Intenté alejarme, pero su agarre en mi pelo se hizo mucho más fuerte, casi arrancándome el cuero cabelludo. El dolor me obligó a quedarme quieta; si me movía, terminaría sin cabello.—¿Quién eres? Piensa muy bien en tu respuesta, o te arrancaré la piel a tiras —me susurró Eirik con una voz baja.Tragué en seco. Eirik siempre había sido intimidante, pero ahora, mientras me miraba, se veía demasiado espeluznante. Sus pupilas estaban tan dilatadas que sus ojos azules parecían casi negros.—Tiana me ha enviado. Sé que no me crees, pero te juro que es verdad —le dije.Su agarre se aflojó un poco, pero su mirada seguía siendo dura.—Tiana murió hace mucho. Dudo que te haya enviado —me respondió. Pude notar el dolor en sus palabras, y eso me partió el corazón. Yo no sabía nada de lo que él había pasado durante todo este tiempo, ni de lo que sufrió por perderme.Su agarre se intensificó de nuevo, el dolor se convirtió en un grito ahogado en mi garganta.—Pregúntame lo que quieras sobre ella,
Salí de la casa, y allí estaba Hakon, esperándome con el ceño fruncido y una expresión de disgusto. Me acerqué a él y le di un par de golpes en el hombro, intentando aliviar la tensión.—Sé que la quieres de vuelta, pero no puedes tener a esa mujer aquí. Es un peligro, sería estúpido dejarla —me dijo con voz firme.Asentí con la cabeza, aunque mi mente era un caos. Mi razón me gritaba que la matara, que ella era una amenaza que podría destruirnos, pero algo más profundo, algo más salvaje, me frenaba. Mi lobo no me dejaba actuar.—¿Y si dice la verdad? —le pregunté.Hakon me miró aún más severamente. Podía ver la preocupación en sus ojos; él también entendía lo que estaba en juego. Teníamos mucho que perder. Pero yo no podía apartar la posibilidad de que tal vez sea ella, y que volvió para estar conmigo y con nuestro hijo.—¿Que es Tiana o que ha sido enviada por ella? —me preguntó, con una dureza que me dejó sin palabras. Sus palabras fueron un golpe directo a mi corazón, y no pude ev
Besé su suave boca con delicadeza, saboreando cada rincón de ella. Tiana sabía a gloria; su aroma me embriagaba y mareaba. La tentación de arrancar su ropa y lanzarla a la cama era casi irresistible; deseaba devorar cada rincón de su cuerpo. Mis manos recorrían su piel con ansia, explorando cada curva y superficie, intentando captar todo lo que había estado ausente por tanto tiempo.Desaté las manos de Tiana y, en cuanto lo hice, ella me abrazó con una desesperación que me hizo temblar. Sus manos se enredaron en mi cuello, y sus ojos azules brillaban con un amor que había estado esperando por tanto tiempo. Todo mi cuerpo gritaba por tenerla de nuevo; había pasado demasiado tiempo sin ella.A pesar de mi anhelo, una parte de mí seguía cautelosa. Sin embargo, sabía que mi lobo no me engañaría; él la reconocía y deseaba reclamar este cuerpo como suyo.—Quiero ver a los niños —pidió, su voz cargada de deseo y anhelo.Retiré sus brazos de mi cuello y me aparté; la duda todavía pesaba en mi
Me desperté con el corazón desbocado, sintiendo una energía densa y pesada que impregnaba la habitación. Era como si una sombra oscura se hubiera infiltrado en cada rincón, absorbiendo toda la calidez. Mi cuerpo entero estaba en tensión, y los vellos de mi cuello se erizaron, presagiando que algo terrible estaba a punto de suceder.—Es increíble que hayas regresado —susurró una voz profunda, casi inhumana, desde las tinieblas.Mis ojos recorrieron la habitación frenéticamente hasta que mi mirada se clavó en un rincón oscuro. Allí estaba ella, Gytha, emergiendo de las sombras. Sus ojos verdes brillaban con una intensidad inquietante, y su expresión era de odio puro.—Soy mucho más poderosa de lo que crees —le dije con firmeza; ya no le tenía miedo. El miedo que una vez me paralizó ahora se había esfumado.Me levanté de la cama, caminando lentamente hacia ella, pero me detuve a mitad de camino. Su energía era tan pesada que parecía formar una barrera invisible, impidiéndome avanzar más.
