PARTE 02

—Me gustas, sí, más que eso me encantas, pero … — No espere que ella se soltara el cinturón y se lanzara hasta donde yo estaba, no había ajustado el asiento porque todavía no había puesto la marcha, ni siquiera había regresado la llave al encendido, ella se amoldó tan bien a mis piernas que solo atine a tomarla de las caderas, me sentía como un maldito traidor con mi mejor amigo, pero era la mujer que deseaba con desesperación desde hacía años atrás, la mujer que había tratado de olvidar con otras tantas, estaba ahí sobre mí, mirándome como nunca pensé que lo haría alguna vez en mi vida, como si este fuera uno de los tantos sueños que había tenido en este tiempo, el deseo y el amor que sentía por ella, porque era eso, amor, si fuera netamente deseo ya me hubiera aprovechado tiempo atrás en tantas ocasiones que tuve a lo largo de los años, pero no lo hice, pero ella fue la primera en tomar la iniciativa en perder el miedo que siempre yo tuve, una chiquilla de menos de veinte años me estaba dando la lección de valentía.

James, toda mi vida soñé con perder el miedo y confesarte mis sentimientos. ¿Estoy haciendo mal? Debería irme y nunca más mirarte a la cara por semejante atrevimiento de mi parte; sin embargo, dolía verte y no hacer nada,  mi corazón se partía en pedazos, cuando tú me tratabas con tanta delicadeza como si me fuera a romper, cuando yo quería otra cosa.

Recuerdo que no resistí ni un segundo más, veía sus labios y la mente se me nublo, la bese con tanta vehemencia, esa boca, esa dulce y motivo principal de mis fantasías, finalmente supe cuál era su sabor, era a gloria, cómo un oasis en el desierto y ella me tenía así muerto de sed por algún día probarlos como lo estaba haciendo, sentía nuestros cuerpos rozarse, ella correspondió a aquel beso con la misma pasión que yo, tocaba su espalda, sentía que en cualquier momento explotaría al poder saborear sus labios, pero algo no estaba bien, algo me decía detente, pero fue otra vez ella como leyendo mis pensamientos, que se detuvo mientras nuestras respiraciones se controlaban.

—Quiero que me digas si estás segura de esto, yo te amo, no lo niego, también te deseo como un hombre desea a una mujer, quiero que me digas que estás segura, ten en cuenta queOtra vez no me dejó hablar más, me besó tomándome de las mejillas, fue un beso profundo como queriendo decir ¡Sí! Con eso y yo  finalmente caí rendido a sus pies, como siempre había sido.

James, yo nunca dudé, solo ten en cuenta que no tengo experiencia y si quiero que alguien me enseñe, quiero que ese alguien seas tú, eres mi amor y quiero que seas el primero en todo.

Aquella noche la hice mía, de la manera en que una mujer como ella se merecía. Entre pétalos de rosas de muchos colores, entre sabanas de seda y música que hablaban del amor, nunca fui un hombre romántico, pero por ella habían cambiado muchas cosas y ese era solo al principio de nuestra historia.

Dos años después y solo en el lecho de muerte de su padre nos confesó que siempre supo de nuestro amor a escondidas o creíamos que lo era, pero que nos daba su bendición porque sabía que en mejores manos no estaría, ahí empezó en mi mente el pensamiento que el amor debe ser desinteresado y dejar los egoísmos a un lado por un bien mayor, tal como lo estaba haciendo Manuel comprendiendo que yo era la felicidad de su hija, sin pensar que ocho años después estaría en su lugar recibiendo la peor noticia que un hombre puede recibir.

Lo siento mucho, James, pero los resultados lo confirman. De verdad que lo lamento mucho, lo he repetido una y otra vez, por el gran aprecio que te tengo, pero  lastimosamente solo te queda aproximadamente un año de vida. Te sugiero que hables con tu familia lo antes posible.

Esas palabras   al oírlas sentí que el mundo se me acababa, sentía como un disparo al directo al pecho y sentía que habría otro en mi corazón para darle la estocada final, pero aun en un momento como ese pensé en ella, en mi esposa, en mi Victoria, recordé su dolor con el cáncer de su padre, no podía dejar que ella volviera a pasar algo como eso, esa perdida marco su vida para siempre y también la mía, la amaba demasiado para dejar que eso le sucediera, sabía de todo el sacrificio que hizo por su padre a quien cuido y velo hasta su último aliento y latido, ella cayó en depresión por casi un año, una que casi la vuelve loca, si no hubiera estado a su lado y hecho todo lo humanamente posible para no dejarla hundir no sé qué hubiera sido de ella, me costó tanto sacarla de este letargo, de ese hoyo lleno de oscuridad donde se había hundido por voluntad propia, la había visto llorar, sufrir, y desgarrarse hasta el alma, cuando se dio cuenta de que él ya se había pasado a mejor vida como muchos le dicen, me rompió el corazón verla así a tal punto que no sería capaz de hacerla pasar por lo mismo nuevamente, la amo demasiado para ser capaz de hacer o pedirle algo como eso,

Por el amor que le tengo y le entre hasta que mis ojos se cierren para siempre, por lo que  entendí que debía aplicar lo que Manuel me enseño sin darse cuenta, la última lección de mi mejor amigo aquella que significaba amor sin egoísmos y desprendido, uno que aunque no te guste anteponía su felicidad a la tuya, aunque esto me destrozara los últimos días de mi vida y fuera una agonía más lenta y profunda que la idea de la muerte rondándome. Tenía y debía buscarle la felicidad que yo le iba a arrebatar con mi muerte.

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