuesto. Somos fuertes. —rugió Silver, dando vueltas, eso me pareció extraño.Estaba bastante alborotada.—¿Qué sucede? —pregunté, algo incómoda por su compor