Desde el día en el que aquellos hombres hicieron su movimiento invasor en mi vida privada, he perdido la seguridad de tener todo bajo control, como si viera la mecha prendida de un detonador, pero no supiera donde está el paquete de pólvora.
Y el hecho de que apenas pueda quitarme la sensación cargada de malestar que empujan mis alertas respecto a Leo y las palabras de Brenda aquella noche, tras darme en cuidado a su bebé, me hacen sentir que estoy próxima a perder la cordura.
Ya no tengo concentración para las dificultades por las que están pasando mi empresa.
Si no fuera por mi asistente y por Candy, ya ni tendría mi agenda al día.
Es por eso mismo que me encuentro en la disyuntiva de contratar los servicios de un detective privado.
No por lo que mi asistente lo a localizado en primera instancia, descubrir quienes son los que me están intentando eliminar de mi propia empresa que forman parte de mis asociados.
Sino para descubrir que es lo que esos hombres pretenden o esconden.
Porque no es normal la forma en la que se han plantado en mi vida, tanto laboral como privada, dándome la sensación de que lo voy a perder todo.
La empresa en cierto punto me da completamente igual, pero Leonel… solo de pensar que su verdadero padre me lo pueda arrebatar me aterroriza.
Ya no tengo pesadillas porque apenas duermo.
No consigo encontrar esa paz necesaria como para apagar mis pensamientos y dejarme caer en los brazos de Morfeo.
Y el sueño acumulado que he comenzado a arrastrar no es bueno para nada, ni siquiera en mi labor como madre y figura representativa de mi hijo.
Unos toques en mi puerta me arrancan de mis pensamientos, tras haber colgado la llamada con el detective privado ya hace un buen tiempo.
Ni siquiera me he percatado del estambay en el que me he quedado tras acordar el encargo que le he pedido al hombre al otro lado de la línea.
Uno que guarde completa discreción, para obtener todo lo que me sea posible sobre esos hombres.
— ¿Sí?
Danna abre la puerta de mi despacho, asomándose brevemente como si estuviera preparada para rechazar a quien sea la tenga en ese estado.
— Señorita Monteri… — Su voz remarca lo que su rostro me expresa, ante la confidencialidad que ambas compartimos por tanto tiempo coexistiendo la una con la otra — Los señores Hellgan se encuentran en la sala de juntas…La he excusado indicándoles que no tiene espacio en su agenda pero, se niegan a marcharse y no sé qué…
Alzo mi mano interrumpiéndola.
Estar cansada y agotada me hace tener muy mal humor, pero no quiero pagarlo con nadie que no lo merezca.
Así que la presencia de los dueños de esa dichosa cooperativa me viene increíblemente oportuno.
— No te preocupes, enseguida me reúno con ellos… hazlos sentir bienvenidos.
Danna duda unos minutos ante lo que digo, como si no se creyera que esté cayendo en su evidente presión para llegar a un acuerdo.
Pero una fugaz mirada llena de advertencia, le hace alejarse de la puerta antes de asentir y hacer lo que le he pedido.
Llevo mis manos hacia mi cuello, frotando la tensión que solidifica mis músculos y aumente mi malestar en general.
Los señores Hellgan aquí en mi oficina…
¿Por qué se habrán dignado a venir hasta aquí cuando se han pasado todo este tiempo enviando representantes para exponer sus chanchulleras ofertas para comprarme todo esto?
¿Por qué tienen tanto interés en mi empresa?
A pesar de ser una competencia seguimos siendo pequeños y con los problemas que está habiendo en la empresa, dudo que sea tan apetitosa como antes… todos saben que estoy a un paso de la quiebra.
Ellos se han ocupado de eso.
Libero un nuevo suspiro cargado de cansancio, dejándome caer en el respaldar de mi silla antes de clavar mi vista en el techo.
Pequeños lapsus nostálgicos de como comencé esto vienen a mi cabeza.
Nunca me intereso realmente algo lo suficiente como para colocarlo como una meta que alcanzar.
Siempre fui aplicada en las diferentes áreas académicas desde pequeña, como si en mí el equilibrio fuera parte de mi personalidad.
