“Y cuando un hombre te diga:
—No eres tú… Bueno, si eres tú…
Sabes que debes salir corriendo”
La fiesta era por demás esplendorosa y la reina esperaba el momento en que debía estar a solas con su flamante esposo, porque solo allí sería la reina en toda la dimensión de la palabra. Tenía para ese menester preparado un exquisito vino que encandilaba los sentidos, además del perfume que fue expresamente preparado por hechiceros de su reino para encantar los sentidos del rey.
Edward llegó en esos momentos y al ver a su flamante esposa esperándolo...
—Señor, mi corazón no aguanta por unirse a su persona.
—Astrid…
Ella se acercó con dos copas de vino y le dio una a él.
—Mi tierra se caracteriza por preparar los mejores vinos afrodisiacos del mundo—bebió un poco ella—los vinos de mi tierra pueden encender fuegos íntimos…
Edward probó y en verdad tenía un sabor dulce y al final un toque fuerte, que le quemó las entrañas.
—Edward, seremos uno en breve y yo te demostraré—se abría su bata—todo lo que te puedo hacerte sentir en un momento de pasión.
Ella acarició su rostro, Edward percibió su perfume y lo mareó un poco, sus sentidos comenzaron a ser cautivados por la bella Astrid que se valió de todo para cautivar al rey de Vraelon.
Decir que ser la reina de Vraelon era glorioso fuera del palacio, podía serlo, pero dentro de la alcoba era todo diferente. Edward era muy… Indiferente con la reina, que hacía de todo para poder cautivarlo…
—Deseo bailar para ti, esposo mío.
Movía sus caderas al son de la música de forma gloriosa, podía sentirse el hombre más afortunado del mundo: una reina hermosa y dispuesta a darle todo el placer; sin embargo, en verdad, aunque se esforzara en verla como una diosa del sexo e hiciera de todo con ella, pasado el momento solo quedaba un vacío tedioso.
—Mi señor, ¿se siente complacido?
—La verdad…
Ella fijó sus ojos azules sobre él.
—¿Algún problema señor?
—Eres una buena esposa—se levantó.
—Pero…
—En verdad te esfuerzas mucho.
Astrid sintió una punzada en su corazón y se levantó.
—¡Qué he hecho de malo!
—No eres tú… Bueno, si eres tú…
Eso la indignó y le dijo molesta.
—Parece que sus expectativas son demasiado altas.
Silencio y ella estalló en iras.
—Pero las mías también, señor, y déjeme decirle que no las ha llenado como se debe.
Eso molestó a Edward que le dijo:
—Escucha, únicamente haz lo que debes y dame un heredero y luego en paz.
La dejó gritando enfurecida y al salir al pasillo vio a su abuela mirándolo censor.
—Lo que haces es poner en riesgo tu corona—le dijo—una reina en malos términos puede ser peligroso.
—Intento esforzarme y no…
Su abuela lo acarició:
—Hijo, sé que tomaste el trono muy pronto, pero debes pensar con cautela, hay muchos que ambicionan el trono y pueden valerse de todo hasta de acercarse a tu reina para hacerte daño.
Edward dijo dolido.
—No puedo confiar en nadie…
—En nadie, excepto en mí, yo te puse en el trono y yo cuido de ti.
Sin embargo, el mal clima entre los reyes era notorio. La reina hacía fiestas privadas con su corte o con las visitas del palacio y Edward era el virtual ausente de esos eventos.
Hasta que fueron los días del cumpleaños del rey Edward y líderes de muchos lados acudieron a rendirle tributo y las fiestas se extendieron por días.
La vida de los pobres
La vida entonces para la gente del Vraelon se puso movida, pues acudían a los eventos muchos turistas y el mesón estaba lleno y el trabajo abundaba.
Acsa hacía pan y luego iba por verduras y legumbres para los que se quedaban en el mesón. Había desfiles, torneos y muchos eventos para distracción de los visitantes.
Cuando salía hacia la huerta vio a Ilena recibiendo unas monedas de parte de uno de los turistas, se las metía en el escote, lo que daba a entender que la joven hacía sus propios negocios. Ilena se dio cuenta de la presencia de Acsa y fue tras ella.
—¡Acsa!—la llamó—¡Acsa te ordeno que te detengas!
—Necesitamos ingredientes para la comida—dijo ella.
—Sé que me viste…
—¿Te vi haciendo qué?
—Es justo que me gane unos pesos, pero si mi madre se entera de esto, te juro que le echaré la culpa a tu primo.
