CAPÍTULO 37

ALARIC

El sonido metálico de las llaves girando en la cerradura me sacó del trance. Había pasado tanto tiempo en la penumbra de la celda que el ruido me resultó casi ensordecedor.

La puerta se abrió con un chirrido, y la figura de Dante se recortó en el umbral. Su olor, mezcla de madera y rabia contenida, llegó a mí antes que sus palabras.

—Levántate, Alaric.

Su voz era tan cortante como una hoja recién afilada. Me puse de pie lentamente, cada movimiento calculado. No iba a mostrar debilidad, no ante él.

Antes de que pudiera decir algo, su puño conectó con mi rostro. El impacto fue un estallido de dolor que resonó en mi mandíbula. Tropecé, pero me mantuve en pie.

—Eso es por Adriel, —espetó, su voz cargada de furia. —No importa lo que le hayas dicho a Elena. Yo sé la verdad. Sé lo que hiciste.

Me llevé una mano a la boca, probando el sabor metálico de la sangre. Lo miré con una sonrisa ladeada, una que sabía que lo enfurecería aún más.

—Si supieras la verdad, no estaríamos teniendo e
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