Sara observaba sus manos temblorosas, no sabía que esperar de la reunión que tendría en unos minutos con el jeque, ese hombre la intimidaba y el hecho de que llevará años fantaseando con él, la ponía en una situación un poco incómoda y que no le agradaba para nada.
Se miro un par de segundos en el espejo de su baño privado y luego salió de él hacia la oficina del jeque, que la esperaba impaciente y con una furia que no podía controlar, paso la peor noche de su vida, no podía sacar de su cabeza a aquella pelirroja que lo estaba volviendo loco. Sara toco la puerta de Alan y cuando recibió el permiso para entrar, abrió la puerta sintiendo como la deliciosa fragancia que el hombre usaba la golpeaba con fuerza en el rostro. —Creo que le dije que la quería aquí a primera hora, lleva quince minutos de retraso —exclamó Alan, con las manos como puños y los dientes apretados. Sara tiemblo en su lugar y se acerco a una de las sillas que estaba frente a ella para tomar asiento allí. —Lo siento, mi secretaria me aviso hasta hace poco, ¿para qué me quería ver? —Necesito una respuesta ahora mismo. —¿Una respuesta? —pregunto ella con una de sus cejas en alto. —Si, una respuesta, quiero saber si va a viajar conmigo o no, porque si no es así, necesito que vaya a recursos humanos y pida su liquidación —el cuerpo de Sara se estremeció de pies a cabeza, ella no podía creer que esto estuviera pasado, ella no podía solo irse y ya, su padre necesitaba el dinero de su empleo y estaba más que segura que Alan no estaba jugando. Necesitaba tomar una decisión ahora mismo o todo su futuro y su padre, se verían en problemas. —Está bien, acepto, solo necesito un poco de tiempo para poder dejar todo organizado aquí —asintió sin decirle una sola palabra, pero preguntándose si esa organización tiene que ver con un hombre. —Bien, entonces necesito que me vea hoy en este lugar, hablaremos de un par de cosa que aquí no puedo hacerlo —le dijo Alan con una expresión indescriptible en su rostro para luego largarle una tarjeta con una dirección. Sara la tomó y abrió los ojos cuando comprendió que es el hotel más cotizado de la ciudad y del cual él era dueño. —Está bien, lo veré allá, señor —él asintió y ella tomó eso como una señal para salir de la oficina del hombre que no dejaba de provocarle sensaciones que no le resultaban nada agradables. Sara salió de la oficina de su jefe como si la vida se le fuera en ello, las manos le temblaba y sus pies parecían tener vida propia, porque cada vez se alejaba más y más sin mirar atrás. Respiro un par de veces deteniéndose en el escritorio de su secretaria y mejor amiga. —¿Qué sucede contigo? —le pregunto a Sara, no le gustaba ver a su amiga de esa manera, y le preocupaba que las cosas empeoraran cada vez más, la visita de ese hombre no había sido para nada buena. —Tengo que ir con él, no me dio otra opción —Mariana respiro con desespero mientras veía en ese estado a su mejor amiga. —Tienes que encontrar una manera de no hacerlo, las dos sabemos que no te va a servir de nada estar tan cerca de él. Estás enamorada de él y no puedes negarlo. Ella niego, pero sabía que su mejor amiga tenia razón, no sabía si era una obsesión o un enamoramiento, pero de lo que sí estaba segura, era que ese hombre la hacia sentir muchas cosas que no podia descifrar. —No tengo otra salida, si no lo hago perderé el empleo y sabes que no puedo permitirme eso. Necesito que por favor me prometas que cuidarás de mi padre, solo así podré estar tranquila dondequiera que este —su amiga la observo con lástima y tristeza y solo asintió. La tarde de Sara fue un desastre, no dejaba de pensar en todo lo que vendría ahora que tenía que estar más cerca de Alan de lo que quería, ¿pero qué podía hacer?, nada, no le quedaba más que quedarse callada y hacer lo que él le decía. En ese momento lo odiaba más y estaba decidida a estar lo más lejos de él que pudiera. *** El hermoso edificio que se alzaba sobre ella la hizo suspirar, estaba frente al hotel de su jefe, no sabía por qué tenían que verse aquí, pero no podía decir nada, por lo que con un fuerte suspiro, camino con paso decidido dentro del lugar para encontrarse con Alan que no solo la perseguía en sueños, sino que también ahora. Sara se