CAPÍTULO 24

ELENA

—Selene esta embarazada.

Esas fueron las palabras de Atenea, pude sentir la alegría de Alaric. Me aparté y fui directo a la habitación de mi hijo.

La habitación de Igor siempre tenía un calor especial, uno que contrastaba con el frío perpetuo del territorio que habitábamos.

Me senté en la alfombra cerca de la cama, con los pies descalzos y los dedos, jugueteando con los hilos sueltos del tejido. Aunque no podía verlo, podía sentirlo: el leve sonido de su risa, el ruido de los juguetes chocando entre sí, y la energía vibrante que llenaba cada rincón del lugar cuando mi hijo estaba presente.

Igor reía mientras jugaba con algo que había arrastrado de su baúl. Podía oír el crujido de sus pequeños pies deslizándose sobre la alfombra, y con cada risa suya, algo dentro de mí se encendía y dolía al mismo tiempo. Mi hijo. Mi pequeño, que llevaba en su sangre un secreto que nunca podría ser revelado.

—Mamá, mira lo que hice.

Sonreí y extendí la mano en su dirección, esperando que me gu
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