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Capítulo 2. Reencuentro inesperado

Lía se quedó viéndolo por un par de segundos, totalmente sorprendida por sus palabras, no podía creer como siendo tan atractivo podía expresarse de esa manera tan déspota, eso la impresionó al punto de quedarse por un momento abstraída, sin emitir ningún sonido, hasta ver la expresión despectiva en el rostro del hombre.

—Lo siento señor, venía distraída viendo el lujoso edificio y no me di cuenta de su presencia, pero puede darme su camisa y su saco, no tengo problema en mandársela a lavar —manifestó, tratando de ser amable y esbozando una sonrisa con la cual esperaba apaciguar la irritación del hombre, provocada por haberle ensuciado la ropa.

No obstante, no se esperó la actitud del hombre, quien la miró de pies a cabeza con desprecio como si ella estuviese loca, y sin mediar ninguna palabra se giró, dejándola sola como si se tratara de alguien insignificante, con la cual no iba a perder tiempo prestándole atención; esa actitud de prepotencia desagradó a Lía, quien no pudo controlar su lengua y expresó molesta.

—¡Idiota! Se cree muy interesante porque se ve medianamente pasable, como si a mi me gustaran las apariencias, no soy tan superficial como eso —espetó esperando que el hombre se detuviera al escuchar sus insultos, mas este reaccionó como si no fuera con él, causando más irritación en la joven, que a decir verdad lo encontró bastante atratractivo, aunque desagradable.

Lía suspiró  frustrada mientras seguía caminando, pensando que no se dejaría perturbar por nadie, se centraría en su entrevista, en salir muy bien parada y así garantizar ese empleo, el cual era necesario para poder resolver sus problemas y seguir su vida.

Llegó a recepción y habló con la joven de la taquilla de información, quien le indicó el piso y la oficina donde se celebraría la entrevista de trabajo, al llegar para su alivio la estaban esperando y antes de poder decir una palabra la muchacha, la hizo pasar.

—Buen día, señorita Ontiveros, es un placer para nosotros tenerla aquí, pase adelante, la enfermera la atenderá de inmediato, ya la está esperando en el tercer cubículo, para tomarle las muestras y realizarle los exámenes respectivos.

Lía frunció el ceño desconcertada, ¿Por qué le harían exámenes médicos, si aún no estaba contratada? Pensó, frunciendo el ceño, sin embargo, no se atrevió a formular ninguna pregunta, temía que la encontraran desconfiada y eso perjudicara su contratación.

—Muchas gracias —fue su simple respuesta, mientras esbozaba una sonrisa de amabilidad, la cual tenía como objetivo simular su creciente inquietud.

Tocó la puerta del cubículo, enseguida escuchó en el interior,  la voz de una mujer invitándola a pasar.

—Hola —pronunció sintiéndose un poco cohibida—. Me mandaron a pasar por este cubículo, aunque sinceramente no tengo la mínima idea de con qué fin —expresó sonriendo.

La mujer respondió a sus palabras con cortesía, emitió una sonrisa, mientras en su rostro se dejaba ver una expresión apacible.

—No se preocupe, todo esto es parte del proceso, necesitamos evaluar varios aspectos, lo primero, necesitamos conocer su peso y medida; también tomaremos una muestra de su sangre para practicarle varios exámenes de laboratorio y le aplicaremos una encuesta, donde le preguntaremos todo lo relacionado con sus antecedentes médicos familiares, pues es necesario evaluar su estado de salud y comprobar que está usted saludable.

—No entiendo, ¿Ya tengo el trabajo?  —la enfermera la vio por unos segundos con un poco de desconcierto, mas enseguida la vio reaccionar. 

—No, como le dije hace un momento, este paso es necesario para ver si es saludable y está apta para ingresar a trabajar en este importante proyecto —a pesar de estar respondiendo a todas sus preguntas con interés, se le notaba un poco de nerviosismo.

—Es extraño —dijo la chica con humor—, nunca había asistido a una entrevista laboral, donde me sintiera como un caballo de cría a quien están evaluando para una carrera —aunque sus palabras tenían como finalidad hacer reír a la enfermera, no fue así, esta surtieron el efecto contrario, pues un rictus de desagrado apareció en su rostro, aun cuando trató de disimularlo, eso causó de nuevo un poco de desconfianza en ella.

Pese a esa sensación, Lía se mantuvo callada, sometiéndose a todas las pruebas habidas y por haber, luego la pasaron a un amplio salón, donde le informaron que un panel de tres personas le realizarían una entrevista, así fue, le hicieron múltiples preguntas y le hicieron diversas pruebas, a través de las cuales esperaban poder evaluar  sus capacidades mentales, mostrándole una serie de gráficos, además de preguntas de razonamiento.

Con cada nuevo escrutinio, entrevista, prueba, la curiosidad se iba a acrecentando en ella, todo le parecía un poco extraño y sospechoso, al final no pudo contenerse y le preguntó a una de las mujeres encargadas de llevarla de un lado a otro.

—Disculpe ¿Me podría decir para qué son tantos exámenes y evaluaciones? No entiendo el propósito de esto, ¿Cuál es el cargo a desempeñar, que requiere de tanta información? —señaló con preocupación.

