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Capítulo 5: Sin bragas.

Nueva York

Brandon tiró su maletín sobre el carísimo sillón de cuero que había en su oficina mientras que su secretaria entraba de tras de él nerviosa, sujetando una taza de café. Él se quitó el abrigo entregándolo a ella para que lo guardará y agarró la taza antes de sentarse en la silla detrás de su escritorio.

–¡A veces pienso que eres estúpida! –Escupió Brandon y la chica bajó la cabeza apenada. – ¿Cuántas veces te he dicho que debes avisarme con antelación cada vez que haya un cambio en mi agenda?

–Lo siento señor Müller, pero el señor Butt ha avisado hace menos de dos horas que no podrá comparecer a la reunión con una de las empresas para hablar sobre el lanzamiento de la nueva colección que tienen. – Murmuró la mujer asustada, deseando no recibir otra amenaza de despido.

–¡Maldito Christian! –Vociferó Brandon golpeando su mesa. – ¿Y no hay nadie que pueda ir en su lugar a parte de mí?

–No señor, los señores Butt no pueden comparecer a la reunión porque... bueno, ya sabe usted el por qué, entonces el único que queda es usted. –Contestó la mujer y a Brandon le puso de los nervios escuchar como le temblaba la voz.

–Está bien avísales que iré a la reunión en San Francisco y cancela los compromisos que tenga para mañana. –Escupió Brandon molesto y la chica asintió haciéndole una reverencia como si fuera un rey, por el miedo tan grande que le tenía. –¡Abigail! –Exclamó llamando la atención de la chica que volvió a girarse rápidamente para verlo.

–Sí, señor Müller.

–No avises, prefiero llegar de sorpresa para saber que m****a andan haciendo, que cada vez tenemos menos beneficios con las colecciones de joyas que sacan a la venta. –Ordenó recostándose en su silla, pasando la mano por su barbilla pensativo, después la miró. –¿Se puede saber porque sigo viendo tu cara? –Preguntó molesto al ver que la chica estaba parada mirándole y Abigail pensó que tanta belleza no encajaba con su temible carácter, porque era un verdadero ogro. – ¿Qué estás esperando? Ve a avisar al piloto que necesito el jet listo mañana a primera hora. –Ordenó y la chica salió prácticamente corriendo de su oficina, entonces Brandon agarró el teléfono e hizo una llamada.

–¡Paul! –Habló Brandon y escuchó una voz entusiasmada que lo contestó al otro lado de la línea.

–¡Mi Rey, el grandísimo señor Brandon Müller! ¿A qué se debe el honor de recibir la llamada de su majestad? –Preguntó Paul y Brandon puso los ojos en blanco.

–A que dejes de hacerme la pelota y hagas bien tu trabajo, quiero una chica para esta noche. – Habló con autoridad mientras que jugaba con el dije que tenía las iniciales de Elyanna entre sus dedos.

–Lo que quieras mi Rey.

–No es lo que ha parecido la última vez, te he dicho muchas veces que deben tener los cabellos hasta la curva del trasero, oscuros y ondulados. ¡La que me estaba esperando en el hotel la semana pasada los tenía completamente lisos, sosos y sabes que así no me gusta! – Escupió Brandon enojado y escuchó al hombre suspirar.

–Por supuesto que lo sé mi Rey. Las chicas deben tener la piel blanca, largos cabellos ondulados y oscuros, los ojos verdes con una mirada inocente y siempre deben llevar puesto un vestido con estampado de flores. –Respondió Paul intentando disimular lo harto que estaba de las exigencias de Brandon. – Me pregunto quién será esa mujer que tanto buscas en mis chicas.

–No la busco en esas putas, ella no es como las prostitutas con las que intento saciarme.

–Si lo fuera no necesitarías a mis chicas, pero me imagino que debe ser una mujer muy importante para ti, amigo. –Respondió Paul y Brandon miró el dije que tenía en su mano.

–Ella es mi objetivo principal, Paul. –Contestó Brandon con sinceridad porque Paul Smith era de las pocas personas que de verdad conocían al verdadero Brandon, después cerró los ojos para recordar el rostro de Elyanna. –Esta noche a la misma hora de siempre. – Ordenó y colgó la llamada para centrarse en su trabajo-

Brandon había pasado todo el día ocupado deseando tener algo de paz, pero cuando salió de la empresa su teléfono móvil comenzó a sonar y al ver quien lo estaba llamando tiró el aparato sobre el asiento del copiloto con brusquedad, cansado de todo lo que le rodeaba. Después puso el coche en marcha para ir directo al hotel donde tenía su cita.

Cuando Brandon entró a la habitación del hotel se quedó paralizado al abrir la puerta. Delante del enorme ventanal había una mujer vestida con un vestido claro de flores que le llegaba hasta los muslos, el cabello largo como tanto le gustaba y desde la puerta pudo oler aquel perfume que lo volvía loco. Entonces la mujer se dio cuenta de su presencia e hizo movimiento para girarse.

–¡No te des la vuelta, quédate así! –Ordenó Brandon acercándose a ella.

Entonces la chica apoyó las manos en el cristal, preparándose para lo que estaba a punto de suceder, tal y como le había explicado una de sus compañeras que había estado anteriormente con Brandon.

–No sabes cuanta falta me haces cada día. –Murmuró Brandon acariciando los cabellos de aquella mujer, buscando en ella revivir el pasado. –Te sigo amando nena y sueño con volver a tener en mis brazos cada noche. –Susurró Brandon enterrando su rostro en el cuello de la chica inhalando su perfume y subió las manos por sus muslos hasta llegar a sus bragas, pero cuando se dio cuenta de que no las llevaba puestas se apartó de ella con brusquedad. –¿Por qué no llevas las malditas bragas puestas? – Preguntó furioso y la chica comenzó a temblar mientras que se giraba para verlo.

–Pensé que le gustaría más así...

–¡¡No, no me gusta, porque ella jamás iría sin bragas por la vida, mi mujer no es una puta como tú!!–Vociferó Brandon agarrando a la chica del brazo. –Vete de aquí ahora mismo, y a ver si aprendes a complacer un cliente como es debido. –Se quejó y la empujó fuera de la habitación con brusquedad, después se dio cuenta de que había dejado su bolso y lo cogió, abrió la puerta y lo tiró encima de la chica que seguía en el suelo del pasillo aturdida sin saber que hacer.

Brandon se quitó la chaqueta de su traje, se aflojó la corbata con rabia y después se acostó en la cama. Cerró los ojos recordando aquella noche con Elyanna, en las única dos veces que había podido hacerle el amor. Era una tortura para él recordar aquellos momentos con ella, su voz, sus caricias, sus besos y hasta sus gemidos. Todo eso le volvía loco porque necesitaba volver a tenerla en sus brazos y sentirla suya otra vez.

Habían pasado diez años desde la última vez que la había visto y decidió no buscarla porque sabía que si volviera a verla sería capaz de abandonarlo todo para estar a su lado y ya no podía hacerlo. Brandon había avanzado mucho en sus planes y estaba muy cerca de lograr su objetivo. Él estaba decidido seguir con su plan y después buscar a Elyanna, porque solamente con ella su felicidad sería completa. Brandon quería tenerlo todo, el dinero, el poder y la mujer que amaba. 

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