PARTE 01

JAMES

Conocí a Victoria hace varios años, cuando visitaba la casa de su padre, un gran amigo de mi infancia y un gran amigo a lo largo de los años aunque que por circunstancias de la vida nos separamos, sin embargo, siempre mantuvimos el contacto, la vi con tan solo quince años y podía decir que era como un ángel, su castaña casi rubia y larga cabellera la hacía parecer eso un ángel con una hermosa voz, recuerdo que deseche esa imagen de mi cabeza, porque se trataba de una adolescente además de ser hija de mi mejor amigo adicional a eso le llevaba como treinta años, aún recuerdo cuando la encontré jugando con el hijo de un primo suyo, lo que me dijo.

—¿Te gustan mucho los niños?

No debí preguntar eso, sonaba escabroso viniendo de un viejo como yo, pero cuando se trataba de ella no sabía  cómo actuar con coherencia.

—Claro que sí, además, aún soy una chiquilla, por eso les tengo mucha paciencia, así dice mi tía: cuando crezca y sea ya todo una mujer adulta, seguramente tendré muchos niños  y hasta una florería.

—¿Florería?

—Claro  que sí, son lo mejor de este mundo. Ya hasta sé que voy a estudiar botánica. ¿Quién sabe? Y de aquí a unos años  tenga hasta una gran florería o algo parecido, hasta arando la tierra donde ellas crecen, sé que seré feliz.

—Claro 

—Tengo muchos sueños y sé que los voy a cumplir.

Para ser tan joven sabía lo que quería y eso me impacto mucho más, creo que era por el hecho que a esa edad yo solo pensaba en ligarme a las chicas.

Desde ese momento, por algo que desconocía, me volví más asiduo a esa casa, pero claro que nunca traspasé los límites del amigo de la familia, nunca insinué nada, sin embargo, mi mejor amigo Manuel, su padre, si lo hacía.

—Si fueras unos veinticinco años más joven serías el partido perfecto para mi niña, ¿No tendrás algún hijo por ahí escondido? Para que le presentes.

Nunca supe si era un chiste, un comentario o algo dicho al azar solo porque yo era su mejor amigo, pero la sola idea de alguien cerca de ella sea quien sea me enfado, no necesariamente porque tenga algún hijo que la pueda cortejar, porque siempre me he cuidado y estaba seguro de que no tenía ningún hijo por ahí rondando.

Intenté alejarme un poco de esa familia, que básicamente eran solo ellos dos, la madre de mi ángel murió al ella nacer, como decía Manuel, ella es un milagro de la vida y así era para mí porque despertó mi corazón que estaba en un profundo sueño como un letargo o condena donde no despertaba o casi no latía, pero ella sin quererlo lo despertó de tal manera que empecé a asustarme, pero la vida se encargó de acercarme más y más a ella

Vamos Victoria tu padre me encargo que viniera por ti — El auto de Victoria se había descompuesto en medio de la carretera y su padre había hecho un pequeño y desconocido viaje, solo atino a llamarme a mí, ya que él no podía venir, la vida me ponía pruebas y yo no sabía si quería pasarlas o reprobarlas, después de todo ella ya tenía dieciocho años era mayor de edad, no había delito en tan solo mirarla, ya no era morbo y era consciente aunque costase admitirlo que se me había metido hasta las entrañas.

Gracias por venir por mí, no sé qué le paso a mi auto, simplemente se murió, pude esperar y venirme con la grúa, pero ese señor no me daba confianza.

—¿Y yo sí? Sonreí porque tenía todo el cabello desordenado hacia adelante y lo estaba resoplando como si este fuera un diente de león, se movió el cabello para un lado con la mano y me miro.

Tú eres diferente, te confiaría mi vida si fuera necesarioEra la primera vez que me tuteaba y me gusto — ¿Por qué esa sonrisa?

Ya no soy usted, o, señor James.

—Ya soy mayor de edad y papá no está aquí para corregirme, pero si te moleste, vuelvo con él a usted.

—Para nada, así es más cómodo hasta me siento más joven lo puedo jurar Era verdad, cuando ella me trataba con tanta solemnidad me hacía sentirme creo como esos hombres con bastón y la espalda inclinada.

—Si pareces mucho más joven que mi padre, sé que son contemporáneos, pero papá tiene arrugas aquí y, en cambio, tú no Tocando un lado cerca de mi oreja donde tenía antes una patilla, juro que sentí una corriente traspasar mi piel como cuando toque a una mujer por primera vez, ella se alejó y agacho la mirada. Yo de instinto con uno de mis dedos toqué su mentón y lo alcé para que me mirara.

—¿Qué sucede?

—No debí tocarte, seguro te disgusto, por eso pusiste esa cara, ya sé que ante tus ojos solo soy una chiquilla, pero — MI corazón se aceleraba, que me quería decir, con eso pensaba yo en ese instante.

No pienses eso, no quiero verte triste, tú me pareces una muchacha muy linda, estaría ciego si pienso lo contrario, además ya no eres una chiquilla, ya eres adulta y puedes hacer lo que desees siempre y cuando sepas a donde te metes.

No sé por qué le había dicho aquello último, pero estaba luchando conmigo mismo y el deseo que sus simples gestos provocaban en mí.

—¿De verdad lo crees? Es que a veces tengo miedo, que si hago lo que mi mente dice terminaré con el corazón roto —¿Le gustaba alguien? Mi mente era un lío, sentí una ira extraña, con ganas de encerrarla como una muñeca de porcelana y que nadie la tocara, pero ella era libre, era tan hermosa que era ilógico que nadie se fije en ella, al contrario, debería tener una legión de hombres dispuestos a todo por ella y a sus pies.

Nadie que esté en sus cinco sentidos, se atrevería a rechazarte, eres hermosa, tierna, dulce, con una sonrisa y una mirada que hipnotiza a quien sea, eres inteligente, noble, ya te dije que eres muy hermosa, además.

—Y a ti, James, ¿A ti te puedo gustar? No me miraba cuando lo dijo, pero yo sí, y quedé como en el limbo sin saber qué decir, pero estábamos solos en medio de la nada, ni siquiera había podido encender el auto y el viento ya empezaba a correr.

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