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Capítulo 5. Genio y figura

Marcos apretó los dientes con fiereza, al sentir el agua caer, para luego rodar por su hermoso rostro.

—¡¿Qué diablos acabas de hacer?! —exclamó con voz gélida, mientras sacaba un pañuelo y se limpiaba, aunque sin dejar de observarla.

—¡¿Qué diablos acabas de decir?!—pronunció en el mismo tono.

Al parecer su pregunta causó satisfacción en él, se acercó a ella como un depredador acechando a su presa y le susurró al oído.

—Deberás acostarte conmigo para cumplir la parte del trato y hasta no tener a tu semillita y la mía, unidas en tu linda panza, no vamos a dejar de intentarlo —declaró sonriente.

—Pues prepárate, porque así esté ese maldito contrato hay dos cosas que no vas a ver, la cara de Dios y a ti introduciendo tu cosita para meter la semillita en mí, para ir a parar en mi pancita —pronunció con burla, alzando su barbilla con prepotencia.

Sus palabras provocaron desagrado en Marcos, se sintió ofendido por llamar a su pene, cosita; sin pensar mucho en lo que hacía, la haló con fuerza hacia él, haciéndola golpear con su pecho para luego tomarla de la nuca y besarla con fiereza, mientras sentía la sangre agitándose en su interior, desconociendo si era por la rabia o la excitación, pero necesitaba someterla, la quería rindiéndose ante él, no obstante, lamentablemente nada lo preparó para el dolor que sintió segundos después, cuando Lía le dio un rodillazo en su parte íntima, mientras sonreía con diversión.

—¡Maldit@ estúpida! ¿Te has olvidado de quién soy yo? —preguntó apretando los dientes con evidente enojo.

—No me importas si eres el mismísimo rey del mundo, no permito que alguien desagradable, me besé —expuso mientras se limpiaba la boca con el dorso de la mano con un gesto de asco.

—¿Acaso no recuerda su contrato? —le preguntó Paul a Lía, mirándola con desdén.

—Quiero ver el contrato firmado, no confío en ninguno de ustedes, al parecer son personas a quienes les gusta humillar a la gente sin recursos, quieren imponerse al débil para mostrarles su poder, conmigo se equivocaron, para mí hay cosas más importantes al poder y la apariencia, no crean que soy de quien se le va a caer el panti por un hombre bonito y con dinero—señaló con determinación.

Paúl tomó las carpetas del contrato y se las entregó, todos se miraron a los ojos nerviosos, mientras ella sin titubeo recorría con su vista las condiciones firmadas, sorprendiéndose en cada una.

—¿Vivir con él hasta un año después de nacer el bebé? —preguntó al abogado, ignorando la presencia de Marcos, y alzando las cejas en un gesto de incredulidad—. Con este hombre no aguanto viviendo ni siquiera un minuto, porque al terminar ese tiempo, seguro uno de los dos estará muerto, es odioso, altanero y snobs.

—Y tú eres una ordinaria, salvaje y mal hablada, no me agrada mucho tener conexiones contigo —habló en tono seco y despectivo.

—¿En serio? Pues para no querer lo haces bastante bien, porque si no, no estarías aquí obligándome a cumplir con esto —, indicó batiendo los contenidos de las carpetas —. Sabiendo que me resultas el hombre menos atractivo del mundo, sería mil veces más capaz de involucrarme con un mendigo en la esquina y no contigo —mirándolo con desprecio, provocando tensión en el cuerpo del hombre.

“M*****a mujer, le haré tragar sus palabras”

—Ay mujer, no escupas para arriba porque de seguro la saliva te caerá encima, terminarás arrastrándote por mí, nunca ninguna se ha resistido —enfatizó con burla.

—¡Sueña querido, es gratis! A mi parecer, solo quieres proyectar tus deseos haciéndolos pasar por los míos —dejó el enfrentamiento de palabras y dirigió su atención al contrato y minutos después sonrió complacida.

» Siempre he sabido que los abogados no son dignos de fiarse, pero que llevarán su mentira a tal extremo, terminando incluso de rebasar mis pensamientos más extraños, es demasiado hasta para alguien como ustedes —terminó de leer y los miró con intensidad.

» Es impresionante, hasta me van a decir lo que voy a comer, no debo ver otros hombres mientras dure el procedimiento ¿Qué hay de ti? ¿No se aplica lo mismo? —interrogó con curiosidad.

—No, a mí no se aplica, soy hombre, no quedo embarazado, en cambio, en tu caso, debo estar seguro de que si te embarazas, el hijo sea mío —habló como si ella fuese baja de entendimiento y debieran explicarle con precisión.

—Tiene coherencia, no soy un ser irracional y a decir verdad, como todo se hará en un tubito, no me interesa si te follas a medio país.

Sus palabras tan francas y espontáneas impactaron a los hombres, porque nunca habían estado con una persona capaz de decir lo que se le pasaba por la cabeza, sin pensar, como ella; sin embargo, la capacidad de asombro de los tres llegó, cuando la escucharon declarar con firmeza.

—Voy a cumplir el contrato —el trío de hombres la miraron con incredulidad, aunque segundos después al comprobar la certeza de sus palabras, la comisura de la boca de Marcos se levantó  en un gesto de satisfacción.

—No lo digas como si es un favor que me estuvieses haciendo, tampoco es una hazaña que lo hagas, lo harás porque no tienes otra alternativa, lo firmado en un arranque de impulsividad, no te da ninguna otra salida.

—Es cierto, de otra forma no lo haría, sin embargo, se hará como dice aquí ni más ni menos; busquen al médico, necesito conocer el proceso, para que luego saque los óvulos de mí y los renacuajos de ti, busquen el tubito de ensayo, los unen y hagan lo correspondiente, porque yo no voy a acostarme contigo, ni aunque la especie humana estuviera a punto de extinguirse y su preservación estuviese en nuestras manos —expuso con molestia.

—Entonces, se hará como dices, y tendrás que irte a vivir conmigo, te mandaré con unos de mis choferes, tienes dos horas para recoger tus cosas —señaló levantando las cejas con una expresión de deleite.

—Está bien, me imagino que debes vivir en una gran mansión, así no tengo oportunidad de cruzarme contigo, entonces me gusta, porque será como vivir lejos de ti —señaló con burla.

“¿Con qué crees? Te voy a dar una sorpresa porque vas a verme muy de cerca, todos los días.

—Pues en realidad, no llevo a nadie a mi mansión, por ese  el sitio donde estaremos es un apartamento destinado para eso, donde viviremos solo tú y yo, no vamos a tener ni personal de servicio, si estabas esperando vivir como una reina te equivocas, deberás atenderte tu misma —agregó sonriente.

—¡Me parece bien! Así como espero que no creas en obtener también una empleada, porque aparte de una madre sustituta para tu hijo, no espero ser más nada  ¿Entiendes? Ahora dile a tu chofer que lo espero abajo—dicho eso salió del salón, como si ella fuese una gran dama y ellos unos simples mortales, dejándolos a todos sorprendidos.

«El que tiene fe en sí mismo no necesita que los demás crean en él.» Miguel De Unamuno.

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