Badel mantiene sus ojos clavados en mí, casi analizando con demasiada intensidad la forma en la que acuno a Leo sobre mi regazo, acariciando con suavidad su esponjoso y ruloso cabello.Ese que se asemeja un tanto a la mata de pelo que Nova posee sobre su cabeza.Siento ese destello impulsivo en ese hombre de querer arrancármelo de mis brazos, pero a su vez también hay algo ahí que se escurre cada tanto en un confuso parpadeo cuando algo se cruza en su mente, algo que parece querer empujar en mi conocimiento cuando se encuentra con mis ojos y termina tensando aún más su postura.Estamos en la parte de los sillones de mi despacho.Danna y Candy han desaparecido, en mi petición por tener la privacidad que siento necesito con este hombre.Veo como su boca se abre, la incipiente barba castaña que gobierna su marcada y varonil mandíbula resaltando en un atractivo ante mis ojos.—Leonel es mi hijo.Sus palabras impactan como un brusco golpe que saca el aire de mis pulmones y congela mi cuerp
Mi mano mantiene serenamente las caricias sobre la cabecita de Leonel.Ya estamos en casa.En la supuesta seguridad de nuestro hogar.Mi bebé ha vuelto a confiar lo suficientemente en mí como para volver a arrastrarse a la seguridad y calor de mis brazos.Soy incapaz de preguntarle el paradero del colgante que Brenda me hizo ponerle nada más cumplir los dos años de edad.No me atrevo a hacer un movimiento que pueda volver a arrancarlo de mi lado.Estoy siendo infantil y egoísta en este momento, pero realmente necesito esto, sentir su respiración suave sobre el hueco de mi cuello, su corazoncito latir contra el mío, sus manitas aferrarse a mi pijama.Necesito a mi bebé conmigo.Percibir su dulce aroma que calma la angustia que ha estado sacudiendo y atormentando mi pecho.—Mami… — Su vocecita es tan suave y frágil que siento como está a un suspiro de volver a llorar desconsoladamente por estar lejos del hombre que dice ser su padre, es esa misma sensación que siento yo cuando creía pod
No sé como he terminado sucumbiendo a una nueva pesadilla.Se siente mucho más real que cualquier otra, sobre todo por el escenario en el que se presenta.Una oscuridad nítida que me engulle por completo, dejándome en el abandono de la soledad enturbiada que amenaza asfixiarme en cualquier momento.No hay bosque.No hay lobos bestiales que desean devorarme.No hay ruidos.Ni siquiera consigo escuchar mis propios latidos.Solo un extenso y prolongado vacío.La nada misma.Oscuridad devorándome como una masa pesada de alquitrán que amenaza asfixiarme hasta la muerte en un abrumador silencio.Grito.Lloro.Pero nada llega a mis oídos.Ni siquiera creo que salga de mi garganta el más mínimo ruido.Esto es mucho peor que cualquier pesadilla de ser cazada y acechada por feroces lobos hambrientos.Me dejo caer en la superficie sobre la que me encuentro, no sé como es, no consigo ver nada y al intentar tocarlo tampoco puedo palparlo, casi como si hubiera perdido cada uno de mis sentidos.Angu
Lo primero que escucho en la distancia es una llamada entrante desde donde sea que se encuentra mi móvil, seguido de una fuerte brisa revolotear desde el exterior de las ventanas y helar brevemente mi piel por el frescor del suelo en el que sigo recostada.Todo en mi pesa.Cada centímetro de mi cuerpo se siente entumecido y adolorido, como si hubiera sobrevivido a una caída de cien metros de altura.Cuando me muevo un gritillo bajo y ronco pretende escurrirse por mi garganta, pero apenas y es un aleteo representativo de lo que siento en estos momentos.Todo duele demasiado.Incluso mi cabeza y oídos.Realmente siento haber sobrevivido a una especie de batidora gigante, con mi cuerpo entero, pero a su vez echo un saco de huevos y músculos rotos, salvo que solo es una sensación insoportable, pues no hay nada roto en mí, más que mi corazón ante el recuerdo vago de la desaparición de Leonel.Parpadeo, intentando reconocer el lugar en el que me encuentro.Mi cuerpo se siente como si hubier