acercó a recepción, pero no pudo dar un solo paso, porque un fornido hombre que había visto con el Jeque se acercó a ella. —Señorita Wilson, no es necesario que informe de su llegada, sígame por favor —la mujer no dejaba de ver el lugar con asombro, y tampoco al grande y alto hombre que tenía frente a ella. —¿A dónde? —pregunto Sara con una mueca de desconfianza. —El jeque no recibe a ninguna persona en sus aposentos, por lo que la está esperando en el bar del hotel —ella asintió con un mal sabor de boca, no esperaba que él se reuniera con ella en su habitación, pero por lo menos pensó que sería algo más privado y no frente a todo el mundo. —Pensé que los temas que hablaríamos serían muy serios —dijo ella al hombre que camina a su lado con una expresión que no describe nada. —Lo es, pero recuerde que su religión es muy diferente a la nuestra, para ellos no está bien que dos personas solteras se reúnan a solas —Sara abrió los ojos asombrada por lo que acababa de decir el guardaespaldas a su lado. —¿Habla en serio? —pregunto ella haciendo que el hombre sonría y le recuerde a él cuándo empezó a trabajar para Alan, el importante y un poco cruel que lo esperaba en el bar de su hotel. —Sí, lo hago, al principio es algo incómodo, pero con el tiempo te acostumbras a sus raras costumbres. —¿Trabaja para él hace mucho? —asintió —Sí, hace más de cinco años —ella no dice nada, y solo se tensa cuando está muy cerca de su jefe, el hombre miraba con pesar a la hermosa mujer que mostraba lo interesada que estaba por el Jeque que no le ha quitado la mirada desde que entraron al bar. El hombre grande y fuerte conocía a su jefe, eran amigos, si así se le podía decir, y el sabia mejor que nadie, que Alan que tenia mucho dinero y poder, jamás tomaba en serio a ninguna mujer, no cuando su imperio y poder era más importante para él. —¿Puedo darle un consejo? —le pregunto el hombre a la hermosa mujer a su lado. Sara alejo la mirada de su jefe. El cual estaba a escasos pasos de ellos, para ponerla en el guardaespaldas a su lado. —¿A mí? —él asintió —Me recuerda mucho a mi hermana, no me gustaría que sufriera, por eso le recomiendo que no se enamore del Jeque, si quiere mantenerse intacta y no terminar muerta en vida, aléjese de él. El guardaespaldas se alejo de la mujer y la dejo con miles de preguntas en su cabeza, ¿por qué le decía eso?, ¿tanto se le notaba el interés por el jeque? Ella meneo la cabeza y coloco de nuevo la vista en el Jeque que la observaba con una de sus cejas en alto. Alan no pudo alejar la mirada de la hermosa pelirroja que tenia en frente, esa mujer le producía tantas cosas que le hacía perder el control y eso lo enojaba, porque jamás le había pasado eso con una mujer y él detestaba no tener el control de él o todo lo que lo rodeaba. —¿Necesita que la espere más tiempo? —le pregunto el jeque a la mujer que niego acercándose a él. —No, lo siento, es solo que pensé que estaríamos en un lugar más cómodo y privado, no creo que sea bueno hablar de temas tan importante aquí —él ladeo la cabeza y sonrió, no se esperaba una respuesta de aquella menuda y hermosa mujer. —¿Está insinuando que quiere estar a solas conmigo? —ella niego con rapidez. —No, claro que no, no es eso lo que quise decir, es solo que no imagine que usted tratara temas de dinero así tan a la ligera. —Y no lo hago, pero primero quiero cerciorarme de que usted sabe cuál es su lugar —Sara lo observo con una de sus cejas en alto. —¿Disculpe?, no comprendo a que se refiere —Alan tomo un poco de su trago de whisky, la mujer lo volvía loco y mucho más el no poder hacerle todo lo que ha planeado todo este tiempo. —Sé que usted es una mujer muy inteligente, por lo que no tiene que hacerse la tonta conmigo. —ella abrió la boca indignada, ¿cómo se atrevía? —No me estoy haciendo la tonta, señor, en realidad no sé dé que habla —él suspiro y se arreglo el saco de vestir para luego acomodarse mejor en el asiento en el que estaba. —Usted y yo sabemos que hemos tenido algo más que conversaciones por teléfono, ¿o lo olvido? —el rostro de la mujer se tornó rojo, no pudo olvidar eso jamás, más de dos veces ellos coquetearon y también intentaron hacer algo más que trabajar, ahora el tenerlo cerca y que no sea el mismo