ELENA Es extraño estar aquí después de todo lo que ha pasado, pero en este momento, con Alaric a mi lado, por primera vez en mucho tiempo, siento paz. Sus dedos recorren mi mejilla con ternura, delineando la curva de mi rostro como si intentara memorizar cada detalle. —No sabes cuánto agradezco que estés de regreso —murmura, su voz ronca de emoción. Levanto mi mano y la coloco sobre la suya, cerrando los ojos un segundo para saborear su cercanía. —Yo también, Alaric —susurro—. No sabes lo que sentí cuando creí que nunca volvería a verte. —No lo vuelvas a decir —gruñe, inclinando su frente contra la mía—. No me importa lo que pase, lo que tengamos que enfrentar… Te prometo, Elena, que voy a recuperar nuestras tierras. Sus palabras son un juramento sagrado. Y le creo. Alaric nunca ha sido hombre de promesas vacías. Abro la boca para responder, pero un carraspeo nos interrumpe. Nos giramos y vemos a mi madre de pie en la entrada de la habitación, con una sonrisa divertida en lo
ELENALa habitación es silenciosa, solo interrumpida por la respiración pausada de Chelsy mientras duerme en la cama. El aire es pesado, cargado de duelo y cansancio. Igor está sentado en una silla junto a ella, la mirada perdida en el suelo. Yo estoy apoyada contra la pared, observándolos en la penumbra.La guerra ha terminado. Pero el dolor sigue aquí.De pronto, Chelsy se estremece. Su cuerpo se tensa y, en un segundo, despierta con un grito desgarrador.—¡No! ¡Chloe!Igor salta de su asiento y, sin dudarlo, la envuelve en sus brazos.—Shh… tranquila… estoy aquí —susurra, pero su voz tiembla.Las lágrimas ruedan por su rostro mientras la sostiene con fuerza, como si quisiera absorber su dolor, como si pudiera devolverle lo que ha perdido.Pero Chelsy se aparta bruscamente.—No quiero verte.El aire se congela.Igor la mira, confundido, con el corazón roto reflejado en sus ojos.—Chelsy…—¡Vete! —grita, su voz rasgada por la angustia—. ¡No quiero verte!Veo cómo algo se rompe dentro
ALARICEl sol aún no ha salido completamente cuando abro los ojos.Lo primero que veo es a ella.Elena duerme a mi lado, con su cabello esparcido sobre la almohada, su respiración tranquila y acompasada. Su piel dorada resplandece con la tenue luz que se filtra por la ventana.Pero lo que realmente captura mi atención es su vientre.Mi mano se desliza lentamente sobre su piel tibia, sintiendo el leve abultamiento que esconde dentro la vida que creamos juntos.Nuestro hijo. Nuestro segundo hijo. Pienso en Igor y en la oportunidad que me perdí de no tener estos momentos con Elena. El peso de esa realidad me golpea con la misma intensidad que la primera vez que lo escuché. Aún me resulta increíble. En medio de tantas guerras, traiciones y muerte, la vida encontró su camino hacia nosotros.Me inclino sobre ella y dejo un beso en su frente, luego en su nariz, y finalmente en sus labios.—Te amo, Elena —susurro contra su piel.Ella se remueve un poco y, con una sonrisa somnolienta, entreab
ELENALa luna brilla con un resplandor casi sagrado sobre la manada reunida. El aire está cargado de emoción, energía y algo más profundo… algo ancestral.Alaric camina hacia el centro del círculo, su silueta poderosa recortada contra la luz plateada que lo envuelve. La luz de la luna lo reclama, lo reconoce.Mi corazón se llena de orgullo.Este es su momento.Este es el destino al que siempre perteneció.Siento un movimiento a mi lado y, cuando giro la cabeza, veo a Chelsy acercándose a mí con una sonrisa sincera. Sus ojos brillan, no sé si por la emoción o por las lágrimas contenidas.Sin dudarlo, la abrazo con fuerza.—Estoy muy contenta de estar aquí… con ustedes —murmura contra mi hombro—. Ha sido un proceso difícil, pero al fin… al fin siento que pertenezco.Me aparto un poco para mirarla.—Eres fuerte, Chelsy. Eres importante. Lo que pasaste no fue fácil, pero saliste adelante.Ella baja la mirada, avergonzada, pero yo la tomo de la mano con firmeza.—Gracias por ser parte de n