Acsa la miró sorprendida.
—¿Quieres culpar a mi primo de tu desvergüenza?
—Solo te advierto…
Se iba muy sobrada y Acsa, meneó la cabeza y continuó con su labor. Hasta que Hilda le ordenó que fueran al río a traer trucha fresca y ella tuvo que ir con su primo a pescar.
Lo que pasó en el río
Los nobles iban hacia el río a refrescarse y el Rey les indicaba su hazaña con la Huldra.
—Esta criatura salió de la nada y me atacó, su fuerza era como la de 10 hombres.
La reina paseaba con su corte por las inmediaciones y escuchó que Edward dijo:
—En este río vi a una
Ninfa, la criatura más hermosa y delicada que mis ojos hayan visto.Ella hizo un gesto de enfado y pidió a su mayordomo.
—Consigue veneno.
—¿Señora?
—¡Hazlo!
Edward miraba con ensoñación el río evocando el momento en que vio esos ojos y comentó.
—Daría la mitad de mi trono por volver a ver a esa hermosa y delicada criatura de nuevo.
La reina se plantó frente a él.
—¿Osas soñar con un mito que con tu reina?
—Astrid, llegaste.
—Es el colmo de la osadía, suspirar por una cosa que por tu reina.
El mayordomo se acercó con el frasco y ella se lo arrebató.
—¿Pero qué harías si mato a tu Ninfa?
Abrió el frasco y lanzó el veneno en el río.
—¡Qué haces!
El contenido se fue esparciendo por el río y él se metió al agua para intentar contenerlo.
—¡Envenenaste nuestro río!
—Maté un mito—se retiraba ella molesta.
Acsa estaba ayudando a su primo con la pesca cuando vio emerger varios pescados panza arriba.
—¡Mira! ¿Qué sucede?
Gerald entonces le dijo a su prima:
—El agua, algo pasa con ella…
Acsa se desesperó al ver a más peces salir del agua.
—Tenemos que hacer algo…
Gerald recordó su magia y extendió sus manos al río y dijo:
—Noble río, te han herido, pero por el poder del Espíritu que vive en mí, os pido que sanes.
Acsa cerró sus ojos y lo ayudó en su pedido y de repente el agua a su alrededor comenzó a bullir y una onda fuerte y poderosa se extendió por todo el río.
Edward estaba metido hasta la cintura, observando con profunda tristeza la devastación y su consejero, dando avisos de que el río estaba envenenado.
En ese momento una onda lo traspasó con tal fuerza que estremeció su ser y lo dejó impactado, nunca había sentido tal poder y cuando se dio cuenta, los peces volvían a la vida.
Rob estaba atónito y le preguntó.
—¿Qué hiciste?
—Yo no hice nada…
Rob se acercó a beber del agua y la encontró de mejor sabor y le dijo:
—Está buena…
Todos celebraron el momento al que llamaron favor de los dioses.
Cuando llegó al palacio estaba más lleno de preguntas que dé respuestas y esa extraña sensación que lo inundó no salía de él. Su abuela preocupada fue a su encuentro en ese momento.
—¿Es cierto que la reina envenenó el río?
—Sí…
—Es lamentable, llamaré a mis consejeros para ver la forma de cómo purificar el río.
—No es necesario…—dijo él—el río volvió a su nivel.
La mujer lo miró desconcertada y preguntó.
—¿Cómo es eso de que volvió?
—No lo sé abuela, solo sé que algo como una fuerza se sintió en el río y este quedó limpió.
—¿Limpio?
—Limpio.
Eso no le gustó, pero no dio a entender nada y entonces Edward molestó fue al trono.
—La reina desafió mi autoridad y eso no lo permito, voy a imponerle una sanción por su desobediencia—entonces ordenó a su consejero—Vilda decidle a la reina que deseo verla inmediatamente.
Vilda entonces le dijo a su majestad.
—Las aguas agitadas no traen paz.
—Dile que venga y que todos presencien mi castigo.
Vilda fue a los aposentos de la reina, en donde ella estaba reunida con todas las reinas y damas de importancia que la entretenían. Cuando le dijeron el requerimiento del Rey.
—Su majestad desea verla en el trono, señora.
Astrid, que estaba dolida por todo lo pasado, le respondió.
—Ahora no tengo ánimo, así que dígale a su majestad que luego iré.
Vilda que sabía que se avecinaban tormentas, le dijo:
—La buena esposa obedece a su marido.
Ella lo miró con ira contenida y le dijo al sabio.
