La sensación desgarradora de esos afilados colmillos desgarrando mi piel, me despertó.
Arrancándome de la pesadilla repetitiva que parecía cada vez, tener un final diferente y mucho más aterrador que la anterior.
Observo los rayos de sol que pretenden escurrirse entre mis cortinas, repasando cada punto de mi habitación, casi como una extraña acusación.
No he dormido.
Cada vez que lo intentaba las pesadillas me arrancaban feroz y dolorosamente de mi nulo descanso.
Llevo mis manos temblorosas hacia mi rostro, apartando el sudor y la espesura de enfermiza sensación que se planta en mí cada vez que despierto, tras una de esas pesadillas que tanto me aterran.
Aunque no son las pesadillas en si lo que me aterran… sino la sensación tan realista que aún al despertar, sigue marcando su huella en mí.
Como los delgados moretones que cubren parte de mi antebrazo diestro.
Ese con el que, en mis sueños, empujaba hasta cubrir mi rostro al ver como esa bestia se abalanzaba sobre mí, siendo atrapado entre sus feroces fauces y roto como el cristal más frágil jamás visto.
Llevo mi brazo hacia mi pecho.
Las lágrimas siguen escurriéndose por mis mejillas, pero no hago ruido.
No puedo ser débil en estos momentos, no cuando Leonel está cada vez más extraño conmigo.
Así que en su lugar, intento actuar como si me creyera que esto no es nada, que solo ha sido un mal sueño y nada más, que realmente no está pasando nada extraño a mi alrededor desde la aparición de esos hombres.
Me levanto de la cama e inicio con mi rutina casi monótona.
Me ducho.
Me visto.
Preparo el desayuno.
Hago café.
Me lo tomo mucho antes de ir a despertar a Leonel, pero como lleva haciendo desde hace una semana, tras hacerse inseparable de ese extraño niño, Nova, él ya me espera en su habitación para comenzar a vestirse.
Mientras lo hago intento obtener algo de él, algo más que la sequedad con la que últimamente me trata.
La misma que se estruja en mi pecho hasta dolerme.
—¿Hoy te apetecería hacer algo después de clase?
Leonel no me mira, sus ojitos me esquivan mientras abotono su camisa.
—Me prometiste que hoy podría ir a la casa de Nova…
Mi cuerpo se tensa ante el recuerdo de esa promesa, lanzada sin llegar a ser del todo procesada por necesitar alejarlo a él y a mí, lo antes posible, de aquel grupo de hombres.
Desde esa reunión forzada en mi oficina, han logrado incomodarme e intimidarme mucho más de lo que alguna vez creí poder experimentar.
Ser huérfana y de escasos fondos, me hizo ser con demasiada frecuencia la victima de un bullying constante. En la escuela, en el instituto…por alumnos y padres, incluso por algún profesor que no se creía alguien como yo podía sacar las notas que sacaba en sus exámenes sin hacer trampas.
Siempre puesta a prueba.
Siempre siendo empujada hasta el límite, a ver si estallaba y al fin podrían llamarme eso que de por sí ya me nombraban.
Era escoria pobre e inútil que terminaría trapicheando entre las callejuelas de los barrios conflictivos.
Pero nunca fue así.
Nunca consiguieron eso que tanto querían de mí.
Mi caída, mi abandono, mi completa aceptación a ser lo que ellos querían que fuera.
En su lugar les demostré lo que realmente sucede cuando solo empujas m****a hacia los demás.
Que tarde o temprano le sería devuelto.
Pero ahora.
Ahora todo estaba siendo tan diferente. A parte de ser una adulta responsable de un niño, sentía demasiado real e intenso el odio injustificado de aquellos que habían empezado a rodearme.
A arrinconarme en mi propia vida.
—Cariño… — Lo llamo, intentando que me mire, pero no lo hace.
—No es justo… me lo prometiste.
Su vocecita arrastrando la decepción que le ocasiono.
