Sara sale del apartamento acompañado por Ronal y Amira, las manos le temblaban y solo esperaba que no sucediera nada que la reteniera más tiempo en esta prisión. Ronald las condujo por un pasillo que ella no había visto, imaginaba que al ser el mejor amigo del jeque sabia mejor que nadie como se construyó este lugar. —En cuanto crucemos esta puerta, necesito que subas al auto que te espera y no mires atrás, ¿comprendes? —le pregunto el hombre a una Sara asustada, que solo podía asentir y nada más. —No será fácil empezar de nuevo, Sara, pero es lo que necesitas, lo mejor es que ahora que te vayas, te olvides de nosotros y empieces desde cero —indicó Amira, acariciando la mejilla de la hermosa pelirroja que no había dejado de llorar. La puerta se abrió y la brisa de la noche, golpeo con fuerza el rostro de Sara, sus manos sudaban y temblaban y aún más, cuando observó el auto frente a ella, jadeo al ver al hermano menor de El jeque y Amira como conductor. —¿Qué hace el aquí
Seis meses después. Sara caminaba por las calles del hermoso pueblo que la había acogido, acariciando su abultado vientre, llevaba seis meses en ese lugar, y habían sido los mejores de toda su vida, La Paz y tranquilidad que le brindaba ese lugar era algo que no podía comprender. Su relación con Azar era fantástica, era ese mejor amigo que siempre deseo, pero que nunca pudo tener, la cuidaba y amaba como nadie lo había hecho. Su familia sabia de ella lo que necesitaba, una vez al mes Azar salía de la isla para ir a la ciudad, donde dejaba un mensaje en clave para su mejor amiga y padre, eso la tenía más tranquila, y aún más que su padre estuviera sano. Sara sonrió al ver a Azar que se acercaba an ella con leña en sus brazos, cuando están cerca él deja un beso en su frente. —¿Cómo amanecieron mis chicas? —pregunto con una gran sonrisa en el rostro. —Está un poco incómoda, no deja de moverse y no entiendo por qué. —Extrañaba a su padre —dijo acercándose an ella e invi
Sara se sostiene del brazo de su mejor amigo, ¡¡Los encontró, sabía que lo haría!! —Te lo dije, te dije que nos iba a encontrar —indico Sara con la mirada en el piso. —Lo sé, perdón, por no haber hecho nada, fue mi culpa, no debí verme con él —Sara levanto la mirada para ponerla en su mejor amigo. —No, discúlpame, tú has hecho mucho por nosotras, perdóname, no es tu culpa —Azar acerco a su mejor amiga a su cuerpo. —Ya, todo estará bien, mi hermano jamás las lastimaría, sé que la mayor parte del tiempo es un idiota, pero no haría nada que las dañara. Sara escondió el rostro en el pecho de Azar y dejó que las lágrimas que habían estado conteniendo se derramaran por sus mejillas sin control, ¿Podría creerlo?, la verdad es que no, El jeque había hecho todo mal desde el principio y nadie le garantizaba que no lo hiciera de nuevo. Después de la rara reunión que habían tenido con Alan, se fue a su habitación a descansar, cuando llego a la cama encontró una caja en ella, la tom
Sara observo con asombro y alegría a las personas que tenían delante de ella, ¿Es real?, ¿en realidad son ellos?, sus ojos se llenan de lágrimas al descubrir que su mejor amiga y padre están delante de ella, con una gran sonrisa en el rostro, como siempre los recordaba. —¿Papá? —pregunto ella con la voz entrecortada. —Hola, mi amor —Sara no espero ni un segundo y se acercó a el para que su padre la envolviera entre sus brazos como tantas veces la consolaron cuando era pequeña. —Oh, papá, estás aquí —el hombre de edad acaricio el cabello de su hija y lo beso repetidamente. —Así es, mi vida, aquí estoy, ¿estás bien? —ella asintió, observando a su mejor amigo que observaba la escena con una gran sonrisa en el rostro. —¿Fuiste tú? —él negó suspirando. Sara apretó los labios con fuerza, porque no le quedaba duda de quién fue. —¿Entonces fue él? —Así es, fue tu prometido, hija, ¿por qué no me dijiste en las cartas que ibas a casarte?, ¿Acaso no querías que estuviera a tu lado
