Lumen
—Desearía que me hubieras mentido... Quisiera tanto odiarte como el primer día en el que te vi. ¡Podría estar mejor ahora si quisiera matarte! —grité, mi voz, se quebraba por el dolor.
La transformación fue agresiva conmigo misma. Mi pelaje de loba de plata resplandecía, ante la luna que brillaba en el cielo. En mi forma de loba, mis colmillos eran tan afilados como espadas.
Y a pesar de ser tan imponente y majestuosa, no lograba mantenerme demasiado en pie, la poción que tenía corriendo por mi sangre hacía mis sentidos mucho más débiles.
Imaginé que era la más fuerte, que mi manada confiaba en mí para ser la nueva alfa.
Y eran todas mentiras. El enorme lobo alfa me observaba con los colmillos blancos y resplandecientes asomándose.
No decía nada, yo no era de su importancia. Era un estorbo del cual, se desharía muy pronto. Su pelaje era como el manto de la noche, de un color negro majestuoso.
Del doble de mi tamaño y sus garras cortaban con una facilidad sorprendente. Gruñía, estaba acechándome como a una de sus presas.
Con un rugido estrepitoso que sacudió las copas de los árboles, el lobo saltó sobre mí, derribándome sin que pudiera hacer nada para defenderme. Era enorme, su fuerza era incomparable con la mía. Sentía débilmente, como me quedaba inconsciente poco a poco.
Traición. Esa era la palabra que resonaba en mi mente sin parar, un eco de derrota.
El panorama a mi alrededor fue oscureciéndose lentamente. Los sonidos se detuvieron el reflejo de la luz de la luna desapareció.
¿Por qué me hiciste esto, diosa luna? ¿Acaso no tenía un destino grandioso como guerrera?
Fue lo último en lo que pensé, mirando a la luna en el cielo, con la sangre brotando de mi hocico. Y una débil promesa que seguía latiendo, la de no abandonarme a pesar de que, todos lo habían hecho.
Dos semanas antes
—Lumen, hija. Deberías bajar a merendar algo ahora. —ordenó mi madre, que estaba ansiosa, lo notaba por el tono de su voz.
Los preparativos siempre la ponían exhausta. Mi madre y padre estaban encargándose, de ser los anfitriones para la tradicional cacería anual, del clan de la sangre de plata. Todos los eventos se llevarían a cabo en nuestro territorio. Fiestas, cenas, otros eventos sentimentales sin importancia.
Yo me había estado preparando para la cacería y solo eso me importaba.
Quería mostrar mi fuerza como hija del alfa. Mi loba estaba lista para superar a los demás y que mi padre me anunciara como la nueva líder cuando se retirara.
Prometió que lo anunciaría al final de la cacería.
Todos los lobos de las otras manadas estarían presentes en el gran anuncio.
No obstante, eso no me ponía nerviosa, estaba lista.
Entrené mucho, tanto en fuerza como en velocidad. Dejé atrás a muchos de los que entrenaban conmigo.
Tenía mucha confianza en mí misma.
Muchas manadas conformaban este clan, al menos diez. Las manadas más fuertes y la manada real. Nosotros éramos una de las manadas más poderosas de todas, nuestro nombre “Sombra de lobo”.
Mi padre, Zathun era el alfa hacía añares. Contaba con ciento cuarenta años y al menos casi cien los desempeñó como alfa. En nuestra sangre corría la magia antigua de la diosa luna, teníamos fuerza y habilidad, inteligencia y, además, corazón.
¿Por qué digo esto? Porque los lobos de otras manadas no poseen una humanidad muy notable.
El salvajismo predomina en los alfas. La sed de sangre, las cacerías, la posesión de tierras y también la esclavización de los que sobrevivían a una batalla.
Me coloqué una camiseta de color verde oscuro y unos shorts cómodos. A mi madre le iba a dar un infarto. Ella pretendía que me cambiara y estuviera lista unas tres horas antes de la cena.
La cena de apertura, del gran evento de la cacería era casi tan importante como la cacería en sí para los lobos. Se celebraría en nuestra mansión y, por lo tanto, mis padres eran los anfitriones.
Mi madre hizo una mueca de horror cuando me vio.
—¡Lumen! Debes cambiarte ahora mismo. Tenemos que estar, al menos dos horas antes por si los invitados comienzan a llegar. —dijo ella, que iba de un lado a otro, dirigiendo a los empleados para que todos supieran que hacer.
La cantidad de meseros y cocineros omegas que había en la enorme cocina era increíble. Los omegas ocupaban esa clase de trabajo, ellos eran los más débiles de la manada, no podían pelear. En la manada, se les ofrecía protección y trabajo. Los protegíamos de los peligros que representaban los otros lobos de territorios enemigos.
Aquí, los omegas tenían su propio salario y libertad. No era como en las otras manadas, donde los lobos que no podían pelear se transformaban en esclavos.
—Lo haré. Luego de entrenar un poco más. —dije, sonriendo con complicidad.
Observé que mi padre se acercaba, estaba bajando las escaleras. Habló con su beta, que estaba allí también, ayudando con la organización.