—Leo, por favor… mírame — Le exijo en un ruego tembloroso. Y cuando lo hace al fin, hubiera preferido que no lo hiciera. En su tierna y cálida mirada, distingo algo, un atisbo pequeño y casi incierto de un sentimiento pesado, oscuro, que desgarra mi pecho — Te amo… pero no sé que te está pasando, desde que conociste a Nova...
—No hables de él.
Abro los ojos con cierta confusión al ver como lanza esas palabras con una crudeza que nunca vi en él.
Intento alcanzarlo con mis manos cuando lo siento alejarse, avanzando hacia el rincón con sus juguetes e ignorándome a pesar de la hora que es.
Suspiro mientras me pongo en pie, demasiado agotada por apenas pegar ojo durante días, con el estrés acumulándose en mi sistema a causa de los problemas en el trabajo y ahora, este repentino comportamiento tan arisco de Leonel.
— Ven a desayunar.
Él no responde.
Sigue de espaldas a mí, entretenido con dos figuras de juguete.
Leonel podía tener algunas veces su carácter, pero nunca se había comportado de esta forma… ¿O quizás sí? Pero estoy demasiado cansada para aceptar que esta es otro de sus pequeños enfados, ante lo mucho que lo mimo.
Pellizcando el puente de mi nariz ante el agudo dolor de cabeza que arrastro desde hace dos o tres días, para terminar soltando un pesado suspiro y dejo caer mi mano a un costado de mi cuerpo.
— De acuerdo, enfádate lo que quieras conmigo, pero olvídate de ir a la casa de Nova, ni hoy ni nunca.
Lo veo tensarse, pero en lugar de chillar o reclamarme, retoma su entretenimiento silencioso con sus figuras de juguete.
En otro momento y con mayor energía, habría intentado solucionar esto antes de tener que ir a la escuela.
Pero no fue así.
Ni siquiera cuando llegamos a la escuela me dejó acompañarle a su clase, en su lugar lo vi corriendo lejos de mí, entremezclándose con sus compañeros y dejando atrás su carita malhumorada para empujar esa sonrisa que tanto extrañaba.
¿Qué se supone que estoy haciendo mal?
Ignorando al resto de padres y de niños que aún se despedían entre sí, me encamine hacia la profesora de Leonel, que como era costumbre para las profesoras de prescolar, se encontraba ordenando a sus alumnos en fila, atendiéndolos con cariño e instándolos a entrar por la puerta lateral que daba hacia los pasillos de prescolar.
Solo que, en esta ocasión, ella parecía entretenida conversando con dos de los hombres que decían ser los padres de Nova.
Aryen y Kail.
A quienes mi pequeño bebé no dudo en correr en su dirección y abrazarlos como anteriormente hacia conmigo.
Kail, el hombre que solía vestir por completo de negro y Aryen, el hombre de ojos grises, se alegraron por el recibimiento de mi Leonel, más aún cuando este ultimo lo alzo entre sus brazos, esbozando una sonrisa tan cálida hacia él, que por un segundo me sentí yo la intrusa de todo esto.
Porque Aryen, Kail y Leonel, formaban una dulce estampa familiar que yo nunca podría alcanzar, mucho menos superarla.
Trago el nudo en mi garganta mientras acorto la distancia, captando de primeras la atención de su profesora, quien rápidamente pierde la sonrisa de sus labios y vuelve a clavarme esa feroz mirada.
Ella yergue la postura como si remarcara su superioridad sobre mí.
Estoy demasiado cansada para estas tonterías…
Así que ignoro su comportamiento, así como la intensidad que las miradas de ese par de hombres queman sobre mi piel.
— Buenos días — Saludo con educación, deslizando mi vista por la mujer, esos hombres y finalmente por Leo, quien me retira la mirada antes de que la encuentre, aún molesto conmigo. Un dolor punzante araña mi pecho, pero intento controlar mis intensificadas emociones tan recientemente adquiridas, para volver a enfocar mi atención en la profesora, tendiéndole una pequeña bolsita de tela con el desayuno que Leonel no quiso comerse en casa — Leonel no a desayunado esta mañana… le agradecería si puede intentar que coma algo a primera mañana, su salud es un poco delicada actualmente…
La mujer alza su ceja con evidente desprecio, mientras atrapa la bolsa de tela y mira de reojo a Aryen, quien deja en el suelo a Leonel para que avance con el resto de sus compañeros.
