Sara se movía por medio de su habitación, estaba impaciente, no podía creer que ellos sí hubieran hecho eso, las cosas no estaban saliendo bien, o eso era lo que ellos creían. El lugar estaba en silencio y ella estaba un poco paranoica, se encontraba sola en casa porque sus padres habían salido a la rutina diaria de las citas de su mamá. Un fuerte golpe en la parte de abajo la hizo salir rápido su habitación y bajar las escaleras para averiguar que estaba pasando. Sarif estaba en el piso bocabajo estrategias se encontraba la persona que pensó que jamás volvería a ver —Hola hermosa — Dijo Ronald —¿ qué haces aquí? — preguntó ella con su voz temblando —¿ no es obvio? —ella negó asustada. — no, no lo es y no lo quiero saber, ahora? Qué le hiciste?— Dice ella mirando al piso donde se encuentra desmayada su hermana. — no me gustan los caos sueltos, ella siempre fue un caos suelto, y me encargué de ella — Sarah intentó acercarse para saber si estaba viva, pero Ronald negó
Sara observaba el lugar en el que se encontraba con miedo y temor, no sabía donde se encontraba, estaba lleno de suciedad y mal olor, no sabía porque la había traído aquí, pero de lo que si estaba segura era que necesitaba salir de aquí como fuera, no podía seguir ni un día más en este lugar del que no sabía que le esperaba. —Está un poco sucio, pero todo estará mejor cuando salgamos de aquí. Ella miraba a Ronald como si se hubiera vuelto loco, no tenía idea de lo que él tenía en mente, pero no quería saberlo y el miedo que ahora mismo estaba sintiendo, jamás lo había sentido, y eso le aterraba más que el sentirlo a él cada vez más cerca. —No quiero estar aquí, Ronald, sabes que este no es mi lugar, necesito que me dejes ir, que me dejes seguir mi vida. —Tu vida es a mi lado, y es lo que va a pasar, así que es mejor que lo aceptes lo más rápido que puedas para que no te duela. —¡¡Esque no tengo nada que aceptar, ni lugar no está a tu lado y tienes que aceptarlo!!, ¡¡Jam
Había pasado un mes, un mes en el que Alan no sabía nada de Sarah, un mes en el que las cosas estaban mal, se había distanciado de sus hermanos, comía no dormía, y le dolía ver poco a poco como la mamá de Sarah iba enfermando y muriendo un poco más. Willy sus hermanos estaban enfocados en encontrar a Ronald, pero el hombre había desaparecido de la faz de la tierra, no se sabía de él, lo poco que se sabía era algo que no servía para nada. Alan se acercó a la cuna de su pequeña hija, y acarició su pelo rojo como el de su madre. — sé que extrañas a tu mamá hija, yo también lo hago, pero te juro que estoy haciendo lo imposible para encontrarla Su pequeña hija hizo un pequeño ruido que se hizo cuando él siguió acariciando su pequeñita cabeza. Alan apretó los dientes con fuerza porque un soso quería salir de él, nunca había llorado en su vida o bueno lo había hecho desde que conocí a Sarah, pero como ahora jamás, todas las noches se quedaba dormido llorando imaginando que nunca
Sarah está en la cocina de la casa preparando la comida como todas las noches, llevaba un mes al lado de Ronald, después de haberlo curado, había ganado su confianza, por lo que ya no estaba en ese oscuro y sucio lugar sino en la parte de arriba de la casa. Había descubierto que se encontraban una casa de lago en un bosque, nunca había visto ese lugar, y por más que intento buscar la manera de escapar, todo fue en vano. Ahora tenía que actuar como si fueran una familia aunque ella siempre estaba encadenada y solamente se podía mover por la casa si lo autorizaba. Sus hijos estaban bien, y por muy sorprendente que su pudiera ser, hace 15 días había sido operada por fin de su corazón corazón, las cosas habían salido mejor de lo que esperaba y su cuerpo había aceptado el corazón de Mariana. En ese momento una charla que tuvo con Ronald llega a su mente con rapidez. —¿ por qué estás haciendo esto? — quiso saber ella, había llegado con un médico para decirle que hoy sería su operac
