SELENEEl aire en la habitación era denso, impregnado del aroma de la madera quemada en la chimenea y la tensión de la reunión que estábamos teniendo. Alaric, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, escuchaba en silencio mientras Ester hablaba. A su lado, Dámaso asentía de vez en cuando, su expresión estoica, mientras que Dante parecía más entretenido analizando a cada uno de nosotros con esa mirada entre burlona y calculadora que siempre me sacaba de quicio.Yo quería tener un papel más activo en la batalla que se avecinaba, pero sabía que no iba a ser fácil convencerlos.—Charles aún no conoce mi rostro —dije, rompiendo el silencio—. Puedo acercarme a él sin levantar sospechas.Mi propuesta quedó flotando en el aire por un segundo antes de que Alaric golpeara la mesa con el puño cerrado.—No. —Su voz retumbó como un trueno—. No voy a permitir que nadie se acerque a ese maldito.Fruncí los labios, conteniendo mi frustración.—Alaric, si nos adelantamos a sus movimientos, podemos…
ESTHER-ELENA Corría como nunca antes lo había hecho.Mis patas golpeaban la tierra húmeda con fuerza, mis músculos ardían con la intensidad del esfuerzo. El viento cortaba mi pelaje mientras la luna iluminaba el camino que me llevaba de regreso a la casa de Charles, mi padre.O tal vez debía llamarlo mi verdugo.El lobo dentro de mí rugía con fiereza. No éramos dos entidades separadas; ahora éramos uno solo, una fuerza indivisible que se negaba a seguir viviendo en las sombras del pasado.Había recordado todo.A Alaric, el hombre que me enseñó lo que era el amor verdadero. A Igor, mi hijo, mi pequeño que ahora era un hombre. A mis amigos, a la manada, a todos aquellos a quienes alguna vez llamé familia.Y sabía que esta guerra era un error.No importaba cuán rencoroso, cuán cruel fuera Charles, luchar contra los hombres lobo era un suicidio. La sangre traería más sangre. Y yo, que había renacido como Elena Moon White, tenía que detenerlo.La casa de mi padre apareció entre los árbole
IGOREl crujido del techo me estremeció hasta los huesos. La cueva se sacudió como si estuviera a punto de tragarnos vivos.Sin pensarlo, me arrojé sobre Chelsy, protegiéndola con mi cuerpo.—¡No te muevas! —le ordené, sintiendo el polvo y los escombros caer a nuestro alrededor. Ella temblaba. Podía escuchar su respiración entrecortada, sus latidos desbocados.—Igor… —Su voz era apenas un susurro, cargado de dolor.La miré, su rostro estaba surcado de lágrimas.—Lo siento… —dijo con un hilo de voz.Supe de inmediato de qué hablaba. Ella nos había traicionado. Nos vendió a Charles. Nos puso en esta trampa.Y, aun así, la estaba protegiendo.—No lo entiendo… No sé cómo fui capaz de contarle la verdad. —Su voz tembló.Por un instante, quise gritarle, exigirle respuestas. Pero sus ojos… su maldita mirada de angustia y arrepentimiento me detuvo.—No fue tu culpa, ¿cierto? —dije en voz baja.—¡Claro que fue su culpa! —Selene escupió las palabras con furia.Me giré hacia ella. Sus muñecas es
IGOREl dolor es insoportable.Lo siento en cada fibra de mi cuerpo, quemándome como brasas ardientes.Las cadenas de plata muerden mi piel, cada eslabón se clava en mi carne como garras de hierro. No puedo moverme sin que el dolor se multiplique.Pero no cierro los ojos. No puedo.Porque la batalla ruge a mi alrededor.Lobos contra cazadores. Mis padres están luchando contra dos monstruos. Y mientras todo esto sucede, ella está frente a mí.Chloe.Con el rostro inexpresivo, fría como la noche. Pero sus ojos… sus ojos están llenos de odio.—¿Por qué lo hiciste? —mi voz suena rasposa, llena de furia y dolor.Chloe ladea la cabeza con una sonrisa burlona.—¿Por qué lo hice? —repite, como si realmente lo estuviera considerando. —No, Igor. La pregunta es… ¿por qué lo hiciste tú? Tú elegiste a Chelsy.—¿Eso es lo que te molesta? —le gruño.—Toda mi vida he sido la sombra de mi hermana. Mi abuelo la eligió, el destino la eligió, tú la elegiste.—¡No es una competencia!—Para mí siempre lo
