Lumen
—Te ves increíblemente hermosa, amiga mía. Los deslumbrarás a todos. —dijo Wendy, cuando me indicó que podía verme en el espejo.
Ya estaba lista. El vestido que me puse acrecentaba mis formas femeninas. El color violeta me sentaba bien. Mi cabello ondulado y castaño caía por debajo de mis hombros.
Abracé a Wendy.
—Tú también te ves maravillosa. —sonreí, era cierto, ella también se veía muy bonita.
En esta manada, las mujeres poseíamos una belleza natural notable. Todos en otras manadas nos lo recordaban.
Mi madre llegó para buscarme para que llegáramos juntas y así, diera comienzo la gran cena. Entramos a la enorme sala con la cabeza en lo alto. Sentí las miradas de todos al entrar.
Dentro de esta sala había al menos más de cien invitados. Estaban aquí, ya habían llegado y por el apretón leve de mi madre, era un poco tarde. Mi padre ya estaba en el centro de la reunión con los otros alfas. El olor de un alfa era característico, su poder era tan grande que se sentía en los huesos.
Era costumbre que los lobos suprimiéramos nuestros instintos cuando se celebraba una fiesta, para comportarnos con más libertad.
Sentí que se me erizaba la piel. Algo estaba sucediéndome. Mi loba ronroneó dentro de mí. Oh, m*****a sea, pensé. El lobo debía estar aquí. Ese que me encontró en el bosque.
Bajé la vista al suelo para concentrarme en dominar mis instintos. No quería dejar que el deseo de mi loba nos pusiera en ridículo.
Mi madre y yo saludamos con cordialidad a las lunas de las manadas, que estaban en una parte especial de la sala. Era el sitio más iluminado, las lunas tenían reservado el mejor lugar después de los alfas.
Observé como mi madre se sentaba junto con las otras mujeres, muchas eran viejas amigas. Sonreí. Ahora podría moverme con libertad por esta fiesta.
Me iba a esconder en algún rincón para regañar a mi loba por alborotarse.
—Lumen. —Wendy me interceptó antes de que pudiera llegar a una de las esquinas.
Había tantas personas y muchos quisieron saludarme. La mejor solución sería ir al sanitario. Allí al menos podría encerrarme un rato hasta que este alboroto dentro de mí cesara.
—Tengo que ir al lavabo. —me apresuré en decirle, arrastrando los zapatos que llevaba puestos.
—Estás muy sonrojada. —dijo Wendy, mirándome asombrada. No comprendía que me estaba ocurriendo. —¿Estás bien?
—No, no lo estoy. —dije, tratando de avanzar, ella estaba tomándome del brazo.
—Los chicos y las chicas de la manada Luna azul quieren conocerte. Les he hablado de ti… Todos hablan de la velada a la luz de la luna de mañana. Será genial…
—No tengo tiempo, Wen, me siento algo mal. —dije, tratando de aparatarla.
Estaba ardiendo por dentro. Mi loba daba vueltas dentro de mí por la emoción.
Wendy pareció comprender, por suerte, que tenía que ir de urgencia al sanitario y me dejó en paz. Prometí que me uniría a ellos en un rato, para los lobos jóvenes como nosotros estas cenas eran divertidas para platicar y escuchar historias de nuestros amigos.
Entré a lavarme la cara con agua fría. Diosa luna, ¿Por qué tenía que estar así justo ahora? Mi loba parecía enloquecida. Mi madre me explicó que eso sucede cuando entramos en el periodo de apareamiento. Eso no era algo que quisiera experimentar cuando tenía que demostrar mi fuerza.
Apreté los puños. Me di cuenta que al lavarme con el agua fría, todo mi maquillaje quedó arruinado.
—Diablos. —maldije, quitando el resto del maquillaje con una toalla.
Mi madre seguro me iba a regañar si me veía así de desarreglada para un evento tan importante.
