Los campos de Enoc se hallaban envueltos en llamas, los ejércitos del poderoso reino de Vraelon terminaban de encender los pocos sembríos que quedaban en pie y llevaban a los esclavos hacia las mazmorras.
La Reina Gretel miraba todo con satisfacción, de esa forma había vengado la muerte de su hijo a manos de los rebeldes.
Su nieto, Edward, había sido el arma perfecta para la venganza, a sus 18 años, era sucesor del trono y por ende rey, el rey más joven que su pueblo había visto, además del más cruel.
Uno de los soldados trajo consigo unas láminas de piedra con símbolos del aire, fuego, tierra y agua y en el centro tallada una llama que los unía a todos.
—Esto es lo que conseguimos del templo de Salem.
Gretel sonrió con satisfacción, tenía entre sus manos un poderoso conocimiento que debía profundizar.
—Todos tus enemigos están bajo el estrado de tus pies, Edward, no hay enemigo que se ponga frente tuyo.
—Ahora soy el rey del mundo.
—Y tendrás todo el poder que siempre debió ser tuyo—blandió las láminas de piedra—cuando profundice en esta magia te daré el poder eterno.
Uno de los soldados llegó hacia ellos:
—Rey Edward, ¿qué hacemos con los prisioneros de Salem?
La reina Gretel dijo entonces con desprecio:
—¡Mátenlos a todos! No quiero a esa raza entre nosotros.
Edward miró al soldado con fiereza y le ordenó:
—¡Haz lo que ella dice!
Los soldados se fueron contra el grupo de personas que tenían retenidas y les dieron muerte.
El olor a humo y sangre se extendía por todos los campos y el dolor de la derrota en los cautivos. El reino de Vraelon había ganado y ahora dominaba al mundo.
Dos niños de Salem
No sabía si fue suerte o cosa del destino, pero sobrevivir a una masacre era ya una bendición, claro, las escenas de horror y muerte no saldrían fácilmente de sus cabezas, pero tendrían algo de tiempo para superarlas. Al menos eso pensaba Gerald, mientras consolaba a su pequeña prima Acsa, que como él habían perdido todo. De Salem, su pueblo, solo quedaba ceniza, muerte y desolación y un triste legado de tragedia para los que lograron sobrevivir esa noche.
Ahora eran llevados como esclavos hacia el reino de Vlaeron y con un destino incierto únicamente ansiaban poder encontrar un nuevo hogar en medio de esa devastación.
“El ímpetu de su carácter era similar a la violencia de un mar embravecido” Edward era un hombre apuesto a rabiar, su cabello era entre dorado con mechones rubios y sus ojos eran azul plomizo, regalo de su madre, según le habían dicho; además de ser un versado guerrero y amante de las armas. Analizaba una espada que le habían traído desde el oriente con suma atención examinaba el peso de la misma. —Es más ligera y delgada…—miraba el diseño—demasiado ligera. —Se necesita técnica para manejarla, señor—dijo su mejor amigo Rob—creo que deberías pedir maestros de oriente que te enseñen la técnica. Eso no le gustó y dijo molesto. —Una espada es una espada, si manejas una, manejas todas. La Reina Madre se acercó a ver a su brillante nieto muy entretenido con las armas. Desde su perspectiva era un hombre grande, de espaldas anchas, se notaba su diferencia en clase y arrojo. Lo escuchó decir. —Si manejo el peso de la misma lograré dominarla—tomaba el escudo—es fuerte, me encanta el labr
“Una sola mirada bastó para cautivar su corazón, no era cualquier mirada… Era la mirada de una Ninfa” Acsa observaba la satisfacción del hombre mientras orinaba y lo largo de su miembro. Vio el rastro de pipí que se acercaba a ella y exclamó asqueada. —¡Puaj! Edward miró en torno asustado y cuando terminó su labor buscó al causante de ese sonido. —Por tu vida, sal de allí… Acsa intentaba huir del rastro de pipí y de repente se sumergió para evadirlo y Edward miraba en torno detenidamente. Emergió detrás de la roca y alcanzó a ver las flores rojas. —Te vi Cosa, sal de allí o iré por ti—nada, absolutamente nada—¿te gusta mirar los miembros de tus señores a escondidas? ¿Quién se creía que era ese tipo, acaso el rey del mundo? —¿Quieres ver mi miembro desde más cerca? ¡Petulante! —Te lo mostraré para darte deleite de noche, Cosita. ¡Cosita y un cuerno! —Puedo ver desde aquí tus flores, sal ya. No podía salir y dejarse ver, así que tomó una piedrita y se la lanzó a un lado. E
“No todas las princesas están hechas de azúcar y dulce, algunas tienen impregnada el perfume de la maldad” Astrid era bella, sin duda una joya para lucir en las más exquisitas reuniones. La admiró de forma descarada. —Bien, impresionante…—comentó. Astrid vio en esas palabras petulancia extrema. —¿Osa cuestionar mi belleza, señor? —No podría… Eres muy bella. Ella sonrió, pues, sabía que su belleza era su mejor arma y lo que siguió después fue el colmo. —Pasaste la prueba de la belleza, ahora falta la de la cama, ¿qué tan buena eres? Todos quedaron con la boca abierta y la princesa enrojeció e intentó paliar el momento. —Su sentido del humor es famoso. —¿Quién bromea? El mayordomo entonces le dijo al altanero. —Rey de Vraelon, por favor considere que está delante de una princesa. Menuda situación, ella lo miraba arrogante y altanero que deseaba poder bajarle los humos. Entonces dijo con sutileza. —Por mi parte estoy complacida con la belleza de vuestra majestad. La comiti
