Lía Ontiveros, revisó las cuentas una y otra vez, como si en el fondo de su ser esperara que un gran milagro sucediera o hubiese estado equivocada, mas no era así, todo estaba claro, no existía otra interpretación, estaba en la bancarrota, porque sus padres le dejaron una deuda millonaria y ni siquiera los bienes heredados, podrían alcanzar para enfrentar a las deudas con los acreedores.Suspiró con impotencia, levantándose del roído sillón con mucha más fuerza de la que pretendía, logrando que debido al impulso empleado, el asiento haya caído hacia atrás haciendo un estrepitosos ruido al golpear el metal, con el reluciente piso de madera, sin embargo, ella hizo caso omiso, ni siquiera se molestó en recogerlo, estaba demasiado deprimida y con pocas energías para hacerlo.Comenzó a caminar de un lado a otro, al mismo tiempo llevaba sus manos a los cabellos en un gesto de desesperación, mientras pensaba en una solución que le permitiera no solo pagar las
Lía se quedó viéndolo por un par de segundos, totalmente sorprendida por sus palabras, no podía creer como siendo tan atractivo podía expresarse de esa manera tan déspota, eso la impresionó al punto de quedarse por un momento abstraída, sin emitir ningún sonido, hasta ver la expresión despectiva en el rostro del hombre. —Lo siento señor, venía distraída viendo el lujoso edificio y no me di cuenta de su presencia, pero puede darme su camisa y su saco, no tengo problema en mandársela a lavar —manifestó, tratando de ser amable y esbozando una sonrisa con la cual esperaba apaciguar la irritación del hombre, provocada por haberle ensuciado la ropa. No obstante, no se esperó la actitud del hombre, quien la miró de pies a cabeza con desprecio como si ella estuviese loca, y sin mediar ninguna palabra se giró, dejándola sola como si se tratara de alguien insignificante, con la cual no iba a perder tiempo prestándole atención; esa actitud de prepotencia desagradó a Lía, quien
Lía no podía creer, que se tratara del mismo hombre con quien colisionó en la puerta del edificio, el mismo día de la entrevista y no disimuló un solo segundo el gran desagrado causado por su presencia, pues ese día se sintió menospreciada por la actitud arrogante hacia ella. Al mismo tiempo, él estaba pensando ¿Cómo una mujer tan torpe podía haber quedado seleccionada después de ese meticuloso proceso de selección? Pues había nombrado a los mejores profesionales en los diferentes campos, para realizar las evaluaciones, los cuales no solo tenían una amplia capacidad, sino además de eso, compartían una lealtad hacia los Estebans Veliz, principalmente hacia él. —¡Lo siento! Aunque no tengo idea de que trata este trabajo, con tan solo el hecho de saber que este hombre… —, lo señaló con el dedo en una actitud despectiva—. Y yo trabajaremos en el mismo espacio, se me quitan las ganas de saber al respecto —habló con arrojo, al mismo tiempo de levantarse del asiento,
Cuando Marcos, la vio salir no pudo controlar su molestia, era la mujer más atrevida y grosera que había tenido la desgracia de conocer, le provocaba ir tras ella y darle nalgadas como si fuese una infante, para ver si de esa manera aprendía a respetarlo y así lo habría hecho, si no es porque uno de sus abogados y amigo lo detuvo. —Marcos, piensa bien lo que vas a hacer, si le pones un dedo encima a esa mujer frente a testigos, no sabes en qué problema legal puedas meterte, y aunque puedas salir victorioso de cualquier pleito, pasarás un mal rato, además un escándalo puede repercutir de manera negativa en las empresas —se quedó por un momento pensativo tomó la carpeta y agregó. » Además, cuando firmó, lo hizo sin darse cuenta y terminó haciéndolo con el legajo de documentos completos, así que Lía Ontiveros, está en tus manos quiera ella o no —pronunció Liam con satisfacción. —Entonces, ¡Voy por ella! —exclamó Marcos, sonriendo con malicia mientras camin