—No soy una buena esposa entonces.
Se negó a ir ante el rey y cuando le comunicaron a Edward su rebeldía.
—Dígale que es una orden real, la quiero aquí y ahora.
Ella se mantuvo firme en su decisión.
—Dígale al rey que hoy no deseo exhibirme ante sus amigos.
—Señora… Por el bien de vuestra majestad…
—¡No pienso ir!—rotunda.
Vientos oscuros se avecinaban sobre la reina de Vraelon.
“Un hombre busca a una mujerEsa flor desconocidaQue va como loca por la vidaEs simplemente diferenteSi tú la vesMás que amigo como hermanoVen a entregármela en la manoYo soy un hombre y busco a una mujer”Luis MiguelAnte la nueva negativa y delante de todos los presentes que eran autoridades en sus tronos, Edward mandó a pedir su sello y pidió consejo a sus sabios.—¿Qué debo de hacer ante la rebeldía de la reina?Vilda que era más sabio y respetado, dio su parecer.—Lamento tener que decirle a su majestad, que esto pone al rey en mala posición y resta su autoridad.Otro de los sabios añadió.—La acción de la reina será conocida por todo los territorios e incitará a la rebeldía entre las mujeres.—La reina debe de recibir un castigo ejemplar ante su osadía—dijo otro de los sabios.Edward visiblemente molesto preguntó:—¿Qué tipo de castigo?Vilda le dijo entonces:—La reina intentó envenenar las aguas y causar un perjuicio notable a Vlaeron y su rebeldía traspasa las fronteras
Parte 2 “Las mentirosas jamás podrán ser reinas” Acsa pensó entonces: —No tiene que ser descubierta, usted puede tomarla como ayudante suyo y así nadie hará preguntas. La astucia de la joven era buena y entonces le dijo: —Me agrada tu idea, ¿cómo te llamas criatura? —Acsa… —Bien Acsa, tu amiga será mi sirvienta, respetaré su vida—sonrió—me agradas Ilena se abrazó de Acsa llorando y diciendo. —¡Salvaste mi vida! Te pido perdón por todo lo que te hice. —Calma, solo aprovecha cada segundo de ella. Miró en torno todas esas jóvenes estaban allí, algunas lloraban contando su historia. —Estaba comprometida y… Me llevaron… —Tengo miedo—decía otra. Acsa también tenía miedo, miraba todo el lugar y era demasiado seguro para poder escapar de él. Afuera los familiares se acercaban a preguntar por sus hijas, hermanas y parientes. Gerald se acercó a prudente distancia y escuchó a uno de los guardias. —Ya dejen de venir y preguntar por sus hijas, no ven que una de ellas puede llegar a
Edward comía junto a su abuela y funcionarios de confianza y dialogaban sobre el tema de la elección de la reina. —Dicen que todos los reinos están interesados en saber la forma en cómo escogeremos a nuestra reina—comentó Rob. —Una manera poco común, sin duda—comentó Gretel. Vilda entonces comentó: —La belleza es subjetiva. —Es cierto—comentó Edward—llamen a Menalao. El mayordomo entró tiempo después y pudieron hacerle las preguntas. —Menalao, tienes una de las tareas más importantes, por no decir determinantes en el reino—comentó Rob—preparar a la nueva reina. Edward entonces preguntó. —¿Qué has estado haciendo? Menalao entonces les explicó. —Primero separé las vacas de las yeguas—todos rieron—seleccioné a las jóvenes óptimas para el evento. Gretel preguntó interesada. —¿Qué tipo de selección? —Quité a las desproporcionadas, a las que tenían algún defecto en su piel, como manchas, marcas, cicatrices… —Me parece bien… Menalao entonces les dijo a sus señores. —Solo dejé
“El heroísmo se refleja en pequeños actos que se vuelven grandes hazañas” Todas las mañanas Edward salía a montar a caballo, muy temprano cuando el sol comenzaba a tocar los montes que rodeaban a Vlaeron, era el mejor momento para poder dar una vuelta y aprovechar la hora de las Ninfas; porque según decía la leyenda cuando los primeros rayos de sol tocaban la tierra las Ninfas podían ser vistas y él no creía que el Creador hubiera castigado a la Ninfa de esa forma, volviéndola bruma. Ese domingo no fue la excepción y ya montaba su garañón y surcaba los caminos de su reino a toda velocidad, su fin era llegar al río y poder ver si veía a la ninfa de ojos verdes. Podía sentir el viento contra su rostro, sus movimientos eran sincronizados con su caballo y eran uno en un galope vigorizante. Faltaba pocos minutos para poder llegar a su objetivo y ya su corazón estaba esperanzado. Gerald ese domingo iba al río, tal vez era una costumbre, pero sus mejores momentos de paz y libertad los viv