Me mantendría lejos de los ojos de las personas importantes y trataría de pasar desapercibida.
Apenas salí, caminé un poco antes de que el olor del lobo se hiciera tan fuerte que me hizo respirar con dificultad.
—¿Te encuentras bien? —preguntó una voz a mis espaldas.
No quería voltearme. Su voz, su aura, todo era muy fuerte. Si no era un alfa, sería uno muy pronto. Porque su poder se sentía como una oleada de viento fuerte. Su olor estaba volviendo loca a mi loba.
—Mira a Athius cuando él te hable, perra. —me dijo otra voz, femenina, que intentó tomarme del brazo.
Me defendí en el acto. Volteé para atacar a la chica que me acababa de insultar y casi le quiebro el brazo con mi fuerza. Miré con ferocidad.
—Es ruda. —dijo otro, riendo, eran un grupo de cuatro que me estaba observando.
Al darme vuelta con rabia, miré al lobo por el cual Silver se descontrolaba. Me exalté. Su forma humana era más imponente todavía de lo que era su poder. Tenía unos ojos tan oscuros como la noche. Su cabello, de un azabache intenso y una tez pálida que contrastaba. Sus rasgos eran misteriosos, parecía severo, malicioso incluso. Su sonrisa era lo más adictivo de ver en el mundo. Me miraba sonriente, casi menospreciándome, como si quisiera burlarse. Era tan guapo cuando hacía eso.
No me dirigió la palabra siquiera. Se limitó a mirarme con esa estúpida sonrisa suya y ayudó a la chica a ponerse de pie.
—Deja de molestar, Mina. —le dijo él, entrecerrando los ojos con suspicacia.
Ella obedeció. Me miró con un odio terrible en los ojos y se apartó del grupo, para buscar algo para beber y bailar un poco.
Quedaron dos chicos y una chica, los tres me estaban mirando. No me sentí abrumada. Yo era la hija del alfa, la dueña de esta mansión. No tenía por qué sentirme inferior a nadie aquí.
—Bienvenidos a la velada que organizamos. —dije, parándome erguida.
Esto fue un buen modo de controlar a mi loba, que estaba frenética.
El tal Athius, ese guapo y engreído tipo que estaba frente a mí, hizo una mueca burlona.
—Pues no eres lista. ¿O sí? —preguntó el otro chico al lado de Athius, uno que tenía cabello rubio. —No has mostrado respeto al príncipe Athius.
Me quedé boquiabierta. Si había sentido su gran poder e intuí que era uno de los alfas. Olvidé enteramente que la manada real podría venir aquí, no anunciaron que el rey ya estaba presente. Esto era una confusión y mi madre no estaría feliz.
Estaba en frente al hijo del mismísimo rey alfa. Sentí que temblaba de los nervios. Mi loba rugía dentro de mí para estar más cerca de él. Su fuerza debía llamarle la atención. M*****a sea, me dije a mi misma otra vez.
El se dio cuenta de mi alboroto, podía oler mi excitación. Sonrió con malicia y me señaló.
