Alan beso sus labios, luego lo hace con su mandíbula, apoderándose de cada rincón de su cuerpo, dejando un rastro de besos por cada parte en donde pasa. Poco a poco la ropa va dejando sus cuerpos, y cuando ambos están listos, Alan se adueña de su interior, haciendo que la mujer bajo su cuerpo se contraiga, por lo que eso le ocasiono. Él gruñe porque acaba de confirmar que lo que ella le dijo era verdad. —¿Estás bien?, ¿Por qué hiciste esto?, me estás dando algo que siento que no merezco —dijo él dejando su frente en la de ella. —Lo que dijiste es verdad, también lo quiero como tú —él gruño moviéndose dentro de ella y logrando que ella gima alto. No había estado con nadie, y eso lo estaba volviendo un poco más loco, un sentimiento de posesividad y control se apoderó de él, no podía permitir que nadie más disfrutara de eso, era suyo y no pensaba dejar que nadie se lo arrebatara. —Tienes que decirme si estoy siendo brusco, porque tu interior me está apretando y me voy a volver
Alan gruño como un animal furioso y tomo asiento al lado de la mujer, que se movió incómoda por tenerlo a su lado. —La azafata dice que tiene su habitación lista, deberías dormir —él sonrió, porque la mando a arreglar hace días para compartirla con ella. —¿Por qué no vas tú?, te ves cansada —Sara alejo la mirada del móvil y la pone en el confundido. —¿Me está otorgando su lugar de descanso? —él asintió. —Yo descansé muy bien, pero no puedo decir lo mismo de ti, ve, descansa —ella quiso negarse, pero en realidad quería dormir, no lo ha hecho muy bien estos últimos días. —De acuerdo. Sin más se levantó de su lugar y camino al fondo del jet, abrió la puerta y se encontró con una pequeña cama. Cerró la puerta detrás de ella y se quitó los zapatos y la blusa, quería dormir cómoda, y sabía que con ropa de trabajo no lo haría. Retiro también su falda y brasier, en el momento en que la puerta se abrió. —Perdón, olvide deci… —ella jadeo cuando reconoció la voz de Alan y tapó su cu
El avión aterrizó y las manos de Sara eran un manejo de sudor y temblores, no dejaba de pensar que las cosas se pondrían aún peor ahora que al final él estaba en su territorio, donde en realidad era él o lo que pensaba que era. Alan era un enigma para ella y cada vez comprendió que lo mejor era tenerlo lo más lejos posible. Ella tomo su maleta y descendió los escalones del jet junto con el mejor amigo de Alan, cuando llegaron a tierra sintieron a Alan detrás de él, su mal genio era visible y su amigo solo quería reír porque sabía que estaba celoso, aunque no lo quisiera admitir. —Uno de mis hombres te llevará a tu departamento, te espero en mi casa a las siete de la noche, necesito que miremos unos documentos juntos —Sara asintió y caminó hasta el auto que apareció frente a ella sin decir una palabra. Alan, en cambio, gruño como un animal rabioso frente a su amigo que solo sonreía. —¿Qué es tan gracioso? —Ronald sigue mirando como el auto desaparecía y luego de unos segundos al
Ninguno de los dos dijo nada más, caminaron dentro del palacio y se dirigieron a una gran puerta que impresionó a Sara, cada parte que veía le parecía más lujosa que la anterior, el lugar en realidad parecía de una realeza. Alan abrió la puerta de su despacho y espero que ella entrara para cerrarla, en ese momento el palacio estaba solo sus guardianes hacían ronda, por lo que podría estar a solas con ella sin levantar sospechas. —Toma asiento, quiero que miremos un par de cosas —ella asintió haciendo lo que él dice, tomó asiento frente a él y espero que el jeque hablara. —Bien, necesito que realices un presupuesto de mano de obra de la infraestructura en donde quedará la empresa, ya está en su mayoría terminado, pero se requiere el presupuesto total —asintió. —De acuerdo, lo tendrá en dos días, ¿Está bien? —él asintió. —Me dijo el chofer que no quitaste tomar el Penthouse, ¿Puedo saber por qué? —ella suspiro y dejo de escribir en su iPad para poner la mirada en él. —No
