Ana había logrado convencer al médico para que me dejara ir, con la condición de regresar la semana siguiente para los exámenes restantes. Al llegar a casa, una oleada de emociones me embargó: el recuerdo de mis padres, las experiencias vividas aquí, todo se hizo palpable de nuevo y fue muy doloroso. Pero ahora, este no era mi hogar; ya no pertenecía aquí.—¿Estás bien? —preguntó Ana, con un atisbo de preocupación en su voz.Asentí, esforzándome por mantener la calma. Necesitaba que ella pensara que todo estaba bien, o no me la quitaría de encima.—Solo quiero descansar un poco. Si necesitas hacer algo, ve, yo me quedaré aquí descansando —le dije, tratando de ocultar mi urgencia.Necesitaba que ella se fuera para poder buscar a esa anciana. Ella era mi última esperanza en este momento. Debía regresar y proteger a mi hijo de la perra de Gytha.—¿Estás segura? —insistió Ana, no completamente convencida.—Sí, solo quiero dormir un poco. Ayer fue muy intenso y me duele un poco el cuerpo —
La anciana me arrastró con ella hasta que entramos a una pequeña habitación oscura. Me soltó y buscó algo entre sus pertenencias.—Si ella ya ha logrado lo que se proponía, ¿qué crees que suceda después? —le pregunté.—Ese mundo está ligado a este; ese es nuestro pasado. Las brujas que murieron son nuestras maestras, nuestras guías. Ahora entiendo por qué no puedo sentirlas —me dijo—. Gytha planeó esto. Tú eres la última Imperial en este tiempo, y por eso te necesitábamos. Otra no hubiera resistido —me dijo.Me quedé fría. ¿Cómo carajo era yo una Imperial? ¿De qué mierda está hablando?—Estás loca. Se supone que yo también soy una bruja —le dije.La anciana se dio la vuelta y sonrió.—Lo eres, una muy especial —me dijo.Su tono no me gustó en lo más mínimo, y lo que me dijo, muchísimo menos.—¿Por qué crees que Gytha te envió allí? Ella quiere cambiar el pasado para poder hacer un mejor futuro para nosotras, o al menos eso nos dijo a todas. Quería exterminar a todos los Imperials de u
Llegué a casa y me bajé del coche con rapidez. Apenas abrí la puerta, me encontré con Ana, de pie en medio del pasillo, sosteniendo la nota que le había dejado. Su rostro era una tormenta de furia y preocupación.—¿Qué significa esto, Tiana? —preguntó con furia.—Me voy —respondí, firme; era mejor dejar todo claro de inmediato, así la libraría de mí de una vez por todas—. Estoy enamorada de alguien, y me voy con él. Al fin podrás hacer tu vida, ser feliz —intenté añadir una sonrisa, pero salió torcida, quebrada.Ana me miró como si tuviera dos cabezas. Ambas nos quedamos en silencio por un momento que pareció una eternidad.—Lo siento, pero no me quedaré aquí por mucho tiempo. Sé que suena extraño y precipitado, pero es mejor decírtelo. Gracias por todo lo que hiciste por mí y por mi papá, pero ya es hora de que hagas tu vida —le dije.Ella aún seguía en silencio.—Solo quiero que nos llevemos bien, quiero ser tu familia —me dijo.Yo le sonreí un poco.—Lo sé, por eso quiero que seas f
Me senté y miré el cuerpo destrozado de Ana, sintiendo el pánico apoderarse de mí. ¿Cómo carajo iba a deshacerme de él? Me levanté de golpe, caminando de un lado a otro como un animal enjaulado, tratando de encontrar una solución. Pero lo único que se me ocurría era enterrarla en el jardín, aunque una pregunta rondaba en mi mente, taladrando muy profundo: ¿cómo carajo lo iba a hacer?Me rasqué la cabeza, desesperada. Si no me deshacía de su cuerpo, iba a terminar en la cárcel y jamás podría volver. No había escapatoria.—Piensa, Tiana, piensa —me dije a mí misma, sintiendo cómo el pánico me arrastraba. Pero cada solución que venía a mi mente era más absurda que la anterior. Me acerqué a la puerta y la abrí un poco, espiando el exterior. No había nadie. Salí con cautela, pensando que lo primero sería quitarme la ropa manchada de sangre. Después, les diría a todos los empleados que se fueran.—Señorita —dijo una voz a mis espaldas.Me di la vuelta de inmediato, con el corazón a mil. Una
