Nuevamente los noticieros más importantes del país presentan sus titulares principales enfocándose a la fuerte crisis económica que está afectando al mundo. Como cada noche mi copa de vino me hace compañía en este solitario salón en la mansión que habito y por más que posea una piscina, cancha de tenis, gimnasio y hasta una inmensa biblioteca; nada de eso sirve para relajarme en estos momentos.
Mi mente no deja de pensar en lo difícil que se está tornando la situación económica del imperio hotelero Cabassi. No importa cuánto posgrado en economía ostente o cuanto conocimiento en gerencia empresarial posea, sin una inyección de capital para apuntalar la productividad de la empresa de una mejor manera, las miles de familias alrededor del mundo que dependen de los salarios que nosotros le pagamos se verán en riesgo por vernos obligados a hacer un gran recorte de personal para de esta manera reducir los costos operativos.
—Piensa Kaie, piensa. — me repito mientras intento escuchar las novedades de la situación actual. —la estrategia la tienes, pero ¿de dónde sacaras el capital? — me vuelvo a preguntar.
Desde que mis padres fallecieron en aquel accidente aéreo hace siete años atrás, cada día que pasa me siento responsable por mantener todo esto a flote, no puedo fallarle a toda la gente que depende de mí, no puedo fallarle a mi padre…
Apago la televisión, me levanto del sofá y con mi copa de vino en mano, camino hacia mi biblioteca con la esperanza de que alguna de las cientos de revistas de economía que me llegaron en este último año, tengan una respuesta mágica.
—Ir a pedir un préstamo al banco definitivamente no es una opción, eso solo empeoraría la situación. — me digo en voz alta a modo de advertencia para no cometer una estupidez. —vender acciones solo debilitara la imagen, además no es un buen escenario para hacerlo…—
Entro a la biblioteca, me siento en la gran y cómoda silla ubicada detrás de mi escritorio, apoyo la copa y observo el pilón de revistas que hay sobre el mismo. —Fortune, El economista, Fortune, Forbes, El Confidencia… ¿con cuál empiezo? — muevo las revistas con mi mano y de repente entre ellas aparece el sobre que estuve evitando abrir durante todos estos meses… lo tomo entre mis manos y leo una vez más el remitente.
“Bufete de abogados Armendia.”
—Ya paso tiempo, supongo que es hora de saber qué es lo que quiere el abogado de mi abuelo. — digo intentando convencerme y agarro el abridor de sobres que tengo y finalmente me atrevo a abrirlo. Quito la carta que hay adentro, la desdoblo y la leo.
“Señorita Kaie Cabassi,
Por la mediante carta le recordamos del citatorio para la lectura del testamento de su abuelo Dante Cabassi, recuerde que, si no se presenta antes del 31 de diciembre del presente año, la herencia pasara a manos de una fundación que ha sido elegida por parte del señor Cabassi. La dirección de nuestra oficina se encuentra al final de esta carta.
Sinceramente,
Dr. Armendia.”
—¿Esta fue tu manera de pedirme perdón abuelo? — pregunto a la nada.
Siete años sin hablarme después de aquel accidente del cual él me culpo y después me deja como su única heredera. Nunca pude sacarle de la cabeza que yo no fui la culpable de que mis padres murieran en aquel accidente que tuvieron con el avión privado cuando iban a mi graduación en Londres… nunca pude decirle que a mí me dolió mucho más su muerte…
«¿Y si esta es la solución? Después de todo, tu abuelo era asquerosamente millonario.» pienso y quiero creer que no seré la típica nieta interesada por la fortuna de su abuelo, después de todo, podría haberla reclamado hace un año atrás y no lo hice, ¿no?
—Bueno abuelo, creo que aceptare tus disculpas, pero no lo hare por mí, lo hare por toda esa gente que confía en mi… no quiero tener que hacer despidos masivos. — me justifico tal y como si alguien pudiera escucharme, pero sé que solo se escucha mi voz en esta enorme mansión.
El ruido de mi celular me interrumpe y al mirar la pantalla sonrió…
“Álvaro llamando.”
Sin pensarlo dos veces respondo a su llamado —¡Álvaro! ¡Gracias por leer mis pensamientos, necesito hablar contigo! — digo sin dejarlo hablar.
—Hola, ¿de que necesitas hablar? — cuestiona.
—¿Por qué mejor no te vienes a casa y tomamos unas copas mientras te cuento? Necesito a mi mejor amigo más que nunca. — propongo.
—Está bien, ya voy para allá. — accede.
—Love you! — le digo demasiado feliz y ríe.
