Sara se sostiene del brazo de su mejor amigo, ¡¡Los encontró, sabía que lo haría!!—Te lo dije, te dije que nos iba a encontrar —indica Sara con la mirada en el piso.—Lo sé, perdón, por no haber hecho nada, fue mi culpa, no debí verme con él —Sara levanta la mirada para ponerla en su mejor amigo. —No, discúlpame, tú has hecho mucho por nosotras, perdóname, no es tu culpa —Azar acerca a su mejor amiga a su cuerpo. —Ya, todo estará bien, mi hermano jamás las lastimaría, sé que la mayor parte del tiempo es un idiota, pero no haría nada que las dañara. Sara esconde el rostro en el pecho de Azar y deja que las lágrimas que habían estado conteniendo se derramen por sus mejillas sin control, ¿Podría creerlo?, la verdad es que no, El jeque había hecho todo mal desde el principio y nadie le garantizaba que no lo hiciera de nuevo. Después de la rara reunión que habían tenido con Alan, se fue a su habitación a descansar, cuando llego a la cama encontró una caja en ella, la tomo con las ma
Sara observa con asombro y alegría a las personas que tiene delante de ella, ¿Es real?, ¿en realidad son ellos?, sus ojos se llenan de lágrimas al descubrir que su mejor amiga y padre están delante de ella, con una gran sonrisa en el rostro, como siempre los recordaba. —¿Papá? —pregunta ella con la voz entrecortada. —Hola, mi amor —Sara no espera ni un segundo y se acerca a el para que su padre la envuelva entre sus brazos como tantas veces la consolaron cuando era pequeña. —Oh, papá, estás aquí —el hombre de edad acaricia el cabello de su hija y lo besa repetidamente.—Así es, mi vida, aquí estoy, ¿estás bien? —ella asiente, observando a su mejor amigo que observa la escena con una gran sonrisa en el rostro. —¿Fuiste tú? —él niega suspirando. Sara aprieta los labios con fuerza, porque no le queda duda, de quién fue. —¿Entonces fue él?—Así es, fue tu prometido, hija, ¿por qué no me dijiste en las cartas que ibas a casarte?, ¿Acaso no querías que estuviera a tu lado? —ella jadea n
Alan observaba a su mujer sufrir mientras traía a su pequeña al mundo y en ese momento sintió que algo dentro de él cambiaba, no podía solo dejar ir a esta mujer por la habladuría, tenía que demostrar porque era el rey, y era justo lo que haría, su primo se había enfrentado al mundo por la mujer que amaba, ¿Qué esperaba él?, Sara jadeaba y pujaba cuando la partera se lo pedía, estaba agotada, pero necesitaba seguir, su hija lo necesitaba. —Falta poco Susan, solo puja —Alan arrugo su entrecejo por la forma en como la llamo la mujer, ahora entendía por qué no los había encontrado antes, sus hermanos habían hecho las cosas mejor de lo que él creía. —No puedo… Estoy cansada. —Claro que puede nena, solo falta poco, hazlo por nuestra hija —dice Azar haciendo gruñir a su hermano mayor, aunque ahora mismo eso es lo que menos le importa. —Halzo cariño, un pujo más y estará con nosotros —Ella solloza y hace lo que la mujer le dice, uno, dos y tres veces y el fuerte llanto de su amada hija s
Los ojos de Sara observaban al hombre que tenía frente a ella. Su amante, su amor, aquel con quien había pasado los mejores momentos de su vida, pero quien en este momento estaba rompiendo su corazón con esa confección, ¿Cómo pudo hacerle eso?, ella aún no comprendía en que momento su vida había cambiado tanto y Alan que le dio los mejores momentos y las noches más apasionadas, ahora mismo le estaba rompiendo el corazón. —¿Desde cuándo? —preguntó ella con las lágrimas descendiendo por sus mejillas sin parar. Alan observaba a la mujer que amaba y a la cual debía dejar para no perder todo por lo que había luchado. —Desde que llegué aquí, siempre supe que esto iba a pasar —dice con un nudo en la garganta y la rabia fluyendo por su cuerpo al sentirse como un cobarde y no luchar por la mujer que ama. —Me engañaste, jugaste conmigo todo este tiempo —exclama ella sintiendo una rabia que consume su cuerpo cada segundo más y más —. Como pudiste hacerme esto, te dije que te amaba y tú solo p
