DOS DIAS

En algún momento debí haber perdido la noción de lo que pasaba. Un instante estaba en el hospital enfrentando las acusaciones de Cristhian y, al siguiente, en el departamento de Devon, acurrucada, hecha un ovillo envuelta en sábanas. Sentía mi rostro hinchado de tanto llorar.

Escuché un par de golpecitos en la puerta antes de que esta se abriera. Devon apareció en el dintel, preocupado.

—¿Cómo te sientes? —preguntó mientras caminaba hacia la cama. Llevaba una taza humeante en las manos, que colocó sobre la mesita de noche—. Te he preparado un poco de té. Dyana me ha dicho que es bueno para calmar los nervios. —Se llevó las manos a los bolsillos.

—Gracias —me senté en el borde de la cama—. Por todo —agregué. Intenté coger la taza, pero me di cuenta de que no tenía fuerzas ni siquiera para levantarla. Usé ambas manos. La sensación caliente en mi piel fue agradable. Devon se sentó a mi lado.

—No quiero presionarte, pero... ¿has pensado en qué harás?

—Sí —dije decidida. Lo que h
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