Su nariz aspira una vez más mi fragancia.Sus risos dorados cosquillean contra mi mejilla, mientras sus labios rozan deliberadamente la piel sensible de mi garganta.Siento el peso de su cuerpo duro y cálido sobre el mío, el contraste con el gélido suelo en el que me mantiene retenida por su feroz dominio.No sé que es lo que lo ha hecho enloquecer y perder el asco que me tenía apenas hacia un simple segundo, pero aquí está, aún sin moverse, como una estatua o un animal aferrado a aquello que más anhelaba ocultamente.Soy el peluche capaz de estrujar entre sus manos y fauces, desarmar con un solo movimiento, pero no hay nada de esa intencionalidad asesina que percibí apenas unos minutos antes al acecharme como un depredador hambriento.No, aún hay hambre aquí, mucha, pero no de esa clase de hambre que te hace sentir este pueda ser tu último aliento.Sino de ese tipo de hambre que agita tu pulso, calienta tu sangre y hace hormiguear tu cuerpo hasta el desespero.Desearía saber que es l
Confusa, parpadeo al abrir los ojos en busca de una respuesta clara ante mi repentino despertar.Lo ultimo que recuerdo era a Aryen sobre mí, devorando mi boca con el ansias de alguien que anhela perderse por completo en mi ser sin reparo alguno.Palpando mi cuerpo, marcando su musculoso y cálido cuerpo sobre el mío.Enloqueciendo cada punto exacto en mí hasta deshacerme entre sus brazos.¿Entonces, como es que caí en la inconsciencia tan repentinamente?Estaba al borde de arrancar su ropa y dejarle poseer aquello que nadie más a logrado alcanzar.Pero en su lugar estoy aquí.Parpadeando confusa en un repentino despertar en un lugar que no consigo ubicar, la luz me ciega brevemente en ese destello repentino mientras me mantengo en una especie de estado de ebriedad y confusión.Mi cabeza se siente pesada.Mi vista se encuentra borrosa en pequeños destellos donde lo único que enfoco son los techos altos de madera.Escucho el murmullo de voces en la distancia.Casi en el efecto sonoro de
Nunca antes había sentido algo como esto. Paz.Una sensación tan extraña de experimentar en este remoto lugar, o como yo lo llamo, mi inconsciencia.La tranquilidad que abraza cada parte magullada de mi ser, como un bálsamo que cubre las heridas aún latente en lo más profundo de mi alma. Dándole un suspiro breve al dolor que desde hace mucho tiempo forma parte de mí.Aquella neblina espesa que generalmente engulle mi mente parece haber encontrado su nuevo amanecer, despejando la visión tormentosa que se concentraba a mi alrededor cada vez que la inconsciencia me atrapaba, fuera en un soñar impulsado o alguno forzado.Finos rayos de sol rasgando las, ya no tan espesas, nubes grises de vapor, acariciando osadamente en este instante la piel al descubierto de mi cuerpo, como una grata bienvenida a lo que podría sentirse como un recién descubierto paraíso.Un cosquilleo tibio se arremolina sobre mi piel, erizándola a su paso como una segunda caricia que llega a tocar con las puntas de sus
“¿Quién eres?”Mi pregunta vuela en un eco suave entre la brisa que la envuelve y sacude su corta melena a la altura de sus hombros.Los volantes cortos de las mangas de su vestido de ese color verde hoja, se remueven al compás, casi como si todo en ella tuviera vida propia.Dos tiernos hoyuelos se muestran en sus mejillas al expandir su cálida sonrisa, casi como si sintiera el frenético aleteo de mi corazón contra mi pecho, mientras diviso como lleva su índice hasta posarlo sobre sus labios en una muestra de guardar silencio.Trago con pesar al sellar mis labios.Tengo tanto miedo de perder esto, este ahora, este momento con ella, quien sea quien sea siento es la respuesta a toda mi solitaria y nostálgica existencia.La esperanza aún burbujeante por el que esa mujer sea mi madre.Sin analizar a detalle el motivo irreal del como haya llegado hasta aquí o todas las rarezas que parecen rodear mi existencia desde que Leonel apareció en mi vida como un aleteo de luz.—Por ahora solo debes