PARTE 04

SEMANAS DESPUÉS

BASTIAN

Otra vez despierto con un fuerte dolor de cabeza, trato de abrir los ojos, pero la luz de la ventana me ciega. ¿Dónde se supone que estoy? Haz memoria, Bastián. Claro, ayer el club, los tragos, la pelea, las gemelas. Seguramente llamé a Darío para que limpiara mi desastre. A rastras me levanto de la cama, necesito una ducha, tomo mi Rolex y me fijo la hora. ¡Carajo! Mi padre me va a matar, hoy había junta, es lunes.

En cinco minutos me bañé o menos batí mi propio récord, me pongo una de mis tantas camisas que siempre están planchadas y todo en perfecto orden gracias a Ruth, mi ama de llaves más bien de mi padre. Bajo las escaleras mientras me pongo el corbatín y veo a mi padre con una taza de café como si nada del otro mundo

—¡¿Qué haces aquí?! Pensé que estarías ya en la oficina, me quedé viendo unos papeles hasta tarde y se me pegaron las sábanas.

Soy un cínico de primera, le miento en la cara a mi propio padre.

—¿Sabes que vivo en la misma casa que tú? Además, eres un tarado, es domingo. — Soy más que un tarado, son un imbécil. No le digo nada porque esta vez tiene razón, lo soy, ¿domingo? Claro, si la salida era sábado, métanme un tiro de una vez y entiérrenme.

—Lo siento.

—Le voy a duplicar el sueldo a Darío, cargar contigo y tus metidas de pata, no sé cuándo vas a madurar, tienes licenciatura y diplomado en administración y negocios internacionales, tienes magíster en finanzas y marketing, además de hablar cuatro idiomas, pero dejas que dos prostitutas estén a punto de robarte de lo ebrio que estabas. ¿Te has visto la cara por lo menos?

Tomo una de las charolas de plata que están sobre la mesa y es cierto, tengo el ojo morado y unos rasguños, no me vi al espejo en mi habitación por las prisas.

—Pensé que había ganado.

—No sé qué más hacer contigo, más bien si lo sé, espero que tomes en cuenta lo que te voy a decir, porque la verdad hijo que estás desperdiciando tu talento, la empresa va tan bien, que no es necesario tu presencia ya ahí, por eso hablando con uno de tus maestros ¿Recuerdas a Makensi?

—El maestro James, claro como no lo voy a recordar si por él no desistí de la carrera y de ahí no paré. ¿Qué sucede con él? ¿Cómo está? — Lo recuerdo con mucho cariño, es el hombre a quien prácticamente le debo mi vida, pero dejé de saber de él, cuando terminé mi primera carrera y me fui del país, por eso vivo aquí en Rusia junto con mi padre y la empresa sede principal.

—Me dijo que con el todo bien, el problema es su esposa que tuvo un percance y su negocio de paisajismo está yéndose en picada, necesita ayuda y tú tienes todas las especialidades que necesita, además que eres de su entera confianza. Piénsalo, sabes que James Makensi es como familia y a la familia en las buenas y en las malas sabes a qué me refiero.

—Padre es una empresa de paisajismo, como se te ocurre que después de ser presidente de una empresa tras nacional, ahora voy a ayudar a resurgir un negocio como ese, sabes muy bien que no está a mi altura.

Como se lo ocurre, una desfachatez de ese tamaño.

—Necesito que lo hagas Bastián, los accionistas por más que seas un excelente presidente, están perdiendo la fe en ti por tu alocada vida personal, no aceptaste casarte para que se formen una imagen de familia sobre ti, si recuerdas en seis meses hay junta, si quieres que te dé mi voto de confianza y eres consciente como pesa con esos vegetes, entonces lo harás, solo serán seis meses, con un buen plan de negocios harás que resurja en menos tiempo, por favor hijo hazme sentir orgulloso y toma la decisión más sensata e inteligente, ahora siéntate a tomar desayuno conmigo que ya lo están trayendo.

No puedo hacer algo como eso, yo ayudando a una tipa que seguro tiene el negocio que le puso su marido, es de esas viejas estiradas, terminara mal todo esto, estoy seguro.

—Entonces eso te dijo tu padre.

—Así como lo oyes, él cree que yo, Bastián Jackson, voy a trabajar con una vieja estirada de la sociedad americana, esas que paran con tubos en la cabeza y hablando mal de todo el mundo o en reuniones sociales.

—Por lo menos sabes qué empresa es o como es esa dichosa vieja como tú le dices. — La verdad que no tengo idea, yo me aleje de Makensi hace cerca de diez años, gracias a él y sus consejos termine mi carrera en tiempo récord, eso que estuve a punto de dejarla, nos comunicamos a veces por mensajes cortos y muy protocolares, me dedique a estudiar y a vivir la vida y me olvide de los años en que me quemaba la pestaña, tal como se lo prometí a mi madre en su lecho de muerte.

>>A ver señoritas a ustedes que les gustan dar consejos que no le piden, ¿Qué harían en mi lugar?

—Me voy

—Me voy

Los observo como si les hubiera salido un tercer testículo, no pueden estar hablando en serio sobre que dejarían todo y se irían al otro lado del mundo.

—¿Están locos? O ¿La clamidia les llego al cerebro?

—Cállate imbécil — Y me tapan la boca para que no siga con eso, que solo los tres sabemos — se supone que no lo debes mencionar, me dice Mika, el idiota que se hace llamar mi mejor amigo.

—Quien los manda a acostarse con la misma mujer en una noche, las mujeres de sus amigos se respetan sin importar si es solo un acoston o cualquier cosa.

—No hablemos de eso, sino de lo otro tu tema, piénsalo Bastián, te has acostado con medio Rusia, ya las mujeres hermosas se están yendo del país, además estando allá, tu padre no se va a enterar de tus andanzas, serás como Superman, de día un respetable administrador de una empresa de paisajismo y de noche un libertino buscando el coño perfecto, todos ganan, tu nueva experiencia y tu padre recuperar la confianza en ti junto con esa dichosa junta de accionistas.

—¿Cuánto te dio mi padre?

—Diez mil dólares, pero me dijo que buscara la manera de convencerte, las ideas son mías y él no las sabe, lo juro por el dedo meñique.

No sé qué decir, yo estaba muy bien aquí, pero esos vegetes le andan metiendo ideas a mi padre que no me gustan, soy presidente, pero no dueño, ese es mi padre, cuando lo sea compro sus acciones y los mando a volar.

—Entonces vamos al bar nudista y tú pagas los bailes, después de todo vendiste a tu amigo por míseros diez mil dólares.

—Si Bastián tiene razón, vamos al club —por fin habló Drago, mi otro mejor amigo.

—Que te quejas si a ti también te los dio y te has quedado callado, te voy a acusar con el viejo — Yo les doy dos golpes en la nuca a ambos.

—Entonces ambos pagan los bailes y los tragos, par de traicioneros, son peores que Judas. —Solo espero que lo que estoy pensando sea buena idea.

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