Sara no podía creer que el hombre que amaba aceptara tener una relación con ella, después de su encuentro en la oficina, él la llevó a su departamento donde volvieron a dejarse llevar por la pasión que ambos sentían. Al día siguiente ella esperaba despertar a su lado, pero no fue así, el lado de la cama donde él debería estar estaba vacío, y un fuerte sentimiento de dolor se apoderó de su cuerpo. Suspirando se levantó de la cama par caminar hasta el baño donde se daría una ducha, necesitaba quitar de su cuerpo esa sensación de sosiego que ahorra mismo la estaba dominando. Una media hora después, Sara se dirigió al gran palacio, donde se reuniría con la junta de la empresa de Alan, las manos le sudaban y no dejaba de preguntarse, ¿cómo actuar?, lo saludaba con un beso o solo seguía de largo como si nada hubiera pasado? Llegó las puertas del salón donde se reunirían y abrió la puerta para encontrar una larga mesa de cristal en la que estaban un total de las diez personas, en l
Las manos de Sara sudaban, sentía que en cualquier momento vomitaría, lo que acababa de saber estaba haciendo que todo dentro de ella se revolviera y sufriera de una manera que la hacía gritar del dolor. Sara llegó a la habitación que tenía en el palacio y con rapidez tomó su maleta para colocar en ella las pocas pertenencias que tenía en ese lugar. En ese momento escucho que la puerta era tocada y sintió como un frío recorrió su cuerpo por el temor, no deseaba que fuera Alan, no sabía cómo enfrentarlo. —¿Sara?, ¿Se encuentra bien? —un suspiro de alivio salió de su boca cuando reconoció la voz de Ronald, su amigo. —Sí, pero me siento un poco indispuesta, dormiré un poco —tapo su boca con sus manos para que no escuchara los sollozos que salían de su boca. —No tienes que mentirme, te vi correr cuando escuchaste al jeque —sus manos temblaban y no sabía si negarlo o solo aceptar que la descubrieron. —No sé dé que hablas —él suspiró con fuerza al otro lado de la puerta.
Alan observo la puerta del hogar de la mujer que había hecho que estos últimos meses, fueran los mejor de su vida, pero aún no era suficiente para que él quisiera renunciar a lo que quería. El hombre llevaba media hora en la puerta decidiéndose si tocar o no, no sabía que podría decir si ella lo volvía a interrogar sobre su exprometida. —¿Piensas tocar? —Alan suspiró y se volteó para ver a su mejor amigo, El jeque sabia que Ronald estaba enojado, se lo dejo saber en todo el camino hasta aquí. —No lo sé —dijo agachando la mirada. —Deberías tomar una decisión, nada de esto está haciéndole bien a nadie, tú no la viste destrozada, esa mujer no merece lo que le estás haciendo. El rostro del Jeque se puso sobrio, sentía que la sangre en su cuerpo corría aún más rápido de lo normal, y empezaba a ver a su amigo como su peor enemigo y alguien que merecía un final desastroso. —¿Acaso estás enamorado de ella?—Ronald soltó una carcajada ruidosa que hacía que Alan lo observara con
Sara lloró toda la tarde en la puerta de la casa, estaba destrozada por lo que estaba pasando y aunque le daba miles de vueltas a la situación, no dejaba de llegar a la misma conclusión, no podía quedarse en ese lugar, pero el problema estaba en que no sabía como huir, ¿cómo lo haría?, él era el dueño del lugar, no saldría de aquí sin que él lo supiera. Se levantó del piso y caminó hasta el baño para tomar una ducha, puede que de esa manera despeje su mente y piense claramente que hacer. Después de eso salió de la habitación y se cambió por algo cómodo para tomar lugar en el gran salón del apartamento. En ese momento el sonido de la puerta suena alertándola, aprieta las manos con fuerza porque sabe quién es y la sola idea de verlo ahora le parece desesperante. Cuando al final la puerta se abre, ella jadeo del asombro al ver a la persona que estaba en aquella puerta. —¿Amira? —dijo ella asombrada, ¿qué hacia la princesa aquí? —Sara, ¿cómo estás? —pregunto, cerrando la p