Alan observaba a su mujer sufrir mientras traía a su pequeña al mundo y en ese momento sintió que algo dentro de él cambiaba, no podía solo dejar ir a esta mujer por la habladuría, tenía que demostrar porque era el rey, y era justo lo que haría, su primo se había enfrentado al mundo por la mujer que amaba, ¿Qué esperaba él?, Sara jadeaba y pujaba cuando la partera se lo pedía, estaba agotada, pero necesitaba seguir, su hija lo necesitaba. —Falta poco Susan, solo puja —Alan arrugo su entrecejo por la forma en como la llamo la mujer, ahora entendía por qué no los había encontrado antes, sus hermanos habían hecho las cosas mejor de lo que él creía. —No puedo… Estoy cansada. —Claro que puede nena, solo falta poco, hazlo por nuestra hija —dice Azar haciendo gruñir a su hermano mayor, aunque ahora mismo eso es lo que menos le importa. —Halzo cariño, un pujo más y estará con nosotros —Ella sollozo y hace lo que la mujer le dice, uno, dos y tres veces y el fuerte llanto de su amada
Sara estaba en su habitación alimentando a su pequeña, pero su mente no dejaba de pensar en lo que Alan le había dicho, ¿casarse?, en otro momento esa sería la mejor noticia que le habrían dado, pero ahora mismo, no era la situación, ser la esposa del hombre que la traicionó era algo que no deseaba hacer. —Puedo ver desde aquí como tu cabeza máquina —Sara suspiro dejando de mirar a su hija, para poner la mirada en su mejor amigo que está en la puerta, observándola con preocupación. —¿Tanto se nota? —él asintió acercándose a ella. —Sé que estás preocupada, y es entendible, pero debes ver todo, no dejar nada al azar. —¿Qué quieres decir con eso? —Azar tomo lugar a su lado y acaricia la cabecita de su pequeña nena. —Sé que no estaba en tus planes casarte con mi hermano, pero en este momento, es la mejor opción que tenemos. —¿Hablas en serio? —Solo piénsalo, puedo decirte que mi madre hará lo que sea porque el hijo primogénito de su hijo preferido este bajo su techo, y cu
Sara se observó con nostalgia en el espejo que tenía frente a ella, no podía creer que en serio se vaya a casar con ese hombre, el vestido que su mejor amiga consiguió para ella en una de las tiendas del pueblo es hermoso, pero no ocasiona en ella la alegría que antes si sentiría. Ahora se sintió, sola, devastada y con un vacío en el pecho que no la dejaba respirar. El sonido de la puerta hace que se aleje del espejo para voltearse y encontrarse con el rostro preocupado de su padre. —Estás hermosa, cariño —ella sonrió con nostalgia. —La verdad es que no me siento así —su padre suspiro y se acercó a ella para dejar un beso en su frente y tomar entre sus manos el rostro de su hija. —No te cases si no lo haces por amor —sus ojos se llenaron de lágrimas y dejó escapar un sollozo. —Ese es el problema, que si lo amo, pero el dolor que me causo es tan fuerte, que no me deja amarlo como quisiera. —Casarte con el hombre que te causa dolor no es la solución, mi amor, eso sol
Sara aprieta a su pecho con fuerza a su hija, ver de nuevo esta ciudad, no le trae buenos recuerdos, por lo que solo cierra los ojos y espera con todo su corazón, que las cosas. Salgan bien. Con la mirada puesta enfrente, camina junto a su familia y amigo que no la deja sola en ningún momento, a pesar de que la madre de ellos con su hermano menor que era el perro faldero no dejaban de verlos. —Tranquila, no prestes atención a nada de lo que digan —indica Alan tomándola de la cadera, Sara se estremece, pero sabe que no puede hacer nada al respecto, aquí y delante de los demás, son marido y mujer. —No lo puedo creer, Alan, trajiste a esta mujer a nuestro país después de lo que hizo —refuta la mujer con fuerza, haciendo que Sara tiemble —. ¿Y tú?, eres un hijo ingrato y no mereces estar aquí.—Tampoco lo quería hacer madre, pero cuando el rey mismo va por ti, no se puede negar a lo que él quiere —exclama Azar con un deje de sarcasmo en su voz, haciendo que su madre levante una