Llegué a casa y me bajé del coche con rapidez. Apenas abrí la puerta, me encontré con Ana, de pie en medio del pasillo, sosteniendo la nota que le había dejado. Su rostro era una tormenta de furia y preocupación.—¿Qué significa esto, Tiana? —preguntó con furia.—Me voy —respondí, firme; era mejor dejar todo claro de inmediato, así la libraría de mí de una vez por todas—. Estoy enamorada de alguien, y me voy con él. Al fin podrás hacer tu vida, ser feliz —intenté añadir una sonrisa, pero salió torcida, quebrada.Ana me miró como si tuviera dos cabezas. Ambas nos quedamos en silencio por un momento que pareció una eternidad.—Lo siento, pero no me quedaré aquí por mucho tiempo. Sé que suena extraño y precipitado, pero es mejor decírtelo. Gracias por todo lo que hiciste por mí y por mi papá, pero ya es hora de que hagas tu vida —le dije.Ella aún seguía en silencio.—Solo quiero que nos llevemos bien, quiero ser tu familia —me dijo.Yo le sonreí un poco.—Lo sé, por eso quiero que seas f
Me senté y miré el cuerpo destrozado de Ana, sintiendo el pánico apoderarse de mí. ¿Cómo carajo iba a deshacerme de él? Me levanté de golpe, caminando de un lado a otro como un animal enjaulado, tratando de encontrar una solución. Pero lo único que se me ocurría era enterrarla en el jardín, aunque una pregunta rondaba en mi mente, taladrando muy profundo: ¿cómo carajo lo iba a hacer?Me rasqué la cabeza, desesperada. Si no me deshacía de su cuerpo, iba a terminar en la cárcel y jamás podría volver. No había escapatoria.—Piensa, Tiana, piensa —me dije a mí misma, sintiendo cómo el pánico me arrastraba. Pero cada solución que venía a mi mente era más absurda que la anterior. Me acerqué a la puerta y la abrí un poco, espiando el exterior. No había nadie. Salí con cautela, pensando que lo primero sería quitarme la ropa manchada de sangre. Después, les diría a todos los empleados que se fueran.—Señorita —dijo una voz a mis espaldas.Me di la vuelta de inmediato, con el corazón a mil. Una
Habían pasado dos años desde la muerte de Tiana, y aunque aún no entendía por qué seguía con vida, dado que se suponía que estábamos enlazados, sabía que ella se había sacrificado por mí y por nuestro hijo. Ese sacrificio lo llevaré conmigo hasta el fin de mis días.El mundo había cambiado de manera irrevocable. Ahora, al mando de un imponente ejército, lideraba una lucha que había dividido al mundo en dos. Estábamos en guerra, y lucharíamos hasta el último aliento. Ganaríamos o pereceríamos en el intento.Me estiré en el asiento, la tensión en mis músculos reflejando la carga que llevaba. Frente a mí, un mapa cubría la mesa, marcando los territorios que se disputaban. Si conseguíamos tomar esta última región, tendríamos una enorme ventaja.Hakon se acercó en silencio. Yo lo miré y le di una leve sonrisa. Él y yo éramos un muy buen equipo, pero sabíamos que nuestra victoria no estaba asegurada. Ivar y Gytha, con un enorme territorio bajo su control, habían resistido. Gytha había sembr
Abrí los ojos lentamente, y el dolor punzante en mi cabeza me hizo quejarme en voz baja. Mi visión estaba borrosa, pero, con esfuerzo, comencé a distinguir sombras y movimientos. Me di cuenta de que estaba siendo transportada sobre los hombros de alguien, sin tener idea de adónde me llevaban.Me moví ligeramente, intentando captar la atención del hombre que me cargaba, pero él siguió su marcha como si nada. Cerré los ojos, tratando de calmarme. Debía pensar en un plan para salir de esta situación. Ahora que estaba de vuelta, lo único que deseaba era regresar con Eirik.“Thora” pensé con desesperación, llamándola. Ella era la única que podía ayudarme y orientarme en estos momentos, pero mi llamado quedó en el vacío, sin respuesta.La atmósfera a mi alrededor estaba cargada de una energía densa y desconocida, y lo peor era que ya no podía sentir a las otras presencias como antes. Era como si estuviera atrapada en un lugar de oscuridad y confusión.De repente, el hombre se detuvo bruscam
