Nunca antes había sentido algo como esto. Paz.Una sensación tan extraña de experimentar en este remoto lugar, o como yo lo llamo, mi inconsciencia.La tranquilidad que abraza cada parte magullada de mi ser, como un bálsamo que cubre las heridas aún latente en lo más profundo de mi alma. Dándole un suspiro breve al dolor que desde hace mucho tiempo forma parte de mí.Aquella neblina espesa que generalmente engulle mi mente parece haber encontrado su nuevo amanecer, despejando la visión tormentosa que se concentraba a mi alrededor cada vez que la inconsciencia me atrapaba, fuera en un soñar impulsado o alguno forzado.Finos rayos de sol rasgando las, ya no tan espesas, nubes grises de vapor, acariciando osadamente en este instante la piel al descubierto de mi cuerpo, como una grata bienvenida a lo que podría sentirse como un recién descubierto paraíso.Un cosquilleo tibio se arremolina sobre mi piel, erizándola a su paso como una segunda caricia que llega a tocar con las puntas de sus
“¿Quién eres?”Mi pregunta vuela en un eco suave entre la brisa que la envuelve y sacude su corta melena a la altura de sus hombros.Los volantes cortos de las mangas de su vestido de ese color verde hoja, se remueven al compás, casi como si todo en ella tuviera vida propia.Dos tiernos hoyuelos se muestran en sus mejillas al expandir su cálida sonrisa, casi como si sintiera el frenético aleteo de mi corazón contra mi pecho, mientras diviso como lleva su índice hasta posarlo sobre sus labios en una muestra de guardar silencio.Trago con pesar al sellar mis labios.Tengo tanto miedo de perder esto, este ahora, este momento con ella, quien sea quien sea siento es la respuesta a toda mi solitaria y nostálgica existencia.La esperanza aún burbujeante por el que esa mujer sea mi madre.Sin analizar a detalle el motivo irreal del como haya llegado hasta aquí o todas las rarezas que parecen rodear mi existencia desde que Leonel apareció en mi vida como un aleteo de luz.—Por ahora solo debes
—¡Ahora todo será mucho mejor, mami! Seremos una gran familia y nos cuidaremos todos juntos.Intento disfrutar del entusiasmo de Leonel mientras me cuenta su convivencia con ellos, lo abundante que es su familia y ciertas cosas que a aprendido pero que aún no puede contarme por mi propio bien.Sí, exactamente eso fue lo que añadió cuando iba a contarme con ojitos brillantes lo que hacían y había descubierto, para finalmente parecer recordar que no puede decírmelo y eso… dios, eso me mata de preocupación.También duele un poco, acostumbrados a contarnos siempre todo, que ahora ya no exista ese tipo de conexión entre nosotros pero sí la tenga con otros que hasta hace poco ni existían para nosotros… punza ligeramente.Incomoda.Pero soy la adulta aquí, no como tanto mis hormonas resaltan casi sin un punto estable que detenga esa sensación de sentir que todo me duele, molesta o afecta de sobremanera.Achaco a que sea el cansancio que aún mantengo en mí, ese de casi parecer ser un cadáver
Con el calor quemando mi cuerpo y la vergüenza marcar mi rostro, me encuentro con sus ojos taladrando profundamente en los míos, casi como si deseara tocar las entrañas de mis delirios.Acabo de comerme inconscientemente con los ojos a ese tipo que de por si debería de desear arañarle la cara por el mal trago que me han hecho pasar él y sus… dios, ni siquiera sé que clase de relación tienen estos hombres entre sí.—Eso veo, tesoro.Me encuentro con la burla tirando de su mirada en ese hecho irritante en el que me resalta lo que ya sé.Estoy siendo demasiado obvia y eso me irrita mucho.Pero es como si no pudiera medirme o controlarme, siendo siempre un limite exasperante e intenso.Se siente como si hubiera vuelto a la pubertad y tuviera todas mis hormonas revueltas, gritando, eufóricas y felices por estar rodeada de tipos jodidamente calientes, bañados en ese aura salvaje que te hace desear someterte a su intensidad.Oh no, no no… nunca.Él retira su enfoque de mi, ya orgulloso y arr
