[Un par de horas después]
Estoy en la encrucijada más grande de mi vida, buscar un hombre con quien casarme, aceptar la herencia de mi abuelo y salvar a todos los empleados que podrían quedar en la calle, o simplemente dejar las cosas como están y empezar con el plan para cerrar los hoteles y echar a toda esa gente.
—Buenos días, señorita Cabassi. — me saluda Cristina amablemente cuando entro al edificio.
—Buenos días, Cristina, que tengas lindo día. — le saludo.
—Muchas gracias, igualmente. — responde y sigo mi camino hasta llegar al ascensor mientras que el resto de los empleados que caminan por el lobby me van saludando.
Subo al ascensor, presiono el botón número 40 y me apoyo contra la pared mientras que mi cabeza da mil vueltas a la idea de que es lo que debo hacer. Simplemente no sé qué hacer, no puedo ir por la calle poniendo un anuncio que diga “se busca esposo para heredar una fortuna” es simplemente una locura.
Las puertas del ascensor se abren en el último piso y al salir, me encuentro con los administradores de la cadena de suministro que están saliendo de la sala de juntas. Los saludo a medida que me los cruzo por el pasillo y al parecer la reunión fue de maravilla porque todos están sonrientes y muy animados. Avanzo hasta llegar a la sala de juntas y entro.
—Ya llegué. — le digo a Álvaro que está recogiendo unos folders de la mesa.
—¿Y cómo te fue? — me pregunta terminando con su tarea y se acerca a mí.
—Es un desastre… ¿tienes tiempo para que te cuente? — le pregunto y asiente.
—Claro, vamos a tu oficina. — propone llevando una de sus manos a la parte baja de mi espalda y así haciendo que caminemos.
—¿Y a ti como te fue en la reunión? — cuestiono mientras vamos avanzando.
—Muy bien, les agrado tu propuesta y en 48 horas tendrán las proyecciones financieras y comparativas de costo listas. — anuncia.
—Qué bueno, al menos una buena noticia. — digo mientras abro la puerta de mi oficina. —cierra por favor. — le pido una vez que entramos. Cuelgo mi bolso en el perchero que tengo al lado del sofá color blanco que hay en mi oficina y después me siento — ponte cómodo. — propongo señalando el sofá que está justo en frente y él rápidamente se sienta.
—Cuéntame que paso. — me pide mientras deja los folders encima del sofá.
Sus ojos azules se fijan en mí y espera pacientemente —resulta que al parecer mi abuelo multiplico su fortuna considerablemente en los años que no nos hablamos. — comienzo diciendo —la herencia de mi abuelo está estipulada en unos $19.5 billones de dólares entre propiedades, empresas, acciones, efectivo, y demás cosas. —
—¡¿Qué? — exclama.
—Como lo oyes, yo pensaba que mi abuelo era simplemente millonario, pero no, era el quinto hombre más rico del país. — digo hasta sin poder creérmelo.
—Impresionante… es más de lo que te hace falta para el proyecto. — comenta.
—Claro que lo es, es más, con ese dinero podría llevar a cabo muchísimos proyectos que podrían no solo evitar los despidos, sino que podría generar fuentes de empleos para personas de bajos recursos y hasta podría hacer ese hospital que tanto sueño hacer en Tanzania. — explico y me sonríe.
—Siempre tan altruista tu…— comenta sonriente —desde los 20 años que tienes ese sueño. — comenta con un tono que me hace sonreír.
—Sabes que nunca fui la misma después de pasar aquel año en Tanzania junto a los cuerpos de paz. — explico.
—Lo sé y eso te hace una persona increíble, lo tienes todo y aun así te das tiempo para preocuparte por los demás…— comenta haciendo que mis mejillas se enrojezcan un poco.
—Lo que pasa es que no todo es tan fácil. — digo finalmente.
—¿Por qué lo dices? — cuestiona un poco más serio.
—Para resumírtelo, mi abuelo dejo una cláusula para que herede su fortuna. —
—¿Cuál? —
—Para heredar la primera mitad de la fortuna, me tengo que casar y para poder heredar el resto, tengo que tener un hijo con mi esposo. Además, no me puedo divorciar por un periodo de cinco años. — explico sin anestesia.
