Capítulo 2

Sara observaba sus manos temblorosas, no sabía que esperar de la reunión que tendría en unos minutos con el jeque, ese hombre la intimidaba y el hecho de que llevará años fantaseando con él, la ponía en una situación un poco incómoda y que no le agradaba para nada.

Se miro un par de segundos en el espejo de su baño privado y luego salió de él hacia la oficina del jeque, que la esperaba impaciente y con una furia que no podía controlar, paso la peor noche de su vida, no podía sacar de su cabeza a aquella pelirroja que lo estaba volviendo loco.

Sara toco la puerta de Alan y cuando recibió el permiso para entrar, abrió la puerta sintiendo como la deliciosa fragancia que el hombre usaba la golpeaba con fuerza en el rostro.

—Creo que le dije que la quería aquí a primera hora, lleva quince minutos de retraso —exclamó Alan, con las manos como puños y los dientes apretados.

Sara tiemblo en su lugar y se acerco a una de las sillas que estaba frente a ella para tomar asiento allí.

—Lo siento, mi secretaria me aviso hasta hace poco, ¿para qué me quería ver?

—Necesito una respuesta ahora mismo.

—¿Una respuesta? —pregunto ella con una de sus cejas en alto.

—Si, una respuesta, quiero saber si va a viajar conmigo o no, porque si no es así, necesito que vaya a recursos humanos y pida su liquidación —el cuerpo de Sara se estremeció de pies a cabeza, ella no podía creer que esto estuviera pasado, ella no podía solo irse y ya, su padre necesitaba el dinero de su empleo y estaba más que segura que Alan no estaba jugando. Necesitaba tomar una decisión ahora mismo o todo su futuro y su padre, se verían en problemas.

—Está bien, acepto, solo necesito un poco de tiempo para poder dejar todo organizado aquí —asintió sin decirle una sola palabra, pero preguntándose si esa organización tiene que ver con un hombre.

—Bien, entonces necesito que me vea hoy en este lugar, hablaremos de un par de cosa que aquí no puedo hacerlo —le dijo Alan con una expresión indescriptible en su rostro para luego largarle una tarjeta con una dirección. Sara la tomó y abrió los ojos cuando comprendió que es el hotel más cotizado de la ciudad y del cual él era dueño.

—Está bien, lo veré allá, señor —él asintió y ella tomó eso como una señal para salir de la oficina del hombre que no dejaba de provocarle sensaciones que no le resultaban nada agradables.

Sara salió de la oficina de su jefe como si la vida se le fuera en ello, las manos le temblaba y sus pies parecían tener vida propia, porque cada vez se alejaba más y más sin mirar atrás. Respiro un par de veces deteniéndose en el escritorio de su secretaria y mejor amiga.

—¿Qué sucede contigo? —le pregunto a Sara, no le gustaba ver a su amiga de esa manera, y le preocupaba que las cosas empeoraran cada vez más, la visita de ese hombre no había sido para nada buena.

—Tengo que ir con él, no me dio otra opción —Mariana respiro con desespero mientras veía en ese estado a su mejor amiga.

—Tienes que encontrar una manera de no hacerlo, las dos sabemos que no te va a servir de nada estar tan cerca de él. Estás enamorada de él y no puedes negarlo.

Ella niego, pero sabía que su mejor amiga tenia razón, no sabía si era una obsesión o un enamoramiento, pero de lo que sí estaba segura, era que ese hombre la hacia sentir muchas cosas que no podia descifrar.

—No tengo otra salida, si no lo hago perderé el empleo y sabes que no puedo permitirme eso. Necesito que por favor me prometas que cuidarás de mi padre, solo así podré estar tranquila dondequiera que este —su amiga la observo con lástima y tristeza y solo asintió.

La tarde de Sara fue un desastre, no dejaba de pensar en todo lo que vendría ahora que tenía que estar más cerca de Alan de lo que quería, ¿pero qué podía hacer?, nada, no le quedaba más que quedarse callada y hacer lo que él le decía. En ese momento lo odiaba más y estaba decidida a estar lo más lejos de él que pudiera.

***

El hermoso edificio que se alzaba sobre ella la hizo suspirar, estaba frente al hotel de su jefe, no sabía por qué tenían que verse aquí, pero no podía decir nada, por lo que con un fuerte suspiro, camino con paso decidido dentro del lugar para encontrarse con Alan que no solo la perseguía en sueños, sino que también ahora.

Sara se acercó a recepción, pero no pudo dar un solo paso, porque un fornido hombre que había visto con el Jeque se acercó a ella.

—Señorita Wilson, no es necesario que informe de su llegada, sígame por favor —la mujer no dejaba de ver el lugar con asombro, y tampoco al grande y alto hombre que tenía frente a ella.

—¿A dónde? —pregunto Sara con una mueca de desconfianza.

—El jeque no recibe a ninguna persona en sus aposentos, por lo que la está esperando en el bar del hotel —ella asintió con un mal sabor de boca, no esperaba que él se reuniera con ella en su habitación, pero por lo menos pensó que sería algo más privado y no frente a todo el mundo.

—Pensé que los temas que hablaríamos serían muy serios —dijo ella al hombre que camina a su lado con una expresión que no describe nada.