Solo que Leo no lo hace hasta que jala suavemente del abrigo oscuro de Aryen, captando su atención mientras me señala con unos de sus deditos.
— No me deja jugar con Nova… dile algo, por favor.
Alzo mis cejas ante el descaro de mi bebé, quien no se ha dado cuenta de como a aumentado la incomodidad en esta situación.
Sobre todo, cuando Leo nos deja para seguir a sus compañeros y los tres se giran a encararme con evidente malestar.
— Usted es mucho más infantil de lo que creía, señorita Monteri — Acusa Aryen acortando brevemente nuestra distancia para empujar con mayor violencia esa aura dominante que me aterra. Intento evitar que se note y rezo para que mis piernas no empiecen a temblar como gelatina — Que profesionalmente no coincidamos en política ni encajemos apropiadamente, no significa que nuestros hijos no puedan vivir felices una amistad limpia y sencilla como dos niños normales.
— Yo no lo…
Da un paso más hacia mí, cortando mi intento de contradecir su acusación y obligándome a alzar mi cabeza para mantener mi mirada sobre la suya.
Él es tan alto.
Todos ellos lo son.
Gigantes hombres de cuerpos tan amplios y duros, que ni su ropa cubre la musculatura que han sabido desarrollar.
Claro que, no es algo en lo que yo caiga.
Mucho menos cuando estos tipos me aterran lo suficiente como para querer dar marcha atrás y huir de este absurdo enfrentamiento.
— Nova adora a Leonel, él nunca le haría daño y mucho menos alguno de nosotros, no somos esa clase de monstruos, señorita Monteri…
Suelto un tembloroso suspiro mientras me aparto dando dos pasos hacia atrás, lejos de él.
— Esto es absurdo. Tengo mis motivos para mantener las distancias, yo no voy a decirle que hacer con su hijo así que no sea hipócrita y venga a decirme que hacer con el mío.
Veo como ambos hombres se tensan en evidente rechazo ante mi declaración.
— No vuelvan a acercarse a Leonel o me veré obligada a tomar medidas legales — Dictamino a los gigantescos hombres que parecen estar a punto de lanzarse a por mí. El recuerdo de mi pesadilla con esa bestia me hace estremecer, antes de enfocar a la profesora de Leonel que se mantiene distante a pesar de lanzarme dagas envenenadas con los ojos — Si ocurre cualquier cosa, llámeme…
La mujer duda unos segundos en responder, hasta que termina asintiendo brevemente, antes de empujar su atención de vuelta a aquel par de hombres, quienes están por volver a acortar nuestra distancia, solo que yo se los impido al hacer un movimiento rápido de huida.
Este acto cobarde que se está volviendo costumbre con estos hombres.
Pero realmente no creo soportar un instante más a su lado sin terminar inclinándome hacia delante y soltar la bilis que la angustia, la ansiedad y el terror me ocasionan.
Cuando subo a mi coche e intento tomar aire con calma, para recuperar el control de mi respiración, siento ese nuevo escalofrío que entumece mi columna vertebral, asegurándome lo que desde hace semanas no dejo de sentir.
Esa especie de mal augurio sobre lo cerca que estoy del caos que amenaza explotar muy pronto.
Esa que me dice, claramente y con cierto machaque lastimero, que esto solo acaba de empezar y que lo que se viene va a ser mucho peor que esto.
Deseo no tener razón.
Deseo equivocarme por primera vez en mi vida…
No puedo ni quiero perder lo único que me importa en esta vida.
