Sara observa el lugar que está lleno de hermosas pinturas por todas partes, su interior es rústico y llamativo, pero no es como creía que sería, recordaba que Alan era un hombre de lujos y este lugar parecía más haber sido decorado por un hombre que no quería llamar la atención. —¿Te gusta? —pregunta él con intriga porque noto la manera en como ella observaba el lugar. —Sí, es hermoso, pero no parece que fuera tuyo —él sonríe y asiente.—Lo sé, era la idea principal cuando la hice —Sara deja de ver la pared de pinturas para darse la vuelta y mirarlo a los ojos. —¿La hiciste tú? —él asiente sin decir una sola palabra. —Wow, no pensé que te gustara la arquitectura.—Es mi pasión, siempre quise ejercerla, pero mi padre no me lo permitió, mi destino era será rey y administrar las empresas petroleras de nuestra familia —Sara siente en su voz en dolor que le causó dejar lo que quería en realidad hacer y eso le parte un poco el corazón. —Lo siento mucho, tiene que ser muy difícil no hace
Sara observa a Alan con terror, esto no es nada bueno, no puede creer que este tipo de casas estén pasando, primero su madre y ahora su ex prometida, ¿quién más las intentaría atacar? —Tranquila, todo estará bien —ella niega alejándose de él. —No, sabes que no es verdad, primero fue tu mamá, ahora es esa mujer, y no comprendo como pueden hacer aquí lo que deseen, ¡¡es tu casa, tú eres el rey!! —Alan asiente empezando a comprender lo que no podía ver antes. —Tienes razón, y eso solo significa que tenemos un traidor —ella abre los ojos asombrada. —¿Qué?, ¿de qué hablas? —Nadie puede salir o entrar de esta casa si yo no lo autorizo, si mi madre y ella estuvieron haciendo lo que quisieron, es porque alguien dentro está permitiéndolo —Sara lo observa con confusión y miedo, eso no puede ser verdad, si lo que él dice es cierto, están en peligro, mucho más de lo que ella creía. —No puede ser, estamos en peligro, Alan, aquí nadie quiere a mi hija, van a buscar la manera de lastimarla, e
Una semana después. Sara y su familia llevaba una semana en aquella hermosa isla, las cosas no estaban siendo tan fáciles como ellos quisieran, estar tan lejos de la civilización no era fácil para su padre y mejor amiga, y el adaptarse a ello les estaba costando, algo que Azar y ella lo tenían más fácil. Sara observa a su padre en el gran mirador de la casa y con paso lento se acerca a él para ponerse a su lado. —¿Estás bien? —pregunta ella con un nudo en la garganta, desde hace días lo ha notado raro. —Sí, hija, lo estoy. —No tienes que mentirme papá, te conozco mejor de lo que crees, si está pasado algo, puedes decírmelo —su padre deja de ver el hermoso paisaje y poner la mirada en ella. —Las cosas no están bien con Alan, el pueblo está revolucionándose porque tú desapareciste y si no regresas en menos de una semana, se le quitará el trono —ella abre los ojos sorprendidas. —¿Pero cómo?, él lo heredó por derecho, no pueden solo quitárselo —Lo heredó porque ninguna de las hija
El día había llegado, hoy todos conocerían formalmente a la reina de Arabia saudita, las manos de Sara sudaban de una manera que no podía controlar. Tenía puesto un traje que la hacía ver cómo otra mujer, estaba llena de joyas y un maquillaje exagerado que realzaba su belleza, pero que también la hacía sentir rara. Hoy se realizaba en el palacio un baile donde estarían las familias más importantes del país, también vendrían socios y conocidos de la familia del rey, estaba muy nerviosa porque no quería cometer un error. —Vas a hacer un hueco en el piso si no dejas de moverte de un lado para el otro —Sara se detiene y observa en la puerta del baño a su esposo, este tenía una pequeña sonrisa en su rostro que la hizo bufar. —Estoy nerviosa, lo siento. —No deberías de estarlo, estás hermosa y solo robarás mirada de admiración —ella niega agachando la mirada. —Lo que en realidad quisiera era que nadie me mirara —dice ella levantando la mirada de nuevo. —No soporta la atención desmedid