Sara observaba la ventana de su oficina con frustración y nerviosismo. Hoy vendría el dueño de la empresa y quien había sido su jefe por más de seis años. Nunca lo vio en persona, sus comunicaciones eran solo telefónicas o por correo, y en ese momento, recordó lo fuerte y gruesa que era su voz, le producía sensaciones que jamás ningún hombre logró, ni su ex prometido. Menea la cabeza para alejar esos pensamientos en el momento en que la puerta es tocada y la cabeza de su mejor amiga y secretaria, aparece por la puerta de su oficina. —Nena, es hora, la junta te espera —suspirando, se da la vuelta y camina hasta la puerta donde Mariana la espera. —¿Lo viste? —dice ella con un tono de desespero. —No, el hombre venía rodeado como por diez hombres y no pude verlo, es de la realeza, nena —ella asiente recordándose eso. Sara llevaba fantaseando con ese hombre por años, y eso no podía seguir permitiéndoselo, Él era un hombre imposible para ella, no solo porque era el jeque de un país, s
Hace un tiempo atrás Sara observaba sus manos temblorosas, no sabía que esperar de la reunión que tendría en unos minutos con el jeque, ese hombre la intimidaba y el hecho de que llevaba años fantaseando con él, la ponía en una situación un poco incómoda y que no le agradaba para nada.Se mira un par de segundos en el espejo de su baño privado y luego sale de él hacia la oficina del jeque, que la esperaba impaciente y con una furia que no podía controlar, paso la peor noche de su vida, no podía sacar de su cabeza a aquella pelirroja que lo estaba volviendo loco.Sara toca la puerta de Alan y cuando recibe el permiso para entrar, abre la puerta sintiendo como la deliciosa fragancia que el hombre usa la golpea con fuerza en el rostro.—Creo que le dije que la quería aquí a primera hora, lleva quince minutos de retraso —exclama el jeque, con las manos como puños y los dientes apretados.Sara tiembla en su lugar y se acerca a una de las sillas que están frente a ella para tomar asiento a
Sara observa a Alan con una expresión que deja ver que sus palabras no le afectaron en nada, o eso es lo que ella quiere hacerle creer, porque en realidad, si le dolieron, más de lo que creía, no entendía por qué ese hombre era tan cruel con ella.Sara enderezó sus hombros y levanto su mentón para que él no pudiera descifrar que sus palabras le habían producido algo.—No se preocupe señor, jamás imaginé que lo que había pasado con nuestros era algo importante, sé que soy una simple empleada y eso no lo he olvidado —él aprieta la quijada porque no esperaba esas palabras de ella, imagino que herir su ego le serviría para que su empleada le diera lo que él quería, pero qué equivocado estaba. Alan asiente sin decir una sola palabra, porque sabe que si lo hace, enloquecerá frente a ella. — Bien, si dejamos eso claro, me gustaría saber para qué me llamo.—Necesito un reporte de los últimos años de la empresa —Sara lo observa con los ojos entrecerrados, no entendía para que él le estaba pidi
Sara movía sus manos de una manera exagerada mientras veía como su mejor amiga se burlaba de ella después de contarle todo lo que había pasado con aquel hombre que la desequilibraba de una manera que la ponía nerviosa.—¿En serio le dijiste eso? —pregunta la mujer frente a ella que la mira con una gran sonrisa en el rostro y una ternura que la vuelve loca.—¡¡Me dijo que era un payaso!!, no iba a permitir que él siguiera jugando conmigo como se le diera la gana, no estoy dispuesta a permitir eso —ella asiente sonriendo.—En eso, si tienes razón, no entiendo por qué ese hombre está tomando esa actitud contigo, ¿estás segura de que dijo que olvidaran lo que paso?—Sí, estoy muy segura, me hizo sentir como una tarada que pensaba que su amor platónico vendría a proponerle matrimonio —Tiffany suspira con fuerza al escuchar el dolor en las palabras de su mejor amiga, sabía lo ilusionada que estaba con ese hombre, a pesar de que siempre le dijo que era una ridiculez, ella no quiso escucharla