Salí de la habitación con los niños, tomándolos de la mano mientras caminábamos por el pasillo. De repente, Hakon me interceptó. Me miró fijamente, luego dirigió su mirada hacia los pequeños.—Eirik está ciego, pero yo voy a vigilarte —dijo con un tono serio.Asentí con la cabeza y le sonreí, intentando mostrar calma.—Sé que no te caía bien en el pasado, y puedo imaginar que ahora te caigo aún peor. Pero de algo puedes estar seguro: jamás les haría daño a los niños. Ellos son mis hijos, y los amo tanto como a Eirik —le respondí con firmeza.Necesitaba dejar claras mis intenciones, y esta era la oportunidad perfecta.—No me importa lo que digas. Si algo les pasa a los niños o a Eirik, yo mismo te mataré —me advirtió con dureza.—Lo sé, pero no te preocupes, ellos están en buenas manos —respondí, intentando tranquilizarlo.Hakon les sonrió a los niños antes de marcharse. Yo también les sonreí; no quería que pensaran que habíamos estado discutiendo o algo por el estilo.—Vamos a jugar —
La noche había llegado y, con ella, una calma que me envolvía. Estaba agotada; los niños, llenos de energía, no me habían dejado descansar en todo el día. Mientras la oscuridad se asentaba en la habitación, la puerta se abrió lentamente. Incluso antes de que Eirik cruzara el umbral, ya sentía su presencia, esa energía familiar que siempre traía consigo. El silencio entre nosotros hablaba más que cualquier palabra.Mis hijos dormían en la habitación donde él solía descansar, y yo estaba sola, sola para él, para ser todo lo que necesitara. Su figura se acercó lentamente, sus ojos brillando con un anhelo que reflejaba el mío.—Te extraño —susurró, su voz acariciando mi alma. Sus pasos, medidos y silenciosos, acortaban la distancia entre nosotros, y sus ojos, llenos de deseo y desesperación, buscaban los míos.—Estoy aquí para ti —le respondí en voz baja. Mi cuerpo lo necesitaba con urgencia; era increíble cómo extrañaba su piel. Aunque para mí no había pasado tanto tiempo sin él, mi cuerp
A la mañana siguiente, desperté sola, con el cuerpo adolorido y cubierto de un sutil recuerdo de la noche anterior. Una sonrisa se dibujó en mis labios al rememorar todo lo que había hecho anoche. Me levanté lentamente, notando una pequeña mesa de madera con fruta fresca y una bañera llena de agua cristalina. ¿Cuándo habían traído todo esto? Estaba tan cansada que no me di cuenta, pero qué bueno que él había traído todo eso, porque sentía mucha hambre y también quería darme un baño; sentía mi cuerpo pegajoso.Me acerqué a la bañera, y en cuanto sumergí un pie, el agua se volvió completamente negra, como si absorbiera la luz misma. Inhalé profundamente y sonreí. El miedo ya no tenía cabida en mí. Sin dudarlo, me metí en la bañera y me senté. Sentí cientos de manos frías recorrer cada rincón de mi cuerpo, antes de que, con un solo tirón, me arrastraran al fondo, hacia la oscuridad.Me encontré a mí misma en aquel lugar en penumbras. Caminé hasta la llama que ahora enardecía con violenci
Los días transcurrían en una calma que casi parecía irreal. Eirik estaba tan tranquilo, y en general, todo a nuestro alrededor emanaba una paz inusitada. De hecho, era una tranquilidad que casi rozaba lo inquietante. Respiré profundamente, intentando disipar la creciente inquietud en mi interior. Odiaba permitir que los pensamientos oscuros me consumieran, pero después de haber vivido tanto tiempo en tensión constante, esta serenidad me parecía extraña, como si fuera el preludio de algo que aún no alcanzaba a comprender.Miré a lo lejos a los niños, que jugaban con espadas de madera. Ambos eran muy buenos, sus risas resonaban en el aire como una melodía que hacía eco en mi corazón. Sin embargo, cada uno era diferente, tan únicos en su ser. Poco a poco, había comenzado a descubrir sus personalidades, tan especiales. Entre ellos, la de Viggo destacaba con una fuerza particular. Viggo… ese nombre que el tiempo y el tumulto habían sepultado en el olvido, y que ahora volvía a mi mente con