—Hija. —me saludó, yo siempre había sido consentida por mi padre.
—Papá. Mamá no deja que vaya a entrenar un poco. —objeté, mirándolo con los ojos brillantes.
—Lysa. —Papá observó a mi madre con algo de reproche. —Sabes que Lumen es una loba guerrera. Es la más fuerte de la manada después de mí. Esta manada dependerá de ella cuando se convierta en alfa y yo le dé el mando al final de esta cacería.
Sus ojos brillaron de orgullo. Lo abracé. Desde que era pequeña, mi padre me decía que sería muy fuerte. Me entrenó desde que era una pequeña cachorra de loba que apenas si podía correr.
Mi madre me miró con una sonrisa.
—Es cierto. A veces olvido que además de ser la más hermosa de todas las chicas de dieciocho años, también eres la más fuerte. —sonrió, abrazándome. —Ve a entrenar, mi amor, tendré listo tu vestido y a la estilista para que te peine.
Cumplí con mi objetivo. Sonreí.
—Los amo. —me despedí rápidamente, mis padres realmente eran buenos conmigo.
Estaban orgullosos de mí. En la escuela, tenía notas excelentes, este año había terminado y me gradué de la secundaria con honores. Pronto tendría el honor de ser nombrada la siguiente alfa.
Salí de la mansión por una de las ventanas, transformándome en loba. Mi forma era del color de la plata, brillante y con pelaje suave. Me introduje en el bosque corriendo entre los árboles frondosos, mezclándome con ellos.
Nuestro territorio, se extendía abarcando kilómetros y kilómetros. Yo lo conocía de memoria, cada parte, cada rincón.
O al menos, eso fue lo que creí. Debí seguir corriendo sin rumbo alguno por el bosque, hasta escapar de mi destino.
Hubiera sido una opción más amable para mí.
Me dirigí hacia el corazón del bosque de nuestro territorio. No teníamos permitido ir mucho más allá. Como lobos jóvenes, no se nos permitía explorar sin la compañía de alguno de los más experimentados.Yo salí del territorio muchas veces con mi padre, conocía a otras manadas y también estudiaba sus costumbres.Descubrí que muchos tenían reglas que me parecían horribles. Incluso había manadas donde las lobas no podían ascender a rangos altos.Sentí el viento entre mis patas, en mi pelaje. Me sentía tan viva cuando era una loba, correr, trepar, cazar. La velocidad que alcanzaba, todo eso me hacía sentir más viva que nunca.Bauticé a mi loba como Silver, porque era tan preciosa que no se me ocurría otro nombre que le hiciera justicia.—¿Preparada? Van a nombrarnos. —le dije a mi loba, conectándonos en nuestro enlace mental.—Por supuesto. Somos fuertes. —rugió Silver, dando vueltas, eso me pareció extraño.Estaba bastante alborotada.—¿Qué sucede? —pregunté, algo incómoda por su compor
NarradorEn la gran sala este de la mansión de la manada Lamento de Sangre, la reunión se llevaba a cabo.Allí, en el centro, Belcekar, el rey alfa, discutía sobre los asuntos que apremiaban. Su hijo se había marchado ya hacia la celebración de la primera cena que inauguraba la temporada de eventos de la gran cacería.La mansión de la manada real era de un tamaño magistral. Allí, vivían casi cien lobos con distintos rangos y utilidades. Los más poderosos tenían cuartos lujosos y una vida de millonarios. Los más débiles, eran esclavos que usaban para las tareas que nadie quería realizar. El lugar estaba repleto de tesoros de todas las conquistas que ganaron. No había una sola expedición que no hubieran ganado. La manada era sumamente poderosa.Contaban con una fuerza de al menos treinta lobos de gran poder para pelear. Todos bajo el mando del gran hijo del alfa, Athius, que comandaba a los lobos de una manera excepcional, colmando de victorias a la manada.Belcekar poseía cerca de tres
Lumen—Te ves increíblemente hermosa, amiga mía. Los deslumbrarás a todos. —dijo Wendy, cuando me indicó que podía verme en el espejo.Ya estaba lista. El vestido que me puse acrecentaba mis formas femeninas. El color violeta me sentaba bien. Mi cabello ondulado y castaño caía por debajo de mis hombros.Abracé a Wendy.—Tú también te ves maravillosa. —sonreí, era cierto, ella también se veía muy bonita.En esta manada, las mujeres poseíamos una belleza natural notable. Todos en otras manadas nos lo recordaban.Mi madre llegó para buscarme para que llegáramos juntas y así, diera comienzo la gran cena. Entramos a la enorme sala con la cabeza en lo alto. Sentí las miradas de todos al entrar.Dentro de esta sala había al menos más de cien invitados. Estaban aquí, ya habían llegado y por el apretón leve de mi madre, era un poco tarde. Mi padre ya estaba en el centro de la reunión con los otros alfas. El olor de un alfa era característico, su poder era tan grande que se sentía en los huesos