Mi respiración era completamente agitada. El se daba cuenta, eso lo hacía sonreír. Era un maldito príncipe arrogante que creía que podía hacer lo que se le antojara.Me señaló y fue cuando me di cuenta que estaba señalando específicamente mi vestido. Estaba sudada y eso hacía que mi vestido se transparentaba. No llevaba maquillaje y ahora, estaba prácticamente desnuda. Diosa luna, esto era una prueba a mi fuerza.—Disfrute la velada, mi príncipe. —dije, con una reverencia cortes.Mi madre me enseñó que tenía que tener modales, ante todo. Demostrar mi fuerza ahora, era mostrarles que no me sentía avergonzada por lo que sucedió. Yo era una guerrera poderosa y talentosa. Esto no era más que una tontería. Avancé hacia donde se encontraban mis amigos.Ellos hicieron silencio. No se lo esperaban. Los escuché murmurar y reír después. Seguramente eran los amigos del príncipe, el grupo que habría traído desde la manada real.Mi loba estaba extraña, todavía ronroneaba, murmurando el nombre del
La llegada del rey alfa al territorio de la manada Sombra de lobo fue toda una conmoción. Toda la comitiva llegó antes del mediodía. El alfa Zathun dio la bienvenida al rey y a todos los que lo acompañaban.Les concedieron las habitaciones más lujosas de la mansión. Belcekar y su esposa estarían en la suite más elegante. Toda la manada iba a ser hospedada en la gran mansión.—No eran mentiras. Las mujeres aquí son muy bellas. —dijo uno de los lobos jóvenes, Zack.Seth sonrió. Estaban ocultando las intenciones verdaderas de saquear las tierras. El acuerdo se propondría antes de la velada a la luz de la luna. El rey alfa enfrentaría a Zathun en privado para ofrecerle el acuerdo. Si lo aceptaba, no sé derramaría sangre.—El rey ha dicho que debemos especificar qué es lo que queremos antes de pactar el acuerdo. He pedido a dos omegas para que limpien mi establo. —dijo Seth, entre susurros, mientras Zack lo seguía.Se apartaron lo suficiente del grupo para que nadie los escuchara. Observar
LumenServí una taza de café para beberla rápido antes de asistir a la velada. No quería estar mucho tiempo allí, era toda una cursilería. Muchos hallaban a su compañero predestinado en la velada. La diosa luna bendecía con una unión a algunos afortunados.Y digo afortunados, porque yo escuché historias de lobos que encontraban a sus compañeros en circunstancias menos favorables. A veces, la diosa luna era caprichosa. Una tía que hacía poco falleció, encontró a su compañero en un lobo que ya tenía esposa y este la rechazó, causando que se volviera loca y perdiera por completo su fuerza.En la velada, algunos tenían la suerte de recibir la bendición. Mi madre decía que cualquier momento era bueno para encontrar a tu compañero. Ella decía, que tu loba lo reconocía primero. Para mí, eran cuentos. No quería ser grosera, pero no era justo que si te rechazaban sufrieras tanto. En lo que a mi respectaba, podía no tener un compañero nunca.Mi naturaleza de guerrera no me permitía pensar en es
Entramos al gran jardín donde la velada se llevaría a cabo. Estaba todo decorado muy bonito, guirnaldas de flores, fuentes de agua, toda clase de adornos en cada mesa. Mi madre se esmeraba mucho en que las decoraciones fueran enteramente perfectas y armoniosas. Los colores eran armoniosos. Me sentí tranquila al ver que todo estaba impecable, las personas comentaban sobre lo bonito del lugar, felicitando a los decoradores y encargados.Me quedé apreciando la belleza del jardín mientras Wendy se adelantaba a la mesa que nos correspondía. Yo tendría que saludar a muchos invitados de honor, como la hija del alfa y la luna.La rosa que crecía era de un color blanco tan bello. Me acerqué para admirarla.Alguien estaba detrás de mí. Giré para enfrentar a la persona que se acercó tanto a mí, tanto que sentí su mano pasando por arriba de mi hombro para cortar la rosa.El chico tenía el cabello rizado, los ojos verdes aceitunados y una mirada extraña. Era atractivo, fuerte, peligroso, se sentía