—Es parte de la selección, una vez que tengamos en nuestras manos los resultados, si es elegida, procederemos a informarle de inmediato  —indicó la mujer con tranquilidad.

—¿Cuándo se van a conocer los resultados? —preguntó, sin poder calmar su ansiedad y apaciguar por breves instantes su curiosidad.

—En tres días, si son satisfactorios los resultados y usted es seleccionada, procederemos a llamarla —habló la mujer, despidiéndose con rapidez de ella, a la vez que recibía una nueva postulada, para cualquiera que fuese el trabajo.

Lía salió de allí sintiéndose un poco confusa, pese a desear ser seleccionada, le causaba suspicacia ese proceso tan hermético, meticuloso y extraño, “¿Qué clase de trabajo requería tanto secretismo y una elección de esa manera de sus trabajadores?”, sin embargo, no tenía sentido perder su tiempo pensando en eso, porque todo ello, la haría  predisponerse en contra del trabajo y terminaría no aceptándolo.

Por ese par de días, mientras esperaba los resultados, estuvo buscando en la prensa algunas otras ofertas de trabajo, mas ninguna le resultaba tan atractiva, desde todos los puntos de vista como la relacionada con la empresa Estebans, por ello en vez de continuar en la búsqueda de empleo, desistió y pasó el tiempo revisando en el sótano de la casa.

allí encontró una gran cantidad de objetos, recuerdos y muebles,  que durante años habían guardado sus padres, muchos de los cuales pertenecían a sus abuelos, botó todos aquellos inservibles, aunque, no pudo desprenderse de algunos que le traían gratos recuerdos, por lo cual los organizó para tenerlos listos, cuando ya cambiara de casa.

Pasaron los días y cuando ya se estaba venciendo el plazo dado, recibió una llamada.

—Aló, buenas tardes, ¿Sería tan amable de comunicarme con la señora Ontiveros? —preguntó con amabilidad, una voz de mujer al otro lado de la línea.

—Soy yo quien habla, ¿En qué puedo ayudarlo? —respondió sin poder ocultar sus nervios, pues sospechaba de que se trataba.

—Le habla la asistente Anastasia Simone, la llamaba para notificarle, que debe presentarse en una hora en las instalaciones de Empresas Estebans, en el piso de presidencia, de todas las personas presentadas en la entrevista, solo usted cumple las condiciones requeridas —al escuchar esas palabras, no pudo evitar sentirse emocionada.

—Muchas gracias, estaré allí en el menor tiempo posible —respondió emocionada, celebrando en su interior su buena suerte, porque trabajar en dichas empresas, era un privilegio de pocos.

Se duchó y arregló en tiempo récord, se puso la misma ropa usada para la entrevista, pues no tenía otra, porque no era su estilo, solo agregó accesorios distintos, una correa, un bolso y calzados de color rojo, cincuenta minutos después caminaba hacia el edificio, apenas la vieron la reconocieron y la acompañaron hasta presidencia.

Entró al gran salón de reuniones, sin embargo, le llamó la atención que había un apartado de una mesa con tres sillas detrás y una enfrente donde le pidieron tomar asiento, segundos después de sentarse aparecieron dos hombres de buen aspecto, serios, altos, uno piel canela, ojos negros profundos y el otro, ojos verdes, piel clara, ambos vestidos con trajes negros a la medida, los dos traían entre sus manos un par de carpetas.

—Señorita Ontiveros, mucho gusto soy Liam Tuner y Paul Jericó —dijo el moreno señalando a su compañero —. Somos los abogados del señor Marco Estebans Véliz Zuluaga, seremos los encargados de responder cada una de las dudas relacionadas con este nuevo empleo.

» Lo primero a saber, es que debe firmar un contrato de confidencialidad sobre todo lo hablado aquí, si decide aceptar la proposición debe firmar otra contrato con las condiciones y un anexo adherido a este contrato, no puede hablar sobre esto, si quiere escuchar del tema, es necesario estampar su firme aquí.

—¿Puede adelantarme algo? ¿Cómo firmaré algo sin saber de qué trata? —el hombre la miró como si ella fuese estúpida.

—Le acabo de hablar, luego de firmar el contrato, le daremos toda la información necesaria para su mayor comprensión —mencionó con voz firme.

Ella hizo un gesto de molestia tomó el contrato y firmó sin leer, mirando al hombre desafiante. 

—¡Firmaste sin leer! —exclamó Paul, sorprendido.

Enseguida se escuchó una voz detrás, la cual había escuchado antes, pero se negaba a girar la vista.

—¿No lo leíste y lo firmaste? ¡Esto es increíble! Es ella la más inteligente de todas las postuladas y ni siquiera fue capaz de leer el contrato antes de firmarlo, no quiero saber la capacidad de las otras, claro después de todo en el país de los ciegos, el tuerto es rey —expuso con voz ronca.

Caminó lentamente, sin embargo, cuando llegó al frente de donde estaba ella, su semblante cambió, ambos se miraron al mismo tiempo y exclamaron al unísono.

—¡Tú!

«Así es como se conoce realmente a las personas. En sus reacciones ante lo inesperado». Santiago Posteguillo.

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