Capítulo 23

Sara aprieta a su pecho con fuerza a su hija, ver de nuevo esta ciudad, no le trae buenos recuerdos, por lo que solo cierra los ojos y espera con todo su corazón, que las cosas. Salgan bien.

Con la mirada puesta enfrente, camina junto a su familia y amigo que no la deja sola en ningún momento, a pesar de que la madre de ellos con su hermano menor que era el perro faldero no dejaban de verlos.

—Tranquila, no prestes atención a nada de lo que digan —indica Alan tomándola de la cadera, Sara se estremece, pero sabe que no puede hacer nada al respecto, aquí y delante de los demás, son marido y mujer.

—No lo puedo creer, Alan, trajiste a esta mujer a nuestro país después de lo que hizo —refuta la mujer con fuerza, haciendo que Sara tiemble —. ¿Y tú?, eres un hijo ingrato y no mereces estar aquí.

—Tampoco lo quería hacer madre, pero cuando el rey mismo va por ti, no se puede negar a lo que él quiere —exclama Azar con un deje de sarcasmo en su voz, haciendo que su madre levante una
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