hombre con el que hablaba le producía nostalgia y también un poco de rabia, ella había quedado en ridículo y no sabía qué estaba pasando por la cabeza de Alan. —Fueron cosas que no tuvieron importancia —dijo ella haciendo que Alan apretara la quijada con fuerza. —¿Eso quiere decir que suele hacerlo muy seguido? —¡¡Claro que no!!, jamás había hecho algo como eso con algún hombre, pero usted no es lo que yo esperaba. —¿Perdón? —preguntó Alan con un tono de rabia y sorpresa, ¿en serio ella se atrevió a decir eso?, él era todo lo que una mujer podría querer, una simple empleada con la que había tenido una que otra conversación caliente no lo ofendería de esa manera. —Sí, es un hombre cruel, y muy, como decirlo. —¿Engreído? —pregunto él, para ver hasta donde podía llegar ella. —No lo dije yo —dijo ella, haciéndolo gruñir. —Una persona con mi poder y dinero no puede ser menos, y no se preocupe, usted tampoco es lo que esperaba, por lo que le recomiendo que no olvide que solo es mi empleada y nada más, y que lo que paso fueron solo llamadas sin sentidos. Los ojos de Sara se llenaron de lágrimas, pero ella intentó hacer lo mejor para que él no supiera que esas palabras la habían lastimado y que tenía más control sobre ella del que ella misma creía.Sara observó a Alan con una expresión que dejaba ver que sus palabras no le afectaban en nada, o eso es lo que ella quería hacerle creer, porque en realidad, si le dolieron, más de lo que creía, no entendía por qué el era tan cruel con ella. Sara enderezó sus hombros y levanto su mentón para que él no pudiera descifrar que sus palabras le habían producido algo. —No se preocupe señor, jamás imaginé que lo que había pasado con nosotros era algo importante, sé que soy una simple empleada y eso no lo he olvidado —él apretó la quijada porque no esperaba esas palabras de ella, imagino que herir su ego le serviría para que su empleada le diera lo que él quería, pero qué equivocado estaba, Alan asiente sin decir una sola palabra, porque sabe que si lo hace, enloquecerá frente a ella. — Bien, si dejamos eso claro, me gustaría saber para qué me llamo. —Necesito un reporte de los últimos años de la empresa —Sara lo observo con los ojos entrecerrados, no entendía para que él le estaba pidien
Sara movió sus manos de una manera exagerada mientras veía como su mejor amiga se burlaba de ella después de contarle todo lo que había pasado con aquel hombre que la desequilibraba de una manera que la ponía nerviosa. —¿En serio le dijiste eso? —pregunto la mujer frente a ella que la miraba con una gran sonrisa en el rostro y una ternura que la volvía loca. —¡¡Me dijo que era un payaso!!, no iba a permitir que él siguiera jugando conmigo como se le diera la gana, no estoy dispuesta a permitir eso —ella asintió sonriendo. —En eso, si tienes razón, no entiendo por qué ese hombre está tomando esa actitud contigo, ¿estás segura de que dijo que olvidaran lo que paso? —Sí, estoy muy segura, me hizo sentir como una tarada que pensaba que su amor platónico vendría a proponerle matrimonio — Mariana suspiro con fuerza al escuchar el dolor en las palabras de su mejor amiga, sabía lo ilusionada que estaba con ese hombre, a pesar de que siempre le dijo que era una ridiculez, ella no quiso
La boca de Alan se apoderó de la de Sara con un frenesí que no permitió que ella pudiera hacer nada, por lo que sin saber qué podía pasar después, dejo que él llevará el ritmo de su beso y la situación cada vez se ponía más intensa y pasional, el Jeque sabia que esto era lo que necesitaba para sacarse de la cabeza a esa pelirroja que lo estaba volviendo loco, pero qué equivocado estaba. Cuando esos labios se posaron sobre los de él, el deseo desenfrenado que sentía por esa mujer, estallo en una bomba nuclear, pidiéndole a gritos que querían más, que no era suficiente con solo un beso. Ninguno supo cuanto tiempo había pasado fundido uno en el otro, solo la falta de aire hizo que se separaran. Alan colocó la frente en la de la mujer que no dejaba de jadear por la intensidad del beso. —Qué equivocado estaba… Ahora necesito más —indico Alan sin dejar de ver a la mujer que no dejaba de temblar en sus brazos. —¿Qué… ¿Fue eso? —dijo ella con la respiración aún acelerada. —¿Un beso?