Marcos apretó los dientes con fiereza, al sentir el agua caer, para luego rodar por su hermoso rostro. —¡¿Qué diablos acabas de hacer?! —exclamó con voz gélida, mientras sacaba un pañuelo y se limpiaba, aunque sin dejar de observarla. —¡¿Qué diablos acabas de decir?!—pronunció en el mismo tono. Al parecer su pregunta causó satisfacción en él, se acercó a ella como un depredador acechando a su presa y le susurró al oído. —Deberás acostarte conmigo para cumplir la parte del trato y hasta no tener a tu semillita y la mía, unidas en tu linda panza, no vamos a dejar de intentarlo —declaró sonriente. —Pues prepárate, porque así esté ese maldito contrato hay dos cosas que no vas a ver, la cara de Dios y a ti introduciendo tu cosita para meter la semillita en mí, para ir a parar en mi pancita —pronunció con burla, alzando su barbilla con prepotencia. Sus palabras provocaron desagrado en Marcos, se sintió ofendido por llamar a su pene, cosita;
Marco estaba hirviendo del enojo, dio un fuerte golpe en la mesa, apretando los dientes con rabia. —¿Cómo se las arreglaron toda esa gente para contratar al mismo demonio y que este saliera perfectamente en todo? —interrogó con una expresión férrea. —No te quejes mucho, porque aunque quieras disimularlo, ese mismísimo demonio te gusta —señaló Paul con burla. —¿A mí? ¡Estás loco! Nada más alejado de la realidad, ¿Cómo me va a gustar una mujer altanera? ¿Qué no sé cohíbe para hablar todo lo que se le ocurre en esa mente suya? Con esos ojos color del popó de los pajaritos y…¡Mierda@! —sus amigos se carcajearon al ver la expresión de Marco. —¿Te diste cuenta de que estás jodido? ¿Te gusta esa mujer? —lo interrogó Liam. —No hablen tonterías, solo me molesta su actitud, pero jamás me enamoraría de una mujer como ella —vio las cejas alzadas de sus amigos, quienes lo miraban con burla—. No me miren así, ya le dije ¡Ella no me gusta! — exclamó, a
Ambos se quedaron mirando con recelo, hasta que el silencio fue roto por Marcos. —Me sigo preguntando, ¿Por qué las pruebas arrojaron que de todas las candidatas presentadas, eras la del coeficiente intelectual más alto? Cuando es notorio por tus palabras y tu comportamiento que incluso careces de sentido común, por más intentos de buscar una razón lógica, simplemente no puedo explicármelo…—iba a seguir hablando cuando sintió el golpe propinado con fuerza en su mejilla, haciéndolo mover su rostro a un lado, por breves instantes no reaccionó, se quedó pasmado pues no esperaba esa reacción tan agresiva de su parte. —¡A mí no me degrades! No sé lo permito a nadie ¿Quién te has creído tú? —inquirió indignada. —¡Muy digna la niña! ¿Tú si puedes burlarte de mí? —espetó tomándola por los hombros con fuerza hamaqueándola. En este punto Hermes se acercó y a pesar de estar temeroso, se enfrentó. —¡Haga el favor de soltarla! —exclamó, aunque su voz tembl
Marcos se quedó parado sin apartar la vista de ella, viéndola huir hasta que el chofer lo sacó de su concentración. —¿Señor, la dejará ir? ¿Por qué no corrió detrás de ella? ¡Hágalo! —lo instó el hombre, mas el CEO se mantuvo imperturbable, mientras entrecerraba los ojos. —Voy a subir al departamento, no iré tras de ella, la dejaré creer que he desistido de retenerla y ha logrado su objetivo, así como el depredador juega con la presa, haciéndole creer que la dejé en libertad —expresó complacido. —Pero debería mandar a los guardaespaldas tras ella, si escapa no va a poder conseguirla —siguió insistiendo el chofer con un proco de preocupación. El hombre sonrió, como si solamente él conociera el chiste. —Puedes irte Ernesto, ya no te preocupes, yo tengo todo controlado, me encargaré de ella. Te llamaré si te llego a necesitar —expresó en tono neutro. Subió al apartamento, entró con tranquilidad observando cada detalle, estaba perfec