El día había llegado, hoy todos conocerían formalmente a la reina de Arabia saudita, las manos de Sara sudaban de una manera que no podía controlar. Tenía puesto un traje que la hacía ver cómo otra mujer, estaba llena de joyas y un maquillaje exagerado que realzaba su belleza, pero que también la hacía sentir rara. Hoy se realizaba en el palacio un baile donde estarían las familias más importantes del país, también vendrían socios y conocidos de la familia del rey, estaba muy nerviosa porque no quería cometer un error. —Vas a hacer un hueco en el piso si no dejas de moverte de un lado para el otro —Sara se detiene y observa en la puerta del baño a su esposo, este tenía una pequeña sonrisa en su rostro que la hizo bufar. —Estoy nerviosa, lo siento. —No deberías de estarlo, estás hermosa y solo robarás mirada de admiración —ella niega agachando la mirada. —Lo que en realidad quisiera era que nadie me mirara —dice ella levantando la mirada de nuevo. —No soporta la atención desmedid
Alan tuvo que dejar a su reina sola, uno de sus más grandes socios lo necesitaban y solo su mejor amiga era la única persona que acompañaba a Sara, ya que las demás estaban con Alan. Sara observa el lugar junto con su mejor amiga que no deja de estar fascinada por la hermosura de la vestimenta de las mujeres del lugar. —Todos esos vestidos los podrás usar tú, ahora que serás reina —exclama a su amiga. —Eso es lo que menos me importa ahora, Mariana, mira a tu izquierda, el hombre de negro no ha dejado de mirarme, y su forma de hacerlo no me agrada para nada —ella con disimulo mira el lugar que su amiga le señaló y en efecto, el hombre está mirando a Sara de una forma lujuriosa. —Pues te informo que viene para acá, y no sé por qué lo hace, estamos solas y por lo que sé, no pueden acercarse a nosotras si no hay un hombre. —Bueno, al parecer hay personas que se pasan esas reglas por donde no les da el sol —Mariana asiente. Unos segundos después, el hombre del que hablan se acerca a e
Los días habían pasado y la incertidumbre de Sara cada día aumentaba más, estaba nerviosa e intentaba solo salir al jardín para darle un poco de sol a su hija, pero lejos de eso, no salía de casa si no era con Ronald o el mismo rey, el temor porque ese hombre se acercará a ella de nuevo, no le permitía tener vida y eso la estaba matando. —¿Seguirás así por más tiempo? —pregunta Alan, acercándose a ella desde atrás, mientras la ve observar el hermoso paisaje que da el gran jardín del palacio.—No sé qué me está pasando, me siento tan diferente, es algo que no puedo descifrar, pero ese hombre me produjo un miedo que nunca en la vida pensé sentir. —No sé por qué te sientes así, ¿paso algo más que no me hayas dicho? —ella niega. —No fue necesario que hiciera algo más, si solo presencia creo en mí un miedo que no puedo comprender —Alan suspira y la toma del rostro para que lo mire mejor. —Sé que fue mi culpa por no haber cuidado de ustedes como quise, pero eso no volverá a pasar, te lo
Sara observa a Alan que duerme tranquilo bajo su cuerpo, ella está recostada sobre su pecho, luego de hacer el amor, se quedaron dormidos y ella acababa de despertar, eran casi la cinco de la mañana, por lo que con cuidado de no despertarlo a él o a su pequeña, se levanta de la cama y busca su ropa para poder vestirse. Cuando está cómoda, camina hasta la cuna de su hija y deja un beso en su frente cuando verifica que sigue durmiendo plácidamente. Se aleja de ella con una sonrisa en su rostro y camina hasta la puerta para abrirla y salir de la habitación. El lugar se siente vacío, no se escucha un solo ruido en el palacio y un poco de miedo se apodera de su cuerpo, pero aun así bajas las escaleras para caminar hasta la gran cocina del lugar, sus tripas resuene del hambre, no consumió nada por esperar a Alan. Cuando llega al lugar no puede dar un solo paso, porque una mano en su boca la hace abrir los ojos asustada por la persona que la aprisiona desde atrás. —No hagas ningún ruido