—¡¿Qué?! —
—Lo que escuchas… lo peor es que tengo 48 horas para decidir y tan solo un mes para casarme…—
—Es una locura…— dice al igual que lo pensé yo.
—Lo sé, y tengo mucha rabia porque ese dinero no solo ayudaría a que podamos seguir como estamos, sino que también podría llevar a cabo el proyecto de los hoteles ecológicos en zonas donde no hay mucho desarrollo ni empleos, ni hablar del hospital en Tanzania ni de cómo las empresas de mi abuelo podrían crecer para generar más empleos… son tantos beneficios, pero… esta esa cláusula… ¿de dónde sacare un hombre confiable que quiera casarse conmigo y tener un hijo sin querer quedarse con la mitad de la fortuna después? — cuestiono y es que realmente estoy muy frustrada.
Echo mi cabeza hacia atrás, cierro mis ojos y respiro profundo en medio del silencio que se formó en esta oficina —Kai…— me llama Álvaro y al abrir mis ojos, su mirada azul esta clavada en mí.
—¿Qué? — pregunto sin entender.
—Casémonos. — propone y creo que lo escuche mal.
—¿Qué? — cuestiono sin entender nada.
—Lo que oyes, casémonos y podrás llevar a cabo todos esos sueños. —
—Algunos son los tuyos también…— corrijo.
—Con más razón, casémonos. — insiste.
—Pero….— intento decir.
«Es una locura… él es gay…»
—Mira, nos casamos, heredas la fortuna y cumplimos todas esas metas y sueños. — explica.
—¿Y el hijo? Si no tengo un hijo con mi esposo en un periodo de un año tendré que regresar lo que ya heredaré al principio. — explico.
—Pues, tengamos un hijo entonces… sabes que me gustan los niños. — dice como si se tratara de cualquier cosa.
—Álvaro, no podemos adoptar… ni vientre de alquiler, ni inseminación artificial… ¿entiendes? — explico.
—Sí, lo entiendo… pero ¿Cuál es el problema? — cuestiona como si fuera cualquier cosa.
Rio de nervios e intento controlarme —primero que nada, somos amigos… segundo, no estamos enamorados y tercero…— digo dejando la frase en el aire.
Él no dice nada, simplemente se levanta del sofá, se acerca a mí y se sienta a mi lado —¿y tercero? — presiona.
—Álvaro, no me lo tomes a mal… pero, eres gay… tu sueño no es estar conmigo… además, para hacer un bebe hay que… ya sabes. — explico nerviosa y por algún motivo él se ríe. —no entiendo, ¿de qué te ríes? — pregunto confundida.
—¿De dónde sacaste tu que yo soy gay? — me pregunta y para mi sorpresa mueve un mechón de mi cabello a un lado.
—Nunca te vi con ninguna chica… eres muy minucioso con muchas cosas y siempre sales con “amigos” cuando no estás conmigo... —
—¿Y eso me hace gay? — me pregunta divertido y solo encojo mis hombros —Kai… si no me viste con ninguna chica, es porque llevo años enamorado de una mujer que nunca me vio como un hombre sino como su mejor amigo. — me dice y acaricia mi rostro con delicadeza.
«Esto tiene que ser una broma…»
—Alva… yo…— intento decir, pero lleva sus dedos a mis labios.
—Lo sé, no me amas, no te sientes atraída a mí y eso lo acepto… siempre lo hice, pero mira, esto no se trata de amor ni de nada de todo eso, se trata de seguir adelante con los hoteles, de proteger a esas familias y de incluso cumplir tus sueños… acepta casarte conmigo, te juro que no te pediré nada a cambio y si no funciona nos divorciamos y ya. — propone.
—¿Y el bebé? —
—Vamos improvisando…— dice divertido —además, si no me equivoco, no confías en los hombres, pero si querías tener un hijo, ¿no? — me pregunta haciéndome reír.
—Sola… lo iba a tener sola. — explico.
—Bueno, en vez de pagar para que te embaracen y eso… ya sabes…— dice entre risas nerviosas.
—Dios… ¿Por qué siempre tienes que decir las cosas de una manera que me convences? —
—Porque te conozco… porque sé cómo eres y porque nunca haría nada para dañarte. Firmaremos el acuerdo que tú quieras y aclararemos cualquier punto que necesites aclarar, pero piénsalo. — me asegura.