Alan no podía dejar de ver a la mujer que tenía delante de él, le enfermaba que una mujer como ella pudiera controlar sus emociones de la manera en que ella lo hacía, eso cada día lo enfurecía más y necesitaba como fuera lugar, deshacerse de esa sensación tan atroz que le carcomía el cuerpo. —¿En qué puedo ayudarlo? —pregunto Sara con una expresión de cansancio en la cara. Ella estaba harta de la manera en que ese hombre la trataba. —Usted es una salvaje, me golpeo y luego se fue como si nada hubiera pasado, ¿qué tipo de mujer es? —Sara se cruzo de brazos sin alejar la mirada del hombre furioso que tiene frente a ella. —¿Una mujer que se hace respetar? —él gruño como un animal furioso. —No le he faltado el respeto en ningún momento —ella río sin poder creer el descaro de ese hombre. —¿Ah, no?, me propuso que pasara una noche con usted, ¿cómo cree que eso se escuchó? —Pensé que usted era una mujer madura que tomaba las cosas como lo que eran, dos personas pasándola bien —un sentim
—Mm, creo que lo mejor es que nos vayamos, mañana tendrá ese informe a primera hora en su despacho —dijo caminado hasta la puerta donde él estaba y no le permitía el paso. —¿Podría por favor correrse? —dijo con la voz entrecortada. —No, no lo haré y estoy harto de no hacer lo que quiero —Alan no soportaba ms el no volver a probar los labios de esa mujer con el pelo como el fuego. Después de probar su exquisito sabor, no había dejado de pensar en ella. —¿A qué se refiere? —Ah esto —indico tomándola por la nuca para estrellar su boca con la de ella, Sara jadeo, pero dejo que el hombre que la tiene sometida se apoderara de su boca sin ningún impedimento. Sería una tonta si siguiera negando que lo deseaba, y no solo eso, su corazón cada vez lo anhelaba más y más y estaba cansada de negarlo. Con fuerza colocó sus brazos sobre sus hombros y jaló con un poco de desespero el pelo detrás de la nuca de Alan. El hombre que se apoderaba de su boca no podía parar, esto era lo que necesita
Alan beso sus labios, luego lo hace con su mandíbula, apoderándose de cada rincón de su cuerpo, dejando un rastro de besos por cada parte en donde pasa. Poco a poco la ropa va dejando sus cuerpos, y cuando ambos están listos, Alan se adueña de su interior, haciendo que la mujer bajo su cuerpo se contraiga, por lo que eso le ocasiono. Él gruñe porque acaba de confirmar que lo que ella le dijo era verdad. —¿Estás bien?, ¿Por qué hiciste esto?, me estás dando algo que siento que no merezco —dijo él dejando su frente en la de ella. —Lo que dijiste es verdad, también lo quiero como tú —él gruño moviéndose dentro de ella y logrando que ella gima alto. No había estado con nadie, y eso lo estaba volviendo un poco más loco, un sentimiento de posesividad y control se apoderó de él, no podía permitir que nadie más disfrutara de eso, era suyo y no pensaba dejar que nadie se lo arrebatara. —Tienes que decirme si estoy siendo brusco, porque tu interior me está apretando y me voy a volver
Alan gruño como un animal furioso y tomo asiento al lado de la mujer, que se movió incómoda por tenerlo a su lado. —La azafata dice que tiene su habitación lista, deberías dormir —él sonrió, porque la mando a arreglar hace días para compartirla con ella. —¿Por qué no vas tú?, te ves cansada —Sara alejo la mirada del móvil y la pone en el confundido. —¿Me está otorgando su lugar de descanso? —él asintió. —Yo descansé muy bien, pero no puedo decir lo mismo de ti, ve, descansa —ella quiso negarse, pero en realidad quería dormir, no lo ha hecho muy bien estos últimos días. —De acuerdo. Sin más se levantó de su lugar y camino al fondo del jet, abrió la puerta y se encontró con una pequeña cama. Cerró la puerta detrás de ella y se quitó los zapatos y la blusa, quería dormir cómoda, y sabía que con ropa de trabajo no lo haría. Retiro también su falda y brasier, en el momento en que la puerta se abrió. —Perdón, olvide deci… —ella jadeo cuando reconoció la voz de Alan y tapó su cu
El avión aterrizó y las manos de Sara eran un manejo de sudor y temblores, no dejaba de pensar que las cosas se pondrían aún peor ahora que al final él estaba en su territorio, donde en realidad era él o lo que pensaba que era. Alan era un enigma para ella y cada vez comprendió que lo mejor era tenerlo lo más lejos posible. Ella tomo su maleta y descendió los escalones del jet junto con el mejor amigo de Alan, cuando llegaron a tierra sintieron a Alan detrás de él, su mal genio era visible y su amigo solo quería reír porque sabía que estaba celoso, aunque no lo quisiera admitir. —Uno de mis hombres te llevará a tu departamento, te espero en mi casa a las siete de la noche, necesito que miremos unos documentos juntos —Sara asintió y caminó hasta el auto que apareció frente a ella sin decir una palabra. Alan, en cambio, gruño como un animal rabioso frente a su amigo que solo sonreía. —¿Qué es tan gracioso? —Ronald sigue mirando como el auto desaparecía y luego de unos segundos al