Intenté alejarme, pero su agarre en mi pelo se hizo mucho más fuerte, casi arrancándome el cuero cabelludo. El dolor me obligó a quedarme quieta; si me movía, terminaría sin cabello.—¿Quién eres? Piensa muy bien en tu respuesta, o te arrancaré la piel a tiras —me susurró Eirik con una voz baja.Tragué en seco. Eirik siempre había sido intimidante, pero ahora, mientras me miraba, se veía demasiado espeluznante. Sus pupilas estaban tan dilatadas que sus ojos azules parecían casi negros.—Tiana me ha enviado. Sé que no me crees, pero te juro que es verdad —le dije.Su agarre se aflojó un poco, pero su mirada seguía siendo dura.—Tiana murió hace mucho. Dudo que te haya enviado —me respondió. Pude notar el dolor en sus palabras, y eso me partió el corazón. Yo no sabía nada de lo que él había pasado durante todo este tiempo, ni de lo que sufrió por perderme.Su agarre se intensificó de nuevo, el dolor se convirtió en un grito ahogado en mi garganta.—Pregúntame lo que quieras sobre ella,
Salí de la casa, y allí estaba Hakon, esperándome con el ceño fruncido y una expresión de disgusto. Me acerqué a él y le di un par de golpes en el hombro, intentando aliviar la tensión.—Sé que la quieres de vuelta, pero no puedes tener a esa mujer aquí. Es un peligro, sería estúpido dejarla —me dijo con voz firme.Asentí con la cabeza, aunque mi mente era un caos. Mi razón me gritaba que la matara, que ella era una amenaza que podría destruirnos, pero algo más profundo, algo más salvaje, me frenaba. Mi lobo no me dejaba actuar.—¿Y si dice la verdad? —le pregunté.Hakon me miró aún más severamente. Podía ver la preocupación en sus ojos; él también entendía lo que estaba en juego. Teníamos mucho que perder. Pero yo no podía apartar la posibilidad de que tal vez sea ella, y que volvió para estar conmigo y con nuestro hijo.—¿Que es Tiana o que ha sido enviada por ella? —me preguntó, con una dureza que me dejó sin palabras. Sus palabras fueron un golpe directo a mi corazón, y no pude ev
Besé su suave boca con delicadeza, saboreando cada rincón de ella. Tiana sabía a gloria; su aroma me embriagaba y mareaba. La tentación de arrancar su ropa y lanzarla a la cama era casi irresistible; deseaba devorar cada rincón de su cuerpo. Mis manos recorrían su piel con ansia, explorando cada curva y superficie, intentando captar todo lo que había estado ausente por tanto tiempo.Desaté las manos de Tiana y, en cuanto lo hice, ella me abrazó con una desesperación que me hizo temblar. Sus manos se enredaron en mi cuello, y sus ojos azules brillaban con un amor que había estado esperando por tanto tiempo. Todo mi cuerpo gritaba por tenerla de nuevo; había pasado demasiado tiempo sin ella.A pesar de mi anhelo, una parte de mí seguía cautelosa. Sin embargo, sabía que mi lobo no me engañaría; él la reconocía y deseaba reclamar este cuerpo como suyo.—Quiero ver a los niños —pidió, su voz cargada de deseo y anhelo.Retiré sus brazos de mi cuello y me aparté; la duda todavía pesaba en mi
Me desperté con el corazón desbocado, sintiendo una energía densa y pesada que impregnaba la habitación. Era como si una sombra oscura se hubiera infiltrado en cada rincón, absorbiendo toda la calidez. Mi cuerpo entero estaba en tensión, y los vellos de mi cuello se erizaron, presagiando que algo terrible estaba a punto de suceder.—Es increíble que hayas regresado —susurró una voz profunda, casi inhumana, desde las tinieblas.Mis ojos recorrieron la habitación frenéticamente hasta que mi mirada se clavó en un rincón oscuro. Allí estaba ella, Gytha, emergiendo de las sombras. Sus ojos verdes brillaban con una intensidad inquietante, y su expresión era de odio puro.—Soy mucho más poderosa de lo que crees —le dije con firmeza; ya no le tenía miedo. El miedo que una vez me paralizó ahora se había esfumado.Me levanté de la cama, caminando lentamente hacia ella, pero me detuve a mitad de camino. Su energía era tan pesada que parecía formar una barrera invisible, impidiéndome avanzar más.