CAPÍTULO 22

ALARIC

—¡Rápido, no se detengan! —grité, sin mirar atrás, tratando de mantener el control en medio del caos.

Mi tierra se desmoronaba ante mis ojos, grietas por todos lados. Íbamos corriendo para salvar nuestra vida, a mi lado mi esposa y Atena nos seguía, el resto de mi manada, muchos de ellos en lobos se movían con agilidad para salvarse.

De repente, un grito desgarrador perforó el estruendo. Supe de inmediato quién era.

—Elena.

Su nombre dejó mi garganta antes de que pudiera detenerlo. Mi instinto me empujó hacia el borde, hacia el río donde el sonido de su caída me había guiado. Podía sentirla, incluso sin verla, como si estuviera conectada a mi sangre.

—¡No lo hagas! —La voz de Selene me detuvo abruptamente. Su mano firme se aferró a mi brazo, tirando de mí con una fuerza que rara vez usaba conmigo. —Déjala. Que muera, Alaric. Es lo mejor para todos.

Sus palabras me atravesaron como un cuchillo. No por su crueldad, sino por la frialdad calculada de su tono. Giré la cabeza hacia
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