CAPÍTULO 30

—¡Alaric! —gritó Atenea, inclinándose sobre él mientras lo depositaban en el sofá.

Mi mandíbula se tensó al escuchar su voz. Quise intervenir, pero me mantuve a un lado, aferrando a Igor mientras los demás trabajaban para reanimarlo.

—Yo lo haré. —Intervino Atenea. Hasta mi nariz llego aquel olor del vino de la fiesta el que tomé por equivocación.

Liana apareció a mi lado en silencio.

—Ese vino tiene un olor extraño, Elena. Algo no está bien.

Quise prestar atención, pero mis pensamientos estaban atrapados en Selene. Quien actuaba como una esposa preocupada, Atenea y Selene estaban manipulando a Alaric con un falso embarazo. Y verla ahí, actuando con tanta seguridad, me hervía la sangre.

Finalmente, Alaric abrió los ojos. Un murmullo de alivio recorrió la habitación, y Selene no perdió tiempo en arrojarse sobre él.

—Alaric, mi amor, pensé que te había perdido —dijo, abrazándolo con fuerza—, tenía miedo de que mi hijo creciera sin padre.

Quería gritar la verdad, sobre el embarazo fals
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