—Podríamos hacer un nuevo balance y probar con compañías diferentes, lejos de nuestro campo que nos brinden apoyo…La voz de Jackson, el líder de equipo de finanzas se escucha en la distancia de la sala.Debería prestarle atención, mostrarme mucho más interesada en él y en las propuestas que tanto su equipo como el personal de confianza han planificado en vista de una solución que pueda salvar nuestra compañía.Pero ahora mismo la situación tan precaria de mi trabajo me es lo de menos.Mucho más siendo consciente de la repentina desaparición del detective privado que había contratado para investigar a los padres de Nova.Como un toc, me encuentro desbloqueando el móvil en espera de ver alguna respuesta de él a mi ristra de mensajes o quizás alguna llamada perdida que me demuestre sigue ahí, sano y salvo, investigando para mí.Pero a cambio solo recibo la pantalla de inicio completamente vacía.Suelto un nuevo suspiro con pesadez, captando la atención de Danna a mi diestra, quien se oc
Badel mantiene sus ojos clavados en mí, casi analizando con demasiada intensidad la forma en la que acuno a Leo sobre mi regazo, acariciando con suavidad su esponjoso y ruloso cabello.Ese que se asemeja un tanto a la mata de pelo que Nova posee sobre su cabeza.Siento ese destello impulsivo en ese hombre de querer arrancármelo de mis brazos, pero a su vez también hay algo ahí que se escurre cada tanto en un confuso parpadeo cuando algo se cruza en su mente, algo que parece querer empujar en mi conocimiento cuando se encuentra con mis ojos y termina tensando aún más su postura.Estamos en la parte de los sillones de mi despacho.Danna y Candy han desaparecido, en mi petición por tener la privacidad que siento necesito con este hombre.Veo como su boca se abre, la incipiente barba castaña que gobierna su marcada y varonil mandíbula resaltando en un atractivo ante mis ojos.—Leonel es mi hijo.Sus palabras impactan como un brusco golpe que saca el aire de mis pulmones y congela mi cuerp
Mi mano mantiene serenamente las caricias sobre la cabecita de Leonel.Ya estamos en casa.En la supuesta seguridad de nuestro hogar.Mi bebé ha vuelto a confiar lo suficientemente en mí como para volver a arrastrarse a la seguridad y calor de mis brazos.Soy incapaz de preguntarle el paradero del colgante que Brenda me hizo ponerle nada más cumplir los dos años de edad.No me atrevo a hacer un movimiento que pueda volver a arrancarlo de mi lado.Estoy siendo infantil y egoísta en este momento, pero realmente necesito esto, sentir su respiración suave sobre el hueco de mi cuello, su corazoncito latir contra el mío, sus manitas aferrarse a mi pijama.Necesito a mi bebé conmigo.Percibir su dulce aroma que calma la angustia que ha estado sacudiendo y atormentando mi pecho.—Mami… — Su vocecita es tan suave y frágil que siento como está a un suspiro de volver a llorar desconsoladamente por estar lejos del hombre que dice ser su padre, es esa misma sensación que siento yo cuando creía pod
No sé como he terminado sucumbiendo a una nueva pesadilla.Se siente mucho más real que cualquier otra, sobre todo por el escenario en el que se presenta.Una oscuridad nítida que me engulle por completo, dejándome en el abandono de la soledad enturbiada que amenaza asfixiarme en cualquier momento.No hay bosque.No hay lobos bestiales que desean devorarme.No hay ruidos.Ni siquiera consigo escuchar mis propios latidos.Solo un extenso y prolongado vacío.La nada misma.Oscuridad devorándome como una masa pesada de alquitrán que amenaza asfixiarme hasta la muerte en un abrumador silencio.Grito.Lloro.Pero nada llega a mis oídos.Ni siquiera creo que salga de mi garganta el más mínimo ruido.Esto es mucho peor que cualquier pesadilla de ser cazada y acechada por feroces lobos hambrientos.Me dejo caer en la superficie sobre la que me encuentro, no sé como es, no consigo ver nada y al intentar tocarlo tampoco puedo palparlo, casi como si hubiera perdido cada uno de mis sentidos.Angu