—¿Me das hasta la noche? — le pido y sonríe.
—Te invito a cenar y me cuentas durante la cena, no dejes que lo que te dije que siento por ti influya… si no lo dije hasta ahora, es porque te respeto. — me dice y sin más se levanta, toma los folders del otro sofá y se va de mi oficina dejándome aquí con toda esta información dando vueltas.
(Esa misma noche)Por mi mente pareciera que paso un huracán y lo desordeno absolutamente todo, por mi vida ni se diga, pareciera haber sido sacudida por un terremoto que movió todo y ahora me encuentro intentando ordenar un desorden infernal. Muchas cosas en poco tiempo, decisiones, confesiones y sobre todo cambios.La luz de mi oficina es la única que aún permanece encendida de todo este piso, y es que me quede hasta esta hora haciendo un análisis de
3 semanas después:Mi vida dio un giro tan abrupto, que dejo todo tambaleando y a mí con más dudas que certezas. La única cosa que tengo en claro, es que necesito esa herencia para no caer en la crisis que está llevando a muchas empresas a la quiebra, después, el resto, sigue siendo una gran incógnita. Hoy es mi boda con Álvaro, una muy sencilla, pero cumpliendo con las pautas que dejo escritas mi abuelo en su testamento. Al parecer, era un hombre muy romántico o simplemente buscaba volverme loca, ya que dejo estipulado hasta el lugar
Horas más tarde De pasar de no querer saber nada con casarme después de lo sucedido con Diego en mi fallida boda, a tener la boda que Álvaro y yo tuvimos y la fiesta que su madre nos preparó, es algo para lo que no estaba preparada. Bailar nuestra primera canción como novios, el brindis que él hizo, cortar el pastel y bailar junto a los invitados fingiendo que todo esto era el sueño de mi vida, definit
Al día siguiente (Domingo):«¿Por qué no habré cerrado la cortina?» me reclamo mientras llevo una de mis almohadas a mi rostro para intentar cubrirme del sol, pero es inútil seguir durmiendo… ya me desperté y volver a conciliar el sueño es todo un reto para mí. Abro las sabanas entre mis quejas lanzo la almohada a un costado y me levanto de la cama para como cada mañana ir a la cocina por mi té. Muevo mi cabeza de un lado a otro intentando descontractu
—¡Kai, ábreme la puerta, hablemos! — me grita Álvaro del otro lado de la puerta y yo me siento como cuando me daban esos ataques de pánico después de la muerte de mis padres. Me abrazo a mis piernas sentada en el suelo de espalda a la puerta y me vuelvo a preguntar ¿qué es lo que me sucede? ¿Por qué de repente sentí esas ganas de huir? No me reconozco… yo suelo enfrentar la situación, no huir de ella. Después de haberme duchado y arreglado, salgo de la habitación una vez más y esta vez es diferente, voy siendo consciente de mi encuentro con él, voy queriendo perderme en su mirada una vez más. Termino de atravesar el pasillo, voy hacia el salón y ahí lo encuentro sentado en el sofá revisando su celular. Su cabello aun es víctimas de la humedad del agua y su perfume aun intoxica el ambiente mientras se asienta en su piel, me quedo inmóvil parada detrás del sofá que esta frente al que está sentado y levanta su mirada. —¿traje de baño? — pregunta al verme con mi vestido veraniego que deja entrever que llevo mi traje de baño puesto. Me desconozco dejándome llevar de esta manera, pero al mismo tiempo no puedo dejar de besarlo ni impedir que él me bese. No sé si es amor, deseo o qué, pero siento que mi piel quema ante el tacto de la yema de sus dedos que se pasean por mis brazos, por mi espalda y mi cuello. —Pídeme que me detenga antes de que no pueda hacerlo. — susurra sobre mis labios. —No quiero que lo hagas. — confieso y sonríe. —¿Te arrepientes? — me pregunta mientras me tiene abrazada a él acostados aun sobre la toalla que fue testigo de lo ocurrido aquí en la proa de este yate. «¿Me arrepiento?» esa es una buena pregunta.—No. — respondo de inmediato.—Entonces, ¿Por qué este silencio? — me pregunta finalmente y sé11. Sentimientos Libres
12. Dejándonos Llevar
13. ¿Te Arrepientes?