El rostro de Sara estaba lleno de lágrimas, no había dejado de llorar después de que ese hombre había ultrajador y utilizado su cuerpo como le había parecido. Después de que abuso de ella tomo fotos junto con Faris, imaginaba que era para Alan y esperaba de todo corazón, que él no creyera en ellas. Aunque pensándolo bien, sería algo imposible de no creer, cuando ella aprecia desnuda, al lado de ese asqueroso hombre, que aún no sabía, ¿por qué hacía todo esto?, estaba segura de que no era solo el poder, era algo más, y necesitaba averiguarlo lo más rápido posible. Limpia su rostro cuando el sonido de la puerta hace que aleje todo pensamiento de ella. Suspira esperando lo peor cuando ve entrar por esta a Faris, con una enorme sonrisa en su rostro.—¿Cómo estuvo la fiesta? —le pregunta haciendo que el estómago de ella se revuelva del asco que eso le ocasiona.—¿Estás demente?, ¡¡Él me violó!! —la mujer solo rueda los ojos como si no hubiera dicho algo terrible. —Eres una exagerada, de
Alan se alejó de ellos dejando a Sara con Azar y su madre, que no dejaba de mirar la escena con mucha satisfacción, la mujer estaba aprovechando todo lo que podía este momento, porque al final consiguió lo que tanto quería, destruir al hijo que tanto odiaba y a esa extranjera que solo vino a dañar todos sus planes, su maldita belleza era un embrujo que captaba a todo hombre que la rodeaba, porque estaba más que segura que su hijo no era gay y su estúpido amante estaba obsesionado con ella. —¿Feliz madre? —pregunto Azar, observando a la mujer que le dio la vida con mucho desprecio. —No sé dé qué hablas, tú fuiste el que se metió en la cama de la mujer de tu hermano. —¡¡Deja de fingir, sabes que no es así!! —la mujer rio y se alejó de la puerta para mirarlo con mucho desprecio. —Pues buena suerte, haciendo que tu hermano lo crea, porque las pruebas dicen lo contrario —sonrió y observo a Sara con una mirada que decía más que las palabras, con eso se alejó para salir detrás de su hijo
Sara llegó a la pista de aterrizaje junto con Alan, que no dejaba que Ronald la acompañara, el desprecio de él por su esposa era tan grande, que necesitaba cerciorarse el mismo de que se iba. El auto se detuvo frente a la pista y ella, sin esperar nada, se baja del auto, pero no pudo dar un solo paso porque él la toma del brazo e hizo que regresara de nuevo al auto. —¿Qué haces? —pregunto Sara sorprendida de que él la estuviera tocando. —Quiero que me mires a los ojos y por primera vez en la vida, me digas la verdad —Sara suspiro cerrando la puerta para colocarse frente a él. —¿Por qué haces esto?, ¿No es suficiente con todo lo que ha pasado? —pregunto ella luchando por no venirse abajo delante de él. Desearía poder decirle la verdad, pero sabía que si lo hacía, su pequeña pagaría por su error. —Por qué necesito comprenderte.—No es necesario, lo único importante es que sepas que amo a mi hija más que a nadie en el mundo, y estoy dispuesta hacer por ella lo que sea necesario —El
Dos meses después.Sara observó las fotos de su pequeña, sintiendo como su corazón se estruje al verla tan grande y hermosa. Ya han pasado dos meses desde que tuvo que dejarla. Las cosas para ella y su familia no había estado fácil, el poder de Alan ha estado afectándolos, ya que no había podido conseguir empleado, gracias a Amira y su pequeña empresa, habían estado sobreviviendo. Ella suspiró y llevo las fotos a su pecho para llorar un poco, cada noche anhela tenerla a su lado, pero sabía que no era tan sencillo, su amiga había estado intentando traerla con ella cada vez que iba a Arabia a escondidas de su hermano, tener como aliado a su nuevo Jeque era algo que la había ayudado mucho. Sara sonrió al recordar que hace un mes, Ronald fue nombrado jeque de una de las provincias más grandes de Arabia, a todos los tomo por sorpresa, y más aún a él, que tuvo que cambiar su apariencia y también aprender del islam, aunque no lo deseara.Sara alejó los pensamientos que la agobiaban cuando
