Daniel partió hacia la cueva a la mañana siguiente y volvió a la tarde noche para confirmar que, efectivamente, Martín estaba allí. Traía la cara golpeada de nuevo y el doctor le condujo directo al laboratorio.
—Me costó un poco convencer a mi padre —sonrió triste, Daniel—, pero creo que lo he logrado. Martín está allí.
—¿Cómo está?
Daniel se encogió de hombros mientras el doctor le limpiaba el corte junto a la ceja.
—Está con su padre, no lo he visto en persona, es lo que me ha dicho mi padre. Ezequiel lo tiene encadenado junto a él en la habitación que ocupa Valdius, piensa que mi abuelo se sentiría orgulloso, por eso los retiene allí.
Pablo miraba al chico con un sentimiento de culpabilidad cada vez mayor. Pero aún no quería decir la verdad, no, un solo paso en fal
En la cueva, cuando al fin se habían quedado solos tras irse Ibrahim, Martín y su padre se habían concentrado en sus respectivas respiraciones.La oscuridad era absoluta y Martín trataba desesperado de que sus ojos se acostumbraran y le permitieran ver a aquel hombre, a su padre. Pero no era posible porque al estar en una cueva no entraba ni un resquicio de luz por ningún lugar.Alargó las manos en el aire golpeando el vacío. Quería hablarle, pero no dejaba de ser un desconocido para él y no sabía cómo comenzar la conversación.Entonces fue el hombre quien lo hizo.—Llevo catorce años viviendo en la oscuridad y atado con grilletes.Martín estiró los brazos hacia la voz.—¿Puedes tocarme?—No, nos mantienen a la distancia justa para que no podamos hacerlo —el hombre detuvo la voz un momento—. Si
El doctor le hacía pruebas diarias a Milita. A los dos días de la implantación del óvulo fertilizado en su útero, comprobó que éste efectivamente parecía haber prendido con fuerza.—Es asombroso. Fijaos en cómo puede apreciarse a través de la ecografía. Sólo hace dos días de la implantación; esto me hace pensar que al igual que las heridas se recuperan y cierran muy rápido, algo influye también en el desarrollo del embarazo entre híbridos.Nuria, que desde que se había trasladado a La Colonia se dedicaba a ayudar a Pablo en el laboratorio, apretó la mano de Milita con fuerza mientras ella no quitaba la vista de la pantalla.—¿Cuándo calculas que podrás extraer la sangre? —preguntó la chica tragando saliva.El doctor notó el miedo en su voz.—Creo que en diez o
El doctor se volvió a inclinar y pegó el ojo a la lente del microscopio. Podía esperarse cualquier cosa de aquellos híbridos, de sus genes tan peculiares, pero aquello era mucho más de lo que se hubiera imaginado.Volvió a apartar la vista de la plaqueta y garabateó en su libreta. Era una ecuación, una lucha de célula contra célula. Ya conocía las que generaban la inmortalidad, también las que la contrarrestaban, pero aquello…Daniel entró en el laboratorio de nuevo después de acompañar a Milita hasta la cabaña. La chica se había acostado en su habitación a descansar.—¿Cómo lo ve doctor?El doctor se sobresaltó ante la voz del muchacho. Se giró e hizo un movimiento afirmativo con la cabeza.—Lo tenemos, Daniel.—¡Bien!El doctor vio entrar a Nuria al l
A cinco días de volver a ser noche de luna llena, los muchachos notaban cómo sus nervios se iban acrecentando.El doctor preparó la dosis que Daniel debía inyectarle a Martín y otra más con aquel gen que había extraído y que aseguraba la inmortalidad sin dolor, pero, esta última, la metió en la cámara frigorífica.Milita estaba especialmente nerviosa con la transformación. Temía que durante la misma tratara de hacer daño a su propio bebé. Pablo la tranquilizaba diciéndola que la madre de Efrén había pasado todo su embarazo siendo una transformada sin que hubiese habido ningún problema durante las transformaciones.—Sabes que te tendré controlada, Milita, no debes temer nada.A aquellas alturas, Pablo ya ni siquiera le había preguntado por la decisión que ella quería tomar respecto a a
Cuatro días para la luna llena.Daniel cogió la jeringuilla con tapón que le tendía Pablo y la colocó con cuidado en el bolsillo trasero de su pantalón, con la boquilla hacia arriba.Milita le sujetó el rostro entre sus pequeñas manos y le dejó un beso sobre los labios.—Estaré de vuelta en seguida.Era primera hora de la mañana. Pablo observó partir a Daniel y una angustia le apretó el pecho, no se le pasaría hasta que el chico volviese. Después de tantos años, estar tan cerca de la solución y no saber cómo podía terminar todo era algo que le hacía perder los nervios. Se pasó una mano sobre los ojos y recogió a Milita pasándola un brazo sobre los hombros mientras miraban a Daniel marchar.La Colonia estaba triste, apenas habitada por los cachorros, Raquel, Nuria y un puñado de
Daniel se adentró en la cueva hasta el espacio que su padre ocupaba como dormitorio. Ezequiel estaba sentado en una de las mesas que habían instalado y levantó la cabeza al olerle.—¿Qué haces aquí?A Daniel se le congeló la sonrisa en el rostro.—Yo también me alegro de verle, padre.Ezequiel hizo caso omiso. Tenía el muñón sobre la mesa y a Daniel se le iba la vista hacia él. A su mente acudieron las palabras del doctor, “esto no era lo que Valdius quería que pasara” Pero Valdius tampoco había actuado bien, él había rechazado al resto de transformados como hijos y sólo había reconocido a Ezequiel como tal. Sangre de su sangre, ahora Ezequiel también miraba solo para los suyos y Daniel ni siquiera tenía claro quiénes entraban en esa categoría. ¿A cuántos considerar&
Daniel salió de la estancia en la que se encontraba su padre para ir a la habitación en la que Valdius agonizaba y se dio de bruces con Ibrahim que llevaba un plato con una especie de papilla. Daniel miró el plato mientras Ibrahim se lo ponía bajo las narices.—Al viejo cada vez le cuesta más comer.Daniel tendió una mano y le quitó el plato.—Yo se lo daré, quiero verle antes de volver a La Colonia.Ibrahim pareció aliviado y se largó sin protestar. Daniel se preguntaba si sentiría algo hacia Valdius. A fin de cuentas, todos aquellos hombres que ejercían de soldados para Ezequiel eran también hijos de Valdius.Daniel cogió una de las linternas que había sobre una roca a la entrada del pasillo que llevaba a la habitación de su abuelo. Era la única zona de la cueva que mantenían en absoluta oscuridad porque parec&
Daniel introdujo la aguja en el abdomen de Martín y luego empujó el líquido a su interior con el émbolo de la jeringuilla. Cuando este hizo tope esperó unos segundos y luego extrajo la aguja con suavidad.Martín contempló el pequeño pinchazo al tiempo que este comenzaba a menguar hasta desaparecer de su vista.Todos se quedaron en silencio, como si esperaran algún tipo de reacción en el cuerpo de Martín, pero no sucedió nada. El muchacho se bajó la camiseta.—Sólo habrá una forma de saber si esto ha funcionado.Daniel asintió con la cabeza.—Estoy seguro de que el doctor no se equivoca —volvió a meter la aguja en el plástico y esta y la jeringuilla de nuevo en el bolsillo de sus tejanos —. Ahora decidme qué era eso de lo que hablabais.Martín no parecía muy convencido.