Mi respiración era completamente agitada. El se daba cuenta, eso lo hacía sonreír. Era un maldito príncipe arrogante que creía que podía hacer lo que se le antojara.Me señaló y fue cuando me di cuenta que estaba señalando específicamente mi vestido. Estaba sudada y eso hacía que mi vestido se transparentaba. No llevaba maquillaje y ahora, estaba prácticamente desnuda. Diosa luna, esto era una prueba a mi fuerza.—Disfrute la velada, mi príncipe. —dije, con una reverencia cortes.Mi madre me enseñó que tenía que tener modales, ante todo. Demostrar mi fuerza ahora, era mostrarles que no me sentía avergonzada por lo que sucedió. Yo era una guerrera poderosa y talentosa. Esto no era más que una tontería. Avancé hacia donde se encontraban mis amigos.Ellos hicieron silencio. No se lo esperaban. Los escuché murmurar y reír después. Seguramente eran los amigos del príncipe, el grupo que habría traído desde la manada real.Mi loba estaba extraña, todavía ronroneaba, murmurando el nombre del
La llegada del rey alfa al territorio de la manada Sombra de lobo fue toda una conmoción. Toda la comitiva llegó antes del mediodía. El alfa Zathun dio la bienvenida al rey y a todos los que lo acompañaban.Les concedieron las habitaciones más lujosas de la mansión. Belcekar y su esposa estarían en la suite más elegante. Toda la manada iba a ser hospedada en la gran mansión.—No eran mentiras. Las mujeres aquí son muy bellas. —dijo uno de los lobos jóvenes, Zack.Seth sonrió. Estaban ocultando las intenciones verdaderas de saquear las tierras. El acuerdo se propondría antes de la velada a la luz de la luna. El rey alfa enfrentaría a Zathun en privado para ofrecerle el acuerdo. Si lo aceptaba, no sé derramaría sangre.—El rey ha dicho que debemos especificar qué es lo que queremos antes de pactar el acuerdo. He pedido a dos omegas para que limpien mi establo. —dijo Seth, entre susurros, mientras Zack lo seguía.Se apartaron lo suficiente del grupo para que nadie los escuchara. Observar
LumenServí una taza de café para beberla rápido antes de asistir a la velada. No quería estar mucho tiempo allí, era toda una cursilería. Muchos hallaban a su compañero predestinado en la velada. La diosa luna bendecía con una unión a algunos afortunados.Y digo afortunados, porque yo escuché historias de lobos que encontraban a sus compañeros en circunstancias menos favorables. A veces, la diosa luna era caprichosa. Una tía que hacía poco falleció, encontró a su compañero en un lobo que ya tenía esposa y este la rechazó, causando que se volviera loca y perdiera por completo su fuerza.En la velada, algunos tenían la suerte de recibir la bendición. Mi madre decía que cualquier momento era bueno para encontrar a tu compañero. Ella decía, que tu loba lo reconocía primero. Para mí, eran cuentos. No quería ser grosera, pero no era justo que si te rechazaban sufrieras tanto. En lo que a mi respectaba, podía no tener un compañero nunca.Mi naturaleza de guerrera no me permitía pensar en es
Entramos al gran jardín donde la velada se llevaría a cabo. Estaba todo decorado muy bonito, guirnaldas de flores, fuentes de agua, toda clase de adornos en cada mesa. Mi madre se esmeraba mucho en que las decoraciones fueran enteramente perfectas y armoniosas. Los colores eran armoniosos. Me sentí tranquila al ver que todo estaba impecable, las personas comentaban sobre lo bonito del lugar, felicitando a los decoradores y encargados.Me quedé apreciando la belleza del jardín mientras Wendy se adelantaba a la mesa que nos correspondía. Yo tendría que saludar a muchos invitados de honor, como la hija del alfa y la luna.La rosa que crecía era de un color blanco tan bello. Me acerqué para admirarla.Alguien estaba detrás de mí. Giré para enfrentar a la persona que se acercó tanto a mí, tanto que sentí su mano pasando por arriba de mi hombro para cortar la rosa.El chico tenía el cabello rizado, los ojos verdes aceitunados y una mirada extraña. Era atractivo, fuerte, peligroso, se sentía
—Veo que eres fuerte. Puedo sentirlo. Eres una guerrera. —dijo, sonriendo, los hoyuelos se marcaron en sus perfectas mejillas. —¿Has entrenado duro?—Sí, hasta el último minuto. —dije, sonriendo también, sin poder evitarlo. —Bueno, no hasta el último minuto. Ahora estoy perdiendo el tiempo aquí.—Estas ceremonias son un mero evento para los chismosos. No hay mucho para hacer aquí. —sonrió, mirando al cielo. —Pero es una bonita noche despejada. ¿No? Si no te aterra, podrías entrenar conmigo.Me quedé sin ninguna clase de palabras para decir, estaba muda. El príncipe me acababa de ofrecer entrenar conmigo ahora mismo. Mi loba casi aúlla por la emoción.—Eres la loba plateada que vi el otro día en el bosque. Me llamó la atención tu color de pelaje, es muy especial. —Athius me observó y luego, empezó a alejarse en dirección hacia el bosque.Se estaba yendo para entrenar. Eso quería decir que ahora yo tenía dos opciones, seguirlo o quedarme y hacer como si nada hubiera sucedido. Diosa luna