Al día siguiente (Domingo):
«¿Por qué no habré cerrado la cortina?» me reclamo mientras llevo una de mis almohadas a mi rostro para intentar cubrirme del sol, pero es inútil seguir durmiendo… ya me desperté y volver a conciliar el sueño es todo un reto para mí. Abro las sabanas entre mis quejas lanzo la almohada a un costado y me levanto de la cama para como cada mañana ir a la cocina por mi té.
Muevo mi cabeza de un lado a otro intentando descontractu
—¡Kai, ábreme la puerta, hablemos! — me grita Álvaro del otro lado de la puerta y yo me siento como cuando me daban esos ataques de pánico después de la muerte de mis padres. Me abrazo a mis piernas sentada en el suelo de espalda a la puerta y me vuelvo a preguntar ¿qué es lo que me sucede? ¿Por qué de repente sentí esas ganas de huir? No me reconozco… yo suelo enfrentar la situación, no huir de ella. Después de haberme duchado y arreglado, salgo de la habitación una vez más y esta vez es diferente, voy siendo consciente de mi encuentro con él, voy queriendo perderme en su mirada una vez más. Termino de atravesar el pasillo, voy hacia el salón y ahí lo encuentro sentado en el sofá revisando su celular. Su cabello aun es víctimas de la humedad del agua y su perfume aun intoxica el ambiente mientras se asienta en su piel, me quedo inmóvil parada detrás del sofá que esta frente al que está sentado y levanta su mirada. —¿traje de baño? — pregunta al verme con mi vestido veraniego que deja entrever que llevo mi traje de baño puesto. Me desconozco dejándome llevar de esta manera, pero al mismo tiempo no puedo dejar de besarlo ni impedir que él me bese. No sé si es amor, deseo o qué, pero siento que mi piel quema ante el tacto de la yema de sus dedos que se pasean por mis brazos, por mi espalda y mi cuello. —Pídeme que me detenga antes de que no pueda hacerlo. — susurra sobre mis labios. —No quiero que lo hagas. — confieso y sonríe. —¿Te arrepientes? — me pregunta mientras me tiene abrazada a él acostados aun sobre la toalla que fue testigo de lo ocurrido aquí en la proa de este yate. «¿Me arrepiento?» esa es una buena pregunta.—No. — respondo de inmediato.—Entonces, ¿Por qué este silencio? — me pregunta finalmente y sé11. Sentimientos Libres
12. Dejándonos Llevar
13. ¿Te Arrepientes?
(Horas más tarde)Después de haber ido a almorzar al Bayside Market y navegar un poco más, regresamos a la casa y ahora es el momento donde no sé cómo continuar con esto. Me mira detenidamente apoyado contra el respaldar del sofá y yo me pongo nerviosa —¿Qué? — pregunto sin poder aguantar la manera que me mira.Él se cruza de brazos y sonríe de lado haciendo que mi mundo tiemble —nada, solo me pregunto si las reglas siguen igual o cambiaron. — come
(Al día siguiente) La alarma suena a todo volumen haciéndome sobresaltar de la cama —¡auch! — escucho cuando sin querer golpeo algo con mi mano y al voltear a ver, a mi lado esta Álvaro enredado entre las sabanas «¿Cómo es que llegamos aquí?» me pregunto y la manera que me mira en estos momentos, me hace dudar de todo. Rápidamente apago la alarma y vuelvo a mirarlo —no lo recuerdas, ¿no? — me pregunta y entrecierro mis ojos.—¿De
Había tenido en cuenta muchas cosas cuando decidí casarme con Álvaro para poder cobrar la herencia de mi abuelo, pero quizás me olvide de un pequeño detalle… la mirada de todos los empleados al ver a la CEO de la compañía casada con su mano derecha. Se que muchos conocen la fuerte amistad que existe entre Álvaro y yo, también sé que quizás muchos piensen que teníamos un romance secreto y tal vez, muchos otros creerán que Álvaro es un interesado que consiguió embaucar a la joven millonaria. No tengo intención alguna de sacar a cada uno de ellos de su manera de pensar, al final del día, cada uno es libre de pensar y opinar lo que quiera siempre y cuando no ofendan a la otra persona, ¿no?
Llevo más de cuatro horas resolviendo problemas, ya hablé con el abogado, ya pacté una cita con él para mañana y así firmar los documentos correspondientes, también pedí que reunieran a todos directivos de las diferentes áreas de la empresa para dentro de dos horas y solo me queda ultimar los detalles de mi presentación. Estoy completamente concentrada en las diapositivas de la presentación, cuando golpean a mi puerta —¡adelante! — digo lo suficientemente alto para que me escuchen y rápidamente la puerta se abre.Último capítulo