Capítulo 40

Habían pasado tres días y las cosas estaban siendo muy difíciles para Sara, Alan se había convertido en su sombra, a donde ella iba, él también lo hacía, no dejaba de acosarla y eso la estaba poniendo muy nerviosa, quería que él desapareciera y la dejara en paz, pero estaba siendo muy difícil.

Sara abrió la puerta de su oficina y gruño al encontrar a Alan en ella, sentado como si fuera el dueño del lugar.

—¿No tienes vida?— pregunto ella, con desespero y cansancio.

—No creas que disfruto lo que hago —ella río.

—Déjame dudarlo, no entiendo por qué tienes que perseguirme como si fuera a huir.

—No confió en ti, y no pienso poner mi dinero en tus manos, no sé qué puedas hacer con él —Sara, suspiro y tomo asiento delante de él, estaba cansada, perdiendo la paciencia con todo lo que estaba pasando, sentía como si una bola de nieve hubiera caído sobre ella.

—Si tanto te incomoda, porque no hablas con Darían y le dices que no deseas que trabaje aquí.

—Ya lo hice, pero al parecer, está
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