Lo primero que escucho en la distancia es una llamada entrante desde donde sea que se encuentra mi móvil, seguido de una fuerte brisa revolotear desde el exterior de las ventanas y helar brevemente mi piel por el frescor del suelo en el que sigo recostada.Todo en mi pesa.Cada centímetro de mi cuerpo se siente entumecido y adolorido, como si hubiera sobrevivido a una caída de cien metros de altura.Cuando me muevo un gritillo bajo y ronco pretende escurrirse por mi garganta, pero apenas y es un aleteo representativo de lo que siento en estos momentos.Todo duele demasiado.Incluso mi cabeza y oídos.Realmente siento haber sobrevivido a una especie de batidora gigante, con mi cuerpo entero, pero a su vez echo un saco de huevos y músculos rotos, salvo que solo es una sensación insoportable, pues no hay nada roto en mí, más que mi corazón ante el recuerdo vago de la desaparición de Leonel.Parpadeo, intentando reconocer el lugar en el que me encuentro.Mi cuerpo se siente como si hubier
Su nariz aspira una vez más mi fragancia.Sus risos dorados cosquillean contra mi mejilla, mientras sus labios rozan deliberadamente la piel sensible de mi garganta.Siento el peso de su cuerpo duro y cálido sobre el mío, el contraste con el gélido suelo en el que me mantiene retenida por su feroz dominio.No sé que es lo que lo ha hecho enloquecer y perder el asco que me tenía apenas hacia un simple segundo, pero aquí está, aún sin moverse, como una estatua o un animal aferrado a aquello que más anhelaba ocultamente.Soy el peluche capaz de estrujar entre sus manos y fauces, desarmar con un solo movimiento, pero no hay nada de esa intencionalidad asesina que percibí apenas unos minutos antes al acecharme como un depredador hambriento.No, aún hay hambre aquí, mucha, pero no de esa clase de hambre que te hace sentir este pueda ser tu último aliento.Sino de ese tipo de hambre que agita tu pulso, calienta tu sangre y hace hormiguear tu cuerpo hasta el desespero.Desearía saber que es l
Confusa, parpadeo al abrir los ojos en busca de una respuesta clara ante mi repentino despertar.Lo ultimo que recuerdo era a Aryen sobre mí, devorando mi boca con el ansias de alguien que anhela perderse por completo en mi ser sin reparo alguno.Palpando mi cuerpo, marcando su musculoso y cálido cuerpo sobre el mío.Enloqueciendo cada punto exacto en mí hasta deshacerme entre sus brazos.¿Entonces, como es que caí en la inconsciencia tan repentinamente?Estaba al borde de arrancar su ropa y dejarle poseer aquello que nadie más a logrado alcanzar.Pero en su lugar estoy aquí.Parpadeando confusa en un repentino despertar en un lugar que no consigo ubicar, la luz me ciega brevemente en ese destello repentino mientras me mantengo en una especie de estado de ebriedad y confusión.Mi cabeza se siente pesada.Mi vista se encuentra borrosa en pequeños destellos donde lo único que enfoco son los techos altos de madera.Escucho el murmullo de voces en la distancia.Casi en el efecto sonoro de
Nunca antes había sentido algo como esto. Paz.Una sensación tan extraña de experimentar en este remoto lugar, o como yo lo llamo, mi inconsciencia.La tranquilidad que abraza cada parte magullada de mi ser, como un bálsamo que cubre las heridas aún latente en lo más profundo de mi alma. Dándole un suspiro breve al dolor que desde hace mucho tiempo forma parte de mí.Aquella neblina espesa que generalmente engulle mi mente parece haber encontrado su nuevo amanecer, despejando la visión tormentosa que se concentraba a mi alrededor cada vez que la inconsciencia me atrapaba, fuera en un soñar impulsado o alguno forzado.Finos rayos de sol rasgando las, ya no tan espesas, nubes grises de vapor, acariciando osadamente en este instante la piel al descubierto de mi cuerpo, como una grata bienvenida a lo que podría sentirse como un recién descubierto paraíso.Un cosquilleo tibio se arremolina sobre mi piel, erizándola a su paso como una segunda caricia que llega a tocar con las puntas de sus