ELENA Es extraño estar aquí después de todo lo que ha pasado, pero en este momento, con Alaric a mi lado, por primera vez en mucho tiempo, siento paz. Sus dedos recorren mi mejilla con ternura, delineando la curva de mi rostro como si intentara memorizar cada detalle. —No sabes cuánto agradezco que estés de regreso —murmura, su voz ronca de emoción. Levanto mi mano y la coloco sobre la suya, cerrando los ojos un segundo para saborear su cercanía. —Yo también, Alaric —susurro—. No sabes lo que sentí cuando creí que nunca volvería a verte. —No lo vuelvas a decir —gruñe, inclinando su frente contra la mía—. No me importa lo que pase, lo que tengamos que enfrentar… Te prometo, Elena, que voy a recuperar nuestras tierras. Sus palabras son un juramento sagrado. Y le creo. Alaric nunca ha sido hombre de promesas vacías. Abro la boca para responder, pero un carraspeo nos interrumpe. Nos giramos y vemos a mi madre de pie en la entrada de la habitación, con una sonrisa divertida en lo
ELENALa habitación es silenciosa, solo interrumpida por la respiración pausada de Chelsy mientras duerme en la cama. El aire es pesado, cargado de duelo y cansancio. Igor está sentado en una silla junto a ella, la mirada perdida en el suelo. Yo estoy apoyada contra la pared, observándolos en la penumbra.La guerra ha terminado. Pero el dolor sigue aquí.De pronto, Chelsy se estremece. Su cuerpo se tensa y, en un segundo, despierta con un grito desgarrador.—¡No! ¡Chloe!Igor salta de su asiento y, sin dudarlo, la envuelve en sus brazos.—Shh… tranquila… estoy aquí —susurra, pero su voz tiembla.Las lágrimas ruedan por su rostro mientras la sostiene con fuerza, como si quisiera absorber su dolor, como si pudiera devolverle lo que ha perdido.Pero Chelsy se aparta bruscamente.—No quiero verte.El aire se congela.Igor la mira, confundido, con el corazón roto reflejado en sus ojos.—Chelsy…—¡Vete! —grita, su voz rasgada por la angustia—. ¡No quiero verte!Veo cómo algo se rompe dentro
ALARICEl sol aún no ha salido completamente cuando abro los ojos.Lo primero que veo es a ella.Elena duerme a mi lado, con su cabello esparcido sobre la almohada, su respiración tranquila y acompasada. Su piel dorada resplandece con la tenue luz que se filtra por la ventana.Pero lo que realmente captura mi atención es su vientre.Mi mano se desliza lentamente sobre su piel tibia, sintiendo el leve abultamiento que esconde dentro la vida que creamos juntos.Nuestro hijo. Nuestro segundo hijo. Pienso en Igor y en la oportunidad que me perdí de no tener estos momentos con Elena. El peso de esa realidad me golpea con la misma intensidad que la primera vez que lo escuché. Aún me resulta increíble. En medio de tantas guerras, traiciones y muerte, la vida encontró su camino hacia nosotros.Me inclino sobre ella y dejo un beso en su frente, luego en su nariz, y finalmente en sus labios.—Te amo, Elena —susurro contra su piel.Ella se remueve un poco y, con una sonrisa somnolienta, entreab
ELENALa luna brilla con un resplandor casi sagrado sobre la manada reunida. El aire está cargado de emoción, energía y algo más profundo… algo ancestral.Alaric camina hacia el centro del círculo, su silueta poderosa recortada contra la luz plateada que lo envuelve. La luz de la luna lo reclama, lo reconoce.Mi corazón se llena de orgullo.Este es su momento.Este es el destino al que siempre perteneció.Siento un movimiento a mi lado y, cuando giro la cabeza, veo a Chelsy acercándose a mí con una sonrisa sincera. Sus ojos brillan, no sé si por la emoción o por las lágrimas contenidas.Sin dudarlo, la abrazo con fuerza.—Estoy muy contenta de estar aquí… con ustedes —murmura contra mi hombro—. Ha sido un proceso difícil, pero al fin… al fin siento que pertenezco.Me aparto un poco para mirarla.—Eres fuerte, Chelsy. Eres importante. Lo que pasaste no fue fácil, pero saliste adelante.Ella baja la mirada, avergonzada, pero yo la tomo de la mano con firmeza.—Gracias por ser parte de n