El resto del camino hacia el lugar al que irían estuvo en silencio, Sara no dejaba de pensar en su pequeña hija y en Alan, habían tenido la mejor noche después de meses separados y ahora tenían que separarse, eso le partía el corazón y hacía que doliera mucho más. Una pequeña casa se muestra frente a ellos, el auto se detiene y Sara siente que el momento de su final acababa de llegar. —Bájate reina, y no hagas nada estúpido —Suspirando, abre la puerta y siente como un golpe cae en su rostro haciendo que gima de dolor. —¡¿Pero qué rayos haces?!Pregunta el hombre a la mujer que observa a Sara en el piso esculpiendo sangre de su boca por el golpe que acababa de darle—No iba a quedarme con las ganas, por su culpa soy una maldita fugitiva —Sara levanta la mirada y se encuentra con la mirada furiosa de la madre de Alan, sabía que esa mujer tenía algo que ver con todo esto —¿Por qué no nos deja en paz —dice Sara sollozando. —¡Porque yo merezco todo y lo iba a conseguir, pero llegaste y
El rostro de Sara estaba lleno de lágrimas, no había dejado de llorar después de que ese hombre había ultrajador y utilizado su cuerpo como le había parecido. Después de que abuso de ella tomo fotos junto con Faris, imaginaba que era para Alan y esperaba de todo corazón, que él no creyera en ellas. Aunque pensándolo bien, sería algo imposible de no creer, cuando ella aprecia desnuda, al lado de ese asqueroso hombre, que aún no sabía, ¿por qué hacía todo esto?, estaba segura de que no era solo el poder, era algo más, y necesitaba averiguarlo lo más rápido posible. Limpia su rostro cuando el sonido de la puerta hace que aleje todo pensamiento de ella. Suspira esperando lo peor cuando ve entrar por esta a Faris, con una enorme sonrisa en su rostro.—¿Cómo estuvo la fiesta? —le pregunta haciendo que el estómago de ella se revuelva del asco que eso le ocasiona.—¿Estás demente?, ¡¡Él me violó!! —la mujer solo rueda los ojos como si no hubiera dicho algo terrible. —Eres una exagerada, de
Alan se alejó de ellos dejando a Sara con Azar y su madre, que no dejaba de mirar la escena con mucha satisfacción, la mujer estaba aprovechando todo lo que podía este momento, porque al final consiguió lo que tanto quería, destruir al hijo que tanto odiaba y a esa extranjera que solo vino a dañar todos sus planes, su maldita belleza era un embrujo que captaba a todo hombre que la rodeaba, porque estaba más que segura que su hijo no era gay y su estúpido amante estaba obsesionado con ella. —¿Feliz madre? —pregunto Azar, observando a la mujer que le dio la vida con mucho desprecio. —No sé dé qué hablas, tú fuiste el que se metió en la cama de la mujer de tu hermano. —¡¡Deja de fingir, sabes que no es así!! —la mujer rio y se alejó de la puerta para mirarlo con mucho desprecio. —Pues buena suerte, haciendo que tu hermano lo crea, porque las pruebas dicen lo contrario —sonrió y observo a Sara con una mirada que decía más que las palabras, con eso se alejó para salir detrás de su hijo
Sara llegó a la pista de aterrizaje junto con Alan, que no dejaba que Ronald la acompañara, el desprecio de él por su esposa era tan grande, que necesitaba cerciorarse el mismo de que se iba. El auto se detuvo frente a la pista y ella, sin esperar nada, se baja del auto, pero no pudo dar un solo paso porque él la toma del brazo e hizo que regresara de nuevo al auto. —¿Qué haces? —pregunto Sara sorprendida de que él la estuviera tocando. —Quiero que me mires a los ojos y por primera vez en la vida, me digas la verdad —Sara suspiro cerrando la puerta para colocarse frente a él. —¿Por qué haces esto?, ¿No es suficiente con todo lo que ha pasado? —pregunto ella luchando por no venirse abajo delante de él. Desearía poder decirle la verdad, pero sabía que si lo hacía, su pequeña pagaría por su error. —Por qué necesito comprenderte.—No es necesario, lo único importante es que sepas que amo a mi hija más que a nadie en el mundo, y estoy dispuesta hacer por ella lo que sea necesario —El