Habían pasado dos años desde la muerte de Tiana, y aunque aún no entendía por qué seguía con vida, dado que se suponía que estábamos enlazados, sabía que ella se había sacrificado por mí y por nuestro hijo. Ese sacrificio lo llevaré conmigo hasta el fin de mis días.El mundo había cambiado de manera irrevocable. Ahora, al mando de un imponente ejército, lideraba una lucha que había dividido al mundo en dos. Estábamos en guerra, y lucharíamos hasta el último aliento. Ganaríamos o pereceríamos en el intento.Me estiré en el asiento, la tensión en mis músculos reflejando la carga que llevaba. Frente a mí, un mapa cubría la mesa, marcando los territorios que se disputaban. Si conseguíamos tomar esta última región, tendríamos una enorme ventaja.Hakon se acercó en silencio. Yo lo miré y le di una leve sonrisa. Él y yo éramos un muy buen equipo, pero sabíamos que nuestra victoria no estaba asegurada. Ivar y Gytha, con un enorme territorio bajo su control, habían resistido. Gytha había sembr
Abrí los ojos lentamente, y el dolor punzante en mi cabeza me hizo quejarme en voz baja. Mi visión estaba borrosa, pero, con esfuerzo, comencé a distinguir sombras y movimientos. Me di cuenta de que estaba siendo transportada sobre los hombros de alguien, sin tener idea de adónde me llevaban.Me moví ligeramente, intentando captar la atención del hombre que me cargaba, pero él siguió su marcha como si nada. Cerré los ojos, tratando de calmarme. Debía pensar en un plan para salir de esta situación. Ahora que estaba de vuelta, lo único que deseaba era regresar con Eirik.“Thora” pensé con desesperación, llamándola. Ella era la única que podía ayudarme y orientarme en estos momentos, pero mi llamado quedó en el vacío, sin respuesta.La atmósfera a mi alrededor estaba cargada de una energía densa y desconocida, y lo peor era que ya no podía sentir a las otras presencias como antes. Era como si estuviera atrapada en un lugar de oscuridad y confusión.De repente, el hombre se detuvo bruscam
Intenté alejarme, pero su agarre en mi pelo se hizo mucho más fuerte, casi arrancándome el cuero cabelludo. El dolor me obligó a quedarme quieta; si me movía, terminaría sin cabello.—¿Quién eres? Piensa muy bien en tu respuesta, o te arrancaré la piel a tiras —me susurró Eirik con una voz baja.Tragué en seco. Eirik siempre había sido intimidante, pero ahora, mientras me miraba, se veía demasiado espeluznante. Sus pupilas estaban tan dilatadas que sus ojos azules parecían casi negros.—Tiana me ha enviado. Sé que no me crees, pero te juro que es verdad —le dije.Su agarre se aflojó un poco, pero su mirada seguía siendo dura.—Tiana murió hace mucho. Dudo que te haya enviado —me respondió. Pude notar el dolor en sus palabras, y eso me partió el corazón. Yo no sabía nada de lo que él había pasado durante todo este tiempo, ni de lo que sufrió por perderme.Su agarre se intensificó de nuevo, el dolor se convirtió en un grito ahogado en mi garganta.—Pregúntame lo que quieras sobre ella,
Salí de la casa, y allí estaba Hakon, esperándome con el ceño fruncido y una expresión de disgusto. Me acerqué a él y le di un par de golpes en el hombro, intentando aliviar la tensión.—Sé que la quieres de vuelta, pero no puedes tener a esa mujer aquí. Es un peligro, sería estúpido dejarla —me dijo con voz firme.Asentí con la cabeza, aunque mi mente era un caos. Mi razón me gritaba que la matara, que ella era una amenaza que podría destruirnos, pero algo más profundo, algo más salvaje, me frenaba. Mi lobo no me dejaba actuar.—¿Y si dice la verdad? —le pregunté.Hakon me miró aún más severamente. Podía ver la preocupación en sus ojos; él también entendía lo que estaba en juego. Teníamos mucho que perder. Pero yo no podía apartar la posibilidad de que tal vez sea ella, y que volvió para estar conmigo y con nuestro hijo.—¿Que es Tiana o que ha sido enviada por ella? —me preguntó, con una dureza que me dejó sin palabras. Sus palabras fueron un golpe directo a mi corazón, y no pude ev