Lía Ontiveros, revisó las cuentas una y otra vez, como si en el fondo de su ser esperara que un gran milagro sucediera o hubiese estado equivocada, mas no era así, todo estaba claro, no existía otra interpretación, estaba en la bancarrota, porque sus padres le dejaron una deuda millonaria y ni siquiera los bienes heredados, podrían alcanzar para enfrentar a las deudas con los acreedores.
Suspiró con impotencia, levantándose del roído sillón con mucha más fuerza de la que pretendía, logrando que debido al impulso empleado, el asiento haya caído hacia atrás haciendo un estrepitosos ruido al golpear el metal, con el reluciente piso de madera, sin embargo, ella hizo caso omiso, ni siquiera se molestó en recogerlo, estaba demasiado deprimida y con pocas energías para hacerlo.
Comenzó a caminar de un lado a otro, al mismo tiempo llevaba sus manos a los cabellos en un gesto de desesperación, mientras pensaba en una solución que le permitiera no solo pagar las deudas, si no también cubrir los gastos.
Miró el pequeño despacho, cuyas paredes estaban cubiertas de repisas de madera, donde reposaban diversas colecciones de libros de diferentes géneros literarios de autores clásicos, contemporáneos y modernos, le dio tristeza la decisión que debía tomar, pese a ello, no tenía ninguna otra alternativa, pues hasta de ellos libros debía deshacerse.
Tomando en cuenta el valor de la casa, la cual ascendía a un millón trescientos mil dólares y la deuda de setecientos mil correspondiente a la hipoteca, sumado los gastos funerarios y los diversos préstamos pendientes, la suma ascendía a dos millones de dólares, vendiendo todos los bienes de valor, aún existía un faltante de setecientos mil dólares, estaba sin empleo y sin nadie a quien acudir, porque cuando se cae en desgracia y lo único que te acompaña son las deudas, los amigos y familiares huyen a tu derecha y en esa situación estaba ella, sin nadie, prácticamente sola en el mundo, a pesar de estar rodeada de mucha gente, por un momento la tristeza la invadió, las lágrimas amenazaban con brotar, mas las retuvo.
Debía ser fuerte porque así lo habrían querido sus padres y se los debía, haría todo lo posible por superar esa mala racha, ella no se caracterizaba por ser cobarde, si no todo lo contrario, era una mujer decidida, nunca le huía a los problemas, todo lo contrario, los enfrentaba.
Salió del despacho de su padre, llegó a la sala y vio el periódico debajo de la puerta, lo agarró, pese a ello, no lo abrió, lo metió debajo de su brazo y caminó hacia la cocina, lo puso en la encimera mientras buscaba algo en la nevera para alimentarse, después de rebuscar por varios minutos, solo consiguió un par de huevos, un pedazo de queso duro, unos tomates, unas hojas de perejil y medio litro de leche, sacó todo lo encontrado y lo puso en el mesón al lado de la cocina.
Comenzó a picar el tomate y perejil en trozos, buscó un sartén, pero cuando fue a encender la cocina, esta no lo hizo, porque se había ido el gas, suspiró con impotencia, no podía creer su mala suerte, desde el momento en que la llamaron para informarle sobre la muerte de sus padres, su vida fue cayendo en decadencia, convirtiéndose en un desastre, nada le salía como lo planificaba y eso causaba frustración en ella.
Buscó en las dispensas de la cocina y encontró un pedazo de pan, aunque un poco duro, no obstante, su hambre era intensa, su estómago empezó a rugir, al parecer tenía un concierto y necesitaba meterse algo a la boca, porque de lo contrario corría el riesgo de desmayarse, además, no alimentarse le provocaba un muy mal humor y la ponía bruta.
Se sirvió la leche en un gran vaso, tomó el pan duro y lo humedeció, enseguida se lo llevó a la boca, sintiendo deleite al comer algo tan sencillo como eso, pero como bien dicen, la necesidad tiene cara de perro y ante las adversidades las pequeñas cosas son las que uno termina valorando más.
Después de comerse ese simple alimento para aplacar los ruidos de su estómago, tomó el periódico y comenzó a revisar los anuncios, pues necesitaba buscar un empleo, no solo para cubrir sus necesidades básicas como alimentarse, pagar el agua, la electricidad, sino que también fuese lo suficiente, para crear un plan de pago de deudas y buscar un nuevo sitio donde vivir; dejó de buscar en el periódico por un par de minutos y recorrió el espacio sintiéndose triste por estar obligada a deshacerse del lugar donde se crió y fue tan feliz con sus padres, esta vez, no pudo evitar las lágrimas correr por su rostro, deseaba tanto no tener que deshacerse de la vivienda, sin embargo, no tenía otra solución, después de un breve instante se las limpió las lágrimas con el torso de la mano, con premura.