Nunca antes he sido una persona de quedarse en cama, por muy enferma que estuviera o me sintiera, siempre tenía una responsabilidad, algo, lo más mínimo que me empujaba a salir fuera de las mantas y tirarme de cabeza contra el mundo.¿Pero ahora?No sé como explicar la sensación que me consume.Soy como una luz que parpadea por estar a punto de vencerse.Soy como ese día de lluvia que llega sin previo aviso arruinando tus planes y dejándote en un estado de pausa sin saber como aprovechar las largas y tediosas horas de lluvia.Y la anciana junto a mi no me ayuda mucho a sentirme con las fuerzas necesarias para enfrentarme a esta nueva realidad.No sé cuanto tiempo a transcurrido desde que ese hombre se llevo consigo a Leonel, dejándome a solas con esta repentina mujer tan llena de energía que apenas te da tiempo de reaccionar.Cada vez que tengo la intención de ser útil y no una molestia de la que hacerse cargo, la agradable mujer de avanzada edad de largos cabellos plateados, afirmado
Una fragancia tan dulce y embriagadora me insta a remover mi rostro, en busca de la fuente de ese toque entre la canela y la fragancia salvaje del bosque.Aspiro con fuerza al enterrar mi nariz en una suavidad cálida que me recibe sin inconveniente alguno.Mi cuerpo se siente tan bien contra una superficie dura que emana un agradable calor que espanta por completo el frío de mi sistema.Siento movimiento sobre mi frente.Un frote que raspa la suavidad de mi piel y afloja una sonrisa en mi rosto cuando siento ese mar de cosquillas que me tientan a abrir los ojos.Pero no quiero.Aún no.Estoy disfrutando demasiado de este sueño.Ese sueño en el que soy arropada entre los brazos de un completo y misterioso desconocido.Que a pesar de su toque crudo y áspero, se siente la dulzura de quien parece predispuesto a venerar cada atisbo de mi ser con su tacto.Besos cortos persiguen en un mar de cosquilleos mi frente, mientras sus grandes y cálidas manos, acarician la piel desnuda de mi espalda
Mis parpados caen cuando aspiro una vez más la mezcla de aromas que se envuelven alrededor de nosotros.Identifico la fragancia salvaje e intesa de Badel.La picante y tentadora de Aryen.La suave y envolvente de Lyam.Sin darme cuenta estoy volviendo a ese pequeño estado de limbo donde sucumbo a mis deseos más candentes, frotando mi nariz contra la piel tersa y caliente del hombro de Badel.Todos estos músculos bien formados que encajan en esta perfecta definición de hombre maduro y salvajemente dominante a mi disposición, bajo mi cuerpo, con ese deseo latente de ser marcado por mí.Marcar mis uñas en su piel.Marcar mis dientes sobre la masa musculosamente atractiva que conecta su cuello y hombro.Sin darme cuenta estoy deslizando mi lengua sobre una tímida gota de sudor que cae desde su cuello hasta ese punto exacto que reclama tentadoramente el que hinque ahí mis dientes.Lo siento estremecerse.Pero no lo distraigo del todo de rebatir las palabras de Lyam en una discusión que sé
Parpadeo cansada, aún con ese rastro de cosquilleos hormigueando sobre mi piel.Huellas del recuerdo que dejaron las bocas de Aryen y Badel sobre mi piel.En mi ser.Esos besos que tocaron directamente mi alma y consolaron mi corazón.Me remuevo en la caliente cama que aún me abraza, mis extremidades siguen doliendo, así como el palpitar entre mis piernas por acciones que nunca antes había llevado a cabo, para terminar abriendo los ojos cuando una pequeña y frágil fragancia cosquillea mi nariz.Parpadeo ahora intentando salir de mi estado adormilado, incorporándome en la cama no antes de arrastrar las mantas contra mi pecho, cubriendo mi aún latente desnudez.Lo primero que hago al despertar es repasar mi alrededor en busca de los dos hombres que me hicieron tocar el cielo, pero estoy sola en la cama y en la habitación.Oh bueno, aparentemente así lo sentía, hasta que me encuentro con unos ojitos tiernos que me miran desde la puerta de mi habitación.Su carita es el sinónimo de la ter