(Esa misma noche)
Por mi mente pareciera que paso un huracán y lo desordeno absolutamente todo, por mi vida ni se diga, pareciera haber sido sacudida por un terremoto que movió todo y ahora me encuentro intentando ordenar un desorden infernal. Muchas cosas en poco tiempo, decisiones, confesiones y sobre todo cambios.
La luz de mi oficina es la única que aún permanece encendida de todo este piso, y es que me quede hasta esta hora haciendo un análisis detallado de toda la situación actual de la empresa y de cómo poder salir adelante, definitivamente la herencia de mi abuelo es vital para continuar antes de que la crisis haga que la torre de naipes que llevo sosteniendo durante estos meses, se derribe haciendo que mi esfuerzo sea en vano.
La alarma de mi celular suena y al mirar la pantalla, respiro profundo.
“Cena con Álvaro a las 9:00pm en Baires Grill.”
—Bueno Kaie, es mejor que vayas…— me aliento sabiendo que me espera una conversación con él.
«Todavía no puedo creer que este enamorado de mí, ¿Cómo no me di cuenta antes? Sobre todo, ¿Cómo llegue a creer que era gay?» pienso mientras recojo mis cosas.
[…]
Una vez que llego al restaurante, dejo mi auto en el área de valet parking y bajo sintiendo más nervios que nunca. «¿Estaré haciendo bien?» me pregunto mientras voy hacia la entrada.
—Welcome to Baires Grill. — me dice amablemente uno de empleados mientras me abre la puerta.
—Thank you. — respondo y al ir hacia el atril donde está la hostess del restaurante, le explico que Álvaro Luna me está esperando. Ella rápidamente le indica a otra chica que me lleve a la mesa 23 y siguiendo sus pasos, camino por el restaurante hasta que a pocos metros de mi veo a Álvaro sentado en una solitaria mesa cerca del ventanal que da a la calle.
—Bienvenida. — me dice sonriente apenas me ve.
Lo observo detenidamente y me doy cuenta que se cambió de ropa, ahora viste un pantalón negro de vestir con una camisa gris con sus primeros botones desabrochados y una americana que hace juego. —te cambiaste. — comento cuando estoy frente a él y sonríe.
—Aproveché y fui a casa a cambiarme. — explica y me saluda con dos besos. —relájate Kai, todo esta bien. — me alienta.
—Lo siento, todo esto es tan extraño…— confieso.
—¿Qué cosa cenar conmigo? — pregunta mientras aparta mi silla y niego.
—No, eso es normal… lo diferente es saber que…— intento decir mientras me siento, pero callo.
De repente, siento su aliento cerca de mi cuello y por alguna razón los nervios me consumen —¿saber que estoy enamorado de ti? — me pregunta al oído y de inmediato giro mi rostro para verlo y para mi sorpresa, él está muy cerca. —no lo pienses tanto, si no te lo dije en todo este tiempo fue para que no pasara esto precisamente, pero ahora las cosas cambiaron. — me dice y sin más, él va hacia la silla que estaba sentado antes.
—¿Por qué dices que cambiaron las cosas? — pregunto, pero el camarero nos interrumpe.
Siendo clientes habituales de este restaurante y conociendo el menú a la perfección, él y yo ordenamos nuestras bebidas y platillos favoritos y hecho esto, el camarero se retira.
—Respondiendo a tu pregunta, las cosas cambiaron porque necesitas un esposo con urgencia y basándome en tus propias palabras “me confiarías tu vida de ser necesario.” — expone robándome una sonrisa increíblemente genuina.
—Y lo mantengo. — aseguro.
—Kaie, sé que no es romántico ni mucho menos, pero yo no veo que el casarnos sea una locura…—
—No quiero lastimarte. — explico.
—No lo harás, yo escojo esto… escojo casarme contigo así tu no me ames…—
—¿Y el hijo? ¿Acaso quieres que yo sea la madre de tu hijo? Somos amigos…— interrumpo.
Él me mira fijamente —por mi serias muchas cosas en mi vida, la pregunta aquí es, ¿me ves como el padre de tu hijo? — me cuestiona.
—No estaba en mis planes… nunca pensé en esa posibilidad. — confieso.
El ríe nervioso —mírame como esa loca idea de ir a un banco de esperma para conseguir un padre para tu hijo. — bromea y no puedo más que reír.
—Estás loco…—
Álvaro me hace un gesto como diciendo que si está loco y sonríe —Kai, yo te quiero… pero no te pido que tú lo hagas también, al menos no ahora… quizás en el camino puedas hacerlo o tal vez no, pero si hay algo que se, es que quiero hacer esto por ti y que, aunque tú no me ames, nada me haría más feliz que tener un hijo contigo. —
—¿Te das cuenta de lo que me dices? — pregunto algo asustada.
—Por supuesto…—
—No quiero arruinarlo todo. — confieso.
—No lo harás, mira… tenemos un poco de tiempo para eso del hijo, ¿no? — me pregunta.