—Elena, ya no te amo —expresó sin más. Mi corazón se partió en dos cuando mi Alfa me empujó al suelo y tomó la mano de otra mujer.Llevamos tres años casados, tres años desde que él me escogiera, fue un asombro para toda la manada e incluso para mí. Yo era considerada una mujer débil y frágil debido a la falta de mi lobo interior y el rasgo de mis ojos blancos. Tuve fiebre durante tres días después de que él me marcó por primera vez, era excesivamente frágil, pero Alfa me rescató y se volvió en contra de los ancianos que se oponían a nuestra relación y me convirtió en su luna. Estoy profundamente enamorada de él. Siempre he luchado por poder tener un cachorro con él, sin embargo, es algo que no he podido lograr. Pero estaba segura que todo estaba bien entre los dos, hasta que ella regresó a nuestras vidas.¡YA NO TE AMO!Me escocían los ojos al ver que la mujer a la que Alfa miraba en cariñoso silencio no era yo.—Pero Alaric, ¿por qué? tú y yo tenemos una conexión especial. —T
¡Llévenla al calabozo!Su voz fría era como una espada atravesando mi corazón.¿Calabozo?, un infierno del que nadie ha podido ni salir hasta ahora.Sentí que el aire se escapaba de mis pulmones, y mis piernas comenzaron a fallar mientras me arrastraban. A cada paso que los guardias me obligaban a dar, sentía cómo el vínculo entre Alaric y yo se rompía un poco más, como una cuerda que se deshilacha hasta desaparecer. La intensidad del dolor me nublaba la mente y mis sentidos. Sentía que en mi cuerpo se desarrollaba una batalla interna, dos poderes uno que me quería dañar, mientras que otro trataba de mantenerme viva. Apreté los puños y me mordí el labio con tanta fuerza que sólo el sabor de la sangre pudo mantenerme despierta.El frío de las paredes de piedra, la sensación de manos ásperas sujetándome con brutalidad. Era como si estuviera siendo arrastrada a mi propia tumba.—¡Entra!Sentí que me arrojaban pesadamente al suelo, y el frío contacto hizo que un escalofrío recorriera
ALARICEl rugido de los lobos resonaba en la distancia mientras la luna llena iluminaba el claro donde toda la manada se había congregado. Yo estaba en el centro, de pie sobre la plataforma de piedra que marcaba el lugar de las ceremonias importantes. A mi lado, Selene, con su cabello rojizo reflejando la luz como si fuera un eco de la luna misma, lucía una sonrisa de triunfo. Todo en su porte gritaba victoria, como si este momento le perteneciera desde siempre.Mis manos temblaban a mis costados, pero las mantuve firmes. Es lo correcto. Esto es por la manada, repetí en mi mente como un mantra, pero no lograba acallar el zumbido de duda que retumbaba en mi pecho. —Ahora, por fin, la manada tendrá el heredero que necesita, mi niño —susurró Atenea, mi nana, al pasar junto a mí. Ella era como mi madre, al quedar huérfano se encargó de mi educación y de formarme como el Alfa de la manada Silver Moon, le debía mucho y sus consejos eran sabios. Sentí los ojos de todos sobre nosotros cua
ELENACada paso era un acto de fe. La oscuridad cubría el bosque como una manta de pesadilla, y mis ojos, cada vez más ciegos, apenas captaban las sombras de los árboles que nos rodeaban. Dante iba delante de mí, su respiración entrecortada y su mano firme, sosteniéndome para evitar que cayera otra vez. Sabía que nos perseguían; los ecos de los pasos y las voces de los guardias resonaban más cerca con cada segundo.—No tenemos mucho tiempo, Elena —susurró Dante, su voz cargada de urgencia mientras seguíamos avanzando, los pies hundiéndose en la tierra húmeda y resbaladiza.—¿Cuánto más falta? —pregunté, aunque mi garganta apenas me dejó emitir el sonido. La caída de mi visión y el esfuerzo de la huida me estaban desgastando.Finalmente, nos detuvimos. Sentí el aire despejarse de repente, y el terreno bajo nuestros pies terminó abruptamente. Dante se quedó inmóvil a mi lado y, aunque no podía ver con claridad, sentí el cambio en su respiración; había algo adelante, algo que nos bloquea