Han pasado un par de días desde que llegue del hospital. Dos días en los que, si no salgo de esta habitación, voy a volverme loca. La familia de Renzo ha sido muy amable, y se han preocupado por mí. Eso, no hay como pagarlo. En cuanto a Renzo. Bueno, está algo diferente. Ha sido amable, en las noches se asegura de que estoy cómoda y he tomado mis analgésicos. Oficialmente, la pared de almohadas se ha ido, y compartimos la cama sin problema. Me acerco a la ventana, y miro a través de esta. Puedo ver la hermosa mañana. De repente, una risa estridente y desagradable llama mi atención, y miro atenta como Renzo camina junto a un grupo de personas. Y, vislumbro una figura conocida. Una mujer alta, curvilínea, de cabello castaño claro. Están más cerca y es imposible no reconocer a la amiga de Bianca. Dolly Parton está de visita, y va enganchada del brazo de Renzo. Hermoso. Delante de estos, van Bianca, y Lorenzo, que habla con un hombre de alrededor, su misma edad. Los veo perderse
—¿Estás segura de que estás bien para salir esta noche?Pongo los ojos en blanco cuando Renzo me hace la misma pregunta de nuevo.Sí. Lo ha preguntado los últimos cuarenta minutos.Estamos en su departamento de Palermo.Bianca y Darío quería que nos uniéramos a una cena con ellos, y acepte.—Necesito salir.Además. Mañana era la fiesta de cumpleaños de Lorenzo.No sé cómo sentirme al respecto. Renzo se ha cerrado más en sí mismo, y sus paredes parecen reforzadas.Su humor no es el mejor, pero no dice nada.Termino de ponerme un poco de labial y me doy por satisfecha.Llevo un vestido por encima de mis muslos, de finos tirantes, color rojo.Tomo mi pequeño clutch, y lo miro de pie en la puerta de la habitación.—¿Nos vamos? — inquiero.Sin decir más, salimos del departamento y un coche nos espera abajo para llevarnos hasta donde Bianca y Darío nos esperan.Camino al lugar, miro a Renzo.—Estás muy callado.—No tengo nada que decir.Su tono duro me sorprende un poco.Al llegar al restau
No estoy de humor.Sencillamente, no deseo verle el rostro a Renzo después de nuestra discusión anoche.Flashback.—Sube al auto —espeta en tono frío.Estamos afuera del club, y él está furioso.Bueno, me importa un culo en este momento.No me muevo.Detrás, tengo a Darío, y Bianca. La segunda está recostada a un costado de su prometido.Ambos están en silencio.Renzo abre la puerta del coche, y no veo al conductor. Lo que deja claro que él, ha venido por su cuenta esta vez.—Sube, Sam —inclina la cabeza a un lado— O te subo. Decide.Pendejo.De mala gana me doy la vuelta, y miro a la pareja.—Lo siento por haber arruinado su noche.—No te preocupes —niega, Darío.—Renzo puede ser un imbécil, pero vas a estar bien— Bianca arrastra las palabras.Sonrío, y Darío deja un beso en su cabeza, con expresión divertida.—Hay que meterte a la cama —le dice.—Eso está mejor —canturrea.Me rio.—¡Sam!Maldición.—Buenas noches— me despido, y con la cabeza en alto, avanzo hasta donde Renzo me sost
Arrojo dentro de la maleta las últimas prendas.Miro alrededor para cerciorarme de estar dejando nada.Estamos por partir al aeropuerto, y tomar avión que me llevará de regreso a Miami.Sin embargo, hay algo con lo que no contaba, y es que los padres de Renzo vendrán con nosotros.La noticia nos tomó a los dos por sorpresa. La situación es tan insostenible que casi a media noche me retire debido a un fuerte dolor de cabeza. Subí aquí, me tomé unos analgésicos y caí como un tronco en la cama.No me di cuenta, cuando Renzo dejo la fiesta, y tampoco me molestó con el tema. Pero, está claro que necesitamos hablar del asunto.Durante el desayuno. Lorenzo dejo claro que, está emocionado con el viaje y el hecho de compartir con su hijo un poco más.Jodidamente, genial.—Esto es un desastre con letras mayúsculas —. Murmuró mientras tomo mi último par de vaqueros, y los arrojo a la matera sobre la cama.La puerta se abre y veo a Renzo entrar a la habitación. Su gesto no ha cambiado, es como si