Pero toda esta idea de crear Cretive Safari surgió al darme cuenta de la injusticia y las escasas oportunidades que se le ofrecían a las nuevas mentes creadoras, girando siempre en el mismo circulo arcaico que comenzaba a apestar a rancio.
La gente joven no tiene muchas oportunidades si no son alguien o no llevan tras de si un apellido de fácil conexión social, al nada más salir de la universidad.
Tanta gente cualificada y con ganas de ofrecer sus habilidades o conocimientos desarrollados, encasillados en trabajos de medio tiempo en los que muy pocas veces les ayuda a subsistir de manera eficaz en su día a día.
Casi como si estuvieran condenados a vivir en un estado constante de angustia, al no saber si tendrían dinero suficiente para seguir conservando el techo bajo el que viven.
Y menos aún señalicemos a aquellos jóvenes que de por si les ha costado salir del estereotipo asociado al lugar del que proceden, para ser aquello que tanto desean ser.
¿Quién diría que todo esto empezó con una tonta y ridícula inversión sobre una idea que nadie más valoraba?
Al no ser alguien avaricioso ni demasiado enfocado en una ambición en concreto, he llegado a ser un poco despreocupada respecto al dinero, aún si me costaba conseguirlo en mi adolescencia en esos trabajos de medio tiempo.
Digamos que me había acostumbrado a moverme sola de una forma en la que rara vez iba a tener la molestia o carga de una preocupación que no tuviera solución.
Más aún cuando ni siquiera se a activado en mi ese deseo o curiosidad sobre las relaciones románticas e intimas.
No le he buscado ni un nombre a mi nulo interés por lo sexual o emocional con alguien de carne y hueso, pero podríamos decir que tengo cierto complejo Asexual, únicamente con aquello que sea real. Pues los libros que algunas veces consumen me hacen pensar lo contrario.
Luego intento llevarlo a la realidad, pero de repente todo en mi se seca perdiendo por completo el interés.
Sacudo mi cabeza apartando ese tipo de pensamiento, sin entender por qué he empezado a darle vueltas al tema, pues desde que tengo a Leo en mi vida, dejó de planteárseme como una duda existencial en mi mente y más como un viejo problema que ya no tiene interés alguno para mí.
Al percatarme de que me he pasado divagando en mi propia mente, me pongo en pie para salir de mi despacho y dirigirme hacia la sala de juntas, siendo seguida por Candy, a la que termina uniéndosele en el camino Danna.
— Tienes una cita a las doce y hoy Leonel sale una hora más tarde —Me recuerda Danna repasando mi agenda en su ipad. — La asamblea de accionistas se a pospuesto para mañana a las diez…
Alzo mi ceja deteniendo mi paso frente a la puerta de la sala de juntas.
Esa que es un cubículo completamente de cristal, consciente de que esos hombres pueden verme al ladear mi cabeza en dirección a Danna.
— ¿Otra vez? — Mi malestar se aprecia en mi voz. Intento aflojarlo cuando Danna parpadea ciertamente intimidada por el. — ¿Quién ha sido está vez?
— En esta ocasión a sido de forma unánime…
— Unánime…
Tenso mi mandíbula al darme cuenta de lo que eso implica.
Genial, posiblemente todos mis inversores y accionistas están en mí contra…
Ese es el maldito complejo del rico, en cuanto ven que algo no se amolda a sus caprichos se cambian de bando… llevan con esta m*****a estrategia mucho antes de que mi empresa estuviera en problemas.
Posponiendo, excusándose o cambiando una y otra vez las reuniones necesarias que debo mantener con quienes piden y exigen una parte de lo que he hecho por mi propia cuenta.
Para seguramente, en cuanto lo tengan factible, hacer un movimiento ruin que me anule por completo en una de esas dichosas asambleas.
Porque los muy canallas sí que han intentado organizar reuniones sin mi presencia de carácter oficial, al exigirlas en horarios que todos saben dedico enteramente a mi hijo.
Claro que ellos no contaban conque mi pequeño sea lo suficientemente inteligente y respetuoso como para poder dejarlo al cargo de Candy, en mi oficina, sin preocuparme al tener que asistir a esas reuniones en las que, ¡Oh, dichoso sea! De repente quienes podían acudir ya no pueden.