“Y cuando un hombre te diga: —No eres tú… Bueno, si eres tú… Sabes que debes salir corriendo” La fiesta era por demás esplendorosa y la reina esperaba el momento en que debía estar a solas con su flamante esposo, porque solo allí sería la reina en toda la dimensión de la palabra. Tenía para ese menester preparado un exquisito vino que encandilaba los sentidos, además del perfume que fue expresamente preparado por hechiceros de su reino para encantar los sentidos del rey. Edward llegó en esos momentos y al ver a su flamante esposa esperándolo... —Señor, mi corazón no aguanta por unirse a su persona. —Astrid… Ella se acercó con dos copas de vino y le dio una a él. —Mi tierra se caracteriza por preparar los mejores vinos afrodisiacos del mundo—bebió un poco ella—los vinos de mi tierra pueden encender fuegos íntimos… Edward probó y en verdad tenía un sabor dulce y al final un toque fuerte, que le quemó las entrañas. —Edward, seremos uno en breve y yo te demostraré—se abría su b
“Un hombre busca a una mujerEsa flor desconocidaQue va como loca por la vidaEs simplemente diferenteSi tú la vesMás que amigo como hermanoVen a entregármela en la manoYo soy un hombre y busco a una mujer”Luis MiguelAnte la nueva negativa y delante de todos los presentes que eran autoridades en sus tronos, Edward mandó a pedir su sello y pidió consejo a sus sabios.—¿Qué debo de hacer ante la rebeldía de la reina?Vilda que era más sabio y respetado, dio su parecer.—Lamento tener que decirle a su majestad, que esto pone al rey en mala posición y resta su autoridad.Otro de los sabios añadió.—La acción de la reina será conocida por todo los territorios e incitará a la rebeldía entre las mujeres.—La reina debe de recibir un castigo ejemplar ante su osadía—dijo otro de los sabios.Edward visiblemente molesto preguntó:—¿Qué tipo de castigo?Vilda le dijo entonces:—La reina intentó envenenar las aguas y causar un perjuicio notable a Vlaeron y su rebeldía traspasa las fronteras
Parte 2 “Las mentirosas jamás podrán ser reinas” Acsa pensó entonces: —No tiene que ser descubierta, usted puede tomarla como ayudante suyo y así nadie hará preguntas. La astucia de la joven era buena y entonces le dijo: —Me agrada tu idea, ¿cómo te llamas criatura? —Acsa… —Bien Acsa, tu amiga será mi sirvienta, respetaré su vida—sonrió—me agradas Ilena se abrazó de Acsa llorando y diciendo. —¡Salvaste mi vida! Te pido perdón por todo lo que te hice. —Calma, solo aprovecha cada segundo de ella. Miró en torno todas esas jóvenes estaban allí, algunas lloraban contando su historia. —Estaba comprometida y… Me llevaron… —Tengo miedo—decía otra. Acsa también tenía miedo, miraba todo el lugar y era demasiado seguro para poder escapar de él. Afuera los familiares se acercaban a preguntar por sus hijas, hermanas y parientes. Gerald se acercó a prudente distancia y escuchó a uno de los guardias. —Ya dejen de venir y preguntar por sus hijas, no ven que una de ellas puede llegar a
Edward comía junto a su abuela y funcionarios de confianza y dialogaban sobre el tema de la elección de la reina. —Dicen que todos los reinos están interesados en saber la forma en cómo escogeremos a nuestra reina—comentó Rob. —Una manera poco común, sin duda—comentó Gretel. Vilda entonces comentó: —La belleza es subjetiva. —Es cierto—comentó Edward—llamen a Menalao. El mayordomo entró tiempo después y pudieron hacerle las preguntas. —Menalao, tienes una de las tareas más importantes, por no decir determinantes en el reino—comentó Rob—preparar a la nueva reina. Edward entonces preguntó. —¿Qué has estado haciendo? Menalao entonces les explicó. —Primero separé las vacas de las yeguas—todos rieron—seleccioné a las jóvenes óptimas para el evento. Gretel preguntó interesada. —¿Qué tipo de selección? —Quité a las desproporcionadas, a las que tenían algún defecto en su piel, como manchas, marcas, cicatrices… —Me parece bien… Menalao entonces les dijo a sus señores. —Solo dejé
“El heroísmo se refleja en pequeños actos que se vuelven grandes hazañas” Todas las mañanas Edward salía a montar a caballo, muy temprano cuando el sol comenzaba a tocar los montes que rodeaban a Vlaeron, era el mejor momento para poder dar una vuelta y aprovechar la hora de las Ninfas; porque según decía la leyenda cuando los primeros rayos de sol tocaban la tierra las Ninfas podían ser vistas y él no creía que el Creador hubiera castigado a la Ninfa de esa forma, volviéndola bruma. Ese domingo no fue la excepción y ya montaba su garañón y surcaba los caminos de su reino a toda velocidad, su fin era llegar al río y poder ver si veía a la ninfa de ojos verdes. Podía sentir el viento contra su rostro, sus movimientos eran sincronizados con su caballo y eran uno en un galope vigorizante. Faltaba pocos minutos para poder llegar a su objetivo y ya su corazón estaba esperanzado. Gerald ese domingo iba al río, tal vez era una costumbre, pero sus mejores momentos de paz y libertad los viv