El avión privado de Renzo aterriza sin problemas en aeropuerto de Miami. Y, después de pasar por control de seguridad, lo único que quiero es dormir. Estoy agotada y algo groggy por el jet lag me está afectando.El chófer de Renzo nos espera y junto a Lorenzo suben las maletas. El hombre tiene una sonrisa en su rostro.—Es bueno tenerlo en casa, Señor —Dice el hombre antes de mirarme, y aclararse la garganta.—Señora.Asiento, y evitó resoplar.—¿Cómo está todo? —interviene Renzo para quitar la atención sobre mí. Se lo agradezco.Ellos hablan al tiempo que subimos al auto.—¿Estás bien? —la pregunta viene de Gianna, que está sentada a mi lado.—Solo, algo cansada. Sonríe y me da una palmadita en la mano.—Lo bueno es que, ya están en casa, y puedes descansar.—Claro, casa —susurro. El viaje hasta el edificio donde Renzo vive es algo tardío por el tráfico.Mientras nos acercamos, los nervios me pueden. Pero, también me siento mejor, ya que mañana podré ir a ver a mi madre, y lleva
No sé, por cuánto tiempo he dormido. Tampoco sé que me ha despertado, pero me siento mucho mejor. Una mano acaricia mi entrepierna, y un suspiro de placer se filtra entre mis labios. Me arqueó, al tiempo que echo mi trasero hacia atrás, y siento la dureza contra mis nalgas. Los dedos trabajan en mi calor con más precisión, y me abandono al placer que los mismos, me están proporcionando. Abro los ojos y no veo nada. Luego, todo me golpea. La llegada a Miami. Quedarme en la casa de Renzo. La ducha. Meterme a la cama con Renzo. —Renzo —susurró. —El mismo —susurra antes de chupar el lóbulo de mi oreja, y me abro a su asalto. Descanso mi pierna sobre la suya. La sensación que me provoca no me deja pensar. ¡Joder! No quiero pensar. Sus dedos me dejan, antes de sentir como tira de la precaria pijama, dejándome desnuda. Alargo la mano, y encuentro que él ya está desnudo, y no puedo evitar tomar su pene y deslizar mi mano, acariciándolo. —Sam —. Dice entre dientes. Lo empuj
Siento más que veo la mirada de censura que Brandon me dedica. Después de llegar de la clínica, no encontré a los padres de Renzo. Entonces hice lo que había pensado hacer, camino a aquí. Invadí la cocina, ante sorpresa de Brandon. En principio, parecía escéptico y su ceño fruncido era visible. Pero, no me deje intimidar y me hice con el mando de la cocina pese a su renuencia. Ahora estoy haciendo una tarta de frutos rojos para la cena, y él está dando vueltas por la estancia. —Podrías hacer fettuccine para la comida—. Pido estirando la masa. Se aclara la garganta. —El señor maneja un menú muy riguroso, en cuanto lo que come, entre semana. Su tono es frío, y solemne al mismo tiempo. Dejo el rodillo a un lado, y me volteo a ver. —Verás, Brandon. Me gusta comer lo que quiero, y cuando quiero. No estoy pidiendo nada de otro mundo. Sus ojos me taladran. —Entonces, hable con el señor. Tuerzo el gesto ante sus palabras. —Bien, los haré yo misma— espeto, y abre los ojos. S
El sonido del mar me calma. Es algo que siempre ha tenido ese poder. Amo los días soleados y caminar descalza sobre la arena. Me recuerda los días donde las preocupaciones y problemas no existían. Eso quedó en el pasado. Hoy estoy en problemas. Y ese problema tiene nombre y apellido. Renzo Vitale. Estoy enamorada de él. Tengo que admitirlo. Estoy aterrada, y quisiera que todo fuera diferente entre los dos. Me hubiese gustado conocerlo en otras circunstancias. Pero, soñar, no cuesta nada. Ahora tengo que decidir si trato de ignorar estos sentimientos o intento hacerme un espacio en su corazón. Sin embargo, decirle ahora eso es imposible. Sé que, en el momento en el que yo pronuncié esas palabras, él se va a alejar. —¿Por qué eres tan difícil? —susurro mirando el mar y como las olas golpean la orilla. Miro la hora y suspiro al darme cuenta de que debo irme. Necesito alistarme para la noche de hoy. Había pasado la mañana con mi madre. Fue una buena mañana para ella.