El rostro de Sara era de sorpresa, no podía creer o asimilar, aún, que el hombre, frente a ella, estuviera proponiéndole algo como eso, ¿era verdad?, ¿O solo jugaba con ella? —¿Tu socia? —pregunto por quinta vez, logrando que Daría perdiera la paciencia. —Sí, Sara, mi socia, como sabrás, estoy en trámites de divorcio, y mi maldita esposa es una víbora que quiere quedarse con la mitad de mis bienes, cosa que no voy a permitir, he luchado mucho por conseguir lo que ahora tengo. —¿Y por eso necesitas un socio? —asintió. —Si las acciones de mi empresa, están muy por debajo del cuarenta por ciento, ella no podrá obtener nada. —Pero estás poniendo tu empresa en mis manos, ¿no tienes miedo de que te robe? —él sonrió apagando su puro. —Créeme que lo que menos querrás será robarme —un escalofrío recorrió el cuerpo de Sara cuando ese hombre frente a ella dijo eso. Tampoco estaba pensando hacerlo, puede ver que Daría es peligroso. —Lo que aún no entiendo, es, ¿Qué gano yo? —Soy socio de
Sara no dejaba de observar la puerta del despacho de Darían, no sabía en qué momento entraría por esa puerta el hombre que había sido el amor de su vida y también era el padre de su hija, pero eso no era en realidad lo que le preocupaba, lo que lo hacía, era que no sabía que saldría de esta reunión y lo que menos quería, ahora mismo, era salir con el corazón más roto de lo que ya lo tenía. —Estás muy nerviosa, si no te sientes preparada, puedo ocuparme yo de esto —exclamó su amigo, al ver como no dejaba de mover las manos sobre su regazo. —Tengo que hacer esto, no puedo esconderme de él toda la vida —Darían asintió y en ese momento, la puerta fue abierta, Sara apretó con fuerza las manos sobre su regazo, unos segundos después, un imponente y cambiado Alan apareció por esta, junto a su gran amigo, Ronald. Los ojos del Rey se posaron por toda la habitación y cuando encontraron a Sara se detuvieron para observarla. Estaba más hermosa de lo que imaginaba, y se veía tan bien, que eso hac
Habían pasado tres días y las cosas estaban siendo muy difíciles para Sara, Alan se había convertido en su sombra, a donde ella iba, él también lo hacía, no dejaba de acosarla y eso la estaba poniendo muy nerviosa, quería que él desapareciera y la dejara en paz, pero estaba siendo muy difícil. Sara abrió la puerta de su oficina y gruño al encontrar a Alan en ella, sentado como si fuera el dueño del lugar. —¿No tienes vida?— pregunto ella, con desespero y cansancio. —No creas que disfruto lo que hago —ella río. —Déjame dudarlo, no entiendo por qué tienes que perseguirme como si fuera a huir. —No confió en ti, y no pienso poner mi dinero en tus manos, no sé qué puedas hacer con él —Sara, suspiro y tomo asiento delante de él, estaba cansada, perdiendo la paciencia con todo lo que estaba pasando, sentía como si una bola de nieve hubiera caído sobre ella. —Si tanto te incomoda, porque no hablas con Darían y le dices que no deseas que trabaje aquí. —Ya lo hice, pero al parecer, está
Sara observó la ciudad desde su habitación, la soledad la consumió cada día más, el miedo que sentía de pensar lo que estaba pasando su hija, no la había dejado dormir, y es por eso que llamo a su mejor amigo para que viniera a acompañarla. El sonido de la puerta abriéndose hizo que Sara alejara la mirada de la ventana, para encontrarse con la mirada preocupada de su mejor amigo. —¿Siguen las pesadillas? —ella asintió. —Ahora también está el hecho de que tu madre tiene a mi hija —el solo recordarlo, hacía que sus ojos se llenaran de lágrimas. —Tranquila nena, está con Amira, ella no dejará que nada malo le pase —Sara suspiro alejándose de la ventana para sentarse en la cama. —Hoy estuvo tu hermano en la oficina, al parecer su odio por mí es tan grande, que decidió odiar también a mi hija —Azar gruño con fuerza.—Detesto el haberte dejado sola, pero eso no será más así, abriremos una sede aquí de la empresa, me quedaré a tu lado y te juro que recuperaremos a nuestra pequeña —Sara