— De acuerdo, no te olvides de recordármela antes de ir a recoger a Leo y mañana a primera hora de la mañana… — Indico ganándome un asentimiento de su parte antes de voltear mi vista de nuevo hacia el frente, enfocando al fin a los señores Hellgan. Me congelo brevemente sosteniendo la barra metálica que sirve de tirador en la puerta de cristal, ante el reconocimiento de los hombres que ahí me esperan. Parpadeo antes de recuperar la firmeza en mi postura. — Tráeme un café largo — Señalo en dirección a Candy, quien ni siquiera se lo piensa antes de asentir y desaparecer de mi vista. Luego miro hacia Danna a la par que abro la puerta — No es necesario que entres conmigo, prefiero que te encargues de obtener la información que necesito.
Danna parece dudar unos segundos ante mi petición, sin saber a lo que me refiero, hasta que una lucecita se enciende en su cabeza de reconocimiento y asiente.
— Enseguida, señorita Monteri.
Despego mi atención de ella para adentrarme a la sala de juntas y encarar a los dichosos hombres que tanta ansiedad y paranoia me han creado.
Siento como la puerta es cerrada con ayuda de Danna a mis espaldas, mientras alcanzo la cabecera de la mesa al otro extremo de donde se mantiene impasible y completamente firme, el mismo desconocido que se presentó junto a Lyam y su hijo, Nova.
Lyam se encuentra sentado a un lado de ese hombre, su postura sigue siendo la misma cargada de esa arrogancia impertinente que tanto me molesta.
Al otro extremo se encuentra el hombre de ojos grises que mantiene la elegancia casi afeminada en su porte.
Y detrás del hombre que encabeza el otro lado de la mesa, permanecen en pie los otros dos tipos.
Ninguno de ellos aparta su mirada de mí, todo lo contrario, parecen empujar con mayor ímpetu esa gélida arrogancia que destila demasiado odio hacia mi persona.
— Así que en esta ocasión habéis venido con el jefe… — Murmuro con la misma arrogancia agresiva que sus miradas penetran en mí, mientras tomo asiento. — Me pregunto con que tipo de propuesta venís está vez…
— Con la misma que antes, señorita Monteri.
Aprieto mi mano en un breve puño sobre la mesa de cristal.
Sus miradas me detallan y analizan como si quisieran despellejarme trocito a trocito hasta conocerse cada musculo de mi cuerpo.
Estoy molesta.
Estoy furiosa.
Pero sobre todo, me siento condenadamente incomodo por el revuelto que comienza a macharme en mi vientre y afligir mi pecho.
Me siento completamente fuera de lugar.
Como si mi cuerpo supiera algo que mi mente desconoce.
Como si mi propio corazón ya se estuviera preparando para un duelo.
Eso me hace estremecer y por primera vez, aparto la vista intimidada por la ferocidad con la que ellos se empujan en mí.
Esa completamente afilada y dolorosa.
— Entonces no veo el porque seguir con esta absurda reunión… Señores… — Me pongo en pie empujando la silla a mi paso.
Ellos no responden ni se niegan a mi evidente rechazo, algo que capta mi atención, forzándome a volver a encontrarme con sus miradas y apreciando de una forma lastimera y herida lo que realmente han querido puntualizar conmigo todo este tiempo.
Han conseguido incrustar sus fauces en mi yugular.
La ingenua chica que se creía Alfa ha sido sometida bajo su duro y cruel escrutinio sin necesidad de empujar palabra alguna.
Tengan o no el contrato firmado, ellos ya son vencedores, porque han conseguido lo que nadie más ha logrado antes.
Asustarme.
Intimidarme.
Enloquecerme.
Y afligirme de forma que no recupero el aliento correctamente hasta que he salido vergonzosamente precipitada, de mi propia sala de juntas y huido por el mismo pasillo que anteriormente he atravesado con una seguridad que ya no tengo en mí.
Esto está mal.
Esto está realmente mal.