—Veo que eres fuerte. Puedo sentirlo. Eres una guerrera. —dijo, sonriendo, los hoyuelos se marcaron en sus perfectas mejillas. —¿Has entrenado duro?—Sí, hasta el último minuto. —dije, sonriendo también, sin poder evitarlo. —Bueno, no hasta el último minuto. Ahora estoy perdiendo el tiempo aquí.—Estas ceremonias son un mero evento para los chismosos. No hay mucho para hacer aquí. —sonrió, mirando al cielo. —Pero es una bonita noche despejada. ¿No? Si no te aterra, podrías entrenar conmigo.Me quedé sin ninguna clase de palabras para decir, estaba muda. El príncipe me acababa de ofrecer entrenar conmigo ahora mismo. Mi loba casi aúlla por la emoción.—Eres la loba plateada que vi el otro día en el bosque. Me llamó la atención tu color de pelaje, es muy especial. —Athius me observó y luego, empezó a alejarse en dirección hacia el bosque.Se estaba yendo para entrenar. Eso quería decir que ahora yo tenía dos opciones, seguirlo o quedarme y hacer como si nada hubiera sucedido. Diosa luna
El aullido era de amor, los dos lobos que se enamoraron eran bastante jóvenes. La diosa luna les otorgó su bendición. Todos estaban festejando, brindando, felicitándolos.Logré vestirme antes de que terminara el evento y llegar junto a mis padres. Ellos estaban conmocionados al verme.—Lumen, estás mojada. —dijo mi madre, apretándome del brazo. —Ve a secarte de inmediato.—¿Qué ocurre mamá? —pregunté, sin comprender el porqué de su hostilidad.Vi a mi padre hablando con el chico que no me agradó para nada. Observé como estaba de pálido mi padre. No era normal, esto no era algo bueno. Sentí que me ponía en alerta.—Ve a casa a cambiarte. —Mi madre me apretó de nuevo el brazo y noté, que estaba a punto de llorar. Luego, me abrazó con fuerza, aferrándose a mí.Lloraba, estaba muy apenada.—¿Qué le haces a mis padres? —pregunté, enfrentándome a Seth con la mirada llena de rabia.Él sonrió. Mi padre hizo un paso hacia atrás, retrocediendo. Estaba casi sometiéndose. No comprendía nada de lo
Salí del agua para tratar de trepar por las colinas, si conseguía perderme entre ese bosque, podría escapar de las garras de Athius.Fui ilusa de pensar que podría escaparme de un lobo de la manada real. El lobo saltó sobre mí sin que pudiera verlo siquiera, tumbándome, rasguñándome y cortando mi piel.—Te odio… ¡Los odio a todos! —grité, gruñendo, tratando de incorporarme para pelear.Percibí el ardor cerca de mi cuello. Las garras de Athius estaban manchadas con una poción.—Me has envenenado… —solté, no podía entender que era lo que estaba sucediéndome. —Eres un cobarde.La sensación de mareo me invadía. El tiempo se hacía lento y pesado. Mi cuerpo no respondía.—Lo siento. Es la única manera de que no te asesinen. —dijo él lobo negro, era tan enorme que me sentía indefensa cada vez que lo miraba. —Si peleas, mi padre te matará.—Como si te importara. Me han engañado, todos aquí… —murmuré con la poca fuerza que me quedaba.La poción era muy fuerte, no me dejaba pelear. La impotenci
Lumen—Desearía que me hubieras mentido... Quisiera tanto odiarte como el primer día en el que te vi. ¡Podría estar mejor ahora si quisiera matarte! —grité, mi voz, se quebraba por el dolor.La transformación fue agresiva conmigo misma. Mi pelaje de loba de plata resplandecía, ante la luna que brillaba en el cielo. En mi forma de loba, mis colmillos eran tan afilados como espadas.Y a pesar de ser tan imponente y majestuosa, no lograba mantenerme demasiado en pie, la poción que tenía corriendo por mi sangre hacía mis sentidos mucho más débiles.Imaginé que era la más fuerte, que mi manada confiaba en mí para ser la nueva alfa.Y eran todas mentiras. El enorme lobo alfa me observaba con los colmillos blancos y resplandecientes asomándose.No decía nada, yo no era de su importancia. Era un estorbo del cual, se desharía muy pronto. Su pelaje era como el manto de la noche, de un color negro majestuoso.Del doble de mi tamaño y sus garras cortaban con una facilidad sorprendente. Gruñía, es