“La escuela de la vida nos educa a todos” Acsa estaba siendo revisada con suma atención y Menalao comentó complacido. —Perfecta, todo está quedando perfecto en ti. —¿Puedo preguntar cuándo terminará esto? El sujeto se abanicó y le dijo a la joven. —Acabará cuando el rey escoja a la más hermosa de entre ustedes, podrías ser una reina, ¿eso no te emociona? —No… Nunca me he visto como alguien importante. —Pues métete en la cabeza que puedes serlo. Acsa quedó bastante preocupada por todo lo que le pasaba, su piel parecía distinta, es más, nunca lució mejor y además con la clase de comida que le daban cada día, su estilo de vida había cambiado y volver a los guisos y asados sería todo un problema. Las otras jóvenes parecían sentirse a gusto con la idea de vivir así toda la vida, pero no se daban cuenta de que solo una sería la reina y entonces, ¿qué pasaría con las otras? Esa pregunta fue contestada tiempo después cuando Menalao revisaba la piel de cada una. —Vamos por buen camin
“No porque te untes con mirra eres digna de ser una reina” Menalao recibía el pedido de la valiosa Mirra, un aceite muy exclusivo y muy preciado, con ese aceite untaron la piel de las doncellas y pronto los resultados eran satisfactorios. —Me encanta, se ven como diosas resplandecientes. Se acercó a Acsa y la admiró, todo su esfuerzo se veía notable en ella y su cabello largo parecía seda de lo bonito que era, lo analizó en ese momento y comentó. —Puedo decir que de todas eres tú la más bella y a la que mejor le ha sentado todo, además las clases de modales las has asimilado muy bien… Entonces les dijo a todas. —Pronto estarán frente a su señor y deben actuar con corrección y modestia. Virginia miraba a Acsa que no parecía feliz con la idea y se acercó a ella. —Acsa, veo que ser la futura reina no es algo con lo que sueñes, en cambio, es mi sueño más preciado. —Nunca esperé esto. —Yo siempre supe que tendría un destino glorioso y mírame a punto de ser la futura reina. Acsa s
Parte 3 “Eres la visión de un río… Lo sé, eres la bruma cautivante y sexi” Cuando Menalao recibió la orden de preparar a las doncellas para un baile en el salón principal del palacio, se estresó, primero debía pedir vestidos acordes para una fiesta, arreglos y el tiempo era tan corto, pronto todo fue un correr entre todas. —Un baile—comentó Ilena—siempre quise ver cómo era un baile real. Acsa comentó: —Pensé que solo nos presentaríamos ante el rey y él escogería a la reina. —Todo puede cambiar, no en vano es el rey y qué rey con todo bien puesto en su lugar. Acsa meneó la cabeza, si Edward era bastante apuesto y muy… Dotado, pero no debía recordar eso. Edward ordenó algo más: Todos los asistentes debían usar máscaras, incluyendo las doncellas, pues la idea de un baile de máscaras solía ser atrayente. —¡Máscaras!—dijo Menalao impactado—pe—pero de dónde saca esas ideas. Otro contratiempo fueron las máscaras y cuando consiguió unas hermosas para sus doncellas respiró hondo. —La
“Primer consejo para su majestad: No se meta con mi prima” Después de esa noche Acsa sintió que su destino estaba sellado, lo único bueno de todo eso fue ver a su primo un instante, sabía que él no la desampararía y estaría al pendiente de su vida. Sus compañeras ya no le hablaban, estaban celosas de su suerte, nadie entendía que ella no deseaba ser la reina y se sentía muy sola. Edward estaba complacido, recordaba el momento en que bailó con la joven, lo bella y graciosa de su belleza y entonces Rob se acercó a felicitarlo. —El baile fue un éxito, todos están encantados con la joven elegida. —Es simplemente cautivante. —Y no sabes quién es su pariente más cercano—dijo Rob sorprendido. —¿Quién? —El aldeano que salvó tu vida. Vio la sorpresa en su rey y le explicó: —Resulta que todos los días trae comida a los guardias y pide razones de su prima, cuando supe que la joven era su parienta me dije… El Creador es irónico. Edward se interesó por ese asunto y le dijo a su amigo: —