La sensación desgarradora de esos afilados colmillos desgarrando mi piel, me despertó. Arrancándome de la pesadilla repetitiva que parecía cada vez, tener un final diferente y mucho más aterrador que la anterior. Observo los rayos de sol que pretenden escurrirse entre mis cortinas, repasando cada punto de mi habitación, casi como una extraña acusación. No he dormido. Cada vez que lo intentaba las pesadillas me arrancaban feroz y dolorosamente de mi nulo descanso. Llevo mis manos temblorosas hacia mi rostro, apartando el sudor y la espesura de enfermiza sensación que se planta en mí cada vez que despierto, tras una de esas pesadillas que tanto me aterran. Aunque no son las pesadillas en si lo que me aterran… sino la sensación tan realista que aún al despertar, sigue marcando su huella en mí. Como los delgados moretones que cubren parte de mi antebrazo diestro. Ese con el que, en mis sueños, empujaba hasta cubrir mi rostro al ver como esa bestia se abalanzaba sobre mí, siendo atr
—Podríamos hacer un nuevo balance y probar con compañías diferentes, lejos de nuestro campo que nos brinden apoyo…La voz de Jackson, el líder de equipo de finanzas se escucha en la distancia de la sala.Debería prestarle atención, mostrarme mucho más interesada en él y en las propuestas que tanto su equipo como el personal de confianza han planificado en vista de una solución que pueda salvar nuestra compañía.Pero ahora mismo la situación tan precaria de mi trabajo me es lo de menos.Mucho más siendo consciente de la repentina desaparición del detective privado que había contratado para investigar a los padres de Nova.Como un toc, me encuentro desbloqueando el móvil en espera de ver alguna respuesta de él a mi ristra de mensajes o quizás alguna llamada perdida que me demuestre sigue ahí, sano y salvo, investigando para mí.Pero a cambio solo recibo la pantalla de inicio completamente vacía.Suelto un nuevo suspiro con pesadez, captando la atención de Danna a mi diestra, quien se oc
Badel mantiene sus ojos clavados en mí, casi analizando con demasiada intensidad la forma en la que acuno a Leo sobre mi regazo, acariciando con suavidad su esponjoso y ruloso cabello.Ese que se asemeja un tanto a la mata de pelo que Nova posee sobre su cabeza.Siento ese destello impulsivo en ese hombre de querer arrancármelo de mis brazos, pero a su vez también hay algo ahí que se escurre cada tanto en un confuso parpadeo cuando algo se cruza en su mente, algo que parece querer empujar en mi conocimiento cuando se encuentra con mis ojos y termina tensando aún más su postura.Estamos en la parte de los sillones de mi despacho.Danna y Candy han desaparecido, en mi petición por tener la privacidad que siento necesito con este hombre.Veo como su boca se abre, la incipiente barba castaña que gobierna su marcada y varonil mandíbula resaltando en un atractivo ante mis ojos.—Leonel es mi hijo.Sus palabras impactan como un brusco golpe que saca el aire de mis pulmones y congela mi cuerp
Mi mano mantiene serenamente las caricias sobre la cabecita de Leonel.Ya estamos en casa.En la supuesta seguridad de nuestro hogar.Mi bebé ha vuelto a confiar lo suficientemente en mí como para volver a arrastrarse a la seguridad y calor de mis brazos.Soy incapaz de preguntarle el paradero del colgante que Brenda me hizo ponerle nada más cumplir los dos años de edad.No me atrevo a hacer un movimiento que pueda volver a arrancarlo de mi lado.Estoy siendo infantil y egoísta en este momento, pero realmente necesito esto, sentir su respiración suave sobre el hueco de mi cuello, su corazoncito latir contra el mío, sus manitas aferrarse a mi pijama.Necesito a mi bebé conmigo.Percibir su dulce aroma que calma la angustia que ha estado sacudiendo y atormentando mi pecho.—Mami… — Su vocecita es tan suave y frágil que siento como está a un suspiro de volver a llorar desconsoladamente por estar lejos del hombre que dice ser su padre, es esa misma sensación que siento yo cuando creía pod