De nuevo fijó su atención en la sección de clasificados, específicamente en lo relativo a empleos, tomó el lápiz que tenía ubicado tras la oreja y empezó a subrayar los anuncios más importantes, hasta encontrar uno que le llamó la atención.
“Se busca joven entre 20 a 25 años, soltera y sin ninguna relación amorosa o familiar, de buena presencia, sana, de mente abierta, atrevida y extrovertida, para trabajar en misión importante, dirigirse a Edificio Estebans Veliz, presidencia, ofrecemos contrato por un año, extraordinaria paga y todos los gastos de alimentación, médicos cubiertos. Garantizamos confidencialidad”.
Lía al ver el anuncio le pareció increíble, todo era demasiado bueno, por un momento pensó en qué empleo pudiera ser ese para garantizar tan buenos beneficios “¿Será de prostituta?”, se preguntó frunciendo el ceño, se sonrió ante su pensamiento.
—¡Estás loca Lía! La empresa Estebans Veliz, es una de las más serias del país, no va a prestarse para ningún asunto ilegal que vaya a arruinar su buen nombre y reputación.
Al final luego de una batalla consigo misma, se decidió, se fue a duchar, buscó su única prenda elegante, un vestido ceñido al cuerpo de color beige, tacones marrones, se dejó su hermoso cabello castaño claro suelto en ondas, se maquilló resaltando el color verde de sus ojos, solo se aplicó un polvo compacto en el rostro sin agregarse labial, sus zarcillos y una pequeña cadena de oro, ambos regalos de sus padres en su último cumpleaños, no pudo evitar un pequeño quejido de frustración salir de su boca, porque cada pequeño objeto, incluso mirarse al espejo se los recordaba, era difícil seguir adelante con tanto dolor, aunque tenía claro que debía hacerlo, a pesar de resultar muy fácil decirlo, pero bastante complicado ejecutarlo.
Se miró al espejo una vez más, se sintió extraña porque ella era de jeans, blusas y zapatos deportivos, su estilo siempre fue informal, a sus veintidós años era una mochilera, un alma libre, recorría países enteros con solo un morral de equipaje tras su espalda, y cargando con ella apenas lo necesario para vivir, dio otro suspiro parecido a un sollozo y elevó una oración al cielo, tomó una cartera que había sido de su madre, le agregó sus cosas, sin ningún orden, agarró las llaves y salió de la casa.
Debía caminar un par de cuadras para llegar hasta el transporte público, pero lamentablemente la falta de costumbre en utilizar esas prendas provocó que apenas recorriera la primera cuadra, el zapato izquierdo le empezara a pegar.
—¡Diablos! —exclamó al revisarse y darse cuenta de una ampolla en su pie—. Ahora lo único que me falta es ver un pájaro volando y me arroje su porqueri4—espetó molesta y como si el cielo hubiese dicho amén, efectivamente un pájaro pasó y dejó caer sus heces en el brazo de la chica, quien miraba la travesura del animal con incredulidad.
—Esto es increíble y aún hay gente capaz de decir que esto es suerte ¿Suerte? Esto es popó de pájaro, bien asqueroso—dijo en voz alta enfadada, mientras la gente la miraba con curiosidad como si se hubiese vuelto loca, sin embargo, no les prestó atención, buscó en el bolso, pues siempre llevaba consigo papel sanitario, tomó un poco y se limpió.
Siguió caminando, ya un poco desanimada, no obstante, su expresión cambió al llegar a la parada, justo en el mismo momento cuando se estacionaba el autobús, no pudo evitar esbozar una gran sonrisa.
—Gracias, Diosito, por fin sumas una a mi favor—, subió al transporte y estaba lleno, por lo cual iba de pie, prácticamente como sardina en lata, bien apretada, aunque, para su alivio todos quienes la rodeaban eran señoras, lo cual agradeció porque a veces, eran hombres, y estos no tenían reparos de recostar su sex0 en las mujeres.
Después de treinta minutos de recorrido, llegó a su destino, bajó con premura, se arregló la ropa y siguió su camino hacia el lujoso edificio, de cristales azul claro, el cual lucía imponente, regio, destacando entre todos como símbolo de dinero y poder, antes de continuar la caminata hasta su destino, compró café en una de las cafeterías cercanas, pues para empezar su día con energía, necesitaba una buena dosis de cafeína.