—Un año…— contesto.
—Quizás pueda enamorarte en ese tiempo. — comenta.
—¿Y si no? — indago.
—Tendremos sexo solo para concebir ese hijo y ya. — dice como si nada.
—Es una locura…—
—¿Tienes a alguien más en mente? ¿Alguien en quien confíes de esta manera? — me cuestiona y niego.
—Sabes que no…—
—¿Entonces? — me pregunta expectante.
Miro un instante por el ventanal y luego vuelvo a mirarlo a los ojos —casémonos entonces. — respondo y sonríe.
—Cacémonos. — repito y creo tener el mismo nivel de locura suyo.
El mesero regresa a nuestra mesa con la comida y las bebidas que por alguna razón llegan todas al mismo tiempo y una vez que acomoda todo, Álvaro me mira expectante.
—Cuéntame todos los detalles de lo que debemos hacer y cómo y cuando quieres que sea la boda. — me pide y esta cena, en vez de ser una de negocios, se transforma en una donde nos encontramos preparando nuestra boda.
3 semanas después:Mi vida dio un giro tan abrupto, que dejo todo tambaleando y a mí con más dudas que certezas. La única cosa que tengo en claro, es que necesito esa herencia para no caer en la crisis que está llevando a muchas empresas a la quiebra, después, el resto, sigue siendo una gran incógnita. Hoy es mi boda con Álvaro, una muy sencilla, pero cumpliendo con las pautas que dejo escritas mi abuelo en su testamento. Al parecer, era un hombre muy romántico o simplemente buscaba volverme loca, ya que dejo estipulado hasta el lugar
Horas más tarde De pasar de no querer saber nada con casarme después de lo sucedido con Diego en mi fallida boda, a tener la boda que Álvaro y yo tuvimos y la fiesta que su madre nos preparó, es algo para lo que no estaba preparada. Bailar nuestra primera canción como novios, el brindis que él hizo, cortar el pastel y bailar junto a los invitados fingiendo que todo esto era el sueño de mi vida, definit
Al día siguiente (Domingo):«¿Por qué no habré cerrado la cortina?» me reclamo mientras llevo una de mis almohadas a mi rostro para intentar cubrirme del sol, pero es inútil seguir durmiendo… ya me desperté y volver a conciliar el sueño es todo un reto para mí. Abro las sabanas entre mis quejas lanzo la almohada a un costado y me levanto de la cama para como cada mañana ir a la cocina por mi té. Muevo mi cabeza de un lado a otro intentando descontractu
—¡Kai, ábreme la puerta, hablemos! — me grita Álvaro del otro lado de la puerta y yo me siento como cuando me daban esos ataques de pánico después de la muerte de mis padres. Me abrazo a mis piernas sentada en el suelo de espalda a la puerta y me vuelvo a preguntar ¿qué es lo que me sucede? ¿Por qué de repente sentí esas ganas de huir? No me reconozco… yo suelo enfrentar la situación, no huir de ella. Después de haberme duchado y arreglado, salgo de la habitación una vez más y esta vez es diferente, voy siendo consciente de mi encuentro con él, voy queriendo perderme en su mirada una vez más. Termino de atravesar el pasillo, voy hacia el salón y ahí lo encuentro sentado en el sofá revisando su celular. Su cabello aun es víctimas de la humedad del agua y su perfume aun intoxica el ambiente mientras se asienta en su piel, me quedo inmóvil parada detrás del sofá que esta frente al que está sentado y levanta su mirada. —¿traje de baño? — pregunta al verme con mi vestido veraniego que deja entrever que llevo mi traje de baño puesto. Me desconozco dejándome llevar de esta manera, pero al mismo tiempo no puedo dejar de besarlo ni impedir que él me bese. No sé si es amor, deseo o qué, pero siento que mi piel quema ante el tacto de la yema de sus dedos que se pasean por mis brazos, por mi espalda y mi cuello. —Pídeme que me detenga antes de que no pueda hacerlo. — susurra sobre mis labios. —No quiero que lo hagas. — confieso y sonríe. —¿Te arrepientes? — me pregunta mientras me tiene abrazada a él acostados aun sobre la toalla que fue testigo de lo ocurrido aquí en la proa de este yate. «¿Me arrepiento?» esa es una buena pregunta.—No. — respondo de inmediato.—Entonces, ¿Por qué este silencio? — me pregunta finalmente y sé11. Sentimientos Libres
12. Dejándonos Llevar
13. ¿Te Arrepientes?
(Horas más tarde)Después de haber ido a almorzar al Bayside Market y navegar un poco más, regresamos a la casa y ahora es el momento donde no sé cómo continuar con esto. Me mira detenidamente apoyado contra el respaldar del sofá y yo me pongo nerviosa —¿Qué? — pregunto sin poder aguantar la manera que me mira.Él se cruza de brazos y sonríe de lado haciendo que mi mundo tiemble —nada, solo me pregunto si las reglas siguen igual o cambiaron. — come