Sara observaba todo desde detrás de la espalda de Alan, estaba asustada, no quería que esto terminara mal, no quería perderlo, el y sus hijos fueron la fuerza que ella necesitó para seguir soportando todo lo que él le hacia. —¿Que pretendes entonces? —dijo Alan. —Tener un familia, eso es lo que quiero, y con ella es con quien lo deseo. —No va a pasar eso, ella se va a ir conmigo. —Primero te mato —dijo el con el arma en alto. —¡¡No, no!! —dijo Sara, saliendo detrás de Alan y colocándose frente a él. —Por favor, no, es suficiente, ya no más. Dijo Sara sollozando, si lo pierde a él, todo será diferente y no soportará nada más —Entonces ven, si no quieres que el termine muerto a tus pies, ven conmigo ahora mismo —dijo Ronald con el arma en alt,o, en dirección a Alan. —No, claro que no, no volverás a su lado, ya fue suficiente, el debe estar en una cárcel o en una fosa común como tu padre —Ronald titubeo. —¿Que?, eso no es verdad, mi madre no lo permitiría. L
Los ojos de Sara observaban al hombre que tenía frente a ella. Su amante, su amor, aquel con quien había pasado los mejores momentos de su vida, pero quien en este momento estaba rompiendo su corazón con esa confección, ¿Cómo pudo hacerle eso?, ella aún no comprendía en que momento su vida había cambiado tanto y el hombre que le dio los mejores momentos y las noches más apasionadas, ahora mismo le estaba rompiendo el corazón. —¿Desde cuándo? —pregunto ella con las lágrimas descendiendo por sus mejillas sin parar. Él observaba a la mujer que amaba y a la cual debía dejar para no perder todo por lo que había luchado. —Desde que llegué aquí, siempre supe que esto iba a pasar —dijo con un nudo en la garganta y la rabia fluyendo por su cuerpo al sentirse como un cobarde y no luchar por la mujer que ama. —Me engañaste, jugaste conmigo todo este tiempo —exclamo ella sintiendo una rabia que consumía su cuerpo cada segundo más y más —. Como pudiste hacerme esto, te dije que te amaba y
Hace un tiempo atrás. Sara observaba la ventana de su oficina con frustración y nerviosismo. Hoy vendría el dueño de la empresa y quien había sido su jefe por más de seis años. Nunca lo había visto en persona, sus comunicaciones eran solo telefónicas o por correo, y en ese momento, recordó lo fuerte y gruesa que era su voz, le producía sensaciones que jamás ningún hombre logró, ni su ex prometido. Menea la cabeza para alejar esos pensamientos en el momento en que la puerta es tocada y la cabeza de su mejor amiga y secretaria, aparece por la puerta de su oficina. —Nena, es hora, la junta te espera —suspirando, se da la vuelta y camino hasta la puerta donde Mariana la espera. —¿Lo viste? —dice ella con un tono de desespero. —No, el hombre venía rodeado como por diez guardaespaldas y no pude verlo, es de la realeza, nena —ella asiente recordándose eso. Sara llevaba fantaseando con ese hombre por años, y eso no podía seguir permitiéndoselo. Él era un hombre imposible para ell
Sara observaba sus manos temblorosas, no sabía que esperar de la reunión que tendría en unos minutos con el jeque, ese hombre la intimidaba y el hecho de que llevará años fantaseando con él, la ponía en una situación un poco incómoda y que no le agradaba para nada. Se miro un par de segundos en el espejo de su baño privado y luego salió de él hacia la oficina del jeque, que la esperaba impaciente y con una furia que no podía controlar, paso la peor noche de su vida, no podía sacar de su cabeza a aquella pelirroja que lo estaba volviendo loco. Sara toco la puerta de Alan y cuando recibió el permiso para entrar, abrió la puerta sintiendo como la deliciosa fragancia que el hombre usaba la golpeaba con fuerza en el rostro. —Creo que le dije que la quería aquí a primera hora, lleva quince minutos de retraso —exclamó Alan, con las manos como puños y los dientes apretados. Sara tiemblo en su lugar y se acerco a una de las sillas que estaba frente a ella para tomar asiento allí. —Lo