Con determinación caminó hacia el interior, mas la construcción ejercía tanta fascinación en ella, al punto de no poder dejar de mirarlo, por eso sus ojos estaban puestos arriba, hasta repentinamente chocar con un duro cuerpo, quien la sostuvo para evitar que cayera, antes de empezar a balbucear una disculpa, se quedó en silencio con la boca abierta, al observar al hombre y la mancha de café dejada en su traje y su camisa.
—Disculpe…
Su cerebro sufrió un reseteo, cuando dirigió la vista a su rostro, quedó por completo en blanco, las palabras que iba a pronunciar quedaron en el olvido al ver un hermoso espécimen masculino, alto, cabello rubio, con unos ojos de un azul intenso, mandíbula cuadrada y unos labios gruesos, con una expresión severa, pero dibujando una mueca que dejaba al descubierto unos perfectos y blancos dientes, mientras en el pecho de la chica, su corazón palpitaba con fuerza y su rostro palidecía producto de la impresión.
—¿Tiene problemas visuales para no ver por dónde camina? —preguntó el hombre con una voz gruesa, provocando un estremecimiento en todo el cuerpo de Lía.
«No hay hombre que, revestido de un poder absoluto para disponer de todos los asuntos humanos, no sea víctima de la soberbia y la injusticia.». Platón.Lía se quedó viéndolo por un par de segundos, totalmente sorprendida por sus palabras, no podía creer como siendo tan atractivo podía expresarse de esa manera tan déspota, eso la impresionó al punto de quedarse por un momento abstraída, sin emitir ningún sonido, hasta ver la expresión despectiva en el rostro del hombre. —Lo siento señor, venía distraída viendo el lujoso edificio y no me di cuenta de su presencia, pero puede darme su camisa y su saco, no tengo problema en mandársela a lavar —manifestó, tratando de ser amable y esbozando una sonrisa con la cual esperaba apaciguar la irritación del hombre, provocada por haberle ensuciado la ropa. No obstante, no se esperó la actitud del hombre, quien la miró de pies a cabeza con desprecio como si ella estuviese loca, y sin mediar ninguna palabra se giró, dejándola sola como si se tratara de alguien insignificante, con la cual no iba a perder tiempo prestándole atención; esa actitud de prepotencia desagradó a Lía, quien
Lía no podía creer, que se tratara del mismo hombre con quien colisionó en la puerta del edificio, el mismo día de la entrevista y no disimuló un solo segundo el gran desagrado causado por su presencia, pues ese día se sintió menospreciada por la actitud arrogante hacia ella. Al mismo tiempo, él estaba pensando ¿Cómo una mujer tan torpe podía haber quedado seleccionada después de ese meticuloso proceso de selección? Pues había nombrado a los mejores profesionales en los diferentes campos, para realizar las evaluaciones, los cuales no solo tenían una amplia capacidad, sino además de eso, compartían una lealtad hacia los Estebans Veliz, principalmente hacia él. —¡Lo siento! Aunque no tengo idea de que trata este trabajo, con tan solo el hecho de saber que este hombre… —, lo señaló con el dedo en una actitud despectiva—. Y yo trabajaremos en el mismo espacio, se me quitan las ganas de saber al respecto —habló con arrojo, al mismo tiempo de levantarse del asiento,
Cuando Marcos, la vio salir no pudo controlar su molestia, era la mujer más atrevida y grosera que había tenido la desgracia de conocer, le provocaba ir tras ella y darle nalgadas como si fuese una infante, para ver si de esa manera aprendía a respetarlo y así lo habría hecho, si no es porque uno de sus abogados y amigo lo detuvo. —Marcos, piensa bien lo que vas a hacer, si le pones un dedo encima a esa mujer frente a testigos, no sabes en qué problema legal puedas meterte, y aunque puedas salir victorioso de cualquier pleito, pasarás un mal rato, además un escándalo puede repercutir de manera negativa en las empresas —se quedó por un momento pensativo tomó la carpeta y agregó. » Además, cuando firmó, lo hizo sin darse cuenta y terminó haciéndolo con el legajo de documentos completos, así que Lía Ontiveros, está en tus manos quiera ella o no —pronunció Liam con satisfacción. —Entonces, ¡Voy por ella! —exclamó Marcos, sonriendo con malicia mientras camin