—See you! — rebate y termina la llamada.
Nunca me cansare de agradecerle a la vida de tenerlo a él en mi vida y aunque por momentos mi mejor amigo se niegue a contarme sus secretos, sé que puedo confiarle mi vida entera, es el único que siempre estuvo ahí para mi… supongo que el que sea gay ayuda a que nunca se haya enamorado de mí y lo arruinemos todo, al menos eso quiero pensar…
«Él me va a decir si lo que estoy por hacer es bueno o no…me dará la señal que necesito.
Solo tuve que pedirle que venga y aquí está mi mejor amigo desde la secundaria. Abro la puerta, lo dejo pasar y verlo con su camisa azul y corbata me hace sonreír —¿Qué haces con camisa y corbata a esta hora? Hace rato salimos de la oficina. — le regaño y sin rodeos llevo mis manos al nudo de su corbata para quitársela —relájate, así nunca conseguirás novio. — bromeo y sus ojos se abren de par en par.—¿Qué dices Kai? — me pregunta y sabe que es el único al que lo dejo llamarme así. —Nada… nada. — digo nerviosa cuando termino de quitarle la corb
Al día siguiente: No sé ni qué hora es cuando escucho un golpe en la puerta y antes de que pueda responder, Álvaro entra con una bandeja en sus manos. —buenos días, Kai. — dice mientras que yo intento acomodarme en la cama. —¿Qué hora es? ¿me quede dormida? — pregunto desorientada mientras él se sube a la cama y yo busco mi celular en la mesita de noche —¿seis y treinta? ¿a qué hora te levantaste? —
El sonido de mis tacones sobre el piso de madera hace eco en esta amplia oficina donde el licenciado Armendia me hizo pasar. Él toma asiento en la silla ubicada detrás de su escritorio y yo hago lo mismo en una de las cómodas sillas ubicadas del lado opuesto. Acomodo la falda de mi vestido negro y lo miro expectante —lo escucho licenciado. — sentencio y por algún motivo que desconozco sonríe. —Su abuelo me había hablado mucho de usted, me conto que era una mujer impaciente y de carácter fuerte. — comenta.—Qué bueno que me conociera, ahora, si me di
[Un par de horas después]Estoy en la encrucijada más grande de mi vida, buscar un hombre con quien casarme, aceptar la herencia de mi abuelo y salvar a todos los empleados que podrían quedar en la calle, o simplemente dejar las cosas como están y empezar con el plan para cerrar los hoteles y echar a toda esa gente. —Buenos días, señorita Cabassi. — me saluda Cristina amablemente cuando entro al edificio.—Buenos días, Cristina, que
(Esa misma noche)Por mi mente pareciera que paso un huracán y lo desordeno absolutamente todo, por mi vida ni se diga, pareciera haber sido sacudida por un terremoto que movió todo y ahora me encuentro intentando ordenar un desorden infernal. Muchas cosas en poco tiempo, decisiones, confesiones y sobre todo cambios.La luz de mi oficina es la única que aún permanece encendida de todo este piso, y es que me quede hasta esta hora haciendo un análisis de
3 semanas después:Mi vida dio un giro tan abrupto, que dejo todo tambaleando y a mí con más dudas que certezas. La única cosa que tengo en claro, es que necesito esa herencia para no caer en la crisis que está llevando a muchas empresas a la quiebra, después, el resto, sigue siendo una gran incógnita. Hoy es mi boda con Álvaro, una muy sencilla, pero cumpliendo con las pautas que dejo escritas mi abuelo en su testamento. Al parecer, era un hombre muy romántico o simplemente buscaba volverme loca, ya que dejo estipulado hasta el lugar
Horas más tarde De pasar de no querer saber nada con casarme después de lo sucedido con Diego en mi fallida boda, a tener la boda que Álvaro y yo tuvimos y la fiesta que su madre nos preparó, es algo para lo que no estaba preparada. Bailar nuestra primera canción como novios, el brindis que él hizo, cortar el pastel y bailar junto a los invitados fingiendo que todo esto era el sueño de mi vida, definit
Al día siguiente (Domingo):«¿Por qué no habré cerrado la cortina?» me reclamo mientras llevo una de mis almohadas a mi rostro para intentar cubrirme del sol, pero es inútil seguir durmiendo… ya me desperté y volver a conciliar el sueño es todo un reto para mí. Abro las sabanas entre mis quejas lanzo la almohada a un costado y me levanto de la cama para como cada mañana ir a la cocina por mi té. Muevo mi cabeza de un lado a otro intentando descontractu