—Lo es, pero recuerde que su religión es muy diferente a la nuestra, para ellos no está bien que dos personas solteras se reúnan a solas —Sara abrió los ojos asombrada por lo que acababa de decir el guardaespaldas a su lado.

—¿Habla en serio? —pregunto ella haciendo que el hombre sonría y le recuerde a él cuándo empezó a trabajar para Alan, el importante y un poco cruel que lo esperaba en el bar de su hotel.

—Sí, lo hago, al principio es algo incómodo, pero con el tiempo te acostumbras a sus raras costumbres.

—¿Trabaja para él hace mucho? —asintió

—Sí, hace más de cinco años —ella no dice nada, y solo se tensa cuando está muy cerca de su jefe, el hombre miraba con pesar a la hermosa mujer que mostraba lo interesada que estaba por el Jeque que no le ha quitado la mirada desde que entraron al bar.

El hombre grande y fuerte conocía a su jefe, eran amigos, si así se le podía decir, y el sabia mejor que nadie, que Alan que tenia mucho dinero y poder, jamás tomaba en serio a ninguna mujer, no cuando su imperio y poder era más importante para él.

—¿Puedo darle un consejo? —le pregunto el hombre a la hermosa mujer a su lado. Sara alejo la mirada de su jefe. El cual estaba a escasos pasos de ellos, para ponerla en el guardaespaldas a su lado.

—¿A mí? —él asintió

—Me recuerda mucho a mi hermana, no me gustaría que sufriera, por eso le recomiendo que no se enamore del Jeque, si quiere mantenerse intacta y no terminar muerta en vida, aléjese de él.

El guardaespaldas se alejo de la mujer y la dejo con miles de preguntas en su cabeza, ¿por qué le decía eso?, ¿tanto se le notaba el interés por el jeque?

Ella meneo la cabeza y coloco de nuevo la vista en el Jeque que la observaba con una de sus cejas en alto. Alan no pudo alejar la mirada de la hermosa pelirroja que tenia en frente, esa mujer le producía tantas cosas que le hacía perder el control y eso lo enojaba, porque jamás le había pasado eso con una mujer y él detestaba no tener el control de él o todo lo que lo rodeaba.

—¿Necesita que la espere más tiempo? —le pregunto el jeque a la mujer que niego acercándose a él.

—No, lo siento, es solo que pensé que estaríamos en un lugar más cómodo y privado, no creo que sea bueno hablar de temas tan importante aquí —él ladeo la cabeza y sonrió, no se esperaba una respuesta de aquella menuda y hermosa mujer.

—¿Está insinuando que quiere estar a solas conmigo? —ella niego con rapidez.

—No, claro que no, no es eso lo que quise decir, es solo que no imagine que usted tratara temas de dinero así tan a la ligera.

—Y no lo hago, pero primero quiero cerciorarme de que usted sabe cuál es su lugar —Sara lo observo con una de sus cejas en alto.

—¿Disculpe?, no comprendo a que se refiere —Alan tomo un poco de su trago de whisky, la mujer lo volvía loco y mucho más el no poder hacerle todo lo que ha planeado todo este tiempo.

—Sé que usted es una mujer muy inteligente, por lo que no tiene que hacerse la tonta conmigo. —ella abrió la boca indignada, ¿cómo se atrevía?

—No me estoy haciendo la tonta, señor, en realidad no sé dé que habla —él suspiro y se arreglo el saco de vestir para luego acomodarse mejor en el asiento en el que estaba.

—Usted y yo sabemos que hemos tenido algo más que conversaciones por teléfono, ¿o lo olvido? —el rostro de la mujer se tornó rojo, no pudo olvidar eso jamás, más de dos veces ellos coquetearon y también intentaron hacer algo más que trabajar, ahora el tenerlo cerca y que no sea el mismo hombre con el que hablaba le producía nostalgia y también un poco de rabia, ella había quedado en ridículo y no sabía qué estaba pasando por la cabeza de Alan.

—Fueron cosas que no tuvieron importancia —dijo ella haciendo que Alan apretara la quijada con fuerza.

—¿Eso quiere decir que suele hacerlo muy seguido?

—¡¡Claro que no!!, jamás había hecho algo como eso con algún hombre, pero usted no es lo que yo esperaba.

—¿Perdón? —preguntó Alan con un tono de rabia y sorpresa, ¿en serio ella se atrevió a decir eso?, él era todo lo que una mujer podría querer, una simple empleada con la que había tenido una que otra conversación caliente no lo ofendería de esa manera.

—Sí, es un hombre cruel, y muy, como decirlo.

—¿Engreído? —pregunto él, para ver hasta donde podía llegar ella.

—No lo dije yo —dijo ella, haciéndolo gruñir.

—Una persona con mi poder y dinero no puede ser menos, y no se preocupe, usted tampoco es lo que esperaba, por lo que le recomiendo que no olvide que solo es mi empleada y nada más, y que lo que paso fueron solo llamadas sin sentidos.

Los ojos de Sara se llenaron de lágrimas, pero ella intentó hacer lo mejor para que él no supiera que esas palabras la habían lastimado y que tenía más control sobre ella del que ella misma creía.

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