Alan tuvo que dejar a su reina sola, uno de sus más grandes socios lo necesitaban y solo su mejor amiga era la única persona que acompañaba a Sara, ya que las demás estaban con Alan. Sara observa el lugar junto con su mejor amiga que no deja de estar fascinada por la hermosura de la vestimenta de las mujeres del lugar. —Todos esos vestidos los podrás usar tú, ahora que serás reina —exclama a su amiga. —Eso es lo que menos me importa ahora, Mariana, mira a tu izquierda, el hombre de negro no ha dejado de mirarme, y su forma de hacerlo no me agrada para nada —ella con disimulo mira el lugar que su amiga le señaló y en efecto, el hombre está mirando a Sara de una forma lujuriosa. —Pues te informo que viene para acá, y no sé por qué lo hace, estamos solas y por lo que sé, no pueden acercarse a nosotras si no hay un hombre. —Bueno, al parecer hay personas que se pasan esas reglas por donde no les da el sol —Mariana asiente. Unos segundos después, el hombre del que hablan se acerca a e
Los días habían pasado y la incertidumbre de Sara cada día aumentaba más, estaba nerviosa e intentaba solo salir al jardín para darle un poco de sol a su hija, pero lejos de eso, no salía de casa si no era con Ronald o el mismo rey, el temor porque ese hombre se acercará a ella de nuevo, no le permitía tener vida y eso la estaba matando. —¿Seguirás así por más tiempo? —pregunta Alan, acercándose a ella desde atrás, mientras la ve observar el hermoso paisaje que da el gran jardín del palacio.—No sé qué me está pasando, me siento tan diferente, es algo que no puedo descifrar, pero ese hombre me produjo un miedo que nunca en la vida pensé sentir. —No sé por qué te sientes así, ¿paso algo más que no me hayas dicho? —ella niega. —No fue necesario que hiciera algo más, si solo presencia creo en mí un miedo que no puedo comprender —Alan suspira y la toma del rostro para que lo mire mejor. —Sé que fue mi culpa por no haber cuidado de ustedes como quise, pero eso no volverá a pasar, te lo
Sara observa a Alan que duerme tranquilo bajo su cuerpo, ella está recostada sobre su pecho, luego de hacer el amor, se quedaron dormidos y ella acababa de despertar, eran casi la cinco de la mañana, por lo que con cuidado de no despertarlo a él o a su pequeña, se levanta de la cama y busca su ropa para poder vestirse. Cuando está cómoda, camina hasta la cuna de su hija y deja un beso en su frente cuando verifica que sigue durmiendo plácidamente. Se aleja de ella con una sonrisa en su rostro y camina hasta la puerta para abrirla y salir de la habitación. El lugar se siente vacío, no se escucha un solo ruido en el palacio y un poco de miedo se apodera de su cuerpo, pero aun así bajas las escaleras para caminar hasta la gran cocina del lugar, sus tripas resuene del hambre, no consumió nada por esperar a Alan. Cuando llega al lugar no puede dar un solo paso, porque una mano en su boca la hace abrir los ojos asustada por la persona que la aprisiona desde atrás. —No hagas ningún ruido
El resto del camino hacia el lugar al que irían estuvo en silencio, Sara no dejaba de pensar en su pequeña hija y en Alan, habían tenido la mejor noche después de meses separados y ahora tenían que separarse, eso le partía el corazón y hacía que doliera mucho más. Una pequeña casa se muestra frente a ellos, el auto se detiene y Sara siente que el momento de su final acababa de llegar. —Bájate reina, y no hagas nada estúpido —Suspirando, abre la puerta y siente como un golpe cae en su rostro haciendo que gima de dolor. —¡¿Pero qué rayos haces?!Pregunta el hombre a la mujer que observa a Sara en el piso esculpiendo sangre de su boca por el golpe que acababa de darle—No iba a quedarme con las ganas, por su culpa soy una maldita fugitiva —Sara levanta la mirada y se encuentra con la mirada furiosa de la madre de Alan, sabía que esa mujer tenía algo que ver con todo esto —¿Por qué no nos deja en paz —dice Sara sollozando. —¡Porque yo merezco todo y lo iba a conseguir, pero llegaste y