Marcos apretó los dientes con fiereza, al sentir el agua caer, para luego rodar por su hermoso rostro. —¡¿Qué diablos acabas de hacer?! —exclamó con voz gélida, mientras sacaba un pañuelo y se limpiaba, aunque sin dejar de observarla. —¡¿Qué diablos acabas de decir?!—pronunció en el mismo tono. Al parecer su pregunta causó satisfacción en él, se acercó a ella como un depredador acechando a su presa y le susurró al oído. —Deberás acostarte conmigo para cumplir la parte del trato y hasta no tener a tu semillita y la mía, unidas en tu linda panza, no vamos a dejar de intentarlo —declaró sonriente. —Pues prepárate, porque así esté ese maldito contrato hay dos cosas que no vas a ver, la cara de Dios y a ti introduciendo tu cosita para meter la semillita en mí, para ir a parar en mi pancita —pronunció con burla, alzando su barbilla con prepotencia. Sus palabras provocaron desagrado en Marcos, se sintió ofendido por llamar a su pene, cosita;
Marco estaba hirviendo del enojo, dio un fuerte golpe en la mesa, apretando los dientes con rabia. —¿Cómo se las arreglaron toda esa gente para contratar al mismo demonio y que este saliera perfectamente en todo? —interrogó con una expresión férrea. —No te quejes mucho, porque aunque quieras disimularlo, ese mismísimo demonio te gusta —señaló Paul con burla. —¿A mí? ¡Estás loco! Nada más alejado de la realidad, ¿Cómo me va a gustar una mujer altanera? ¿Qué no sé cohíbe para hablar todo lo que se le ocurre en esa mente suya? Con esos ojos color del popó de los pajaritos y…¡Mierda@! —sus amigos se carcajearon al ver la expresión de Marco. —¿Te diste cuenta de que estás jodido? ¿Te gusta esa mujer? —lo interrogó Liam. —No hablen tonterías, solo me molesta su actitud, pero jamás me enamoraría de una mujer como ella —vio las cejas alzadas de sus amigos, quienes lo miraban con burla—. No me miren así, ya le dije ¡Ella no me gusta! — exclamó, a
Ambos se quedaron mirando con recelo, hasta que el silencio fue roto por Marcos. —Me sigo preguntando, ¿Por qué las pruebas arrojaron que de todas las candidatas presentadas, eras la del coeficiente intelectual más alto? Cuando es notorio por tus palabras y tu comportamiento que incluso careces de sentido común, por más intentos de buscar una razón lógica, simplemente no puedo explicármelo…—iba a seguir hablando cuando sintió el golpe propinado con fuerza en su mejilla, haciéndolo mover su rostro a un lado, por breves instantes no reaccionó, se quedó pasmado pues no esperaba esa reacción tan agresiva de su parte. —¡A mí no me degrades! No sé lo permito a nadie ¿Quién te has creído tú? —inquirió indignada. —¡Muy digna la niña! ¿Tú si puedes burlarte de mí? —espetó tomándola por los hombros con fuerza hamaqueándola. En este punto Hermes se acercó y a pesar de estar temeroso, se enfrentó. —¡Haga el favor de soltarla! —exclamó, aunque su voz tembl
Marcos se quedó parado sin apartar la vista de ella, viéndola huir hasta que el chofer lo sacó de su concentración. —¿Señor, la dejará ir? ¿Por qué no corrió detrás de ella? ¡Hágalo! —lo instó el hombre, mas el CEO se mantuvo imperturbable, mientras entrecerraba los ojos. —Voy a subir al departamento, no iré tras de ella, la dejaré creer que he desistido de retenerla y ha logrado su objetivo, así como el depredador juega con la presa, haciéndole creer que la dejé en libertad —expresó complacido. —Pero debería mandar a los guardaespaldas tras ella, si escapa no va a poder conseguirla —siguió insistiendo el chofer con un proco de preocupación. El hombre sonrió, como si solamente él conociera el chiste. —Puedes irte Ernesto, ya no te preocupes, yo tengo todo controlado, me encargaré de ella. Te llamaré si te llego a necesitar —expresó en tono neutro. Subió al apartamento, entró con tranquilidad observando cada detalle, estaba perfec
Marcos llegó a la oficina hecho una fiera, demasiado molesto, siempre se imaginó de pequeño, como se sentiría frustrado el coyote por nunca poder atrapar al corre camino, pues al parecer allí tenía la respuesta, pese a ello, nunca se imaginó estar en el papel del coyote. En un principio, había esperado pasar el día libre en el apartamento, descansar, dormir, mas al final decidió ir en búsqueda de Lía, le urgía poder finiquitar con ella, el asunto relacionado con su hijo; cualquier podía juzga y decir que siendo un importante CEO, y uno de los hombres más poderos del país, podría simplemente demandar y obligar Lía de esa manera a cumplir parte de su acuerdo, sin embargo, para él no era tan sencillo, primero, necesitaba tener un heredero, segundo, no quería informar a la opinión pública que su hijo sería concebido por inseminación artificial, pues todos lo cuestionarían, e incluso lo señalarían como un capricho de playboy y por último, porque se negaba a casarse, aunque