No sé como he terminado sucumbiendo a una nueva pesadilla.Se siente mucho más real que cualquier otra, sobre todo por el escenario en el que se presenta.Una oscuridad nítida que me engulle por completo, dejándome en el abandono de la soledad enturbiada que amenaza asfixiarme en cualquier momento.No hay bosque.No hay lobos bestiales que desean devorarme.No hay ruidos.Ni siquiera consigo escuchar mis propios latidos.Solo un extenso y prolongado vacío.La nada misma.Oscuridad devorándome como una masa pesada de alquitrán que amenaza asfixiarme hasta la muerte en un abrumador silencio.Grito.Lloro.Pero nada llega a mis oídos.Ni siquiera creo que salga de mi garganta el más mínimo ruido.Esto es mucho peor que cualquier pesadilla de ser cazada y acechada por feroces lobos hambrientos.Me dejo caer en la superficie sobre la que me encuentro, no sé como es, no consigo ver nada y al intentar tocarlo tampoco puedo palparlo, casi como si hubiera perdido cada uno de mis sentidos.Angu
Lo primero que escucho en la distancia es una llamada entrante desde donde sea que se encuentra mi móvil, seguido de una fuerte brisa revolotear desde el exterior de las ventanas y helar brevemente mi piel por el frescor del suelo en el que sigo recostada.Todo en mi pesa.Cada centímetro de mi cuerpo se siente entumecido y adolorido, como si hubiera sobrevivido a una caída de cien metros de altura.Cuando me muevo un gritillo bajo y ronco pretende escurrirse por mi garganta, pero apenas y es un aleteo representativo de lo que siento en estos momentos.Todo duele demasiado.Incluso mi cabeza y oídos.Realmente siento haber sobrevivido a una especie de batidora gigante, con mi cuerpo entero, pero a su vez echo un saco de huevos y músculos rotos, salvo que solo es una sensación insoportable, pues no hay nada roto en mí, más que mi corazón ante el recuerdo vago de la desaparición de Leonel.Parpadeo, intentando reconocer el lugar en el que me encuentro.Mi cuerpo se siente como si hubier
Su nariz aspira una vez más mi fragancia.Sus risos dorados cosquillean contra mi mejilla, mientras sus labios rozan deliberadamente la piel sensible de mi garganta.Siento el peso de su cuerpo duro y cálido sobre el mío, el contraste con el gélido suelo en el que me mantiene retenida por su feroz dominio.No sé que es lo que lo ha hecho enloquecer y perder el asco que me tenía apenas hacia un simple segundo, pero aquí está, aún sin moverse, como una estatua o un animal aferrado a aquello que más anhelaba ocultamente.Soy el peluche capaz de estrujar entre sus manos y fauces, desarmar con un solo movimiento, pero no hay nada de esa intencionalidad asesina que percibí apenas unos minutos antes al acecharme como un depredador hambriento.No, aún hay hambre aquí, mucha, pero no de esa clase de hambre que te hace sentir este pueda ser tu último aliento.Sino de ese tipo de hambre que agita tu pulso, calienta tu sangre y hace hormiguear tu cuerpo hasta el desespero.Desearía saber que es l
Confusa, parpadeo al abrir los ojos en busca de una respuesta clara ante mi repentino despertar.Lo ultimo que recuerdo era a Aryen sobre mí, devorando mi boca con el ansias de alguien que anhela perderse por completo en mi ser sin reparo alguno.Palpando mi cuerpo, marcando su musculoso y cálido cuerpo sobre el mío.Enloqueciendo cada punto exacto en mí hasta deshacerme entre sus brazos.¿Entonces, como es que caí en la inconsciencia tan repentinamente?Estaba al borde de arrancar su ropa y dejarle poseer aquello que nadie más a logrado alcanzar.Pero en su lugar estoy aquí.Parpadeando confusa en un repentino despertar en un lugar que no consigo ubicar, la luz me ciega brevemente en ese destello repentino mientras me mantengo en una especie de estado de ebriedad y confusión.Mi cabeza se siente pesada.Mi vista se encuentra borrosa en pequeños destellos donde lo único que enfoco son los techos altos de madera.Escucho el murmullo de voces en la distancia.Casi en el efecto sonoro de